domingo, 31 de agosto de 2008

Don Juan y su mamá

Nunca terminaba de entender el funcionamiento del matrimonio de una amiga del alma hasta que ella misma me dio la respuesta.

Viviana siempre fue una mujer con gran capacidad de mando, que desde que éramos estudiantes en el colegio nos lideraba y gracias a quien pudimos perpetrar las travesuras más divertidas y exentas de castigo.

El grupo más unido no éramos más de seis o siete niños de ambos sexos y ella lograba tener un vínculo personal con cada uno de nosotros sin que alguien perdiera la noción de equipo (pandilla, horda).

Apareció en nuestro barrio un chico nuevo, muy apuesto, algo arrogante, corpulento, de voz grave y caudalosa, que rápidamente inició los trámites para seducir a Viviana —quien por ese entonces tendría unos 19 años—.

Lo extraño —como decía al principio— es que cuando se casaron ella adoptó una conducta autoritaria que nunca tuvo con nosotros. En él se desmoronó aquella arrogancia y la obedecía como un perro atemorizado.

No hace mucho nos reencontramos casualmente con Viviana y mientras degustábamos un café con coñac, me contó la terrible historia, incluido el asesoramiento psicológico al que tuvo que recurrir.

Resultó ser que el galán entabló con ella una relación de madre-hijo que fue placentera hasta que, haciendo uso de tal ficción, él comenzó a tener amoríos con varias mujeres ... como es lógico que tenga cualquier hijo varón por mucho que ame a su mamá.

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sábado, 30 de agosto de 2008

Quiero que logres lo que yo no pude lograr

— ¿Tú cómo te llamas?
— Jacinta.
— ¿Y tú, cómo te llamas?
— Pedro.
— ¿Y tú cómo te llamas?
— Yo nunca me llamo. Siempre me llamaron.


¿Qué entendió esta persona que da una respuesta tan atípica? Sin embargo, es correcta. Quizá lo que llama la atención es que sea demasiado correcta.

Nuestros datos personales son algo muy valioso para nosotros pero en su mayoría nos fueron dados. Alguien decidió cómo nos llamaríamos, el apellido corresponde a nuestros padres, el número de identificación nos lo asigna el estado de nuestro país.

Pero la influencia que recibimos de los demás es aún más intensa, profunda, radical, determinante. Es probable que nuestros padres quieran realizar ciertos deseos a través de nuestra gestión de vida. Algunos querrán que les demos muchos nietos, otros preferirán que hagamos brillar su linaje con destaques en actividades deportivas, científicas, religiosas.

Estos deseos seguramente se convertirán en verdaderas misiones para nosotros y andaremos durante décadas tratando de no defraudarlos, aun cuando cumplir esa misión implique sacrificar nuestros propios deseos. Pero claro, si nos quedaran deseos frustrados por tener que cumplir los deseos de nuestros padres, ya tendremos hijos para que asuman la misión de complacernos.

Esta diabólica sucesión de frustraciones la cortan los que por algún motivo deciden no creerse esto de la misión y de la obligación para con los deseos de los padres y se rebelan, procurar atender su propio deseo y a su vez, no le imponen semejante sacrificio a sus hijos.

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viernes, 29 de agosto de 2008

Amores eternos

Ustedes habrán observado que algunas personas usan un único apodo para referirse a los demás: Mami, Negra, Muñeco, Che, Mi cielo, ...

Tuve una primera explicación de un conocido que llamaba mucho la atención con esta costumbre. Se trataba de un hombre que decía tener muchos amores y con esa costumbre se protegía de padecer confusiones enojosas. Para ello, a todas las llamaba «Chiquita».

Como explicación me pareció buena pero la paranoia de todo psicoanalista me llevó a dudar de que una explicación tan racional fuera válida. Por eso mi cabeza se guardó la duda durante algunos años hasta que llegué a otra hipótesis más confiable.

Nuestro primer amor es el modelo de amor que luego seguiremos buscando hasta el fin de nuestros días. Aquel sentimiento que tuvimos hacia quien nos cuidó durante los primeros dos o tres años de vida, cuando éramos más débiles y dependientes, luego sigue latiendo aunque con dos modificaciones importantes: 1) Nos olvidamos de haber tenido aquellos sentimientos y 2) Imaginamos que cada nuevo amor es aquel, aunque no sean objetivamente similares, pero lo que adoramos del amante actual son particularidades que evocan aquellas de los primeros años, de las cuales a su vez nos olvidamos.

El proceso de enamoramiento no es tan mágico como se representa en las comedias románticas sino que se trata de la reedición de un sentimiento que se olvidó y que hoy funciona desde el inconciente.

Como todos tenemos un único primer amor (generalmente nuestra madre), estas personas que llaman a todo el mundo con el mismo seudónimo se complacen pensando (inconcientemente) que siguen vinculados con el primer amor.

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jueves, 28 de agosto de 2008

La psiquis sin maquillaje

En muy frecuente que los psicólogos seamos consultados sobre cuál es la mejor forma de responder un test psicolaboral.

No hace muchos años que las empresas de vanguardia han incorporado esta técnica. El motivo es bastante razonable: Quieren asegurarse de que la personalidad del nuevo integrante de un equipo que viene teniendo una productividad aceptable, no genere problemas de convivencia que perjudiquen esa productividad.

La capacitación (conocimientos, títulos, destrezas) de los candidatos es importante pero no tanto como su personalidad ya que es relativamente sencillo capacitar a alguien que se lleva bien con sus compañeros de trabajo.

Mi respuesta es siempre la misma: Los test psicolaborales están confeccionados para que el candidato pueda ser evaluado de la forma más realista posible, por lo tanto no existe la posibilidad de prepararse para mejorar el desempeño en las pruebas que los psicólogos realicen.

