martes, 30 de junio de 2009

La culpa ¿nos ayuda?

Si usted está de acuerdo conmigo en que la alegría y la risa son beneficioso para la salud, podríamos avanzar un poco más y pensar que otros estados de ánimo (alegría) con su correspondiente repercusión orgánica (risa) también podrían serlo.

Es casi seguro que nadie hace las cosas porque sí y que toda actitud está encaminada a conservar la vida ... aunque nuestro sentido común pueda decirnos lo contrario.

En este caso estoy pensando en los sentimientos y repercusiones orgánicas negativos. Más específicamente «la culpa».

Me llama la atención que aparezca sin motivo suficiente y causando una fuerte mortificación.

Muchas molestias están al servicio de nuestra salud, conservación, supervivencia.

La picazón, escozor o prurito molestan pero el rascado que nos impone puede ser un masaje necesario para activar la circulación periférica y, por ejemplo, acelerar un proceso de cicatrización.

Algunas personas sufren precisamente porque no pueden llorar. La angustia, la tristeza, suelen disminuir si podemos llorar. El llanto nos descomprime.

Un preocupante desmayo hace que la persona adopte una posición horizontal (al caerse) permitiendo que la irrigación de sangre al cerebro sea posible aún con muy baja presión sanguínea.

Si no fuera por el dolor, podríamos perder parte de nuestro cuerpo quemado por el fuego u otro agente destructor de tejido.

Seguramente hay más ejemplos en los que un sentimiento negativo y un dolor físico son proveedores de soluciones.

Esto me lleva a suponer que las personas que padecen intensos sentimientos de culpa de alguna manera se están beneficiando porque el instinto de conservación siempre nos impone actitudes alineadas con la vida y porque ya conocemos otros malestares beneficiosos.

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lunes, 29 de junio de 2009

Milanesas de espinaca

Toma muchos años de estudio (trabajo) entender que los demás son diferentes, piensan distinto, poseen otras preferencias.

Como si fuera una carrera universitaria, este es sólo el comienzo. Luego es casi obligatorio hacer el post-grado en el cual hay que aprender a reconocer que los demás tienen derecho a ser diferentes, pensar distinto y poseer otras preferencias.

En el artículo titulado «A María la diseñé yo» les comento que algunas personas hacen grandes esfuerzos tratando de que el cónyuge cambie lo suficiente como para que termine pareciéndoseles.

Les había propuesto la hipótesis de que estas personas no pueden vivir con alguien que sea diferente a sí mismo.

Padecen otra molestia que los provee de energía para cambiar al otro y es que esa diferencia la interpretan como una crítica, una descalificación, una desaprobación, una censura y en casos extremos, como un insulto.

Un ejemplo puede aclarar la idea: Imaginemos un matrimonio en el que uno de los dos ha decidido ser vegetariano. Si el otro continúa comiendo carnes pero nunca critica al vegetariano, éste igualmente puede enojarse porque supone que su cónyuge lo cuestiona de la peor manera: con los hechos.

A este vegetariano no le alcanza con que el resto de la humanidad lo deje adoptar la dieta que se le ocurra, sino que además necesita (exige) una aprobación completa a su filosofía alimentaria. Quizá inicie una lucha en contra de los que comen carne, ya sea porque «se están haciendo daño a la salud irresponsablemente» o porque «están matando animales inocentes».

En suma: una persona puede padecer una intolerancia agresiva porque necesita que la humanidad lo tome como un modelo a imitar, idealizar, admirar.

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domingo, 28 de junio de 2009

Claro de luna

Hay días en los que uno se pregunta para qué se habrá levantado.

Así era este día en el que Alicia y su madre cenaban silenciosamente en el anticuado comedor de su apartamento.

Las sobresaltó la campanilla del teléfono. Se miraron y con gesto de cansancio Alicia fue hasta el dormitorio para atenderlo.

Apenas dijo un «hola» desganado y alguien comenzó a hablarle. Sus ojos se humedecieron pero sin formar lágrimas.

Colgó el pesado auricular en la horquilla, volvió a la mesa y le dijo a la madre: «Me voy a caminar».

La noche era muy luminosa y se quedó esperando alguna decisión para empezar el paseo.

Lo hizo hacia la izquierda y a pocos metros se encontró con una baraja española. La levantó, estaba muy ajada, el dorso era rojo y representaba el tres de espadas.

La tomó distraídamente sin dejar de avanzar y lamentarse por la noticia que había recibido. Más adelante encontró otro naipe y así siguió levantándolos hasta adentrarse en un parque arbolado.

Siguió un camino que ya conocía hasta que al llegar a un claro iluminado por la luna, vio que recostado a un árbol había un hombre vestido con prendas azules como ella y que tenía entre sus manos varios naipes de dorso rojo.

Ella se acercó con un poco de miedo hasta que quedó junto a él. Al levantar la mirada la vio como a una gran estatua de mármol blanco. La tomó por el tobillo y comenzó a acariciárselo. Luego la pantorrilla hasta que ella instintivamente detuvo sus movimientos con la mano libre.

La atrajo hacia sí, ella se tendió sobre el pasto e hicieron el amor con cariño, ternura, suavidad, serena pasión... tal como lo prefiere.

Luego ella se acurrucó contra el pecho de él y le preguntó:

— ¿Cómo te llamas?

— No sé. La que está soñando eres tú.

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sábado, 27 de junio de 2009

A María la diseñé yo

A veces pasa que entre las parejas por lo menos uno de los dos trate de modificar al otro.

Cuando esto sucede, es probable que el otro haga lo mismo.

Para simplificar la idea supondré que en una pareja heterosexual José le señala frecuentemente a María qué cosas ella «hace mal», cómo «se equivoca» al pensar y qué rasgos de su carácter, cuerpo o vestimenta debería mejorar.

Él le dice que la comida debería ser más condimentada, que el partido político al que ella adhiere ha demostrado ser incapaz de gobernar el país, que se levanta sistemáticamente de mal humor, que tiene mucha celulitis y que combina mal los colores de la ropa que usa.

