martes, 30 de septiembre de 2008

Hombres hasta morir

Si pudiéramos partir de la premisa de que la única misión que tiene el ser humano es conservar su especie, podríamos acceder al siguiente punto de vista.

Lo que el psicoanálisis ha dado en llamar «complejo de castración» estaría dando cuenta de la triste condición masculina de ser especialmente prescindible. Por eso es que los varones participan en la guerra en mayor cantidad que las mujeres.

Castración en psicoanálisis no significa que al hombre puedan cortarle el pene y/o los testículos, sino que su destino —por ser más prescindible que las poseedoras de útero y senos—, es defender aún con su vida a las mujeres, a los niños, a los enfermos jóvenes y a los ancianos (en ese orden, según creo).

Sostengo esta idea porque lo veo en el resto de los mamíferos: el macho más fuerte (mejor dotado genéticamente) copula con muchas hembras y los otros quedan relegados a un inespecífico segundo plano.

En la explotación ganadera, se conservan las hembras para reproducción y se matan a los machos para comer su carne, reservando sólo uno de ellos para fecundar al resto de las hembras (estoy pensando en vacas, cabras, cerdos, conejos y reconozco que pasa algo similar con las aves de corral).

No solamente la mujer es estadísticamente más longeva que el hombre sino que además intuyo que nuestro género cumple su misión defendiendo la conservación de la especie aún con su vida.

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lunes, 29 de septiembre de 2008

Estadísticamente importante

No estoy muy orgulloso de los resultados que observo en la productividad de la inteligencia humana. Creo que estamos orgullosos de ella inmerecidamente.

Concretamente estoy pensando en que sacamos conclusiones sobre lo que podemos medir pero ignoramos otros hechos —que podrían ser igual o más importantes— porque no podemos medirlos.

Por ejemplo, se puede elaborar una estadística en la que se indican cuántos motonetistas tienen traumatismo de cráneo por no usar un casco protector pero no podemos determinar las consecuencias de que los gobiernos obliguen a su uso. Entonces qué hace el inteligente ser humano: impone multas a quienes no usan casco cuando conducen una motocicleta.

Me pregunto (porque también yo soy un ser humano poco inteligente) qué consecuencias reales (aunque por ahora no medibles) tiene el que los gobiernos se hagan responsables de que yo me cuide.

Para mí que si los gobiernos se encargan de algo que tiene que ver nada menos que con mi instinto de conservación, éste se irá atrofiando y es probable entonces que me vaya convirtiendo en alguien que tenga más accidentes aunque probablemente mi cráneo salga ileso.

Por el contrario, si los gobiernos no atrofian mi instinto de conservación con su actitud intervencionista, es probable que yo sea más responsable de cuidarme y que en definitiva tenga menos accidentes.

En suma: el defecto que señalo es que controlamos lo medible descuidando lo no medible (aunque sea mucho más importante).

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domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Qué hago?

Necesito que él me quiera porque sóla no puedo vivir.

Para que me quiera tengo que ser deseada. Si no me desea no me quiere.

Si me desea a mí es porque a él le hago falta, tiene carencia de mí. Si él tiene carencia de mi, entonces me quiere que es lo que yo necesito que suceda.

Pero resulta que como él me necesita (por suerte para mi), entonces yo estoy empezando a darme cuenta que su carencia es culpa mía.

Si siento culpa entonces todo se me complica pues sufro al necesitar su amor y sufro porque me siento culpable porque soy la causa de su carencia.

¿Qué hago? Ya sé: Me hago la distraida con eso de que su carencia es culpa mía e insisto para que me quiera sea como sea. Él sabrá cómo arreglárselas. Al final él es una persona grande y yo no tengo por qué estar cuidándolo. Supongo que sabrá cuidarse sólo. Si yo hiciera algo por cuidarlo estaría desmereciendo su capacidad de cuidarse y eso implicaría quitarle valor, descalificarlo.

