Cuando tenemos relaciones sexuales con la mujer que
amamos, nuestro inconsciente siente que con ella somos una sola persona.
El varón ama a la mujer
poseedora del cuerpo que desearía tener él, para expresar sus deseos
homosexuales.
Esta frase es muy complicada.
Tendré que simplificarla. ¡Ah, ya sé, pondré un ejemplo!
José ama a María porque ella
tiene un cuerpo que, si él lo tuviera, podría desplegar los deseos
inconscientes de ser gay.
José piensa:
— ¡Qué hermosas piernas tiene
María! Adoro la suavidad de su piel, la forma, la textura, la temperatura, el
perfume. Si yo tuviera esas piernas, seguramente tendría sexo con un hombre.
El inconsciente de José sigue
teniendo sueños eróticos y va un poco más allá:
— Si yo tuviera las piernas
que tiene María, seguramente gozaría aceptando las invitaciones eróticas de
algún hombre. ¿Cómo sería ese varón con quien yo admitiría ser homosexual?
Claramente, tendría que ser como yo mismo. Sí, ahora tengo las ideas claras:
querría ser penetrado por mí, quiero ser mi amante homosexual.
El insomnio que me lleva a
estos desvelos tan transgresores para la pureza química de la virilidad que
siempre supe conservar, me lleva a ser un poquito más transgresor, ahora que
reconozco que si tuviera las piernas de María, sería gay.
— ...¿y solamente conmigo
desearía hacer el amor, con nadie más, ningún otro hombre podría ser mi amante?
Quizá también podríamos ser amantes con mi mejor amigo, quizá con mi padre, a
lo mejor con mi hermano mayor. ¡Qué coincidencia, todos estos varones tienen
algo parecido a mí!
— En definitiva—, continúa
pensando José—, cuando hago el amor con María, disfruto tanto porque imagino
que ella soy yo y que estoy teniendo sexo conmigo mismo. ¡Horror, pero entonces
tener sexo con ella equivale a masturbarme! ¡No podría vivir sin María!
(Este es el Artículo Nº 1.755)
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10 comentarios:
Dos personas que se aman pueden sentir en la intimidad, cuando tienen relaciones sexuales, que son uno. Pero son uno porque quedan unidos a través del pene y la vagina. Pueden sentir en algún momento que son uno porque son distintos y complementarios.
Pienso que esto que plantea Margarita pueden sentirlo también los varones homosexuales. Lo que me pregunto es si lo pueden sentir también las mujeres homosexuales. Ellas no tienen genitales complementarios que se puedan unir.
Sí lo podemos sentir, porque esa sensación de unidad no pasa sólo por lo genital. Está en el abrazo, en el beso, en el cuerpo que se reconoce a través de la caricia.
¿Por qué se ha considerado insalubre la masturbación?
Y de pronto Euge, porque no es productiva. Cuando moríamos jóvenes y como moscas, había que asegurar la conservación de la especie.
A veces la unidad se busca en el extremo opuesto, en el menos parecido a mí; de esa forma también se logra ser uno y completo. Al menos es una ilusión que parece materializarse.
Cuando tengo sexo con mi compañero disfruto de poseer, al menos por un ratito, todo lo que él tiene... y yo no.
Hace tiempo ya que me puse viejo. Sigo queriendo a mi cuerpo con indulgencia, pero me reencuentro conmigo mismo en varones más jóvenes que yo.
Pensando en lo que dice el comentario anterior, caigo en la cuenta de que nunca me importó demasiado la edad de mis parejas. Y sin embargo me asusta la vejez, y me asusta también la juventud, con todos los dolores que he padecido cuando estaba en ella.
Doy por hecho que cuando hablamos de cuerpo estamos hablando de la persona en su totalidad, al menos yo lo veo así. Entendido de ese modo, yo si fuera varón querría ser el varón que amo. Por lo tanto sí podría tratarse de una relación masturbatoria.
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