Pero además les comento dos errores estratégicos de quienes intentan falsear los datos en los tests:

1) La naturaleza es coherente y cuando se intenta retocar difícilmente pase desapercibido, por lo tanto, no es una buena referencia el intento de mentir;

2) Los tests psicolaborales cumplen la doble función de evitar que una empresa incorpore un colaborador que perjudique la productividad del equipo ya existente pero además evita que el candidato ingrese a una tarea que le resultaría inconveniente, desagradable o perjudicial.

Para reforzar este último concepto suelo poner el ejemplo de la conducta más conveniente que debería tener alguien que se presente en una agencia matrimonial: Si falsea sus datos puede terminar vinculándose con un futuro cónyuge que le amargue la vida.

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miércoles, 27 de agosto de 2008

Monarquía proletaria

Según el diccionario de la Real Academia Española, aristocracia significa:

1. f. En ciertas épocas, ejercicio del poder político por una clase privilegiada, generalmente hereditaria.
2. f. Clase noble de una nación, de una provincia, etc.
3. f. Clase que sobresale entre las demás por alguna circunstancia. Aristocracia del saber, del dinero.

Esta definición es más genérica de lo que parece porque en nuestra sociedad actual existe un rechazo bastante firme hacia todo tipo de aristocracia. Ser un aristócrata es malo, feo, antipático. Pero observen la definición 3.

Todo el tiempo estamos eligiendo a los que sobresalen por alguna circunstancia: por su honestidad, por su sabiduría, por su experiencia, porque son confiables.

El lenguaje es la herramienta social que nos permite unirnos y unidos podemos hacer más cosas que cada uno por su lado. Nos conviene estar siempre lo mejor comunicados que se pueda y si la herramienta de comunicación incluye dos significados opuestos para un mismo vocablo ¡cuidado! quizá estemos perdiendo calidad de comunicación y por lo tanto no estemos tan unidos como desearíamos.

Creo que todos somos aristócratas en el tercer sentido (que gobiernen los mejores) pero no estamos de acuerdo con los aristócratas en los sentidos 1 y 2 que refieren a privilegios hereditarios o a la nobleza, los abolengos, las familias poderosas que se enquistan en el poder para mal de la mayoría y para beneficio de unos pocos.

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martes, 26 de agosto de 2008

Antídoto contra la envidia

El viernes pasado publiqué un artículo titulado El curare que usa Cupido donde comentaba que la adulación, los piropos, las galanterías, son herramientas lingüísticas para lograr ciertos efectos deseados en nuestros allegados.

Ahora agrego otro más que también se parece al curare en tanto éste es un veneno que paraliza a la víctima.

Cuando alguien vuelve de un viaje es costumbre que traiga obsequios para los seres queridos. Cuando alguien compra una casa nueva o simplemente le hace mejoras importantes, es costumbre que se organice una fiesta para agasajar a los seres queridos.

¿Cuál es la intención en estos actos de generosidad?

Se supone que todos envidiamos. En sí no es éste un sentimiento maligno sino que nos ayuda a progresar. Pero claro, el método que usemos para progresar sí puede ser maligno y hasta delictivo, pero el sentimiento en sí, no tiene nada de malo. Para muchas personas es malo el deseo de progresar y también por ese lado puede ser que la envidia sea percibida como un sentimiento peligroso, pero, insisto, por sí mismo no tiene nada de malo sino todo lo contrario: gracias a que vemos que otro puede hacer y tener cosas mejores que yo, me estimula, me invita, me sugiere, me motiva, me demuestra que puedo estar mejor.

Los aspectos negativos de la envidia son los que preocupan al que está disfrutando de un viaje o al que pudo comprar o mejorar su casa. Por eso trata de paralizar las acciones perjudiciales de los envidiosos con regalos o fiestas.

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lunes, 25 de agosto de 2008

Anorexia educativa

¿Qué es comprender? Es algo así como convertir al intelecto en un estómago. Para comprender algo, primero me tiene que preocupar, darme miedo, o algo por el estilo. Si me resulta indiferente, no me interesa comprenderlo.

MI hija, cada vez que recibe una llamada cerca de la hora 20:00, se encierra en su dormitorio y no se la oye hablar. ¿Quién la estará llamando a esta hora? ¡Mmmm! ¿Por qué tiene esa actitud tan reservada? ¡Mmmm!

El hambre es al estómago como la curiosidad es al intelecto. A mi no me interesa saberlo todo. Sólo quiero saber sobre aquello que tengo miedo. La intensidad de la curiosidad es proporcional al tamaño del miedo.

Cuando tengo hambre, la calmo comiendo. Lo que ingiero, mastico, digiero e incorporo, me calma el malestar. Cuando tengo curiosidad, quiero saber, comprender y ahí me pongo a averiguar, analizar, observar... que son los verbos equivalentes a ingerir.

Cuando tengo las cosas más o menos claras, me siento sin miedo, estoy satisfecho.

¿Cómo logro que se me vaya el miedo? Comiéndome lo que me amenaza. Efectivamente, el proceso de comprender es igual al proceso de digerir. La carne de vaca de una milanesa, una vez cumplido el proceso digestivo, pasa a ser carne de Fernando Mieres. La actitud de mi hija, una vez comprendida, pasa a ser conocimiento de Fernando Mieres.

El hambre y el miedo tienen semejanzas. Los que tenemos una curiosidad insaciable, funcionamos como bulímicos. Los que prefieren ignorar, funcionan como anoréxicos.

El sistema educativo vive quejándose de que los alumnos no se muestran interesados en los alimentos (conocimientos) que ellos entregan para ser ingeridos obligatoriamente. Quizás sus directores sean unos insensibles que no estén entendiendo nada sobre los gustos de sus comensales (alumnos).

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domingo, 24 de agosto de 2008

Ya no me va vien

Analizante ♂ — Tuve otro altercado con V y me parece que esto va de mal en peor. Cuando avrí el resumen de la tarjeta de crédito no podía creer lo que havíamos gastado.