De José podría pensar dos cosas: 1) supone que todos sus criterios son los correctos 2) supone que los criterios correctos existen.

Pensar que existe una sola manera de hacer las cosas demuestra que José conoce demasiado poco del ser humano y que su cultura tiene carencias que le impiden saber de otras opciones. Quizá él es como es porque desconoce de cuántas otras formas podría ser.

Otra cosa que me sugiere la actitud de él es que quizá necesite de la compañía de María por todo lo que ésta le ofrece y le soluciona pero que en realidad él sólo se quiere a sí mismo o a quien se le parezca hasta en los más mínimos detalles.

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viernes, 26 de junio de 2009

El control remoto y yo

Cuenta la historia bíblica que estaba Adán muy aburrido en el paraíso y Dios le creó a la mujer para resolver tan triste situación.

Como suele pasar, la solución fue más allá y no sólo lo sacó del aburrimiento sino que lo sacó de quicio, lo excito, lo convirtió en un ser inquieto, agresivo, trasnochador (¿por falta de sueño?).

Que un gobernante convenza a los hombres jóvenes de la patria para que vayan a la guerra tiene que contar con algún deseo de éstos de irse de donde están. Visto de afuera, el frente de batalla puede resultarles más llevadero que la vida hogareña.

Nunca pude creer que un gobernante sea tan convincente y carismático como para que su gente acepte correr un riesgo de vida.

Pero esta relación tan perturbadora del hombre con la mujer no dejaba de ser eso: una relación, un vínculo, un lazo social importante.

Esta turbulenta relación se mantuvo durante siglos porque ellos y ellas se complementaban. Ambos sentimos que estamos incompletos pero tenemos la ilusión de completarnos cuando formamos una pareja con otra persona.

Gracias a este fenómeno, durante milenios se formaron parejas que muchas veces se disolvían por muerte de uno de los cónyuges.

El cambio que estamos viviendo ahora es que la tecnología y el márquetin están logrando que cada individuo tenga la ilusión de completarse adquiriendo algún producto «maravilloso» y que —aunque se cuidan bien de no confesarlo— carece de las contraindicaciones que tiene un cónyuge (malhumor, rebeldía, consumo excesivo de objetos tecnológicos).

Conozco muchos hombres que están satisfechos con su deporte favorito, la computadora, cerveza en la heladera y poca cosa más. Conozco muchas mujeres que estas insatisfechas porque los hombres «son todos unos inmaduros».

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jueves, 25 de junio de 2009

El cine de dos butacas

Harán apenas 15 años que Sony, Nintendo y Panasonic desarrollaron video juegos que emulan diferentes situaciones en las que los jugadores disfrutan de vivencias «casi» reales.

De todos modos, los parques de diversiones continúan recibiendo visitantes aunque seguramente menos que antes.

No es posible replicar con un juego hogareño lo que se siente en una mega-montaña rusa por ejemplo.

Me pregunto sobre qué sucedería si por algún recurso ingenioso se lograra que los jugadores sintieran el terror de una caída libre o el vacío en el estómago de una curva recorrida con la cabeza hacia abajo.

Cuando lleguen esos inventos, el negocio de los parques de diversiones pueden verse en dificultades de sobrevivencia.

Creo que los humanos tendemos a apoderarnos de lo que nos sirve o nos satisface necesidades y deseos. Compartir esos objetos (un parque de diversiones por ejemplo) es algo que aceptamos cuando no hay más remedio.

Esta puede ser una de las causas por las que tantas personas adhieren a la monogamia con un fervor fundamentalista.

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miércoles, 24 de junio de 2009

Enemistad programada

En un artículo titulado Mamá, no te amo les comentaba que es un prejuicio suponer que los hijos tienen que llevarse bien con sus padres.

Cuando los hijos crecen y se convierten en adultos, no pasan a ser como cualquier otro familiar pero es cierto que las afinidades que hacen falta para que haya un vínculo afectuoso pueden existir o no.

Los psicoanalistas creemos que el mito de Edipo se manifiesta en casi todas las personas, generando múltiples efectos derivados de una atracción sexual frustrada hacia alguno o ambos progenitores.

La homofobia no es solamente el rechazo hacia los homosexuales sino también el horror a ser gay o lesbiana.

Parte de esa angustia que nos acompaña a lo largo de toda la vida proviene de la naturaleza bisexual que nos caracteriza y cuando el deseo homosexual nos da miedo.

Refiriéndome al deseo sexual hacia alguno o ambos progenitores, estoy incluyendo el deseo sexual hacia quien tiene nuestro mismo género.

Aunque es normal que en la adultez podamos llevarnos bien o mal con nuestros padres, puede suceder que apelemos al enojo en un intento de controlar un deseo homosexual que nos da miedo.

Por ejemplo: la hija se lleva demasiado mal con su mamá, porque quizá no son adultos afines y/o también porque el enojo le sirve a alguna de las dos para controlar mejor el deseo homosexual por la otra.

Lo mismo puede suceder cuando un hijo se lleva demasiado mal con su papá.

Y aún más genéricamente: Un fuerte rechazo puede encubrir una atracción que asusta.

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martes, 23 de junio de 2009

El perro chocó el auto

Varias veces he cuestionado la eficacia de nuestros sentidos, de nuestra capacidad perceptiva y hasta de nuestra inteligencia.

Esta postura sólo intenta relativizar la validez de nuestras ideas del mismo modo que cuando nos subimos a una escalera, calculamos intuitivamente si su fortaleza es suficiente para aguantar nuestro peso, o cuando evaluamos las condiciones mecánicas de un vehículo para saber si podremos frenarlo a tiempo, si podremos dar una curva sin que vuelque o cargarlo de pasajeros sin que se rompa.

Una particularidad muy interesante de nuestra psiquis consiste en que muchas reacciones son estratégicamente desacertadas.

El ejemplo clásico tiene que ver con la respuesta defensiva ante un ataque. Si nuestro jefe nos humilla, la reacción acertada sería reivindicar nuestro derecho a ser respetados e imponerle que rectifique su actitud avasallante.

