lunes, 31 de marzo de 2008

¿Quién te entiende?

Los beneficios de la sabiduría son relativos. ¡Muy relativos! Hay cosas que es mejor no saberlas y no me estoy refiriendo a malas noticias o a hechos desagradables.

Puedo asegurarles que el psicoanálisis es maravilloso para muchas más personas de las que hoy lo disfrutan y aprovechan. Uno de sus postulados más inteligentes es de que existe una zona de nuestra psiquis casi inaccesible, llamada inconciente, sin la cual no podríamos hacer prácticamente nada. Me lo imagino como si a una máquina la faltara una pieza que está metida por allá adentro pero sin la cual nada funciona.

Este depósitos de ideas, recuerdos, imágenes, palabras sueltas, y vaya uno a saber cuántas cosas más, tiene que permanecer fuera del alcance de la conciencia porque si se abriera, nos volveríamos literalmente locos.

A veces se escapa alguno de sus contenidos, como cuando tenemos un lapsus o cuando soñamos. Estas pequeñas pérdidas no son muy perturbadoras.

Este mínimo comentario es necesario para compartir con ustedes otra idea que me parece más interesante por sus consecuencias prácticas.

Todos decimos que al género opuesto no lo entiende nadie. Los hombres protestan contra las mujeres y viceversa.

¿Por qué la protesta? Porque suponemos prejuiciosamente que todo andaría mejor si nos entendiéramos más: a nosotros mismos y a los demás. Hasta ahora no escuché a nadie que dijera lo contrario. Por eso lo digo yo. Deberíamos admitir la hipótesis de que es mejor no entenderse totalmente porque, como dije más arriba, el inconciente es una piecita imprescindible pero que sólo funciona en el anonimato, sin exhibir sus contenidos.

¿Es molesto este desconocimiento? ¡Claro que sí! Pero también es un prejuicio suponer que todos los malestares son perjudiciales. No está mal pensar que el dolor (y la frustración es un tipo de dolor) es un fenómeno que nos orienta hacia la conducta más adecuada.

En suma: No entender al género opuesto es una situación que tiene miles de años y no se ha resuelto aún porque no es un problema, es una condición necesaria para que sigamos juntándonos, cuidándonos, reproduciéndonos.

El poster pertenece al film Cuando Harry conoció a Sally, interpretada por Billy Crystal y Meg Ryan.
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domingo, 30 de marzo de 2008

Cuando los caballeros se atraviesan

Analista ♀ — .......................

Analizante ♀ — Anoche tuve un sueño. O una pesadilla, no sé bien. Me quedé dormida con una película ambientada en la Edad Media, con esos palacios enormes de piedra, grandes parques, mucha gente vestida lujosamente con terciopelo rojo, encajes, escotes, sombreros muy grandes, cantidad de sirvientas y sirvientes.

(Silencio breve)

El sueño era que había mucho ruido de gente que iba y venía, puertas que se golpean, voces fuertes, caballos caminando sobre una vereda empedrada, yo estaba rodeada de mucha gente pero parecía que nadie sabía que yo estaba ahí.

La mayoría eran mujeres que se reían y hacían planes para un baile que habría esa misma noche y donde se encontrarían con otras mujeres y con muchachos y que bailarían si ellos las invitaban pero dejaban de reírse porque si nos las invitaban a bailar y las otras se reían de esas dudas repentinas.

Después estoy en uno de esos palcos donde se ponían los reyes para ver cómo se peleaban los caballeros y a mi lado estaba la muchacha que me ayudaba a vestirme y desvestirme y bañarme y todas esas cosas que hacían en aquella época.

Resulta que los dos que se estaban por enfrentar lo hacían porque el ganador pasaría a ser mi caballero protector que según parece en aquel entonces pasaba a ser como una especie de amante no oficial. Ahora recuerdo que la muchacha que estaba conmigo era Sofía. Si estoy segura. Ya se la nombré varias veces que no sé que me pasa con ella que siento cosas raras cuando me mira o me toca.

Cuando los caballeros empezaron a correr en sus caballos con sus lanzas apuntándose para cruzarse justo delante del estrado, a mi no me puso nerviosa como a todo el resto de público. Cuando se cruzaron fue espantoso porque con las lanzas se atravesaron mutuamente la armadura, el cuerpo y les salió por la espalda. Todos dieron un grito de horror y ahí sentí como la muchacha que para mí era Sofía me agarró de la mano, nos miramos, me di cuenta que estábamos enamoradas y me desperté con el corazón que parecía que se me iba a salir por la boca y la vagina muy lubricada.

Analista ♀ — Dejamos por acá.

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sábado, 29 de marzo de 2008

Así se escribe la historia

Platón era un sabio griego que vivió más de 80 años cuatro siglos antes de Cristo. Es aún hoy todo un referente en temas filosóficos. ¡Un genio!

Uno de sus textos más famosos se llama El Banquete donde cuenta las intervenciones que hicieron varios comensales, según entiendo yo, en estado de ebriedad porque el vino dulzón que ellos tomaban deja fuera de juego al más resistente bebedor. Después de esta ingesta embriagadora, se pusieron a hablar de filosofía. Pueden imaginarse qué podía salir de esos simposios alcohólicos. Si ellos son tomados como nuestros padres filosóficos, podemos empezar a comprender por qué estamos como estamos.