Ya havíamos havlado de eso hace como una semana y ella me juró que ya havía hecho todas las compras que tenía que hacer para ayudar a la madre pero resulta que ahora le compró más ropa para la hermana. ¡Me va a dejar en la ruina económica!

Para peor usted me dijo el jueves que tenía que aumentar los honorarios. ¡Qué les pasa a las mujeres conmigo! ¿Me quieren ver pobre?

Analista ♀ — A su esposa Beatriz siempre la nombra B pero hoy pronuncia V y luego siguió pronunciando v en lugar de b. ¿Reparó en ese detalle?

Analizante ♂ — ¿Reparó en el detalle de que estoy sintiendo cómo mi vida se desmorona? ¿Reparó en el detalle de que lo que me ha costado tantos años conservar de lo que me dejó mi padre, ahora se me está escapando?

Analista ♀ — ¿«lo que me ha»? ¿Se le está escapando el pene?

Analizante ♂ — ¿No podría ser más específica? Tengo problemas terrenales, lo estoy perdiendo todo realmente. ¿Qué tiene que ver que pronuncie V en lugar de B y que se me está escapando el pene?

Que use la B larga o la V corta ¿qué tiene de importante con el gasto desorbitante que me está dejando sin nada?

Analista ♀ — ¿«la V corta»?

Analizante ♂ — ¡Me siento mal! ¡Me siento mal! Otra vez le aumentaron el sueldo y cada vez gana más que yo. ¡Soy un gusano! ¡No la merezco!

Analista ♀ — El éxito de Beatriz lo desvaloriza. ¿Por eso siente que «la V ‘lo’ corta» a usted?

Analizante ♂ — ¡Puede ser! No sé ¡Puede ser!

Analista ♀ — Nos vemos el jueves.

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sábado, 23 de agosto de 2008

El curare que usa Cupido

El curare es un jarabe que los nativos de la cuenca del río Amazonas saben preparar muy bien.

Cuando esta sustancia ingresa al cuerpo de cualquier animal de sangre caliente, genera una incapacidad para contraer los músculos que suele provocar la muerte porque el reflejo respiratorio se detiene.

Sin embargo la medicina ha podido hacer cambios en la receta original y se logran algunos efectos beneficiosos, especialmente en cirugía.

Este veneno —cuyo principio activo paraliza a la víctima—, es puesto en la punta de las flechas que usan los indígenas para cazar.

Sin embargo, el ser humano hace algo parecido pero con la adulación. El piropo acertado suele debilitar las resistencias del destinatario. Un halago creíble suele bloquear una actitud agresiva. Puede ser que una galantería alegre una jornada que se presentaba con muy mal pronóstico.

Un regalo puede ser más persuasivo que un inteligente discurso; simular un orgasmo (o miles) puede sostener un vínculo indefinidamente.

El poder mágico de este curare social radica en que el «cazador» sepa prepararlo e inocularlo y que el «receptor» esté predispuesto a padecer/disfrutar su efecto.

El curare y la adulación se parecen en que, usados con fines humanitarios, resultan de gran ayuda.

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viernes, 22 de agosto de 2008

La valentía alcohólica

La relación con mi esposa actual comenzó porque le dije cosas que sobrio nunca habría podido pronunciar. Fue hace once años en la embajada francesa donde ella era funcionaria.

Ella padece una patología que la psiquiatría aún no ha catalogado pero que yo podría definir como «carencia profunda de prejuicios».

Es una psicóloga silvestre y muchas veces la consulto porque la naturaleza la ha dotado del don de la perspicacia. Ella sabe del ser humano por intuición y yo sé por transpiración.

Como no le gusta conducir automóviles, siempre me encargo de esa tarea y ella ha detectado que cuando tomo alcohol manejo mejor. Esto se explica porque mis miedos me vuelven torpe. A mí y a casi todo el mundo.

El problema con el alcohol es la dosis. Uno suele no ser muy preciso y a veces puede incurrir en exceso que nos conviertan en temerarios y hasta perdamos algún reflejo neuromuscular.

Después de una maniobra que no se convirtió en un desastre por pura casualidad, nos pusimos a meditar y llegamos a la conclusión de que contratar un seguro también podría disminuir mis miedos como para seguir siendo un buen chofer inclusive sin tomar alcohol.

No sólo que hace ya un tiempo que esta solución está dando resultado sino que me complace haber podido reemplazar un recurso químico —como es el alcohol— por otro más afín a la psicología y con menos efectos secundarios como es la pérdida de reflejos, temeridad, resaca, etc..

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jueves, 21 de agosto de 2008

Esposos siameses

Continúo recorriendo las aristas menos conocidas de la paranoia.

Existen (felizmente) muy pocos casos de niños siameses. Este error de la naturaleza generalmente termina con la muerte de por lo menos uno de ellos.

En el reciente artículo titulado «La paranoia es salud» les decía que ese sentimiento surge porque el ser humano tiene una primera etapa de su vida (un año más o menos) en la que siente que está fusionado con el resto de la realidad y que el posterior desarrollo neurológico le permite acceder al entendimiento de que es un individuo, un ejemplar más de la especie, un nuevo ciudadano del mundo con todas las singularidades que lo convierten en único. No habemos dos seres humanos iguales, aunque parecidos somos todos.

Sin embargo las ideas no van junto a los acontecimientos. El sentimiento de que somos parte inseparable de un todo se mantiene por más tiempo y en algunos casos hasta la vejez.

El enamoramiento es un estado en el que alguien se siente formando parte del ser amado. Si bien no se puede hablar de pérdida de la noción de realidad, debemos convenir en que el enamoramiento al menos le quita nitidez a la sensación de que uno y otro son dos personas diferentes y separadas.

