Quienes fundamentamos nuestros gustos personales (opiniones) nunca podremos modificar la forma de sentir de quienes nos escuchan, pero lo desearíamos.
En un futuro quizá no tan
lejano, la gente comentará: «Hace unas décadas, era normal que se
dedicara mucho tiempo a fundamentar con argumentos racionales los gustos
personales».
No sería extraño que también
se diga: «Los medios de comunicación de aquella época facturaban mucho dinero por
concepto de publicidad en audiciones donde algunos participantes polemizaban, a
veces con gran pasión, sobre por qué motivos lógicos pensaban lo que pensaban».
Por supuesto que no es mi fuerte adivinar el futuro pero yo no escapo a
esta inútil tarea de fundamentar (1) por qué estoy a favor de la
despenalización del aborto aprobada por el parlamento uruguayo en octubre de
2012.
Ninguno de mis argumentos es tan válido como para cambiar la forma de
sentir de otros. Tampoco son válidos los argumentos que pueda decir cualquier
otro ser humano. La opinión sobre este y otros temas es algo muy personal que,
en todo caso está en sintonía con todo el cuerpo y no con algún tipo de lógica
particularmente más valioso que las demás.
Lo que en todo caso podemos hacer es exponer algunos argumentos para
exhibir, mostrar, hacer conocer, cómo funciona nuestra cabeza, para que los
demás puedan decir: «José es muy inteligente», «María es muy humanitaria»,
«Pedro es un religioso devoto», «Magdalena piensa como la mayoría».
Sin embargo, la exposición pública de los argumentos que fundamentan
nuestra forma de pensar, no tiene como motivo principal darnos a conocer sino
crear un orden universal; lo que pretendemos es legislar; aspiramos a que toda
la especie caiga de rodillas ante nuestra lógica incuestionable,
aplastadoramente convincente, poseedora de una fuerza tan invencible que al escucharla
nuestros interlocutores queden de boca abierta, admirándonos subyugados.
(Este es el Artículo Nº 1.735)
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15 comentarios:
Sí, nos resulta imposible no intentar convencer a otros. Salvo cuando nos damos cuenta que eso nos juega en contra. A veces fundamentar sólo sirve para que te contra-argumenten y la cosa se vuelva un diálogo de sordos.
La oratoria es un arte muy disfrutable, pero cuando tiene como finalidad convencer se transforma en un instrumento de dominación
La seducción que ejerce el que habla para las tribunas es embriagadora. A mi me gusta el período pre-electoral porque disfruto observando técnicas, gestos, lenguaje corporal, lapsus... es muy divertido.
Andrea debe ser de las pocas que disfruta del período pre-electoral. A mí me enerva. Siento que me tratan como a un idiota.
Aprender a debatir en la escucha y el respeto es muy importante para la vida cotidiana.
Sucede que la lógica de una pieza oratoria o de un debate, queda en segundo plano. Lo que está por delante es el ángel, la seducción.
¿Qué le pazó al zeñor eze de la foto? ¿Qué tiene en la oreja izquierda?
Le dedicamos demasiado tiempo a fundamentar porque todavía no caímos en la cuenta de que somos más sentimiento que razón.
Los debates políticos son un show.
El dinero que se invierte en ellos reditúa.
Los espectadores nos entretenemos, pero después votamos lo que queremos.
Pienso que algunas personas son muy sugestionables y sensibles a la opinión ajena. Que existen formadores de opinión, existen.
De acuerdo con Fernando; los gustos personales no se fundamentan con razones. Podrán tener causas, pero esas causas escapan a las lógicas de la razón.
¨LA OPINIÓN ESTÁ EN SINTONÍA CON TODO EL CUERPO¨
Escribiré esta frase en piedra.
Damos a conocer nuestra forma de pensar con la intención de crear un orden universal; al menos universal para nosotros mismos. Por eso cuando nos tiran abajo la estantería nos agarra el berrinche.
Muchas veces le aplicamos la lógica humana al resto de las especies.
Cuando doy a conocer mis argumentos nunca sé qué dirán de mí; si humanitaria o si idiota.
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