Puesto que quizá no sepamos cómo enfrentarnos a alguien más fuerte, esa reacción defensiva es desplazada a otra persona que sea lo suficientemente débil como para que no pueda defenderse de nuestro ataque. Para justificar esta agresión inventaremos alguna causa.

Nuestro idioma ya creó el nombre de esta víctima inocente: «Chivo expiatorio».

El invento de esa justificación consistirá en agravar artificialmente alguna causa insignificante. Por ejemplo, el empleado humillado que no puede atacar al jefe despótico, destrata ferozmente al familiar que le sirve la comida demasiado caliente.

El agravamiento artificial de alguna causa para poder resolver alguna angustia (en el caso mencionado, la humillación) funciona muchas veces y nos lleva a tomar determinaciones, no solo injustas sino directamente equivocadas, ineficientes y generadoras de nuevos problemas.

Sólo le comento un ejemplo: Alguien muy preocupado por el temor a enfermarse puede convertir su casa en una fortaleza porque dice temerle a los ladrones. En este caso lo ladrones serían los «chivos expiatorios».

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lunes, 22 de junio de 2009

Porque te amo, no te puedo ver

Mi hermana es once años menor que yo y recuerdo que mi madre me llamaba al trabajo para pedirme que hablara con ella porque se había enamorado de un hombre «que no le convenía».

Por amor a las dos y para ver si me dejaban tranquilo, hablé con ella y con una facilidad de palabra que siempre le envidié, me dijo que ese hombre era maravilloso, que por un capricho de mamá ella no podía dejar de amarlo, que antes que perderlo prefería morir, que él sólo convivía con su esposa por razones económicas pero que dormía en otra habitación, que el divorcio era inminente.

Le dije que existían muchas historias como la que ella me contaba en la que el hombre es un crápula que se aprovecha del entusiasmo y la ingenuidad de una mujer joven y atractiva, pero no me escuchó.

Actualmente ella se siente traicionada por ese hombre y aquella facilidad de palabra ahora la utiliza para hablar pestes de él.

Hasta donde he podido ver, los seres humanos somos totalmente buenos con nosotros mismos y respecto a la sociedad, tenemos una parte buena y una parte mala. Buena es la que colabora, la que beneficia y mala es la mezquina y perjudica.

El enamoramiento lo que hace es impedir la percepción de la parte mala. En todo caso puede percibirse algún rasgo negativo, pero muy atenuado. El odio hace todo lo contrario.

El enamoramiento y el odio son pasiones que disminuyen nuestra objetividad al punto que no podemos darnos cuenta de que estamos ignorando aspectos muy notorios.

En definitiva, quien se abstiene de vivir una pasión puede ser más objetivo pero quien vive una pasión, canjea facultades intelectuales por goce.

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domingo, 21 de junio de 2009

La fellatio africana

A ti te lo contaré porque eres mi mejor amigo pero aunque sé de tu discreción, te pido que me guardes el secreto.

Siempre he tenido mucha suerte con las mujeres. Me resultaba fácil tener sexo con chicas hermosas y divertidas. Pero desde hace unos meses empecé a sentir que ya no me interesaba ninguna.

Estuve recorriendo algunos médicos, psicólogos, sexólogos pero sin resultado. Me hicieron análisis, me dieron a probar algunas medicinas, pero no había caso: seguía sexualmente apático.

Llegué a pensar que me había convertido en gay, pero lo cierto es que los hombres tampoco me interesaban.

Dentro de la militancia política se dio un fenómeno extrañísimo: nuestro candidato a la presidencia comenzó a recibir adhesiones de un grupo de religiosos practicantes de la religión afro-brasilera umbanda.

Pues bien, fui a uno de esos templos en representación del candidato y ahí conocí a varias personas muy agradables pero con quien realmente entablé un vínculo desde el inicio fue con una mae —así le llaman a las sacerdotisas— que debe tener unos 70 años.

Ella me invitó a su casa y acepté enseguida porque me pareció una persona encantadora. Fui como a la semana y me invitó a almorzar.

Tomando una bebida brasilera muy rica, comencé a contarle lo que me estaba pasando con el desinterés por las mujeres que tanto me preocupaba y que nadie había podido curar.

Luego almorzamos una cosa parecida a un guiso de pollo, muy condimentado, pero te la hago corta, las cosas se fueron dando de tal forma que la mae terminó haciéndome una fellatio que no podría describirte las sensaciones que me provocó.

Lo que nunca me había pasado es que cuando era inminente el orgasmo, ella hizo algo que prolongó la sensación voluptuosa durante un tiempo increíble, capaz que fueron segundos o minutos, no sé.

Ahora siento que le pertenezco de cuerpo y alma pero fíjate que si lo supieran nuestras amistades, no me entenderían.

Para mí que usa algún condimento raro en la comida.

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sábado, 20 de junio de 2009

La boca no es una herida curable

Rechazar la perfección no significa necesariamente cultivar la imperfección. Por el contrario, el rechazo de la perfección es un intento de evitar posturas extremistas.

Las personas mentalmente enfermas se caracterizan porque la desorganización que las afecta las lleva a tener exagerados algunos rasgos normales.

Tener dudas es normal pero la incertidumbre obsesiva es paralizante; tener fantasías es normal pero un delirio deja de serlo; la agresividad es imprescindible pero cuando es descontrolada se vuelve patológica.

Se nos ofrecen muchas técnicas que prometen liberarnos totalmente de los problemas que nos aquejan: no más preocupaciones, no más incertidumbres, no más angustias.

Como les comento en el artículo titulado (Maldita) Felicidad publicitaria, no podemos dejar de padecer para que la vida siga funcionando.

Lo que seguramente es posible y deseable es no padecer innecesariamente, no sufrir en exceso.

La intención extremista de erradicar de nuestra existencia todos los pesares me hace pensar en alguien que, en el afán de curarnos todas las heridas, pretendiera también cerrar todos nuestros orificios (boca, ano, vagina).

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viernes, 19 de junio de 2009

Somos marionetas de la naturaleza

Siempre huímos de los dolores físicos o psíquicos. Para los primeros recurrimos a los medicamentos o tratamientos analgésicos y para los segundos a la filosofía.

