La mujer desea ser fecundada por un determinado varón y no otro, pero eso no asegura que también desee convivir con él.
En otros artículos he propuesto
que el modelo reproductivo de los humanos comienza cuando la mujer está
ovulando y busca a un varón que la fecunde. Este varón no es cualquiera sino
aquel que su instinto le indique que será el mejor proveedor genético para
mejorar la especie (1).
A partir de estas
determinaciones instintivas (el momento de la ovulación y un determinado
varón), los acontecimientos seguirán los caminos impuestos por cada cultura
(noviazgo, convivencia, casamiento). Al final de este recorrido, embarazo
mediante, tendremos otro ejemplar recién nacido.
Si esta descripción fuera
correcta, vemos que la pareja reproductiva no realiza actos voluntarios sino
que obedece a los instintos: ella convocando a un determinado varón y él
entregándole el semen que la fecundará.
Sin embargo no actuamos
exclusivamente siguiendo los mandatos naturales sino que la cultura funciona
como si fuera una segunda naturaleza, distorsionando nuestros actos.
Efectivamente la naturaleza no
reclama que existan uniones matrimoniales sino que simplemente impone el
fenómeno reproductivo. Es la imposición cultural la que nos indica que debemos
unirnos, vivir en una misma vivienda, inscribir a los hijos en un determinado
registros y cosas por el estilo.
Creo que esta interpretación
de los hechos es la que nos permite entender por qué los humanos solemos
separarnos después de haber tenido uno o más hijos. Sistemáticamente
encontramos que aquel maravilloso sentimiento que los llevó a prometerse amor
eterno tuvo una vigencia mucho más corta de lo deseado.
Quizá en esta misma
descripción encontremos la respuesta: la convivencia difiere mucho del acto
reproductivo. Una vez que ella siente que ha sido fecundada por el varón que el
instinto le indicó, su interés por él puede continuar o no.
(1) Algunas
menciones del concepto «las mujeres eligen a los varones»:
(Este es el Artículo Nº 1.737)
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10 comentarios:
Me gusta mucho el dibujo que eligió para ilustrar el artículo. Es bien significativo, a menudo cuando una pareja se separa el hogar se parte.
Son muy tristes las separaciones, porque una vez que se ha construido una historia en común, separarse implica separar una parte de lo que somos, alejarla. No podemos eliminarla, seguirá siempre en nosotros, pero queda tachada. Si hay hijos es mucho más difícil aún, porque se vuelve necesario continuar con el vínculo tachado.
El hombre también pierde el interés por la mujer que lo había elegido. Aunque en muchos casos la mujer siga deseando vivir con él, algo no funciona. Ese algo tiene que ver con los dos, tiene que ver con el vínculo.
La naturaleza no nos pide vínculos infinitos, más allá de que quizá la mayoría de nosotros los deseamos. Pero la naturaleza se impone. Lo que no exige queda envuelto en la bruma.
Me parece que son más las mujeres que dejan de desear al hombre elegido que viceversa. Creo que el hombre es más estable en sus vínculos.
Puede que Hugo tenga razón. No sé. El hecho es que más de la mitad de las parejas se separan más tarde o más temprano. Todo parecería indicar cada vez más temprano que tarde. Algunos dicen que es porque la mujer se ha independizado económicamente, otros ponen el acento en la falta de tolerancia, en el inmediatismo que nos ha llevado a acortar nuestra paciencia. Todos estos motivos son culturales.
Entender el peso fundamental que tiene la naturaleza en todo lo que hacemos, ayuda a manejar los asuntos de la cultura con más tino.
Seré una rareza, pero a mí me gustaría ser fecundada por más de un varón. Quisiera tener hijos con los hombres que amo, y como el plural lo indica, son más de uno.
El comentario anterior fue mío (Lola); aclaro para los que no me conocen, aunque yo hago comentarios con frecuencia en algunos de los blogs de Fernando.
Yo sé que muchos me tienen como ¨ligera¨. Yo no lo veo así. Los vínculos importantes para mí, no son ligeros. Si fuesen ligeros no los disfrutaría tanto.
O sea que comencé a fijarme en mi novio cuando estaba ovulando. jajaja, es medio gracioso, me resulta gracioso... y a la vez inquietante.
Ahora que estoy felizmente separada del padre de mis hijos, puedo decir que hoy por hoy no lo veo como a alguien que pueda mejorar la especie. Aunque para ser honesta debo remitirme a los hechos: mis hijos son divinos.
¿A partir de qué edad nuestra pareja deja de ser novio? Si una comienza una relación a los 35 años, queda medio ridículo presentarlo como novio. Yo dejé de tener novios a los 25 años.
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