Si lo descalifico puedo terminar dándome cuenta que no es alguien tan valioso para mí y ya no me importa tanto si me quiere o no me quiere.

¿Qué hago? Ya sé: me voy a mirar un poco de tele.

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sábado, 27 de septiembre de 2008

Al nene le chocaron el auto

Aunque confieso que el psicoanálisis me resulta muy convincente en infinidad de hipótesis, ahora lo dejaré un momento de lado porque quiero ser bien claro.

La palabra neurosis se usa corrientemente y a pesar de su amplio uso tiene significados muy variados, que van desde los más sofisticados a los más elementales.

¿Para qué complicarnos tanto si no tendremos que dar una conferencia para recibir un Premio Nobel?

Un neurótico es un tipo infantil. Es alguien que no terminó de desarrollarse. Se quedó con varias partes de su psiquis pequeñas, enanas, petisas.

Estas personas no aguantan esperar, no soportan que le digan que no cuando piden algo, les molesta mucho que le señalen sus errores, se irritan con facilidad, cambian de humor fácilmente.

Como la vida no tiene un tratamiento especial para ellos, entonces los que tendrían que adaptarse son ellos. Como no pueden adaptarse porque son inmaduros como un niño, entonces se inventan realidades paralelas, como por ejemplo:

Si tienen que esperar, se enojan porque imaginan que alguien está incumpliendo un horario o está trabajando demasiado lentamente; temiendo una negativa, imaginan un entorno hostil y egoísta; y así en cada caso, supondrán que la responsabilidad de sus carencias son ajenas, pensarán que todo está mal, que la vida es demasiado dura, que las personas son todas ingratas, mediocres, egoístas.

No es nada fácil ser neurótico. Es mucho más difícil ser neurótico que hacerse una psicoterapia, pero esta es otra característica de los neuróticos: no reconocen que necesitan ayuda.

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viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Te creo o no te creo?

No es posible creer en lo que nos dicen por más sincero que sea el otro. Lo más que podemos llegar a pensar es que el otro nos dice exactamente lo que está pensando.

A las 10 de la mañana, miro a mi compañera y le digo: «¡Qué hermosa que eres! ¿Podemos tener sexo ahora?»

Ella puede estar segura de que lo que le digo es exactamente lo que estoy pensando pero lo que no debe creer es que sea hermosa.

Otro día, a las 20 y 15 de la noche, miro a mi compañera y le digo: «¡Qué necia que eres! ¿No entiendes que el dinero no nos alcanza para hacer esa compra?»

Ella puede estar segura de que lo que digo es exactamente lo que estoy pensando pero lo que no debe creer es que sea necia.

Puse un ejemplo positivo y otro negativo porque me interesa dejar claro que tanto vale para lo que nos endulza los oídos como para lo que nos amarga la existencia.

El valor universal de lo que opina el otro ES NULO. Es su idea, su ocurrencia, piensa de esa forma. Nada más.

El valor universal de lo que opino yo también ES NULO. Es mí idea, mi ocurrencia, pienso de esa forma. Nada más.

Esta disección de algo tan simple de la vida cotidiana procura dejar sentado que lo creíble es la relación entre el pensamiento y lo expresado pero que no siempre existe relación entre el pensamiento y la verdad universal.

Todo esto vale también para lo que acabo de escribir. Puede creer que es lo que yo pienso pero no debe creer que estas sean verdades universales.

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jueves, 25 de septiembre de 2008

La ciencia trae mala suerte

Los humanos queremos saber cómo funcionamos para poder hacer algo en nuestro favor y evitarnos las sorpresas desagradables.

Nos gustaría saber qué deseamos exactamente para no sentirnos tan abrumados ante nuestros cambios de parecer. Comenzamos el día deseando contraer matrimonio y al promediar la tarde estamos pensando que esa sería una mala idea. Comenzamos una carrera universitaria llenos de entusiasmo y a los dos años nos parece que lo más interesante está en otro lado.