Incluyo dentro de la filosofía al conjunto de ideas y creencias a los que adherimos para que los «dolores del alma» no aparezcan o duren lo menos posible.

La esperanza es un sentimiento que nos ayuda anticipando un futuro mejor, imaginándonos en una situación menos penosa.

Otra forma de alivio consiste en desarrollar una actitud imperturbable ante las circunstancias adversas.

Los estoicos (300 a.C.) fueron los primeros en describir esta filosofía de vida.

Ellos entendían que estamos expuestos a causas ingobernables para las cuales es preciso resignarnos.

Por ejemplo, si tenemos una pérdida muy importante (nuestra calidad de vida desciende drásticamente, muere un ser querido, algo de nuestro cuerpo deja de funcionar), la única actitud razonable es comenzar a vivir según esas nuevas condiciones, sin empeorar las circunstancias con lamentaciones, recriminaciones, sentimientos de culpa, resentimientos.

Sin embargo, en el artículo titulado (Maldita)Felicidad publicitaria comento que «El hambre, el cansancio, el dolor, son estímulos [impuestos por la naturaleza] para que realicemos ciertas acciones necesarias para que el «fenómeno vida» siga ocurriendo.»

En suma: Si bien puede ser eficaz la filosofía estoica de aceptar las cosas como son, seguramente algunas molestias tendremos que padecer porque el «fenómeno vida» podría depender de que los dolores nos molesten lo suficiente para que hagamos cosas, nos movamos, busquemos soluciones, reaccionemos.

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jueves, 18 de junio de 2009

¿Nos casamos mamá?

En una ceremonia muy llena de rituales, adornos, luces y magia, el padre (o padrino), entra con ella a la iglesia y luego de recorrer una larga alfombra roja, «la entrega» al novio que la esperaba para tomarla como esposa.

El sacerdote les da unos consejos, les hace prometer que serán solidarios «en las buenas y en las malas» y luego desandan el largo camino alfombrado para saludar con gran festejo a quienes concurrieron a ver el casamiento.

Los cónyuges suelen hacer un viaje «de luna de miel» para finalmente comenzar la vida en pareja.

Si bien el padre de la novia la entregó al futuro esposo, en los hechos parecería ser que la mejor forma de convivencia es cuando paulatinamente es ella la que tomas las riendas del hogar mientras que su dueño (el esposo) desempeña un discreto rol de hijo.

El equilibrio de estos roles es siempre precario porque toda convivencia lo es.

Sin embargo, lo que mejor funciona es que la esposa se comporte como una madre que está viviendo un romance edípico con su amado hijo.

Se denomina «familia monoparental» cuando uno de los padres está ausente, pero en este caso cabría la denominación porque sólo ella cumple el rol de madre mientras que el padre funciona como hijo mayor.

Esta fórmula de convivencia funciona sin que los actores lo reconozcan porque implicaría una flagrante transgresión a la prohibición del incesto. Son fenómenos que ocurren inconscientemente.

Lo que acabo de comentarle no es verdadero pero tampoco es falso. Queda en sus manos confirmar discretamente si los matrimonios exitosos que conoce no podrían tener estas características.

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miércoles, 17 de junio de 2009

Gracia de nada

Estoy de acuerdo con usted en que dar las gracias es un gesto propio de las buenas costumbres. A quienes lo tenemos incorporado por la educación nos resultaría difícil no darlas como remate de una interacción.

Si nos hacen un regalo, si nos ceden el paso, si nos devuelven algo que habíamos extraviado, son situaciones típicas y con pleno sentido.

Aunque también le agradecemos al funcionario de la Sección Informes cuando cumple con su tarea dándonos el dato que le solicitamos; o cuando el cajero nos cobra una factura; o cuando nos devuelven un libro que habíamos prestado (como si nos hicieran un favor especial).

Podemos pensar que agradecer es un acto reflejo, vacío, automático, pero también es probable que tenga una fundamentación.

Damos las gracias para estimular nuestra fantasías de que alguien nos tiene en cuenta por lo que somos, para imaginamos que el gesto que se agradece significa que el otro nos ama, nos respeta, nos tiene en consideración.

Por ejemplo:

Al funcionario de la Sección Informes le damos las gracias para decirnos «Tu me das este dato porque soy quien soy y no porque te pagan para hacerlo»;

Al cajero que nos cobra la factura le agradecemos para decirnos «Tu me has cobrado esta factura de forma muy personal, no como lo haces con todo el mundo»;

A quien nos devuelve el libro le agradecemos para decirnos «No creí que fueras de devolvérmelo y te agradezco que yo sea una excepción para ti».

En suma: Cada vez que damos las gracias, lo hacemos para complacernos íntimamente. No es al otro que van dirigidas sino a nosotros mismos. Por eso se dice casi mecánicamente y en circunstancias que pueden corresponder o no, o sea, tanto cuando recibimos como cuando damos.

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martes, 16 de junio de 2009

La ignorancia defensiva

Contamos con una norma que dice: «La ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento». Otras maneras de expresar lo mismo serían: «No se gana libertad mediante la ignorancia»; «Las leyes existen aunque quieras desconocerlas»; «Las leyes te gobiernan aunque tu las ignores».

¿Pero por qué tuvimos que enunciar esta frase? Me parece que la razón más importante es que tendemos a suponer que lo que no se conoce, no existe.

En los hechos es así, pero tendríamos que decir: «Lo que no conozco, no existe para mi». Este agregado en negrita es fundamental.

Por ejemplo, si yo no sé cuál es la velocidad de circulación permitida, me siento con el derecho de acelerar todo lo que deseo.

Algo semejante que también funciona es que cuando no tenemos cierta destreza quedamos eximidos de tener que realizarla. Por el contrario, quienes sí la tienen, incurren en una omisión culposa cuando no la realizan sin causa justificada. La ignorancia en este caso es universalmente efectiva.

Por ejemplo, quienes no saben cocinar, podrán aprovecharse de quienes sí saben.

