lunes, 5 de noviembre de 2012

Colaboración bajo amenaza



   
Algunas personas hieren nuestra sensibilidad con exhibiciones asqueantes y sádicas, obligándonos a ayudarlas para aliviar el dolor que nos provocan.

Supondré que usted y yo estamos de acuerdo en que «somos hijos del rigor». En otras palabras: estamos de acuerdo en que LAMENTABLEMENTE los humanos actuamos mejor bajo presión que bajo persuasión. Si estamos obligados bajo amenaza, hacemos lo que tenemos que hacer más rápido y bien, por temor al castigo.

Este modelo no es casual pues la propia naturaleza recurre a causarnos molestias, frustraciones y dolores de variada intensidad cuando procura que hagamos algo: comer, descansar, curar, aliviar, evitar.

Por lo tanto, sensibles al modelo de «liderazgo» que practica la naturaleza con nosotros, tan solo lo copiamos.

Me referiré a cómo las personas que nos necesitan pueden aplicar una estrategia tan natural como la mencionada.

Si la naturaleza nos provoca dolor para que «hagamos algo» curativo, algunas personas se las ingenian para trasmitirnos sus dificultades provocándonos el dolor que sea necesario para que también «hagamos algo», pero por ellos.

El solo hecho de comentar sus dificultades puede ser suficiente para que nos sintamos obligados moralmente a colaborar con sus problemas.

Si el mero comentario no fuera suficiente, quizá apelen a algo más contundente como es llorar, quejarse o mostrarnos lastimaduras, bultos o erupciones que nos provoquen asco.

A partir de estas agresiones (que pueden ir desde el comentario quejoso a las exhibiciones más hirientes de la sensibilidad), quedamos atrapados en una especie de chantaje, según el cual tenemos que ayudar, nos guste o no nos guste, para que finalicen los motivos de queja y deje de lastimarnos.

Por lo tanto, es posible observar que algunas personas nos piden ayuda hiriendo nuestra sensibilidad con exhibiciones asqueantes, morbosas y hasta sádicas, obligándonos a colaborar para aliviar el dolor que nos provocan.

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(Este es el Artículo Nº 1.739)

19 comentarios:

Lila dijo...

es siniestro lo que planteás.
Ponés en igualdad de condiciones a los que tuvimos oportunidades sociales, que a los que no tuvieron ninguna.
Cada uno de nosotros somos responsables de esa persona que pide limosna en la calle, porque hemos elegido y sostenido un sistema socio-político con expulsados. Por eso damos limosna: para olvidarnos que hemos elegido matar de hambre a otros, no porque esos otros nos "chantajeen"

creo que tenes algunas cosas interesantes, pero cuando ignoras el contexto social, tus reflexiones pierden toda lucidez y se convierten en perversas máximas del que se ríe de las víctimas.

Anónimo dijo...

Ahora usted está siendo agresivo y asqueante. Yo a usted me lo imagino como una persona muy sensible al dolor propio y al ajeno. Sus miedos lo llevan a aferrarse al dinero, a ese valor de canje que permite adquirir casi todo, pero no lo fundamental. Lo que sucede es que usted parte de la base de que la naturaleza humana es cruelmente egoísta. Y algo de eso hay, pero usted se detiene demasiado en eso y pasa por alto aspectos bellísimos del ser humano. Los ve, no es que no los perciba, pero los ve como amenazas futuras. No quiere ilusionarse. Está bien, esa es una buena defensa, pero no es mágica, no le va a servir para todo. Es la forma que usted encontró y merece respeto, por supuesto. Mi comentario, mi opinión, es que confíe más en sus propias fuerzas y en su amor a la vida, para sobrevivir a los desengaños. Que continúe rodeándose de personas bienintencionadas y las sepa apreciar.

Marcia dijo...

La solución que tiene para las personas que le resultan asqueantes es sacarlos de la vista. Hacer de cuenta que no están, para que no le generen culpa ni la terrible ameneaza de llegar a estar algún día en el lugar de ellos.