Uno de los que habló fue Sócrates (viejo conocido por todos) y les cuenta a los otros comensales que una sacerdotisa (Diótima) le informó cómo fue concebido Eros (el dios del amor). Según parece salía de una fiesta -donde festejaban el nacimiento de Afrodita- el dios Poros (algo así como el dios de la abundancia, de la riqueza, de las oportunidades) y se quedó dormido en plena calle (ebrio también, ¡por supuesto!). Pasaba por ahí Penia (que en esa mitología representaba a la pobreza y la necesidad) y no tuvo mejor idea que hacerse fecundar por Poros (no tengo la explicación material de los hechos) y ¿quién pudo salir de esa cruza? EROS, el dios del amor. ¿Se dan cuenta lo que significa en nuestras cultura este mito? Es algo así como que la pobreza se hace fecundar por la riqueza (aprovechando que ésta está borracha) y de ahí sale el amor, gracias al cual luego se producirán noviazgos, embarazos, nuevas generaciones genéticamente combinadas de prosperidad y decadencia.

Disculpen, no puedo seguir, me duele demasiado la cabeza.

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viernes, 28 de marzo de 2008

Te amo con mayonesa

No inventa una teoría el que no quiere.

En muchos idiomas la palabra que significa «amor» usa, o la «M» o la «L». ¿Por qué se preguntarán ustedes? Porque para pronunciar la «M» los labios deben hacer un movimiento que emula el mamar (la teta) y para pronunciar la «L» la lengua tiene que hacer un movimiento que emula el lamer (el pezón).

Ejemplos con M: amor en castellano o portugués; amore, en italiano y amour, en francés

Ejemplos con L: love en inglés, Liebe en alemán y liefde en holandés.

Detrás de estas palabras tan cariñosas existe entonces un origen alimenticio que en la edad adulta pueden incluir aspectos sexuales.

Conclusión de esta teoría (tan poco seria): Si alguien de habla hispana, portuguesa, italiana o francesa, le expresa su amor, ¡cuidado! puede tener intenciones antropófagas. Por el contrario, si ese mismo sentimiento se lo expresa alguien que habla inglés, alemán u holandés, pueden estar pensando que usted es un chupa-chupa o un helado.

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jueves, 27 de marzo de 2008

¿De quién es mi vida?

Es propio de la literatura jurídica la expresión «...cuidará y conservará los bienes como un buen padre de familia», que dicho de otra manera podría expresarse «cuidará algo ajeno como si fuera propio».

Claro que acá se está dando por sentado que las personas son cuidadosas con lo propio, porque si no lo fueran tanto destrozarán (por ejemplo) un auto alquilado como a uno propio.

Vamos a suponer que la inmensa mayoría de las personas cuidan bien lo que les costó un gran esfuerzo obtener y/o lo que necesitan mucho. Esa persona se comporta como «un buen padre de familia» si tiene esa conducta cuidadosa con lo que no le costó un gran esfuerzo obtener y/o con lo que no necesita mucho. Lo cuida porque «un buen padre de familia» respeta a los bienes ajenos y a las necesidades ajenas (tanto como a las propias).

Podría decirse que el bien más preciado ES LA VIDA. Un «buen padre de familia» cuida la vida propia tanto como la ajena.
Pero acá ingresa otro dato sustancial: Cuando la sociedad no le reconoce al individuo la real propiedad de los bienes, entonces es alguien que no tiene bienes propios y por lo tanto no tiene nada para cuidar. Como no tiene nada para cuidar tampoco cuidará los bienes ajenos como a los propios porque éstos no están.

En suma: cuando en una sociedad no está claramente establecido el derecho de propiedad, aumentará la cantidad de ciudadanos irresponsables de los bienes ajenos (robo, vandalismo, graffiti, homicidio).

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miércoles, 26 de marzo de 2008

Por qué es preciso sudar

Las cosas no están porque sí. La naturaleza va perfeccionando año a año a los nuevos ejemplares de todas las especies, adaptándolos a las cambiantes condiciones ambientales fruto de otras transformaciones cósmicas, y así, el universo es como un gran sistema autorregulado. ¡Una maravilla!

Pero la naturaleza no tiene previsto (por lo que veo y paso a explicarles) que a una de las especies, por alguna tara genética fuera de su control, se le ocurra tratar de mejorarla, para lo cual —con el tiempo— le termina causando (a la naturaleza) alteraciones fuera de programa.

Tenemos un cuerpo apto para luchar (literalmente) para conseguir nuestro alimento y para defendernos de depredadores más grandes. Sin embargo, hemos logrado encerrarlos en jaulas y mostrarlos en un zoológico o, si se trata de los depredadores más chicos (virus, bacterias), los fumigamos con mucha eficacia.

Logrado todo esto, el cuerpo queda desocupado y como lo que no se usa se atrofia, entonces tenemos que hacer como si aún fuéramos perseguidos por una leona hambrienta o como si tuviéramos que cazar a las gallinas corriéndolas (intenten hacerlo y se divertirán... además de empezar a respetarlas un poco más porque son más hábiles de lo que uno cree).

Por lo tanto, tenemos que correr por parques y ramblas, levantar pesados objetos inertes para que no se atrofie nuestro cuerpo de mamífero depredador-depredable. PERO ADEMÁS, tenemos que complicarnos la vida como si no existiera la policía, el sistema judicial, las compañías de seguros, y otros enormes paraguas que nos libran de casi todo mal y para lo que nuestra psiquis tiene disponibles recursos de agresividad (para ataque o defensa) que si no los practicamos, también se atrofiarán. Por eso solemos buscarnos problemas innecesariamente. Perdón, me corrijo, los buscamos para no atrofiarnos psíquicamente.

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martes, 25 de marzo de 2008

Si la limosna es grande, conviene labrar un acta

«No le prestes demasiada atención a los demás porque te tratarán con arrogancia». Este consejo es harto repetido, recordado, practicado, enseñado, aconsejado.