En suma: la ignorancia de la ley logra que ella para mí no exista y así puedo gozar imaginándome más libre y la carencia de una destreza me libera de la obligación moral de tener que realizar las tareas que de ella dependan.

Cuando popularmente se valora la anarquía, los ciudadanos procurarán la ignorancia de las leyes y cuando trabajar desprestigia, los ciudadanos procuraran no desarrollar sus destrezas.

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lunes, 15 de junio de 2009

Un «Padre Nuestro» cada seis horas

En otro artículo publicado hoy con el título Su majestad Don Dinero (Linkear) comento que el afán de poder absoluto está alimentado por nuestro instinto de conservación en tanto se puede creer que la enfermedad, el dolor y la muerte son fenómenos evitables.

Esta idea está en todas nuestras mentes pero son pocos los que canalizan sus vidas procurando el poder absoluto porque es razonable pensar que no se puede obtener.

Aunque casi nadie se postula para rey, tirano, presidente vitalicio, Papa, o cualquier otro cargo de tanto poder, nuestras acciones estimuladas por el instinto de conservación nos inducen a aproximarnos en lo posible.

Quien adhiere a una religión probablemente lo haga por la sensación de que habrá obtenido un poder muy grande pero sin perder la simplicidad de su existencia, sin cargarse de compromisos, protocolos, estrés, riesgos.

Otra manera de acceder a los beneficios imaginarios del poder absoluto en lo que refiere a no enfermarse, no tener dolores y no morir, consiste en adherir a las prácticas de la medicina.

Ésta nos impone deberes y exigencias muy severas aunque proporcionales a lo que promete (salud, longevidad).

La medicina le impone a sus creyentes que bajen drásticamente los niveles de colesterol malo, que aumenten el bueno, que bajen los triglicéridos, que bajen la presión arterial, que cuiden los niveles de azúcar en sangre, que eviten las harinas, que hagan ejercicio, que eviten el estrés.

Muchas personas aceptan estas imposiciones, las cumplen religiosamente, sufren privaciones, se pre-ocupan y estresan cuando alguno de los valores hace fruncir el ceño del facultativo y toleran los rezongos infantilizantes de éste.

Esta es una manera de ser feliz en los años que corren, aunque casualmente cunde la sensación de que cada vez vivimos peor. ¿Será una casualidad o esta forma de tener una buena calidad de vida no es eficaz?

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domingo, 14 de junio de 2009

Sí pero no

No creo que usted pueda entender lo que significa ser mujer por más que haya estudiado y escuchado las congojas de mil pacientes.

Feliciano me mira con esa mirada tierna, dulce, cálida y estúpida que tienen ciertos hombres. Siento lástima por él.

Siento lástima porque él ve en mi una mujer hermosa y adorable pero no puede entender que no sirvo ni para mí misma.

Necesito que me adore, que me repita mil veces lo que piensa sobre la perfección de mis hombros, sobre la suavidad de mi piel, sobre mi manera de caminar, pero cada vez que me lo dice, él cae ante mi vista. Es como si se degradara.

Cuando él está trabajando en la computadora comienzo a mirarle la nuca y el deseo sexual trepa desde el pubis hasta el cuero cabelludo que se me eriza. Siento mi piel como si fuera una funda que vibra.

Es tocarlo y él reacciona enseguida pero cuando siento la dureza de su pene ya deja de interesarme, mi piel se desconecta, tengo un apagón pasional.

La primera vez que me pasó me dejé llevar por lo que realmente deseaba hacer. Me fui al baño a vestirme. Se puso tan furioso que no me animé a repetirlo. Ahora pienso en otras mujeres para que se me lubrique la vagina y continúo la escena como si yo lo deseara pero sólo para evitarme un problema.

No sé cómo decirle que ya no lo quiero por temor a que reaccione mal.

Cuando nos reunimos hace una semana en la casa de unos amigos, logré que un norteamericano grandote y asqueroso me cortejara como para que él me viera. Fue peor: hoy me comentó que se había comprado un revólver porque al edificio entraron ladrones.

No sé qué hacer. Siento que algo de mi me está llevando a la ruina y no puedo controlarlo. Una amiga me dijo que padezco una histeria terminal y me parece que tiene razón.

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sábado, 13 de junio de 2009

Los peligros de ser mensajero

La trágica tentación de matar a quien nos trae una mala noticia es una parte de nuestra natural forma de ser, pensar y sentir.

Si bien parece un dato menor, este impulso es muy fuerte y si no pasa a mayores es porque la cultura hace denodados esfuerzos por controlarlo, anularlo, condenarlo.

En culturas menos evolucionadas, quienes cuentan con el poder de hacerlo, sencillamente matan al mensajero como una forma de conjurar (exorcizar, anular) el mal contenido en el mensaje.

Estos aspectos son muy visibles pero hay otros de la misma especie y menos visibles.

La consulta al médico genera distintos tipos de temor. El más frecuente es que él detecte una enfermedad que comprometa nuestro bienestar (o nuestra vida).

Si bien es probable que el médico no haga otra cosa que interpretar objetivamente el resultado de valoraciones que muchas veces dependen de aparatos, en nuestro ánimo se agita el temor de que él sea el provocador de la mala noticia, como un acto agresivo voluntario.

La medicina preventiva da menos resultados de los esperados porque la utilizan solamente aquellos que tienen la total convicción de que están sanos. Quienes dudan suelen evitar «la mala noticia».

Y evitamos «la mala noticia» por dos razones: 1) por temor a lo que nos pueda pasar y 2) por temor a que no podamos controlar nuestros impulso de «matar al mensajero».

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viernes, 12 de junio de 2009

Mensajes para el mensajero

El Diccionario de la Real Academia Española dice que periodismo es «Captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades.»

Está difundida la creencia de que recibir información de un periodista equivale a conocerla de primera mano, objetiva, exacta.

Hasta cierto punto es así porque ellos acceden a ciertas fuentes que están vedadas para el resto de los ciudadanos.

Hay otro factor que los convierte en personas especialmente capacitadas para proveernos de información, a saber: ellos viven de eso.

