¿Cuántos momentos de alegría real, genuina,
disfrutable, pueden lograrse «vendiendo la piel del oso antes de haberlo cazado»?
Una escena clásica del arte
cinematográfico muestra al protagonista mirando una vidriera (escaparate). La
cámara, ubicada adentro del comercio, capta la expresión del artista que nos
sugiere el sentimiento del personaje: amor, recuerdo, deseo de sorprender
gratamente, ilusión.
Los vidrieristas con artistas
plásticos expertos en diseñar y presentar esta parte tan importante de un
comercio. La mercadería presentada raramente pueda usarse porque está preparada
para seducir y atraer compradores. Una caja de bombones, por ejemplo, deberá estar
vacía.
Una tarea similar hacen los
encargados de presentar productos que serán mostrados en un spot publicitario
(1). Ellos saben, por ejemplo, que para que la leche parezca deliciosamente
blanca, no puede ser leche verdadera sino una mezcla de productos que, al ser
filmados son más atractivos que la leche real filmada.
De estos profesionales de las apariencias surgen la atracción, el deseo y el
impulso incontenible de esos compradores que pagan, se endeudan, no regatean.
Me pregunto si los peces, cuando
se apuran para morder un anzuelo antes que los demás, sentirán la misma
felicidad que sienten los compradores fascinados, hipnotizados, ilusionados.
No podremos responder la
pregunta sobre los peces, pero al menos podremos suponer que esos humanos sí son
felices gracias a su ingenuidad, porque no pierden oportunidades de ser
placenteramente embaucados.
Quienes nos resistimos a ser
engañados, seducidos, maravillosamente estafados por anuncios, promesas y actos
de magia, creemos que la felicidad de larga duración existe. La flemática
resistencia a ser crédulos se basa en un orgullo tan infantil como la
credulidad del iluso.
Creemos que ser felices con
los engaños pervierte la felicidad. ¿Cuántos momentos de alegría real, genuina,
disfrutable, pueden lograrse «vendiendo la piel del oso antes de haberlo
cazado»?
(1) En el ambiente
publicitario se denomina «Utilero de producto» a quien prepara los
envases que serán filmados y «Ecónomo» a quien prepara comidas destinadas a ser filmadas.
Algunas
menciones de los conceptos «promesas» y «anuncios»:
(Este es el Artículo Nº 1.764)
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9 comentarios:
Podría decirse que las personas que viven de ilusiones tienen una conducta adictiva. Están en el infierno, se suministran la droga y pasan a estar en el paraíso, para luego pasar de nuevo al infierno, volver a buscar desesperadamente el paraíso, y así indefinidamente.
Las personas con esa modalidad de vida suelen ilusionarse mucho cuando establecen un nuevo vínculo. Pero cuando ese vínculo se profundiza huyen despavoridas a buscar otro nuevo. Una hipótesis podría ser que los vínculos primarios (madre y padre) hayan sido terribles. Por eso le tienen horror a un vínculo importante, por las tremendas consecuencias que puede traer después. Entonces huye del infierno vislumbrado hacia un paraíso imaginado.
Esto también puede reflejarse en los continuos viajes, pasajes de un trabajo a otro, mudanzas, cambios radicales en la decoración del hogar. En el cambio está la esperanza y en la estabilidad el horror.
El comentario de Joaquín me hizo recordar las características de las personas con trastorno bipolar.
Creo que una felicidad estable es posible. Se entiende que estoy hablando de una felicidad que incluye momentos de intenso dolor (pérdidas, enfermedades, problemas económicos) y otros de alegría fulgurante.
Hablo de una base de felicidad que se parece a la paz, que se emparenta con el buen ánimo, la autoestima, la esperanza, el sentimiento de poder (de poder con la vida y no desear bajar los brazos).
El deseo de sorprender gratamente puede materializarse, es decir, convertirse en realidad muchas veces.
Enamorarse de una caja de bombones vacía es un doble auto-engaño: primero porque la caja no contiene bombones; segundo porque la caja no está vacía.
Me pregunto si los peces sentirán lo mismo que yo: quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera, mojado en ti....
...pero la leche más linda no es tan blanca...
Los momentos de alegría genuina que se consiguen vendiendo la piel del oso antes de haberlo cazado, están destinados a terminar o en desilusión o en logro. Si no te arriesgás a enfrentar la posible desilusión, tampoco obtendrás grandes logros.
Las mujeres le dedicamos mucho tiempo a preparar el envase. No queremos convocar y que nos dejen pagando. Lo que pasa es que a menudo menospreciamos a los hombres. Nos pensamos que van a ser tan bobos como para comprar sólo en envase.
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