Llega a producirse toda una especie de esgrima en la cual ciertos gestos (como «quien llama primero», «llegar puntualmente», «pagar por adelantado», «ser muy amable», «ser cortés», «escuchar con atención», «mirar a los ojos», «aproximarse», «estrechar la mano con calidez y firmeza», (¿sigo?)) ... se realizan tomando precauciones con criterios estratégicos.

¿Por qué tratar bien al otro puede provocarle una reacción que nos perjudique?

El razonamiento de cada uno de nosotros podría expresarse así: 1) Supongo que los demás piensan, sienten y actúan igual que yo; 2) Si bien es cierto que yo nunca hice el inventario completo de cómo soy, qué espero de los demás, qué trato de obtener de ellos, cómo intento sacar alguna ventaja, intuyo cuáles son mis intenciones.

Entonces: cuando alguien piensa (¿sabe?) que ser amable con el otro provocará en el destinatario de nuestro trato preferencial una actitud orgullosa que nos desagradará, estamos intuyendo (¿sabiendo?) que esa es nuestra reacción cuando alguien nos concede un trato preferencial.

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lunes, 24 de marzo de 2008

“Permuto dólares por dolores”

La diferencia que hay entre «sufrimiento» y «temor a sufrir» es que el segundo dura mucho más tiempo que el primero. Una simple cuenta nos indica que el «temor a sufrir» es el verdaderamente doloroso.

Un pacífico y honorable amigo fue preso en una redada policial, en una época en que esta práctica era muy frecuente debido al estado de conmoción interna que se vivía en mi país.

Invadido por el terror (muy realista, tengámoslo en cuenta), no tuvo mejor idea que empezar a provocarse dolor de todas las maneras imaginables, tratando de fortalecer su resistencia a la tortura a la que seguramente sería sometido.

Cuarenta y ocho horas después de esa detención que nos dejó a todos muy perturbados imaginando lo peor, fue liberado sin que nadie lo tocara ni le diera una explicación.

Los más allegados nos reunimos en su casa (corriendo el riesgo de que otra redada nos enviara a todos a la cárcel ya que las reuniones de más de dos personas estaban prohibidas) y ahí estuvimos horas escuchando cómo se había autoflagelado mental y físicamente.

Esta experiencia de tan corta duración es parecida a los que realizan algunas personas durante toda la vida. Tratan de evitar el buen pasar para fortalecerse en caso de que tengan que pasar peor. Para esto tratan de acostumbrarse a las carencias, se abstienen de disfrutar de los buenos momentos que les ofrece la vida, se ejercitan en pasarla mal. Toda esta estrategia apunta a que si algún día la mala suerte les impone una desgracia, sean tan fuertes como para resistirla. Es como si tuvieran una Caja de Ahorro en dolores (en lugar de en dólares) para cancelar al contado cualquier sufrimiento inesperado.

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domingo, 23 de marzo de 2008

¡Me las pagarán!

Analizante ♂ — Me voy a suicidar. ........... Ya no aguanto más .............Mi vida no tiene sentido ............. (comienza a sollozar) ............ ¡Qué horrible que es todo!

Analista ♀ — ....................

Analizante ♂ — Me voy a abrazar a mi perra y me voy a tirar por la ventana ............ ya estuve mirando para abajo con ella abrazada y me parece que el corazón le sigue latiendo al mismo ritmo. Se ve que no se imagina lo que nos está por pasar.

Analista ♀ — ....................

Analizante ♂ — Escribí varias cartas de despedida pero no encuentro bien cómo decir por qué tomé esa determinación. Todas me parecen demasiado superficiales, melodramáticas, tengo miedo de que al final quede en ridículo y que todo sea inútil.

Analista ♀ — ....................

Analizante ♂ — A ellos les tiene que doler que yo haya tomado esta determinación. No quiero que se la lleven de arriba. Quiero que se den cuenta que hasta ahora no me han dado el lugar que me corresponde. Viven pidiéndome que haga esto y aquello, que estudie, que trate bien a quienes me fastidian. Vení, traé, llevá, hacé, correte, movete de una vez. Los voy a privar de esta cosa que parece que soy para ellos a ver qué hacen. Además les voy a quitar a la perra para que sufran más todavía. Con esta venganza me las voy a cobrar.

Analista ♀ —¿Cómo piensa disfrutar eso que les va a cobrar con la venganza?

Analizante ♂ — .........................

Analista ♀ — La dejamos por acá.

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sábado, 22 de marzo de 2008

La bella y el bestia

La señora se mira en el espejo el moretón del cuello y sonríe. Luego amplía un poco más el escote, observa el enrojecimiento de sus senos y sonríe. Se mira los brazos y cerca de los hombros aún conserva la marca de unas manos de hierro que la atenazaron y sonríe. Mira la papelera llena de ropa de entrecasa destrozada y sonríe.

El señor había llegado a media tarde porque terminó anticipadamente su tarea y parecía una fiera enardecida, con los ojos inyectados de sangre, un fino hilo de saliva deslizándose por la comisura derecha, mirando hacia un lado y otro en actitud agresiva y despiadada, finalmente encontró lo que buscaba.

La señora que sollozaba apaciblemente junto con una comediante venezolana, se sobresaltó ante lo inusual de la escena y en segundos su vida se transformó en un verdadero infierno.