Estar informados, ser rápidos y creíbles son condiciones que determinan el valor de su trabajo y por ende, cuáles serán sus ingresos económicos.

Hasta aquí no hice más que recordarle lo que usted ya sabe, pero el valor agregado de este artículo viene ahora: El periodista debe tener en cuenta qué es lo que quieren saber sus clientes y sobre todo, qué es lo que no quieren saber.

Un buen periodista necesita años de experiencia para captar ciertos mensajes que ningún cliente le enviará en forma explícita.

Esos mensajes pueden decir, por ejemplo: «No me hables de gente mejor que yo»; «Háblame de la desgracia ajena»; «Dime cuán corruptos son los otros para ver hasta dónde puedo corromperme»; «Alármame para justificar esta paranoia incontrolable que tengo».

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jueves, 11 de junio de 2009

Meteorología ciudadana

Fueron interesantes inventos el termómetro que mide la temperatura del aire, el higrómetro que mide la humedad del aire y el anemómetro que mide la velocidad del aire.

Con estos inventos estuvimos hasta hace poco recibiendo tres informaciones que no nos decían mucho.

Ahora recibimos los tres datos aislados y también combinados para informarnos la sensación térmica.

Si la temperatura del aire es de 10º pero corre una brisa, tendremos la sensación de que la temperatura del aire es de 8º.

Si la temperatura del aire es de 20º pero la humedad es del cien por ciento, tendremos la sensación de que el aire está a 21º pero si no hay humedad, nos parecerá que el aire está a 16º.

Algo parecido sucede con otras percepciones que por ahora no se pueden medir (pero que algún día podremos).

El ciudadano A tiene la sensación de que todo es un caos porque le va mal, está triste, preocupado, la juventud es revoltosa, el país cursa una recesión económica, las relaciones internacionales son conflictivas.

Pero el ciudadano B —vecino del anterior—, disfrutando de una etapa de prosperidad y con un estado de ánimo positivo, está convencido de que la situación no podría ser mejor.

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miércoles, 10 de junio de 2009

Una palabra equivale a mil imágenes

El ser humano es un animal muy adaptable a los diferentes hábitats. Ésta es un fortaleza innegable de nuestra especie. De hecho, cada vez somos más ejemplares y éste es un dato que habla bien de esa capacidad de adaptación.

Forma parte de esa habilidad para adaptarnos, nuestra eficaz forma de comunicarnos. El habla y la escritura sumadas a los diferentes medios que hemos inventado para amplificar sus efectos, nos convierten en una especie fuerte (aunque no estoy seguro de que seamos la mejor en todos los sentidos como a veces pensamos).

Con este blog nos estamos comunicando. Algunas cosas que se me ocurren a mí, usted las lee, quizá redacte algún comentario o me envíe un mail o se conecte por Messenger o me llame por teléfono y así amplíe o rectifique mis conocimientos.

Hoy quería comentarle que el uso de la imagen digitalizada viene provocando un fuerte impacto en nuestra vida porque dependemos mucho del sentido de la vista para informarnos.

Recuerde que hasta no hace mucho se decía que «una imagen equivale a mil palabras», lo cual sigue siendo cierto pero no tanto.

Aquella fotografía que era copia fiel de la realidad, hoy está compuesta por miles de puntitos de colores (píxeles) que nuestro ojo sigue reconociendo como si fuera una única figura.

El programa informático Photoshop (y supongo que existirán otros), le permite al usuario hacer miles de combinaciones con esos puntitos de tal forma que la fotografía ya no es lo que era y una imagen no equivale a mil palabras.

La mayoría de los adultos seguimos guiándonos por la credibilidad de la fotografía y esto hoy ya es un error.

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martes, 9 de junio de 2009

Ni hombre ni mujer sino todo lo contrario

La incertidumbre, la duda, la angustia, son molestias que siempre afectaron a la humanidad.

No sabemos del futuro, dudamos sobre algunas preferencias, la muerte es un misterio, para qué nacemos nos crea una curiosidad sin respuesta cierta.

Para evitar estas molestias, inventamos explicaciones, teorías, mitos, sin dejar de investigar cuidadosamente para encontrar verdades, certezas, datos confirmados.

Sin embargo algo gratificante tienen las dudas porque a veces las vamos a buscar expresamente.

Hace décadas que se discute si efectivamente existe la diferencia de los géneros o simplemente el ser hombre o mujer depende de una definición cultural.

Si bien es cierto que existen cuerpos notoriamente distintos y capaces de hacer también cosas distintas (gestar, dar de mamar, penetrar y eyacular semen en la vagina), no estamos seguros si existen hombres y mujeres o estos son roles asignados por la cultura.

Hasta donde he podido entender este fenómeno (queer), el beneficio de instalar esta duda consiste en evitar la discriminación de los menos favorecidos.

Las feministas reivindican la igualdad de derechos, obligaciones y privilegios de ambos géneros. Los negros buscan su igualación con los blancos, los pobres con los ricos, los homosexuales con los heterosexuales.

En suma: es cierto que los humanos necesitamos certezas pero también necesitamos destruir algunas definiciones porque son discriminatorias.

Se piensa que dar por seguro que existen hombres y mujeres favorece el machismo; suponer que existen heterosexuales implica segregar a los homosexuales; asegurar que existen ricos y pobres condena a que estos no puedan salir de esa condición.

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lunes, 8 de junio de 2009

Maternidad defensiva

Hace unos días publiqué un artículo titulado Medicina defensiva donde les comentaba cómo la relación médico-paciente ha cambiado 30 años a esta parte porque los médicos priorizan no ser víctimas de sus pacientes litigantes (amantes de hacerles juicio, de demandarlos por mala praxis).

En todos los países existen empresas que se dedican a impartir cursos de conducción defensiva. En ellos los alumnos aprenden a cuidarse de las imprudencias ajenas: coches, motos, bicicletas, peatones, señalización defectuosa o alterada por vándalos.

Hablando de estos temas con una colega, a ella se le ocurrió la expresión maternidad defensiva.

