Los intelectuales viven en un régimen de esclavitud, con obediencia perruna hacia los ideólogos de su especialidad (Freud, Marx, Hipócrates).
A una sociedad de
intelectuales esclavos se la reconoce porque:
— sus integrantes solo
respetarán las ideas de los amos, entendiendo por amos a quienes han logrado
ser reconocidos como personas que «saben»;
— sus integrantes solo
respetarán las ideas que hayan sido publicadas en forma de libro, por lo tanto,
las personas que «saben» son reconocidas en
primer lugar por las editoriales que imprimen, publicitan y venden esas obras;
— nada de lo que digan los
intelectuales esclavos carecerá de alguna referencia textual o interpretativa
de lo que hayan dicho los amos;
— otros intelectuales serán
celosos custodios de este respeto de las ideas y denunciarán impiadosamente a
todo aquel que se aparte de las expresiones textuales publicadas en los libros;
— los neologismos (palabras
nuevas) propuestos por los amos, pasarán inmediatamente al lenguaje cotidiano
de sus esclavos, sin la intervención de la Real Academia Española;
— a poco de haberse instaurado
el reinado del amo, nos encontraremos con que gran parte del esfuerzo de los
esclavo estará destinado a investigar la forma de pensar más íntima del
soberano, dejando para más adelante o para nunca, el conocer las ideas a las
cuales se les rinde culto;
— difícilmente se convertirá
en amo algún intelectual que proponga ideas accesibles para una mayoría. Por el
contrario, un perfil excluyente en estos intelectuales máximos es la de
proponer ideas que muy pocos podrán entender. El acierto de estos amos consiste
en generar espontáneamente una pirámide de poder en la organización espontánea
que se cree entre sus esclavos. Con total naturalidad, quienes sean capaces de
entender mejor al amo, serán los jefes de la iglesia que lo venerará, y así sucesivamente en las jerarquías
descendentes, en poder y comprensión.
(Este es el Artículo Nº 1.756)
●●●
14 comentarios:
Coincido en un todo con el contenido de este artículo.
Se desvaloriza el saber popular y el saber de mucha gente experiente, pensadora y capaz, sólo porque no es conocida.
Sí señor! Saque ya mismo el cuadro de papá Freud. Es invalorable todo lo que nos ha aportado él y los que estuvieron antes y durante (quienes generalmente no se conocen). Pero sigamos pensando, escuchemos otras campanas, abramos la cabeza!
Los esclavos intelectuales resulta que somos perezosos.
Perezosos y ambiciosos, diría yo.
Como dice Fernando, esos intelectuales muchas veces hacen lo indecible por acomodarse en la pirámide de poder.
Algo característico de algunos intelectuales mediocres es encerrarse en un círculo de eruditos y no compartir sus conocimientos con otros. No vaya a ser que pierdan su lugar de poder. No vaya a ser que los vayan a cuestionar.
También están los eruditos generosos, que hablan en un lenguaje accesible, que saben explicar con sencillez conceptos complejos, que disfrutan apasionadamente lo que estudian y sienten la necesidad de compartirlo con otros.
También están los eruditos generosos, que hablan en un lenguaje accesible, que saben explicar con sencillez conceptos complejos, que disfrutan apasionadamente lo que estudian y sienten la necesidad de compartirlo con otros.
A un nóvel artista, sea escritor, pintor, escultor o lo que sea, se le hace muy difícil vivir de lo que hace, es decir, entrar en el mercado. Los que lo logran es porque han sido muy persistentes o talentosos. O porque han conseguido alguna especie de padrinazgo.
Lo que dice Macario pasa también con científicos, filósofos, periodistas... Lo que es actividad intelectual tiene un dominio muy cerrado. No sé si será porque se trata de actividades que generan productos no básicos, productos prescindibles. Quizás por eso poca gente esté dispuesta a pagarles y se cierran celosamente en el supuesto de que si son más, cada uno ganará menos.
Arriesgarse con ideas nuevas tiene un costo alto. Te exponés al escarnio y al exilio de tu grupo de pertenencia. Ser libre pensador es todo un mérito.
Ahora que paulatinamente disminuirá la edición en papel de las editoriales, la realidad va a cambiar. El conocimiento forzosamente tendrá que ser más accesible para que a alguien le interese acceder a él.
Ahora es fácil exponer ideas en forma anónima, dar opiniones sólo por el gusto de darlas. Ya el tema del poder no se juega tanto. Es un gran avance.
Ya inventarán la forma para que todo siga igual, Lautaro.
A veces se llega al colmo de que las referencias bibliográficas son más extensas que el artículo.
Tiene su importancia saber de donde salieron los conceptos que se manejan, para que quien llega a la exposición de un trabajo intelectual pueda ir a las fuentes. Eso enriquecerá su visión sobre lo que está aprendiendo o sobre lo que se está informando. Por otro lado tendrá la posibilidad de advertir si es correcta la información o si se está tergiversando lo que dijo otro. Esto pasa mucho en las notas periodísticas.
Publicar un comentario