La posesión endemoniada de este empleado de oficina que estuvo casi toda la mañana pensando apasionadamente en cómo quería tener sexo con su esposa, finalmente pasó a los hechos cuando llegó a su casa y descargo con furia su deseo descontrolado sobre una mujer que no demoró nada en sumarse a esta locura a dúo.

Todo esto es fantástico, pero nuestra cultura lo considera aberrante, desproporcionado, patológico, desubicado, psiquiátrico. ¿Qué puede esperarse de un ser humano cuyas ganas de vivir a pleno están apagadas por una idiosincrasia oficial que estaría muy bien para el reino vegetal pero que es alienante para cualquier mamífero?

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viernes, 21 de marzo de 2008

Selección genética

El hombre que posea un cuerpo robusto, alto y con rasgos armoniosos, es más que probable que sea atractivo para las mujeres y también para los hombres, ¿por qué no?

Anda por ahí una teoría de que la mujer elije al hombre intuitivamente, detectando la mejor mezcla genética para su prole.

Pero también es cierto que muchas mujeres son sensibles a la capacidad oratoria. El hombre que tiene un buen dominio del idioma, del habla y de la oratoria, puede darse el lujo de no estar tan pendiente de su apariencia física.

Les cuento que el idioma tiene una significación en segundo plano que, por ser menos evidente, pasa desapercibida.

La mujer busca en realidad un buen semental para tener hijos hermosos. La palabra semental es pariente de las palabras semen y semilla y éstas también están muy vinculadas con semántica (parte de la lingüística que estudia el significado de las palabras).

Conclusión: tanto los hombres físicamente hermosos como los lingüísticamente más talentosos, califican bien en las preferencias del las damas.

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jueves, 20 de marzo de 2008

Receta para que nos amen

¡Pongámonos de acuerdo, es muy difícil! ¿Cuándo pecamos por indiferentes y cuándo por demasiado pegajosos?

Las empresas de servicios (gastronomía, turismo, publicidad, buscadores en Internet, funerarias, medios de comunicación, ...) hacen esfuerzos enormes investigando sobre cuál es el punto justo para no caer en un extremo. Todos queremos ser muy amados. El sueño de cualquier ser humano es ser querido, que lo mimen sólo cuando está de humor para recibir caricias y que lo dejen tranquilo cuando quiere estar solo.

Sin embargo el tema se presenta con un aire de sencillez, de banalidad, de juego de niños, de sentido común, que cuando algo nos sale mal en este terreno, no podemos creer que algo tan fácil pueda salirnos mal.

A partir de leer este artículo usted podrá ser más tolerante con los desencuentros sociales de cualquier tipo. Se acordará de mí porque le aseguré enfáticamente que acertar en cómo tratar al otro para que nos prefiera y nos ame eternamente es algo casi imposible. Nos queda el consuelo de saber que haciendo un esfuerzo por ser agradable algo pueden mejorar nuestros vínculos, pero asumamos que siempre será menos de lo que uno esperaría.

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miércoles, 19 de marzo de 2008

Mío ... dijo el gato.


El artículo posesivo «mi» significa cosas muy diferentes si se usa en la frase «mi brazo» que si se usa en la frase «mi marido».

Pero esta obviedad viene con trampa.

Nuestro deseo aspira a igualarlas porque le resulta más conveniente y gratificante. La obediencia y fidelidad que yo espero de «mi marido» es casi la misma que espero de «mi brazo», y acá ya empezamos con desentendimientos, discusiones, peleas, frustraciones, desilusiones, reclamaciones y hasta algún divorcio.

Para quienes le dedicamos más tiempo que nadie a estudiar el funcionamiento psíquico, es bastante claro observar cómo nuestras expectativas esperan de algunas personas respuestas que son propias de lo que un amo esperaría de «su» esclavo, de «su» perro, de «su» brazo.

«No me hace caso», «hace lo que se le antoja», «se cree que sigue soltero», «no me respeta», «me es infiel»... son quejas de alguien convencido de que el otro le pertenece porque aquel tramposo artículo posesivo «mi» lo ayudo a sostener la fantasía de que es posible apropiarse de un semejante.

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martes, 18 de marzo de 2008

La ley soy yo

Es cómico —si no fuera tan dramático— cuando algún ciudadano de gran poder (económico, político) enuncia ante los medios «acataré el fallo de la justicia».

Todos lo escuchamos como si fuera una noticia más pero sin embargo no es tan trivial. Si en una república democrática oímos que un ciudadano hace una declaración así, no podemos dejar de escuchar que para él, acatar el fallo de la justicia es optativo.

Quien así se expresa está demostrando que en su ánimo conviven con similar jerarquía la intención de acatar un fallo judicial con la intención de no acatarlo.

Este ciudadano, al hacer la declaración mencionada, está diciendo que se siente por encima de la justicia, que no se considera subordinado a ella, que generosamente, en un gesto de buena voluntad podríamos decir, demostrará su caballerosidad acatándolo, aunque bien podría no hacerlo y nadie sería capaz de obligarlo.

La frase de este ciudadano parece poco importante, parece el simple gesto de un ciudadano obediente, pero deja en evidencia que él se siente por encima de todos quienes lo escuchamos sin que nos demos cuenta cómo nos está menospreciando.

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lunes, 17 de marzo de 2008

Cuando Batman se enfrentó a su suegra

— A ver si le decís a tu mamá que no se meta tanto en nuestra pareja.
— ¿Por qué no se lo decís vos misma?

Hay un proverbio que dice: «Si lo querés, andá; si no lo querés, mandá». Los intermediarios suelen complicarlo todo.

Es cierto que a veces es difícil juntar el coraje suficiente para enfrentar una situación ríspida. Por ahí resulta más fácil encargarle el trabajo a otro.