Un gran adelanto logrado por el pensamiento psicoanalítico es entender que no gobernamos nuestra conducta sino que apenas tenemos una co-participación. El centro de poder está en el inconciente de cada uno de nosotros. Es desde ahí de donde salen las órdenes que difícilmente dejamos de cumplir. ¿Por qué tengo estas ganas irrefrenables de volver a fumar después de no probar un cigarrillo en cuatro años? ¿Quién me manda a decirle al vecino que debería hablar con su hija que todos los días llega de madrugada traída por hombres distintos? El inconciente: no hay otro.

Es angustiante sentirnos como una marioneta manejada por un titiritero imprevisible. Como es tan desagradable enterarnos de esta mala noticia, negamos las informaciones que el psicoanálisis tiene para darnos.

Ya antes habíamos tenido otras dos malas noticias bastante hirientes para nuestro amor propio.

Cuando a Copérnico se le ocurrió decir que nuestro planeta no está en el centro del universo, casi lo matan. La humanidad entera se sintió ofendida por la falta de respeto que estaba teniendo este señor mal educado.

Tras cartón a Darwin se le ocurre afirmar que no somos una creatura fabricada por un ser maravilloso (Dios) sino que apenas somos un mono con mejoras.

Y como no hay dos sin tres, aparece Freud para decirnos que somos gobernados por un inconciente, que carecemos de autonomía y otras malas noticias. ¿Quién podría aceptar el psicoanálisis con estos antecedentes?

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miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mi niño ya se afeita solito

El embarazo termina completamente a los 28 años contados a partir de la fecundación. Mejor dicho: el período de gestación del ser humano es de 336 lunas (28 años x 12 lunas = 336 lunas) y no 9 como se dice vulgarmente.

Este error de 327 lunas (336 – 9 = 327) se debe a que en nuestra especie predomina la ansiedad e interpretamos que el parto es un acto de nacimiento. En realidad es solamente un cambio de útero por razones de espacio. La naturaleza cambia un útero materno por un útero social.

Las familias hacen algo parecido. Primero el matrimonio vive en un monoambiente, luego, cuando tienen su primer hijo se mudan a una casa con dos dormitorios y así continúan mudándose a medida que la familia requiere más lugar.

Digo entonces que el parto es una mudanza por razones de espacio ya que el feto no para de aumentar de tamaño y la naturaleza —sabiamente—, tiene previsto que el feto tenga todo pronto para alimentarse por vía oral y recibir oxígeno por vía aérea al cumplirse las primeras 9 lunas de gestación. Pero el proceso continúa, como digo, hasta aproximadamente los 28 años.

Recién a esta altura, el niño se encuentra en condiciones razonables de tener una vida independiente, puede trabajar, puede fundar una familia propia y puede prescindir del apoyo que le estuvieron dando los padres y la sociedad durante las mencionadas 336 lunas.

Muchos conflictos familiares y sociales se evitarían si entendiéramos de una vez por todas cuál es el verdadero plazo de gestación y no continuáramos presionando a nuestra descendencia prematuramente.

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martes, 23 de septiembre de 2008

Engañándome, soy un genio

Un «objetivo encubridor» sería algo así como un antojo muy grande que en realidad encubre disimuladamente otra intención.

La idea la extraigo de una concepto freudiano que él llamó «recuerdo encubridor». Por ejemplo, yo recuerdo con inusitada nitidez que cuando tendría unos 3 años, mi abuela materna quemó con una plancha de hierro, el azúcar esparcido sobre una crema. La estoy viendo, siento el olor del azúcar quemado. Nada más. No recuerdo si después comí esa crema, ni qué pasó antes ni qué pasó después.

Seguramente este recuerdo tan claro me está salvando de recordar algo penoso. El recuerdo encubridor es una artimaña de nuestra psiquis para aliviarnos de otros recuerdos dolorosos, cuya evocación no nos beneficiaría en nada. Nos haría pasar mal gratuitamente.