Como digo en el artículo mencionado, la paranoia es un sentimiento que nos reafirma en la convicción de que somos personas independientes, separadas del resto de la humanidad. Nos confirma que felizmente no somos siameses con los demás. El enamoramiento, por el contrario, nos devuelve a la sensación primaria de ser siameses con mamá aunque nuestro objeto de amor ahora sea una persona sustituta (novio/a, esposo/a, amante).

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miércoles, 20 de agosto de 2008

Una mirada cada seis horas

En el mes de marzo pasado, publiqué un artículo titulado «Busco raptor con experiencia» en el que mencionaba nuestra necesidad de ser mirados.

Es bien conocida la técnica de algunos niños de hacer travesuras para ser rezongados y hasta castigados. Pues bien, la parte de todo este cruento proceso que a ellos les interesa es la de ser mirados, tenidos en cuenta, reconocidos como existentes.

Cuando los niños o los adultos tenemos este tipo de conductas, no lo hacemos a propósito. Nos salen espontáneamente. La necesidad de ser mirados es tan instintiva como el hambre o el sueño.

También es bien conocido que «todos los excesos son malos». Si alguien no logra tener un momento de intimidad, sucede lo que le pasa a algunos artistas que terminan en la cárcel por agredir ferozmente a los fotógrafos y periodistas más invasivos.

La paranoia es un sentimiento que contrarresta los excesos del amor, precisamente para restablecer el equilibrio perdido. Si nuestro amante no nos pierde pisada, nos cela obsesivamente, está desconfiando de nuestra fidelidad, seguramente aparecerán momentos de irritación, rechazo, violencia y el necesario distanciamiento.

Este recorrido para acceder a esa intimidad necesaria es tan poco feliz como el que hacen los fotógrafos y periodistas que acosan en lugar de proteger al ídolo de sus lectores. Equivale a matar a la gallina de los huevos de oro.

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martes, 19 de agosto de 2008

«Prohibido salivar en su cama»

El trabajo de mi segundo hijo consiste en recorrer permanentemente un enorme sanatorio, con una población estable (entre pacientes y funcionarios) de 1.600 y con una población circulante próxima a las 5.000 personas. Todos los días, esa construcción es testigo o víctima de más de 6.000 actitudes, costumbres, descuidos, robos, vandalismo, reclamaciones, dramas, dolores, alivios, nacimientos, curaciones, fallecimientos, lágrimas y sonrisas.

El edificio fue construido hace más de 60 años y goza de muy buena salud. Nuestro cuerpo está expuesto a muchos más microorganismos permanentemente y el sistema inmunógeno logra que ni nos enteremos de sus intentos de enfermarnos.

Resumiendo, mi segundo hijo trabaja como «sistema inmunógeno» de un edificio.

Claro que esa población de personas que usan el edificio con diferentes grados de descuido, no tienen la misma actitud en sus respectivas casas.

Nadie se roba su propio papel higiénico, ni una canilla del sanitario, ni arranca el pestillo de una puerta, ni pone un graffiti en una pared de mármol, ni corta el tapizado de un sillón. Está demostrado que cuidamos de diferente manera lo propio que lo ajeno.

Cuando nacemos somos muy vulnerables, nuestros padres nos cuidan hasta que somos fuertes y podemos defendernos solos, pero sucederá hasta el último día de nuestras vidas que los demás nos cuidarán menos que nosotros mismos y que nosotros cuidaremos a los demás menos que a nosotros mismos. Esto es inevitable, con las personas y con los edificios.

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lunes, 18 de agosto de 2008

«¿Nos casamos mami?»

(Este artículo se vincula con otro anterior titulado «Recuerdo que me olvidé»)

Todos queremos tener sexo con la persona amada. Tan es así que la expresión «hacer el amor» es sinónima de fornicar.

Como la vida está condenada a ser complicada, cuando uno más enamorado está, cuando tiene todas las condiciones para disfrutar apasionadamente con el objeto de amor, sale alguien no se sabe de dónde y nos dice: «¡Con la madre no se puedeeeee!» ó «¡Con papá nooooo!».

«¿Cómo que no se puede? Si yo amo con pasión, si estoy segurísimo/a de que podré hacerlo/a la persona más feliz de la tierra, si podremos tener niños hermosos. Vivimos en la misma casa, estamos bien juntos, mi amor es correspondido. ¿Por qué me pasa esto justo a mí?»

Esta desesperante frustración nos toma en el peor momento, porque somos muy pequeños y vulnerables, no tenemos experiencia en fracasos amorosos y para peor no podemos dar un portazo e irnos a donde la gente sea menos mala. Quedarse a vivir con el enemigo es algo terrible.

En situaciones de este tipo es cuando recibimos la colaboración de la memoria en su simpática función de «esconder recuerdos». La mayoría de nosotros no evoca haber pasado por este drama pasional. Sin embargo sucedió y el recuerdo está escondido pero no extraviado.

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domingo, 17 de agosto de 2008

Cuando el silencio aturde

Nunca entendí a mi padre.

La pobreza en Cicilia era tremenda y la solidaridad no daba a basto. La cooperación entre los vecinos era la mejor posible pero no había qué repartir.

Recuerdo que mis padres discutían mucho antes de dormirse hasta que un día dejaron de discutir y al día siguiente mi padre partió para América.

Mi madre quedó haciendo más cosas de las que ya hacía y empezaron a ayudarla mis dos hermanos mayores. Yo ayudé dejando de ir a la escuela y quedándome en la casa. Ya había aprendido a leer y escribir.

Cuando alguien volvía del poblado más cercano mi madre se ponía muy nerviosa y luego triste, pero un día, tres años después de aquella partida, llegó la carta tan esperada.

Los acontecimientos se sucedieron entonces con gran precipitación. Dos días después estábamos los cuatro sobre un buque que nos llevaría también a la Argentina.