El fenómeno es muy antiguo y consiste en lo siguiente:

Convivir con niños es todo un arte, una ciencia, un trabajo, un dolor de cabeza y un placer.

Como la mayoría aprendemos a solucionar las dificultades que se nos presentan a pura intuición, consultando amigos, revistas, pedíatras y fundamentalmente por medio del «ensayo y error», solemos tener la eterna duda de si estaremos haciendo las cosas bien.

Y es acá donde aparece este fenómeno antiguo que mi colega llama maternidad defensiva y que consiste en lo siguiente:

Tenemos que actuar de tal forma que el pequeño se crie de la mejor manera posible haciendo cosas de las que no estamos muy seguros. Todo el esfuerzo que apliquemos (consciente o inconscientemente) a evitar críticas ajenas o recriminaciones del propio niño cuando sea adulto, es energía aplicada a la maternidad defensiva y restada a lo verdaderamente importante que es ayudarlo a crecer de la mejor manera.

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domingo, 7 de junio de 2009

La comisaria Laurita

En mi pueblo Matilde Molina todos nos conocíamos. Habíamos ido a la escuela y al liceo juntos, a los mismos cumpleaños, a los mismos casamientos y siendo ya mayorcitos, a los mismos velorios.

La necesidad, moda o costumbre de tener novio/novia hacía que nuestros vínculos fueran fraternales en los hechos aunque eróticos en las apariencias.

Quienes tuviéramos entre 18 y 20 años, habríamos tenido por lo menos cinco o seis «noviazgos» si le primera formalización ocurrió antes de los diez.

Recuerdo que durante un carnaval muy caluroso sucedió que varios de nosotros entramos al baile principal con una novia y salimos con otra.

Pero esa monotonía estaba condenada a interrumpirse bruscamente.

Llegó a la ciudad un nuevo comisario con su familia. Una de sus hijas (la de nuestra edad) fue la que dinamitó aquella cultura matildemolinense.

Todos pensábamos que el desenfado, la audacia, la sinceridad y el erotismo eran inventos del cine francés.

Laurita pasó casi desapercibida hasta que hubo un baile en el Club Social. Ella fue con una vestimenta insólita acompañada de quien dijo ser su primo.

Empezamos a bailar ritmos del Caribe como siempre y ella —a quien todos mirábamos con discreción— comenzó a poner caras de aburrimiento primero y de enojo después.

Quizá por ser la hija del comisario, subió al escenario y luego de un breve dialogado con el director de la orquesta, bajó junto a su primo. Los músicos se reunieron y volvieron a sus instrumentos muy contrariados.

Se oyeron los clásicos tres golpecitos del baterista y pareció que el techo se nos venía encima.

Lo que hizo Laurita con su cuerpo y con su primo nos dejó petrificados, entusiasmados y enloquecidos (en ese orden).

Recién comentábamos con mi esposa que si bien los niños gestados aquella noche de desenfreno fueron compañeros en la escuela y ahora van juntos al liceo, nada volvió a ser igual a partir de aquel baile.

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sábado, 6 de junio de 2009

Me amo – me conozco – te conozco – te amo

Las personas inteligentes (usted y yo, por ejemplo) tratamos de obtener lo mejor haciendo el menor esfuerzo posible.

Como somos seres humanos, estamos sujetos a dos condiciones básicas: necesitamos ser amados y a veces cometemos errores.

Para mejorar el rendimiento de nuestro gasto de energía y disminuir las posibilidades de equivocarnos, muchas personas se dedican a perfeccionar nuestros procedimientos.

Una de las conclusiones a las que he llegado (escuchando, leyendo y pensando) es la siguiente:

Comenzamos nuestra existencia amándonos y amando a quien nos calma nuestras molestias (hambre, frío, angustia): mamá.

A medida que nos desarrollamos y podemos ser autosuficientes, aquel amor incondicional pierde fuerza porque se nos exige una participación en la medida de nuestras posibilidades.

Es entonces cuando habría que adecuar nuestra forma de amar para que nos amen.

La forma que parece dar mejores resultados aunque no sea la más sencilla, es la siguiente:

1º) Me amo igual que antes gobernado por el instinto de conservación.

2º) Me conozco. Esto es lo difícil: solemos quedarnos en la creencia de que sabemos quiénes somos aunque en realidad tenemos una imagen muy embellecida y tolerante de nosotros mismos.

3º) Si logro conocerme, entonces ahí sí puedo conocer a los demás con un grado de acierto satisfactorio. Pero insisto: ¡no puedo conocer a los demás sin conocerme primero a mi mismo!

4º) Cumpliendo realmente los puntos anteriores, no podré dejar de amar a los demás. Los querré inevitablemente. Pero insisto: tengo que saber la verdad de mi mismo.

Como ven: amar no es tan fácil. Lo fácil es creer que amamos y más fácil aún es estar enamorados del amor.

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viernes, 5 de junio de 2009

Con mucho hielo

Hay personas que prefieren tomar whisky con hielo y otras que lo prefieren puro.

Esto suele no llamar la atención. Lo que puede ser extraño es que alguien le agregue agua al vino. Sin embargo existen millones de personas que lo hacen como lo más normal.

En uno y otro caso estamos ante predilecciones cuyo origen tiene un alto contenido orgánico. Los cuerpos aceptan ciertas graduaciones alcohólicas y rechazan otras superiores.

Algo similar sucede con la verdad.

Existe cierta información que no podemos tolerar de ninguna manera, otra que podemos tolerarla si está adecuadamente diluida y otra que podemos aceptarla en su estado puro.

Estoy comparando entonces bebidas alcohólicas con verdades y respuesta orgánica con respuesta psicológica.

A ciertas personas no les podemos decir las cosas tal cual son porque reaccionan mal y eso a veces genera críticas.

Observemos que no somos muy severos con quienes toman el whisky con hielo pero censuramos a quienes no aceptan que han envejecido o que dejamos de amarlos como antes o que el partido político de su predilección incluye personas que se equivocan.

Sin desconocer que es un juego divertido criticar a los demás, a veces lo hacemos con total seriedad convencidos de que nuestra actitud es acertada.