Lo que ahora llamo «objetivo encubridor» es algo parecido y se lo explico con un ejemplo:

Imaginemos un adulto joven que está empecinado en que una compañera de trabajo tenga un romance con él. Ella es casada igual que él; tiene el convencimiento de que son el uno para el otro y está seguro de que si pudieran tener aunque sólo fuera un encuentro amoroso, todo se aclararía enseguida.

¿Por qué es un «objetivo encubridor»? Porque se propone algo difícil pero cuya resolución depende de otra persona y con eso él se cree que los demás objetivos que no puede alcanzar —porque es incapaz, tiene mala suerte o es ansioso—, también son culpa de otro.

Tener una aventura con la compañera de trabajo condensa todas sus frustraciones. La negativa de la compañera le permite fantasear con que todo lo que no puede lograr es culpa (o responsabilidad) de otro y no de él.

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lunes, 22 de septiembre de 2008

Más vale malo conocido

Una buena estrategia para pasarla bien —o menos mal, si usted prefiere— es aumentar la tolerancia con uno mismo.

Si creo de mi mismo que soy una persona deshonesta pero cobarde, es muy distinto a creer de mi mismo que soy una persona honesta.

Todos somos un poco deshonestos. Nos gustaría aprovechar el descuido de alguien para quedarnos con su billetera, o salir a pasear en un hermoso auto cuyo propietario dejó olvidadas las llaves puestas o ser infieles y dejarnos llevar por la seducción de alguien muy atractivo/a.

¿Por qué nos abstenemos de caer en la tentación? Por miedo a las consecuencias. Bajo amenaza somos mejores personas que en estado de absoluta libertad. Entonces no somos honestos sino deshonestos miedosos, que es algo diferente aunque con resultados similares.

Cuando digo que pasaríamos menos mal si fuéramos más tolerantes con nosotros mismos, estoy proponiendo que nos amemos a pesar de reconocer que somos peor de lo que desearíamos. Si para amarnos tenemos que recurrir al autoengaño es como estar enamorados de alguien porque aún no sabemos quién es realmente.

El amor entre las personas es casi imprescindible para tener una buena calidad de vida porque somos animales gregarios. El aislamiento es una forma de castigo en las cárceles donde se desconocen los derechos humanos.

Para que el vínculo sea genuino, tiene que apoyarse sobre la mayor sinceridad posible y para lograrlo es imprescindible ser tolerantes. ¡Muy tolerantes! ... Empezando por nuestras debilidades más vergonzosas.

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domingo, 21 de septiembre de 2008

El huracán Natalia

Las entradas para ver a Natalia se agotaron dos horas antes de que comenzara puntualmente el espectáculo.

La edad promedio de los concurrentes era de unos 25-30 años y habían concurrido con vestimenta cómoda pero moderadamente elegante.

Luego de un teatral apagón de cinco segundos, estallaron las luces y la orquesta, provocando un verdadero tsumani sanguíneo en cada unos de los 11.000 espectadores.

El show tenía una duración prevista de sólo 45 minutos como era habitual en Natalia. Por eso —y para que los asistentes pudieran desplegar el incontenible deseo de bailar los diez temas que estaban programados—, no había asientos.

Ese primer tema, sólo instrumental y lumínico —Superlight at night—, predispuso al auditorio y algunos empezaron a sacarse la ropa de abrigo.

Antes de que se calmaran los ánimos, oimos el primer grito electrizante de Natalia, característico del tema The shout of the tigress.

Ingresó al escenario cantándolo y la locura fue total.

A la orquesta todavía le quedaba mayor volumen para agregar a sus instrumentos, sin quedarse atrás del arrasador caudal de voz de la cantante.

Aunque el comienzo fue muy arriba, Natalia y su orquesta lograron subirlo más y más, provocando en los espectadores gritos, saltos, abrazos, muchas lágrimas incontenibles de las más sensibles y sobre todo un coro que hubiera puesto la carne de gallina al mismísimo Beethoven.