También es muy desagradable cuando uno descubre las mejores frases tiempo después de haber perdido una discusión.

Sea como sea, si usted quiere invitar a alguien con un café, si desea modificar la actitud de su jefe, si prefiere que su suegra se entrometa menos en su vida, trate de hacerlo personalmente, aunque tenga miedo. Recuerde que valiente no es quien carece de miedo sino quien puede superarlo.

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domingo, 16 de marzo de 2008

Robo de guante celeste

Analizante (♀) — No sé por qué digo que es mi amiga porque ella siempre fue muy mala conmigo y a propósito me mostraba cosas que yo no tenía para hacerme envidiarla. Vestidos, zapatos, licuadora, colcha, hija sobresaliente, marido que no toma alcohol... Todo lo de ella parece perfecto. ..... Perfecto para que yo me muera de ganas de estar en su lugar.

Analista (♀) — ………

Analizante (♀) — Ahora me presentó a un viudo bastante atractivo que se ve que le gusta mucho el color celeste, porque lo tiene por todos lados: insignia de su club favorito, muñequito colgado del retrovisor del auto, todo celeste. Parece un buen tipo, pero por algo me lo presentó. De ella no puedo esperar nada bueno.

Analista (♀) — ………

Analizante (♀) — ¿Por qué la vida será así con algunas personas? ¿Por qué la suerte no estará mejor repartida? ¿Por qué tienen que existir pobres y ricos? Dentro del partido que yo milito luchamos a brazo partido para eliminar radicalmente las diferencias sociales y económicas. Llevamos años tratando de que no haya gente que tira la comida mientras que otros no saben si podrán llevarse algo a la boca. Nuestra lucha parece no tener fin. Hemos recurrido a las armas, peleamos en todos los frentes sociales posibles. Tenemos una tarea permanente y no nos cansamos ni nos cansaremos nunca. El problema sigue ahí. Hasta diría que está un poco peor la cosa.

Analista (♀) — ¿Con qué asocia celeste o celestina?

Analizante (♀) — No termino de acostumbrarme a que me haga preguntas que no tienen nada que ver. ¡Yo qué sé que puede significar para mí el color celeste! ¿De dónde diablos sacó la palabra celestina? ¿Quién trató de que dos personas se ennoviaran? ¡Ah, la bruja con lo del viudo! ¡Yo que sé que puedo asociar!

Analista (♀) — ………

Analizante (♀) — ……… se me viene una fotografía que nunca más había visto. Está mi mamá dándole de mamar a mi hermanito más chico con su pelele celeste y yo los miro. ¡Ay, qué furiosa me pone esa escena! (llora) ¡Qué horrible! Odio a mi hermano, quiero que se muera. Me robó a mi mamá. Lo odio, lo odio con toda mi fuerza. Me robó a mi mamá. Quiero matarlo. Ella me mira y no hace nada por mí. Ella tampoco me quiere. ¡Qué abandonada me siento!

Analista (♀) — Vamos a ir dejando por acá.

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sábado, 15 de marzo de 2008

Sugerencias imperiales

- ¡Te pedí que opinaras, no que legislaras!

A veces uno le pide la opinión a alguien y luego se entera con sorpresa que el consultado entendió mal y que más que la opinión solicitada lo que nos da es una orden autoritaria.

Por ejemplo, usted le pregunta a su suegra sobre si quedaría mejor una cortina de voile o una de organdí y ella le responde “acá lo único que queda bien es una tela más tupida porque te entra demasiado luz”. Usted queda agradecida por la opinión y luego instala una cortina diferente a la recomendada obteniendo una ofensa del tipo “¿para que preguntas si después terminas haciendo lo que se te ocurre?”

El malentendido es clarísimo: La suegra se pensó que le estaban pidiendo que tomara una decisión. Lo novedoso en este tema está en que la nuera fue muy clara cuando pidió la opinión pero, una vez más, la interlocutora no escuchó lo que le decían (pedido de opinión) sino que escuchó lo que más deseaba escuchar (toma de decisión).

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viernes, 14 de marzo de 2008

Sin palabras

De algunas cosas no se habla, pero no porque estén censuradas sino porque son inefables.

Alguien te pregunta por ejemplo: ¿te gusta la sopa? y tu le respondes ¡No! Si el otro te pregunta ¿por qué? ahí ya no se puede seguir porque los gustos no tienen explicación. Si das algún tipo de respuesta, seguramente será un balbuceo inconsistente, para no quedarte callado.

Cuando alguien te pregunta ¿porqué ya no me acaricias como antes? y si llegas a dar una respuesta, seguramente será alguna explicación mitológica, inventada o una justificación sacada de la galera como si fueras un mago.

El deseo (los gustos, las predilecciones) no tiene explicación verbal. Si la tuviera dejarían de serlo y nadie quiere quedarse sin deseo porque gracias a él es que vivimos.

De todos modos hay una mayoría de personas que supone que los deseos se pueden describir con palabras, explicar, justificar, defender... ¡Olvídenlo! No es posible.

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jueves, 13 de marzo de 2008

Suciedad tonificante

Cada vez que la cocinera tose o estornuda cuando me prepara la comida, yo tiemblo.

Pero es un reflejo adquirido del que me repongo enseguida porque sé que mi sistema inmunógeno se tonifica cada vez que tiene que pelear contra agentes extraños.

No olvidemos que las vacunas son exactamente eso: microorganismos dañinos que el médico nos inyecta para que nuestro sistema defensivo se adiestre en su combate y después no nos enfermemos de eso de lo que fuimos vacunados.