Acá terminamos de criarnos y mi madre no paraba de pelearlo por haber estado tantos años sin enviar ninguna noticia. Lo interrogaba sobre todo lo que no había podido saber y él apenas contestaba. Mi curiosidad tenía un sólo límite: el miedo a preguntarle yo mismo para sacarme esas dudas que me corroían la mente.

Me enojé mucho con él por los abusos de silencio con que nos castigaba, pero ahora que ya soy abuelo y repaso cómo se fueron dando los acontecimientos de nuestras vidas, comprendo a mis hijos cuando me critican porque no tengo ganas de hablar.

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sábado, 16 de agosto de 2008

«Recuerdo que me olvidé»

Una de las funciones más importantes de la memora es olvidar. De esta forma es posible pensar que todo lo que no recuerde, no existió.

Dicho de otra forma: Si estoy seguro de que existe en mi cerebro una función que registra y guarda TODO lo que me sucede, en algún lugar tendría que estar aquella vez que (según dicen) tuve la mala idea de robar una manzana en la frutería, pero si ese recuerdo no está, entonces puedo estar «seguro» de que nunca robé una manzana. Por lo tanto, lo que me cuentan los testigo de aquel hecho es falso. Resultado: No creeré que alguna vez robé.

La memoria entonces es una función muy amigable. Ella guarda cierta información en un lugar accesible, otra la guarda en un lugar poco accesible y otra directamente la esconde. Gracias a esta noble administración de mis recuerdos, mantengo mi cabeza en orden, prolija, sin archivos perturbadores o comprometedores.

Esta política higiénica con la que se administran mis recuerdos se combina con la convicción de que no existe en mí algo que elimine recuerdos por pura conveniencia. Debo pensar que el extravío de recuerdos no sólo no se produce sino que además, en caso de que algo se pierda, será sólo por accidente y nunca porque sea ventajoso. Es muy valioso para los humanos que estos extravíos no nos comprometan, que se realicen sin que seamos consultados ni informados. Los olvidos nunca serán responsabilidad nuestra.

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viernes, 15 de agosto de 2008

La paranoia es salud

«Que yo sea paranoico no evita que tenga enemigos».

¿Qué me quiso decir este paciente? No sé. Lo que más quiero es que él se entienda.

Pero lo traigo a cuento porque es interesante comentar algo sobre la famosa paranoia, particularidad tan difundida en la actualidad.

La idea más creíble que he encontrado sobre ella explica que todos tenemos que desconfiar de los demás para poder tomar conciencia de nuestra existencia.

Si yo confío ciegamente en los demás, confío tanto en ellos como en mí y por lo tanto, no hay diferencia entre ellos y yo, entonces ¿yo quién soy? ¿Fernando? ¿Juan? ¿María?

Si no sé quién soy, me viene una angustia tan horrible como si estuviera perdido en un país extraño. Tener seguridad sobre la propia identidad es el cimiento para poder contar con el resto de las funciones psíquicas: Puedo saber dónde vivo, cuáles son mis derechos y obligaciones, dónde conseguir lo que necesito, etc.

Por lo tanto, está en la base de nuestra salud mental tener conocimiento de quienes somos y para eso hace falta saber que los otros son diferentes a mí. La paranoia es el sentimiento que permite la diferenciación entre yo y no-yo.

Cuando alguna deficiencia personal me dificulta saber quién soy, quizá tenga que aumentar la paranoia y es ahí donde podemos entrar en el terreno de la patología. En este caso, para saber quién soy no me alcanza con identificar al otro como diferente de mí sino que tengo que sentirme exagerada y compensatoriamente amenazado por él.

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jueves, 14 de agosto de 2008

El pene que administra mi esposa

Prácticamente nadie está dispuesto a aceptar que estamos (casi) tan condicionados por el instinto como el resto de los animales.

A la sociedad le interesa que la creencia en el libre albedrío sea inamovible porque es la única forma de justificar la responsabilidad de los ciudadanos.

Los individuos queremos suponer que somos los conductores de nuestra vida para poder imaginar que siempre eludiremos lo más temible: accidentes, enfermedades, pérdidas de cualquier tipo y, sobre todo, la muerte.

Estas suposiciones son muy convenientes (para poder exigirle a los ciudadanos que sean responsables) y gratificantes (pensar que somos dueños de nuestra existencia). De ahí que ponerlas en duda sea un intento con muy pocas probabilidades de ser exitoso. Pero, nobleza obliga: no creo en el libre albedrío. Al menos con la amplitud que se le atribuye.

En este sentido, pienso que la hembra de la pareja humana es la que hace algo para que el pene del macho se endurezca para penetrarla. En los demás mamíferos la hembra tiene breves y esporádicos períodos de celo que enardecen a los machos y en el ser humano sucede lo mismo salvo que el período celo coincide con el período de fertilidad de la mujer que dura varias décadas.

Cuando digo que «la hembra hace algo» no estoy diciendo que ella concientemente determine cuando ese pene entrará en erección sino que su instinto generará las condiciones para que eso suceda. Ninguno se entera del fenómeno porque no se registra en el plano conciente y además, ninguno de los dos quiere aceptar que está gobernado por un instinto y que carece de control sobre sus actos.

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miércoles, 13 de agosto de 2008

El suicidio inaccesible

«No se suicida quien quiere sino quien puede».

La muerte es temible pero en algunos casos se vislumbra como una solución definitiva.

Algunas vivencias son imaginadas como la misma muerte: la vergüenza pública, el encarcelamiento, la ceguera, la pérdida de un ser querido y muchas otras amenazas que nos producen hondo dolor.

La idea de suicidio consiste en tratar de adelantar un acontecimiento que se imagina como liberador definitivo de padecimientos insoportables, pero como decía al principio, muy pocas personas pueden recurrir a él porque nuestro instinto de conservación nos lo impide.

Así como todos suponemos que nadie quiera suicidarse —salvo motivos muy justificados—, también suponemos que nadie quiere padecer vergüenza pública, pero acontece que alguien que desearía suicidarse pero no puede, sí puede incurrir en actos que lo condenen a la vergüenza pública porque ésta es la solución más próxima y parecida al suicidio inaccesible.

