sábado, 28 de abril de 2007

Si el Pampero la acaricia, la acaricia ... (1)


A — Tengo ganas de acariciarte como el viento acaricia a las dunas.

B — Seguís con el insomnio.

A — Me gustaría acariciarte como la espuma acaricia a las rocas.

B — Es que la nostalgia desvela a cualquiera.

A — Quisiera acariciarte como acariciaba a Sultán y se quedaba quietito, quizá pensando, o recordando él también a sus ancestros cimarrones.

B — Viste que los perros miran en esperanto porque se hacen entender en todos los idiomas.

A — Quisiera acariciarte como me acariciaba mi madre para que me durmiera. Ella siempre me contaba la misma historia de un caminante que, atravesando el bosque de mi pelo enrulado, finalmente llegaba a un lugar muy fresco y ahí se sentaba a comer su merienda y luego se dormía, con muuucho sueño, muuucho sueño, porque estaba muuuy cansado, muuuy cansado...

B — ¿Hace mucho que ella murió?

A — Peor que eso. Hace mucho que ella me olvidó.

B — ………

A — Quisiera acariciarte como me acariciaría ella si pudiera perdonarme.

B — Si crees que no te perdonó, entonces no te olvidó.

A — ………

B — ¿Te dormiste?

A — ………

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(1) Fragmento de «Mi bandera», marcha que tradicionalmente cierra los actos en las escuelas de enseñanza primaria en Uruguay. Autores: Letra : May. Gral. José Ramón Useras; Música: (BM) Nicolás Bonomi

Texto completo para los uruguayos del cyber-espacio.

Mi Bandera

Cual retazo de los cielos, de los cielos
Do jamás se pone el sol, se pone el sol
Es la enseña de mi Patria,
La bandera bicolor.
Si el pampero la acaricia, la acaricia
O la anima el batallar, el batallar
Son canciones de victoria
Las que entona el tremolar
Es muy bella mi bandera, mi bandera
Nada iguala su lucir, su lucir
Y es su sombra la que buscan
Los valientes al morir
No ambiciono otra fortuna, otra fortuna
Ni reclamo más honor, más honor
Que morir por mi bandera
La bandera bicolor.


sábado, 21 de abril de 2007

Críticos eran los de ahora

Cuando el señor crítico de arte se deshace en recomendaciones sobre tal o cual obra, ¿qué está haciendo en realidad?

1) Si alguien le pagó para hablar bien de algo, está obedeciendo los dictados de su patrón, amo o dueño.

2) Si nadie le pagó para hablar bien de algo, está diciendo indirectamente que lo que a él le gusta, es maravillosamente hermoso, es decir, está adjetivando su propio gusto. Está diciendo «todo lo que a mi me gusta es, por ese sólo motivo, maravilloso».

Es muy frecuente escuchar cómo dos personas discuten sobre la legitimidad de sus respectivos puntos de vista. Puede suceder que dos personas gusten más o menos de lo mismo, con lo cual no se están ratificando mutuamente sino que están siendo testigos de una mera coincidencia, como si usaran calzado del mismo talle o tuvieran la misma estatura.

Uno podría preguntarse ¿por qué es tan lindo descalificar los gustos diferentes al propio? ¿Por qué se vuelve opinable algo tan personal? Imagínense que dos personas discutieran acaloradamente sobre la legitimidad de sus respectivas mediciones de azúcar en la sangre:

— ¡Porque la glicemia que yo tengo es mucho mejor que la tuya!

— Callate, ¿qué sabés vos de glicemia si en tu familia no tienen ni un solo diabético como la gente?

¿Suena extraño verdad? Pero sin embargo no lo es tanto, porque realmente discutimos sobre deportes, religiones, política y otros temas tan relacionados con nuestros gustos personales como podrían serlo una comida, o la belleza de una modelo, o la calidad de una cierta marca de automóviles.

Ahora les cuento para qué dije todo esto. La cosa es así: Todos tuvimos deseos de tener relaciones sexuales con nuestros familiares más próximos. La prohibición del incesto nos dio mucha bronca pero no pudimos ni protestar, ni reivindicar, ni luchar para satisfacer nuestro deseo más profundo. Esa prohibición se nos impuso de una manera muy sutil, indirecta, silenciosa, sin explicaciones. A partir de ahí, quedamos luchando neciamente contra cualquier cosa que se oponga a nuestros deseos, gustos, apetencias. Lo que no pudimos discutir sobre el tema concreto que nos interesaba (tener relaciones sexuales con los familiares más cercanos), después lo discutimos con todo lo que se le parezca.

¡Qué manera de perder el tiempo! ¿No? Todo por no explicarles a los niños cuál es el motivo de la prohibición del incesto. Pero claro, ¿usted lo sabe? Por supuesto que no. Ya lo sabrán.

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reflex1@adinet.com.uy

sábado, 14 de abril de 2007

Cuanto peor ¡mejor!

El informativo radial o televisivo está diseñado para que se conozcan la mayor cantidad de malas noticias posible. El mundo que uno ve a través de los informativos está lleno de inconvenientes, tragedias, catástrofes y malos augurios. La fórmula incluye alguna buena noticia al solo efecto de potenciar su credibilidad.

La Intendencia Municipal de Montevideo tuvo la mala idea de propalar en un volante, todas las obras que hizo con el dinero de los contribuyentes. ¡No lo terminé de leer! Me molestó que alguien tan ingenuo como el actual intendente tuviera poder como para realizar lo que siempre se dijo que había que hacer y que nunca se hizo. Ahora mi desgano queda en evidencia. La eficacia municipal me despojó de un pretexto esencial para disimular mi molicie, mi falta de colaboración, mi promiscuidad como contribuyente moroso.

Cada día que pasa estoy más viejo y más lejos de las vacaciones pasadas y de las que vendrán. Excepto los sábados, domingos y feriados, para mí todos son lunes: lunes 1, lunes 2 y así hasta el lunes 5 que es viernes. Pero debo reconocer que como el sábado y domingo no me alcanzan para reponer las pocas energías que suelo tener, entonces el sábado para mí es el lunes -2, el domingo es el lunes -1 y después viene el que todo el mundo llama LUNES.

Si bien me parece una reverenda estupidez hacer fundamentaciones a partir de la etimología de las palabras, como excepción —y sin sentar precedente— yo vivo alunado. O alunesado como sería más correcto decir.

En suma: siempre estoy cansado pero el informativo me reconforta, no solamente porque lo miro reclinado sobre un sillón que me compré exclusivamente para eso, sino porque 60 minutos de malas noticias me permiten justificar que las otras 23 horas del día sienta una abulia radical. Es más, hasta me alegro de estar desganado porque deduzco que soy una persona sensible a los aconteceres de mi entorno y que mi filantropía es el único motivo depresor que tengo.

Si no fuera porque todo está mal, yo estaría bien.

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