Las prácticas higiénicas son un poco contradictorias con la lógica de la vacunación. Si prohibimos que no ingresen a nuestro organismo los gérmenes que andan en nuestro entorno, en cualquier descuido el pobre sistema inmunógeno no nos puede defender porque le falta la preparación adecuada.

Postulo entonces que no hagamos tanto esfuerzo por vivir dentro de una burbuja aséptica porque nos estamos debilitando, estamos atrofiando algo que la naturaleza viene elaborando desde hace millones de años. Imagino que cuando somos tan escrupulosos con la higiene alimenticia, es como si un país tuviera un ejército que se entrenara para la defensa nacional tejiendo pulóveres, mirando comedias románticas y discutiendo sobre la genitalidad de los ángeles.

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miércoles, 12 de marzo de 2008

«Busco raptor con experiencia»

Todos necesitamos ser tenidos en cuenta y sobre todo ser mirados.

La sensación de inseguridad ciudadana tiene mucho que ver con esto.

La necesidad que tenemos de ser tenidos en cuenta y observados, se pasa para el otro lado y se convierte en temor a ser robados, cosa que a veces se confirma, pero no tantas veces como para que uno pueda afirmar categóricamente que siempre nos están mirando, observando y acechando para hacernos daño.

Es tan fuerte la necesidad a ser tenidos en cuenta, que padecemos algún tipo de paranoia. Ésta suele estar provocada por el deseo de ser deseados, envidiados y su consecuencia: ser robados (en algún caso, también ser secuestrados o raptados, pero no es tan frecuente que alguien tema esto).

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martes, 11 de marzo de 2008

Los hombres son divinamente horribles

Convengamos en que muchas feministas son mujeres que no logran seducir a un hombre.

O por lo menos tienen miedo de que así suceda. No quieren correr el riesgo de intentarlo y fracasar.

Es la vieja fábula de la zorra que terminó diciendo «no me importa porque las uvas están verdes», cuando no pudo reconocer que estaban fuera de su alcance.

Simone de Beauvoir fue una de las abanderadas del feminismo, pero justamente la historia de ella no contó con la ausencia masculina ya que Jean Paul Sartre fue su compañero por años.

Pero una golondrina no hace verano y es legítimo sostener que muchas mujeres están ideológicamente predispuestas contra el género masculino porque tienen horror a quedarse solteronas o no poder seducir a ninguno de ellos.

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lunes, 10 de marzo de 2008

Sobreprecio

Aunque con el mismo diagnóstico, no todos los depresivos son iguales. Parece que la mayoría de ellos padecen por su baja autoestima, pero es bueno saber que muchos otros se deprimen por su elevadísima autoestima.

¿Parece raro no? El mecanismo es muy simple.

Son personas que se creen tan importantes que cuando los demás los tratamos como lo que son (simples mortales) ellos sientes que los estamos menospreciando y por eso se deprimen.

Es cierto que los estamos menospreciando pero el verdadero motivo es que ellos/ellas se cotizan más alto de lo que valen. Si bien la gente los/las trata como si fueran personas vulgares, ellos se creen de la realeza, inteligentísimos, de gran hermosura u otros errores de apreciación que luego terminan pagando con la desilusión de no ser reconocidos/as (y, como dije, ahí sobreviene la depresión).

¿Para qué sirve este comentario? Me parece que puede serle útil a quien sólo pensaba que los deprimidos siempre tienen baja autoestima. Si no fuera esta la causa y tratan de ayudarlos diciéndoles que son maravillosos, el remedio sería peor que la enfermedad.

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domingo, 9 de marzo de 2008

Abuelomancia

A todos nos llamó la atención que mi abuelo se instalara en la vereda de una avenida muy transitada, con una mesita y una cantidad de fuegos de artificiales, en pleno mayo, que en Uruguay no se festeja nada.

Las miradas suspicaces se radicalizaron cuando al otro día guardó una botella de detergente en la heladera.

Mi abuelo es un hombre bueno, pero la vida lo hizo lacónico, arisco, quizá de mal carácter o galvanizado contra ciertas particularidades del ser humano que nunca toleró.

Pasaron los días y el abuelo se mantuvo firme con su puesto de cañas voladoras, volcanes, morteros, petardos, bengalas. Desde muchos vehículos le gritaban bromas, le tocaban bocina, lo saludaban con la mano.

Las dudas sobre su salud mental se agudizaron cuando al quinto día llegó un camión y nos entregó muchas cajas de esos productos. Aquello era preocupante. La botella de detergente seguía en la heladera. El abuelo cumplía un horario riguroso y ponían una lona cuando llovía. Nada lo apartaba de su kiosco.

Como yo era el único interlocutor entre él y la familia, me presionaban para que le preguntara qué estaba pasando pero el abuelo, antes de que yo me viera en la violencia de sonsacarle, me apretaba contra su enorme cuerpo y me decía: “Tranquilo Julito, deciles que estoy esperando a los platos voladores”.

Al octavo día sucedió lo menos previsto. Empezaron a tocar bocinas, la gente salía de sus casas y se abrazaba, golpeaban ollas, levantaban los brazos. Casi en seguida empezaron a comprarle fuegos artificiales con verdadero desenfreno. Algunos ni esperaban el vuelto.

Con toda serenidad me dijo que agarrara el carrito y que le alcanzara todas las cajas que pudiera, pero sin esforzarme. En una hora ya había cola en su mesita, y los autos esperaban en fila como si fuera a subir el combustible. El abuelo no perdía la calma pero la gente no esperaba llegar a sus casas para encender los fuegos artificiales.