Con similar razonamiento, algunas personas buscan ser encarceladas, descuidan su salud hasta perder facultades esenciales, tienen conflictos que los separan de los seres más queridos. En suma: buscan la situación más próxima al suicidio inaccesible.

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martes, 12 de agosto de 2008

La lucha nuestra de cada día

Mi médico de cabecera es el Dr. Arnaldo Pirez Godoy y mi libro de cabecera es El arte de la guerra de Sun Tzu.

Como diez años a esta parte he tenido más problemas con la sociedad que con mi cuerpo, consulto más al libro que al médico.

La vecina que más simpática me cae está embarazada y dentro de poco tendrá su primera hija. A veces habla conmigo porque yo también le resulto agradable y además está ansiosa sobre este fenómeno milenario que sigue despertando fantasías mágicas.

Ya asumí que no tengo ideas sino que, por el contrario, ellas me tienen a mí. No puedo controlarlas, pero como ellas también me caen simpáticas y nos llevamos bien (ahora me refiero a las ideas que me habitan), las escribo con la intención de que no se alejen demasiado y me dejen sólo.

Vinculando El arte de la guerra con la bebita que está agendada para ingresar al mundo dentro de un par de meses, asocié que a veces uno no asume el rol de terrícola plenamente sino que conserva algunas características de feto.

En el primer párrafo Sun Tzu dice: «… No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne [se refiere a la guerra] es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es más querido [se refiere a la vida]; y ello no debe ocurrir entre nosotros.»

Claro que en tiempos de paz, guerra se refiere a conflictos, competencia, interacción, oposición de intereses, egoísmo, agresividad, éxito o fracaso.

Según entiendo, el período de paz se da por terminado el día del nacimiento. La vida intrauterina es la única paz que podemos conocer. Cuando nacemos estalla la guerra, que por supuesto es de baja intensidad, no es tan cruenta como la guerra en la que se intenta terminar con el otro. Pero lo que sí queda claro es que NO HAY PAZ. Cuando alguien pretende vivir en paz lo que está procurando es volver a la vida intrauterina o sea que lo único que logra es vivir siempre frustrado.

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lunes, 11 de agosto de 2008

«Lo escucho»

Es por todos sabido que «perro que ladra no muerde».

¿Qué significa este refrán? Que las personas que amenazan finalmente no terminan ejecutando sus amenazas.

¿Por qué se verifica este incumplimiento de parte de los que prometen acciones crueles contra alguien? Es cierto que probablemente nunca estuvo hablando en serio y que su intención era solamente asustar con una actitud que inspira temor, por lo menos a los más sugestionables. Pero hay otro motivo más profundo.

Muchas acciones violentas son producto de un estallido que podría evitarse si la persona pudiera hablar, expresar su indignación, su dolor espiritual, su despecho, su sensación de estar siendo víctima de una injusticia insoportable.

Hay dos grandes motivos por los que alguien no puede hablar en vez de actuar.

1) No sabe cómo expresar adecuadamente lo que siente, por falta de lenguaje suficiente o porque la furia le quita claridad mental como para decir algo coherente, y

2) Porque no tiene a nadie que lo escuche y lo entienda.

Resumo:

a) Las amenazas pueden cumplir el propósito de hablar para no actuar;
b) La Iglesia Católica, mediante el sacramento de la confesión logra quitarle presión anímica a sus fieles evitando que tramiten sus frustraciones de forma violenta;
c) El psicoanálisis es calmante porque sabe escuchar y está muy bien preparado para entender.

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domingo, 10 de agosto de 2008

Genealogía manual

Mi madre se suicidó con un revólver luego de reiteradas advertencias, publicaciones, sugerencias e intentos fallidos.

Me hizo tanto daño vivir durante años esperando una mala noticia que al final no hacía más que desearla porque era peor la amenaza que su concreción.

Si me guío por lo que decía, su vida no tenía razón de ser porque su padre y su hermano la menospreciaban de una forma demasiado agresiva. No así a las otras tres hermanas.

Cuando se alteraba por alguna contrariedad, se enfurecía y su cuerpo se sacudía con movimientos espasmódicos y contracciones faciales llamativas e impresionantes.

Yo tenía terror de portarme mal y para peor no sabía qué era portarse mal porque muchas veces quedé perplejo de que algo tan inocente como explotar una bolsa de papel inflada pudiera ser la causa de un escándalo fenomenal de su parte.

Mi padre era un hombre seductor y elegante. Yo miraba cómo lo miraban las mujeres cuando mi mamá no estaba y deducía que lo invitaban a que se aproximara y que las tocara.

Una vez entré a la cocina donde estaban mis padres y vi cómo él le tocaba los glúteos y mi madre se sacudió con movimientos espasmódicos e hizo contracciones faciales llamativas pero de lujuria.

Estoy confuso sobre mi origen y el de ellos, pero todo esto lo recordé porque me miré las manos y constaté una vez más que son idénticas a las de mi padre.

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sábado, 9 de agosto de 2008

Luego juego con fuego

Ayer les prometí hacer un comentario sobre un fenómeno lingüístico de graves consecuencias sobre la evolución de nuestra especie y que se refiere a que los seres humanos no queremos ser mujeres.

Creo que casi nadie pone en duda la existencia del inconciente y de su influencia en nuestro funcionamiento. Lo que suele discutirse es si se puede o no se puede influir sobre el inconciente para mejorar nuestro funcionamiento. Más aún, algunos dicen que sí se puede pero que es tan costoso que muy pocos pueden pagarlo.

Se sabe que el inconciente tiene manifestaciones en el habla. La más conocida es el lapsus. Por ejemplo, alguien que plantea cambios radicales propone «dar un giro de 360º». Otra manifestación menos conocida se refiere a la similitud sonora de algunas palabras. Por ejemplo, «odios» se parece a «oh, Dios» o «es una mujer púdica» se parece a «es una mujer pública».