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jueves, 4 de junio de 2009

¿El señor sabe cómo vestirse?

Entre las personas más primitivas la autoridad surge de la fuerza física mientras que entre las personas más civilizadas surge del conocimiento.

El niño es primitivo porque no se ha desarrollado mentalmente aún pero como tampoco se le ha desarrollado su fuerza física, entonces ve frustrados casi todos sus intentos de dominación.

Sin embargo se está produciendo un cambio en los últimos tiempos que trae algunas complicaciones que pueden ser compensadas si logramos entenderlas.

En muchos hogares el niño está teniendo ahora más conocimientos que sus padres porque conoce mejor la computadora y el teléfono celular.

Como los padres son personas civilizadas y tienen asumido que la autoridad surge del conocimiento —como digo en el primer párrafo—, sin darse cuenta algunos están cediendo su lugar de conducción y mando porque se sienten con menos autoridad que su hijo.

Muchos adultos civilizados solemos obedecer a quienes nos apabullan con sus conocimientos o perdemos capacidad crítica con quienes poseen algún título universitario.

Alertados de que podemos caer de rodillas ante las demostraciones desconcertantes de nuestro pequeño hijo con la computadora o con Internet o con los juegos electrónicos o con el teléfono celular, y siendo que él sólo sabe hacer eso pero no tiene maduración emocional para ponerse al frente de su propia vida y menos aún tomar decisiones mínimamente importantes, conviene relativizar con toda la ternura posible ese aspecto de «adulto bajito».

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miércoles, 3 de junio de 2009

Medicina defensiva

Ya hace más de 30 años que hemos incorporado la expresión «medicina defensiva» para definir la actitud de los médicos centrada en evitar los perjuicios de ser demandados por sus errores profesionales (mala praxis).

La «medicina defensiva» incluye eludir disimuladamente a los pacientes de riesgo, desconfiar de casi todos, exagerar en el uso de técnicas diagnósticas sin reparar en sus costos económicos o en las molestias innecesarias del paciente, practicar cirugías evitables o evitar algunas que serían convenientes.

Los médicos tienen mucho para perder: su prestigio (algunos han tenido que abandonar la profesión) y su dinero.

Los pacientes tienen mucho para perder: la confianza en su médico, padecer exámenes prescindibles, aumento de los costos.

La respuesta social a este fenómeno ha sido reformular la relación médico-paciente, aceptando datos de la realidad que por no haber sido considerados durante siglos, desembocaron en esta lamentable situación.

Lo que siempre fue cierto y no se quería admitir es que los seres humanos somos enfermables, sanables y mortales, que las técnicas curativas son falibles, que los médicos pueden equivocarse, que los milagros no existen en el mundo real.

En otras palabras: se están ajustando las expectativas de los pacientes con las posibilidades de la medicina; el endiosamiento de los médicos con su condición humana; el universal deseo de ser inmortales con la inevitable realidad de que algún día moriremos.

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martes, 2 de junio de 2009

«Odio a los ignorantes»

— Es cierto que las oficinas muy burocráticas son irritantes porque nos hacen perder tiempo, pero lo que más molesta de ellas es que no nos tienen en cuenta. Nos ignoran. No saben nada de nosotros y tampoco están interesadas en saberlo.

— Cuando estamos esperando para ser atendidos por un vendedor y otra persona se nos adelanta, la molestia mayor proviene de que esa persona nos ignoró, no nos tuvo en cuenta.

— Llegamos a una reunión y todos saludan y hablan con la persona que nos acompaña pero ni nos miran. Entonces sentimos un malestar porque nos ignoran.

La molestia, furia, odio, rencor o cualquier otro dolor del alma generado por no ser tenidos en cuenta, viene a reparar el daño que el otro nos produce.

Efectivamente, si las otras personas nos miran, nos saludan, se detienen a conversar, nos están informando que para ellas existimos. Eso es muy reconfortante pero fundamentalmente es necesario que nos suceda.

Creemos que con la auto-percepción es suficiente. Pensamos que si uno sabe que existe no necesita que alguien se lo reafirme. Esto es cierto, pero si nos ignoran nos sentimos mal.

Probablemente ese malestar, ese dolor, está ahí para hacer lo que el otro no hizo: confirmarnos que existimos. El dolor suple a la demostración que necesitábamos y que al no venir de afuera tuvimos que generarla desde adentro.

Como esta solución es dolorosa, trataremos de no repetir la experiencia, ya sea tratando de llamar más la atención en una próxima vez o dejando de ir a un lugar donde nos ignoran.

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lunes, 1 de junio de 2009

Su majestad el profesor

Si usted tuviera que confeccionar un programa de estudios para que otras personas aprendan lo que usted sabe, ¿cómo lo organizaría?

Yo supongo que usted haría lo siguiente:

1º) Informaría lo más sencillo, lo que la otra persona podría entender con cierta facilidad, los temas que estén más próximos a su vida cotidiana.

2º) Una vez que usted se asegurara de que esos primeros conceptos fueron entendidos, pasaría a los que le siguen en dificultad y así, progresivamente, hasta los más complejos, los difíciles de entender, aquella parte de su sabiduría que la saben usted y pocas personas más.

Esta secuencia estaría organizada con criterio pedagógico, didáctico. Usted lo haría así porque su principal interés es que los alumnos sepan, entiendan y puedan usar la sabiduría que usted tiene.

Ahora imagínese una persona cuyo principal interés no es que otros disfruten de la sabiduría que posee sino que lo admiren, que piensen que es un ser superior, que lo aplaudan, que hablen bien de él. ¿Usaría el mismo método?

No: Iría directamente a explicar lo más complicado, lo que los alumnos seguramente no podrían entender, abundaría en detalles extraños, complejos, minuciosos, llamativos, misteriosos, sorprendentes.

Conclusión: Este artículo pretende describir a los docentes que quieren que usted aprenda y a los que se disfrazan de docentes para encontrar admiradores y que harán todo lo posible para que los demás jamás sepan nada de lo que ellos saben porque necesita conservar la superioridad que cree tener.

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