El fenómeno inesperado fue que el gobierno argentino había resuelto habilitar los puentes que unen a ambos países (y que un grupo de activistas mantuvo clausurados durante muchos meses) y estaba dispuesto a pagar una indemnización por los daños y perjuicios.

En poco más de tres horas se agotó el stock y el abuelo, siempre calmo, volvió a la casa tirando del carrito con una mano y la otra sobre mi hombro. Al llegar a la casa, sacó el detergente de la heladera y se sentó a tomar agua con limón.

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sábado, 8 de marzo de 2008

Siempre que llovió, paró

Nuestra vida es una vida nueva en cada segundo que pasa. Aunque parezca que las situaciones se repiten, no se repiten, aunque sí es cierto que algunas cosas del pasado son parecidas (jamás idénticas) a las actuales.

Hace siglos alguien (Heráclito – 544-480 a. de C.) pasó a las historia sólo por decir que « No puedes bajar dos veces el mismo río, pues nuevas aguas corren sobre ti.»

La creencia de que «la historia se repite» surgió porque necesitamos pensar que no habrá un fin.

¿Cuál es el problema de pensar así? El problema está en que aplicaremos procedimientos iguales a situaciones diferentes, con lo cual el grado de eficacia irá disminuyendo a medida que los escenarios sean más y más distintos.

Otro problema está en suponer que si ya lo hicimos una vez, sabemos cómo volverá a suceder. Si esto sucediera, no es que sabíamos que sucedería, sino que acertamos, embocamos. Aconteció por segunda vez por pura casualidad.

Lo que sí parece bastante repetitivo es el funcionamiento del sistema solar, pero este no es un organismo vivo, y si tuvo un principio y tendrá un final, difícilmente podamos compararlo con la breve existencia de los organismos vivos que todos conocemos.

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viernes, 7 de marzo de 2008

¡Gracias a mi, no deberán esforzarse nunca más!

Algunos personajes parecen llevar atado a su cola un rodillo impregnado de moralina.

Estos ciudadanos siempre quieren dejar una estela de perfección humana. Aspiran a ser el ejemplo de lo que se debe ser. Tienen desarrollada la destreza para publicitar sus sentimientos como incuestionables, los mejores, los que deberían enseñársele a las nuevas generaciones para que la especie pueda justificar de una vez por todas que es superior al resto de los animales (y ni que hablar de los vegetales...)

Suelen ser personas incapaces de hacer algo concreto (trabajar duro, por ejemplo) porque su misión, cual abeja reina, es sólo la de emitir ininterrumpidamente ese fluido beatífico y glamoroso que no para de salir de su maravilloso espíritu.

Su estrategia más elemental consiste en defender con pasión la legalidad de los reclamos populistas, aquello que la debilidad constitucional del ser humano hace que todos los deseemos: ganar mucho dinero, no trabajar prácticamente nunca, llegar a cualquier hora, estar exonerados de todo tipo de contribución a la sociedad, y otras exclusividades típicas de un monarca (que es como él se siente todo el tiempo).

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jueves, 6 de marzo de 2008

Autorretrato indirecto

Cuando opinamos de otro, exhibimos qué de nosotros mismos vemos en él.

Si quiero conservar mi vida de soltero porque no creo que ella me querrá incondicionalmente, exhibimos que nosotros intuimos que no somos capaces de querer sin condiciones.

Si opinamos que los ricos son todos ladrones, exhibimos que el único método que utilizaríamos para enriquecernos es robar.

Si confiamos en determinado personaje público es porque éste hace lo que haríamos en su lugar y/o tiene los mismos amigos y enemigos.

Es un buen método para conocerse a uno mismo observar qué opinamos de los demás bajo la hipótesis de que esas descripciones son autobiográficas.

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miércoles, 5 de marzo de 2008

Desfile de modelos

Si uno tuviera que evaluar el nivel de arrogancia entre una persona que se viste muy bien y otra que se cubre el cuerpo con cualquier cosa, diría que la primera es más arrogante que la segunda.

Pensándolo un poco más, tratando de profundizar sobre los móviles de una y otra, también podría pensarse que la primera gasta mucho dinero en vestirse porque es coqueta mientras que la segunda no es coqueta.

Bajando un poco más hacia las profundidades de la evaluación, también se podría decir que la primera es una persona que necesita agregarse una vestimenta costosa porque piensa que le falta algo, que está incompleta, no está segura de sí misma. La que apenas se cubre, podría sentirse completa, segura.

Y para no seguir profundizando más porque sería aburrido, podríamos terminar diciendo que la primera es una persona humilde (en lugar de arrogante) porque no se valora demasiado (por eso necesita agregarse cosas) mientras que la segunda se siente orgullosa de lo que tiene y piensa que si alguien no la quiere como es, mejor perderla que encontrarla.

En suma: una persona muy bien vestida puede hacerlo porque se desvive por ser lo mejor posible para los demás mientras que los despreocupados por su presencia se valoran tanto que no les importa cómo los demás se sientan con su presencia. O sea que vestirse bien es un rasgo de humildad y vestirse mal un rasgo de soberbia.

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martes, 4 de marzo de 2008

“La gente” es muy inescrupulosa

«Tengo la conciencia tranquila de haber cumplido con mi deber» dijo serenamente el jerarca que fuera expulsado por corrupto. Y tiene razón.

Cuando el ser humano se aparta del deber, suele hacerlo progresivamente, encontrando conveniencias que lo atraen como las sirenas que seducían a los marinos hasta hacerlos naufragar.