Y ya que hablamos de mujer, les comento que este fenómeno inconciente que se refiere a la función lingüística puede influir en muchas personas de habla hispana cuando hacen todo lo posible para no ser mejores cuando en realidad lo que procuran es no ser mujeres.

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viernes, 8 de agosto de 2008

Nosotras queremos ser varones

Si tuviéramos que establecer cuál es el género más importante en las especies, debo confesar con gran dolor que no es precisamente el masculino.

Como la única función objetiva que tenemos los individuos es evitar la desaparición de la especie (cuidándonos y reproduciéndonos) y dado que un solo macho puede fecundar a muchas hembras, con que haya 1 cada mil de ellas es suficiente y por eso estaríamos sobrando los 999 desocupados restantes.

Sin embargo, como la escala jerárquica la establecemos por la fuerza bruta, la lógica del párrafo anterior es dejada de lado y los más importantes por autoproclamación e imposición somos los varones.

En este estado de cosas llegamos al punto de que todos queremos ser hombres. Las mujeres hacen todo lo posible por acceder a las responsabilidades y esfuerzos masculinos pero la naturaleza no les permite delegar su capacidad para reproducir y alimentar. Por lo tanto, como ellas quieren ser varones terminan haciendo esfuerzos inhumanos para cumplir ambos roles.

Por una razón lingüística que les comentaré mañana, es muy grave para la evolución de nuestra especie que los seres humanos no queramos ser mujeres.

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jueves, 7 de agosto de 2008

El rey de los deportes

Se comenta en ciertos corrillos científicos de dudosa credibilidad —pero científicos al fin—, que el fútbol es el deporte más competitivo. Supera al béisbol, al rugby, al basquetbol y al hockey sobre hielo.

Mi escepticismo sobre estas opiniones surge de que ellos mismos confiesan que no es fácil la comparación porque los campeonatos de donde surgen los datos son diferentes en cantidad de encuentros y en las formas de llegar a conquistar las primeras posiciones.

Sin embargo supongo que algo de razón pueden tener pues yo también pienso lo mismo: el fútbol es un deporte muy competitivo porque quienes lo practican y lo alientan sólo quieren ganar sin importar demasiado:

- El desarrollo neuromuscular que se espera de cualquier actividad física,
- Llevando a un segundo (o tercer) plano el hecho de que es un juego que puede divertir sin perjudicar la confraternidad,
- Porque está en el centro de transacciones económicas multimillonarias,
- Porque la agresividad de los cotejos produce más heridas, fracturas, esguinces y contusiones que los demás deportes,
- Porque la belleza del juego es criticada cuando no se asocia a resultados exitosos.

¿Qué se logra gracias al fútbol? Por ser «pasión de multitudes», distrae a muchas personas, les da alegrías como si fueran propias (aunque también disgustos, pero como si fueran ajenos), los saca de la cruda realidad, disminuye la angustia existencial. Son ventajas nada despreciables. Como efecto secundario podría señalar que en ciertas dosis puede apartar tanto de la realidad que el consumidor emigra a un mundo paralelo.

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miércoles, 6 de agosto de 2008

Las picardías de Nico

Nicolás Maquiavelo fue un gran psicólogo que anduvo por Italia entre los años 1469 y 1527 aunque los biógrafos dicen que fue un filósofo que se dedicó a la política.

En su obra más leída (El Príncipe) él desarrolla ideas muy inteligentes pero sobre todo eficaces sobre cómo obtener y conservar el poder.

No es que haya inventado nada: Se dedicó a estudiar y sistematizar los errores y los aciertos de los poderosos.

Una receta muy usada en todos los tiempos indica que el poderoso debe ser amado y temido. Como estos sentimientos son incompatibles la mayor parte del tiempo, él concluye que ante la duda siempre es mejor ser temido. Pero eso sí: vale la pena dedicarle algún esfuerzo a no ser odiado.

Decía que el poderoso que no quiera ser odiado prestará especial atención a no afectar las riquezas de los súbditos (incluida la esposa, ya que en esta época era parte del patrimonio). Declaró que los seres humanos olvidan más fácilmente la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.

Personas de mi confianza -y por quienes sería capaz de poner sus manos en el fuego-, me han confirmado que Maquiavelo nunca dijo que «el fin justifica los medios». Agrego que —dado su perfil psicológico— podría haberlo dicho.

Este buen hombre ha marcado la conducta de nuestra especie en mayor grado que Freud y sus seguidores aunque es bastante incomprendido ya que nos describe como somos y no como nos gustaría ser.

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martes, 5 de agosto de 2008

Trampas al solitario

Hay gente que miente pero que no es mentirosa. A veces lo que sucede es que los demás no estamos en condiciones de escuchar la verdad y por eso algunas personas mienten pero no son mentirosas.

Para poder vivir en sociedad es necesario mentir. Una de las mentiras clásicas en este sentido es aquella que dice: «Se puede vivir en esta sociedad diciendo siempre la verdad».

El espíritu sensible de ciertas personas les falla a la hora de tomar decisiones tan perturbadoras como la de tener que mentir. Así como yo no puedo subir por la escalera una caja fuerte hasta un quinto piso, estas personas se ven sobreexigidas cuando una y otra vez se dan cuenta de que tienen que ser falsas, tienen que ser diplomáticas, hipócritas, mentirosas.

Tal es su contrariedad que cometen errores que no condicen con su inteligencia y educación.

Uno de estos errores increíbles consiste en dejar huellas más que obvias de que mintieron, para que cualquiera se dé cuenta y les recrimine con saña. Inconcientemente cometen errores para que las consecuencias de mentir les confirme una y otra vez que siempre hay que decir la verdad.