Marcelo dijo...

En general el que pide está dispuesto a dar.
Los que piden se vuelven muy molestos cuando nosotros limitamos al extremo lo que vamos a dar.

Silvana dijo...

No actúo bien bajo presión. Bajo presión me taro. Tampoco actúo bien si descubro que están intentado persuadirme. Hago las cosas bien cuando no ando retorcida viendo a los otros como potenciales enemigos.

Diana dijo...

yo me centraría en el problema de las personas que piden ayuda, sea como sea, de la manera que pueden, y trataría de conocerme un poco más para entender por qué no logra resolver ese conflicto entre la obligación que siente de colaborar y el intenso deseo de no hacerlo.

Enrique dijo...

Sea más liviano, póngale un poco más de humor a las cosas y no odie tanto a los quejosos. Entiéndalos y si puede ayúdelos. Para algo estudió psicología.

Luján dijo...

La culpa es insoportable, bien que lo sé. Pero podemos hacer cosas buenas para uno mismo y para los otros, que nos aliviarán la culpa, que nos brindarán alegría.

Anónimo dijo...

Odio a los médicos. Quizá sea porque cuando yo siento terror y asco, ellos son capaces de curar.

Evangelina dijo...

El dolor ajeno no se puede soportar cuando nos sentimos completamente ineficaces para mitigarlo. Sin embargo no nos damos cuenta de que hay un montón de formas sencillas de hacerlo, de mitigarlo un poco.

Lilián dijo...

Sé que la fe de Evangelina es muy fuerte. La fe no expone razones ni lógicas. La fe desea la felicidad. Gracias a la fe no nos derrumbamos, seguimos peleando, intentamos ser positivos y no ver la vida como una tragedia del principio al fin.
Cada cual tendrá su fe de acuerdo a como es; más concreta, más abstracta, más elaborada o más sentida y simple. Si la principal misión para cada uno de nosotros es mantenernos con vida, y lo que sabemos de la vida y de la muerte es muy poco... por qué descalificar a la fe, a los mitos, las creencias, los conjuros. Son nuestras herramientas para enfrentarnos a todos aquellos temas que nos superan. No nos tomemos tan en serio. ¿Para qué poner a la razón en un pedestal? ¿Es la razón la solución a los problemas humanos ?. ¿No se tratará de desarrollar nuestra sensibilidad para captar más allá de las pequeñeces, de las pequeñas traiciones?. ¿No tendremos que aguzar la intuición? De pronto alcanza con que veamos en el otro a un ser humano similar y próximo en todo sentido.

Sofía dijo...

De pronto, por no quejarse, por no entender y por no querer pedir ayuda, uno termina gravemente enfermo y la ayuda se la van a dar aunque no quiera. Esa ayuda se le va a hacer más soportable, si le resulta algo más simple y natural, que algunas personas tengan deseos de ayudar, que lo hagan con amor, por amor, y para no derrumbarse.

Anónimo dijo...

Sentimos obligaciones morales porque somos humanos.

Daniel dijo...

Si yo creo que fulano es mi amigo, hay más probabilidades de que fulano se sienta mi amigo.

Catalina dijo...

Se puede llegar al extremo de abandonar a alquien que se ama porque no somos lo suficientemente fuertes como para poder verlo sufrir.

Hébert dijo...

A las personas habituadas a pensar, cuestionar, buscar soluciones, la vida se les hace más complicada que a quienes no piensan y sólo reaccionan.

Natalia dijo...

Algunas personas nos piden ayuda ¿hiriendo? ... O es que logran conmover nuestra sensiblidad adormecida.

Alicia dijo...

Las víctimas, por se víctimas no son ni más malas ni más buenas. Tienen todas las mismas mezquindades y grandezas que poseen quienes en ese momento no están en situación de víctima.
Lo malo es no querer reconocer que son víctimas, cuando de verdad lo son.

Satán dijo...

Cuánta gente llena de amor discursivo lee este blog!