Nuestra mediocre cabecita teje justificaciones, legitimidades, comparaciones, historias, con tal de que el deseo de transgredir se saltee los argumentos en contra. Los que nos señalan el error, los que nos advierten, los que nos aconsejan, parecen seres timoratos, hipocondríacos, envidiosos, pacatos, melindrosos.

Y sigue teniendo razón el corrupto, porque seguramente se terminan descubriendo una mínima parte de las tropelías de que somos capaces los seres humanos. La mayor parte nunca se descubrirá.

Estas son deducciones mías a partir de la certeza de que somos capaces de casi cualquier cosa, de que muchos impolutos no son más que personas que carecieron de la oportunidad adecuada o poseedores de un miedo atroz a todo lo que se le presente como riesgoso, demasiado conveniente o excesivamente placentero.

Si, está bien, no se enoje. Usted es incorruptible.

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lunes, 3 de marzo de 2008

Gracias a los blancos yo soy negro

Para que uno pueda percibir necesita los contrastes. Si ponemos blanco sobre blanco, no percibimos nada, pero si ponemos floreado chillón sobre blanco, ahí sí que se percibe todo: la figura y el fondo.

Para que alguien se sienta un buen ciudadano, tienen que existir malos ciudadanos, porque los primeros perseveran en su actitud positiva gracias a que con ella se sienten existir, constatan tener notoriedad, son percibidos, otros los registran, los califican, los admiran, los aplauden. Estos hechos sociales son fundamentales para conservar la salud mental (e indirectamente, física por aquello de «cuerpo sano en mente sana»).

Por su parte los malos ciudadanos también obtienen los mismos resultados porque se sienten percibidos cuando los exhiben en las crónicas policiales, cuando son castigados. Aunque parezca insensato, el recurso de delinquir para sentirse percibidos (y por lo tanto, existentes), es el menos malo al que pudieron acceder.

Honestos y ladrones obtienen de sus respectivos roles una sensación sin la cual no podrían vivir: saberse reconocidos, tenidos en cuenta, registrados, señalados, nombrados.

Lo mismo sucede con todas las demás polaridades: ricos-pobres, laboriosos-vagos, puritano-licencioso, sano-enfermo, memorioso-amnésico, diestro-torpe y así hasta el infinito.
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domingo, 2 de marzo de 2008

Eyaculador precoz

Analista ♀ — Te escucho.

Analizante ♂ — Anoche me quedé hasta tarde mirando televisión y estuve escuchando a una gordita divina que habla de sexo y explica todo a cualquiera que la llame.

Me gustó lo que dijo de las reuniones swingers y que a veces se arma lío porque alguien se pasa de vivo y mete una mano donde alguien se enoja y que hay que tener mucho cuidado a quien se coge uno. Yo creía que valía todo, pero parece que hay más orden que en un ómnibus lleno.

Una mujer dio la cara y preguntó si las mujeres tienen eyaculación y me reí por el disparate, pero resulta que la gordita preciosa le dijo que sí, que en algún caso una mujer puede tener una eyaculación que se parece mucho a una meada pero sin color ni olor. Las mujeres son exageradas para todo ¡hay que eyacular como una meada! ¡Qué genial!

Yo me acuerdo que cuando tendría ocho o nueve años, se me armaban tremendos problemas porque a veces me meaba dormido y mi madre se ponía furiosa porque se tenía que levantar, secar la funda plástica del colchón, cambiar las sábanas. ¡Cómo sufrí con todo eso! Ahora tengo ganas de llorar. Me moría de vergüenza. No lo podía controlar.

(Largo silencio)

Ahora estoy pensando si yo no habré escuchado cómo ellos cogían y tuve ganas de meterme en el medio para que no me dejaran afuera. Como los swingers que decía la gordita. ……… Capaz que yo me orinaba dormido como una forma de eyacular. A esa edad los testículos no funcionarían. Me echaba un polvo de vejiga digamos... Estoy sintiendo que ahora entiendo todo.

Analista ♀ — ¿Dejamos por acá?

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sábado, 1 de marzo de 2008

El perro del hortelano

La envidia clase A surge cuando un niño con hambre ve a otro que está comiendo; la envidia clase B surge cuando un niño sin hambre ve a otro comiendo e igual desearía estar en su lugar; la envidia clase C es cuando un adulto ve a otro más adinerado que él y desea verlo arruinado.

La envidia clase A es la reacción psíquica de cualquier necesidad. Es un sentimiento que estimula a quien lo tiene para procurarse lo que necesita para seguir viviendo.

La envidia clase B ya incluye algo ligeramente patológico porque quien la posee desearía ser otro, estar en otra situación, en otro cuerpo. Se identifica con otra persona porque supone que de esa forma estaría mejor. Algunos la llaman «envidia buena». El caso rotundamente patológico se percibe en los delirios en los que el psicótico desea ser Napoleón o Cristo.

La envidia clase C corresponde a quienes se sienten mal cuando ven a otro feliz, realizado, contento. Su anhelo no es poseer lo que el otro tiene sino más bien presenciar cómo el otro se queda sin nada, se pone triste, se enferma, se deteriora. Son amantes de la decadencia ajena gratuitamente, ya que para nada desearían apoderarse de sus riquezas o estados de ánimo.

Esta última favorece la pobreza patológica y se vincula especialmente con el proverbial ejemplo del «perro del hortelano, que no come él ni deja comer al amo».

No sería grave si estas personas sólo propiciaran su propia decadencia, pero justamente su deporte predilecto es desear la ruina generalizada y, con diferentes grados de acierto y eficacia, trabajan para lograr su curioso objetivo.

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