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lunes, 4 de agosto de 2008

«Tengo un marido con ABS»

Algunas personas suponen que un vehículo tiene buenos frenos cuando el conductor puede bloquear las cuatro ruedas presionando el pedal correspondiente.

¡Error! Cuando en un vehículo en movimiento se bloquean las ruedas, el conductor pierde el control que pasa a manos de la inercia, de la fuerza centrífuga y del azaroso rebote contra lo que vaya encontrando en el camino mientras siga resbalando sin detenerse.

Los autos modernos han incorporado el fantástico dispositivo que evita que alguna de las ruedas se trabe y deje de rodar (ABS). Sólo así el conductor puede seguir piloteando.

Por lo tanto ya podemos estar afirmando que el conductor debe saber si el vehículo que conduce posee o no posee este dispositivo. Su actitud cambiará sustancialmente según cuente o no cuente con ABS.

Si una persona no sabe cuán egoísta puede llegar a ser un ser humano normal; si no sabe que nuestra especie no se caracteriza por ser solidaria sino todo lo contrario, seguramente estará expuesta a tener serios inconvenientes en su vida. Corre el riesgo de tener choques, siniestros y accidentes (sociales) de muy variada entidad.

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domingo, 3 de agosto de 2008

Todos menos yo

Cuando mis padres se divorciaron, me sentí un triunfador. Venía rezándole a la Virgen del Luján para que él se fuera y no volviera nunca más. Las veces que no estaba —porque por su trabajo tenía que viajar—, mi vida era feliz.

Al poco tiempo de la ruptura ya no sentía lo mismo que antes. Empecé a sentirme culpable y hasta extrañaba que él ya no volviera con nosotros.

Tanto daño me hizo este sentimiento de culpa que mi rendimiento escolar cayó a tal punto que me obligaron a recursar cuarto grado.

Mi madre estaba muy abatida, la casa estaba desordenada, nuestras horas de comer eran imprevisibles y ella casi no hablaba conmigo.

Cuando comenzaron las clases, me enamoré perdidamente de la maestra. Era una mujer alta, de grandes senos, piel muy blanca que tenía la sensual costumbre de acercarse a los alumnos y tocarlos con una especie de leve caricia sobre la espalda, el hombro o la cabeza.

Ella hacía eso con todos, pero nunca conmigo. Empecé a observar minuciosamente esos gestos. Pasaban los días y nunca me tocaba. Imaginé que yo tendría algún rasgo que le causaba rechazo. Quizá el mismo rasgo por el que mi madre casi no me hablaba.

Cada vez estaba más angustiado, por la culpa y por el abandono de estas dos mujeres tan importantes en mi vida.

Un día salimos a dar un paseo por el zoológico y ella seguía con la costumbre de tocar delicadamente a todos los alumnos menos a mí. Pero en cierto momento se me heló la sangre y pensé que me desmayaría. Ella apoyó su mano sobre mi hombro.

Sentí que el cielo cambiaba de color, que me invadía un sentimiento de alegría imposible de describir, miré al resto de los condiscípulos para ver si ellos estaban registrando el milagro.

Pero todo esto duró unos pocos segundos. Ella sólo se apoyó en mí para sacarse una piedrita del zapato.

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sábado, 2 de agosto de 2008

Juntos pero entreverados

Nacemos muy débiles y por eso necesitamos tanto del cuidado de nuestros padres.

El instinto de conservación de la especie en la madre la lleva a ser muy cuidadosa con su niño y el instinto de conservación del individuo del niño lo dota del arte de inspirar ternura y deseos de protejerlo.

A medida que el niño va sintiéndose más fuerte también busca ser más independiente y los padres disminuyen sus cuidados. Estos cambios son graduales aunque no continuos. El niño a veces se siente muy poderoso y autosuficiente pero media hora después puede sentirse vulnerable y retomar conductas que uno creía superadas. Los padres también tenemos nuestros avances y retrocesos en la libertad que concedemos.

Los vínculos son la representación mental de estos intercambios entre las personas que necesitan recibir y las que necesitan dar protección en cualquiera de sus formas: amor, cariño, alimentación, mimos, alojamiento, curación, abrigo, comprensión.

La solidaridad es un sentimiento por el que uno imagina que forma con el otro una sola persona, un solo cuerpo, un único «sólido». Los involucrados sienten que las necesidades y deseos de ambos son compartidos. Si el otro tiene frío, tengo que hacer algo para abrigarlo con tanto interés como si el frío lo tuviera yo mismo.

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viernes, 1 de agosto de 2008

El sinsentido profético

Ayer comentaba el arte original del poeta Michel de Nostradamus: escribía versos que no se entendían pero que cobraban significado como profecías de algo que hubiera sucedido.

Su obra profética Las verdaderas centurias astrológicas y profecías, fue publicada por primera vez en el año 1555 y la Centuria I, Cuarteta 35, dice:

"El león joven al viejo sobrepasará,
en campo bélico por singular duelo,
en jaula de oro los ojos le atravesará,
dos heridas en una, después morir,
muerte cruel".

Cuando cuatro años después murió el Rey Enrique II de Francia, los fanáticos creyentes en la capacidad profética que tienen algunos seres humanos iluminados, les dio para expresar:

— ¡Zas! se cumplió la profecía de Nostradamus — y a partir de ahí, las mentes esotéricas no pararon de encontrar coincidencias asombrosas entre los textos sin sentido de aquel poeta y algunos hechos que fueron sucediendo.

Cabe mencionar que jamás se pudo evitar alguna catástrofe gracias a la interpretación oportuna de sus «predicciones».

Cuenta la historia que tanto el Rey como su oponente tenían leones dibujados en sus escudos y que el Conde de Montgomery atravesó con un trozo de su lanza la armadura dorada del Rey quien falleció diez días después.

Felizmente predijo el fin del mundo para el año 3797. ¡Estamos a salvo!

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