El décimo y último tema, We make the show, el más pegadizo y bailable de los clásicos de Natalia, fue en su versión extendida (6 minutos) y le dio al espectáculo un broche de oro que difícilmente podremos olvidar quienes tuvimos la suerte de participar en este gran despliegue de alegría, armonía, luz, color, ritmo, buen gusto y perfecto control de la desbordante algarabía que provoca la potente voz de ella.

Esta vez, el escenario estaba preparado para que la figura de Natalia se fuera perdiendo en una densa neblina multicolor, saludándonos con carismática sonrisa desde su silla de ruedas.

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viernes, 19 de septiembre de 2008

Suspensión temporal de anestesia

A pesar de que la medicina duplica sus conocimientos y sus éxitos terapéuticos cada 5 años aproximadamente, el diagnóstico de cáncer sigue siendo una noticia muy perturbadora para el paciente y sus allegados.

Convengamos en que es una de las enfermedades más importantes que nos afecta, pero quiero compartir con ustedes un comentario sobre la diferencia que hay entre los éxitos terapéuticos que la medicina logra en oncología y la sensación de sentencia a muerte con que se recibe el diagnóstico.

La causa del dramatismo con que todos recibimos la información está en que permanentemente, el 100 por 100 de las personas estamos anestesiadas con respecto a la muerte. Individualmente pensamos que sólo se mueren los otros y que la muerte nuestra no existe.

Esta llamativa equivocación es comparable a la vida que llevaría alguien que permanentemente recibe una fuerte dosis de anestesia gracias a la cual, ciertos padecimientos normales, no los registra, no los sufre, los ignora, no sabe que los tiene porque la dosis permanente de anestesia lo mantiene en ese estado artificial indoloro.

El dramatismo con que tomamos el diagnóstico de cáncer obedece a que equivale a una brusca suspensión de esas dosis anestésicas con la que veníamos teniendo una forma de vida artificial, ignorando deliberadamente que para morir sólo hace falta estar vivos.

Repito: en términos relativos, es una enfermedad que nos impone un gran esfuerzo físico y anímico porque el tratamiento es muy agresivo aunque llevadero, sobre todo porque los especialistas cada vez son más competentes en ayudarnos a superar el trance amargo y a sacarnos con vida de tan penosas circunstancias.

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Aprobación diferida

— Papá, estás estacionando el auto muy cerca de las bicicletas. Lo vas a rayar.

— Tengo 40 años manejando. ¿A mí me vas a enseñar cómo guardarlo en el garaje?


Este diálogo de la vida real tiene un desenlace que no es el que todos imaginamos a primera vista.

Lo habitual es que, al leerlo, todos pensemos: «Este señor es caprichoso, corto de vista, está perdiendo facultades para conducir y no lo quiere reconocer».

No puedo decir que no sea cierto en algún caso concreto, pero en general lo que sucedió entre el joven y su padre es que éste no pudo aceptar enseguida la recomendación del hijo, pero para nada está previsto que no la tomará muy en cuenta y que en lo sucesivo se asegurará de no aproximarse tanto a las bicicletas.

Tenemos la creencia de que cuando intercambiamos ideas con otra persona, los resultados de la discrepancia tendrán que verse inmediatamente. NO ES ASÍ.

Las personas necesitamos tiempo para entender porque nuestra cabeza trabaja mucho más despacio de lo que parece y además somos esclavos de la autoestima. Si en nuestra cultura fuera un demérito muy descalificante cometer errores, desconocer algunos datos o carecer de ciertas destrezas, necesitaremos más tiempo aún para aceptar algo que pudiera dejar en evidencia alguna de estas particularidades tan vergonzosa.

Por lo tanto: el resultado de cualquier discusión no se puede evaluar enseguida de terminada sino un tiempo después. Es igual que no se puede saber el resultado de una cosecha una vez terminada la siembra.

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jueves, 18 de septiembre de 2008

Muchas gracias de nada

Dar las «gracias» es un gesto social que está presente cuando hay buen trato (afabilidad) entre las personas.

¿Y por qué es tan usada esta fórmula? ¿Por qué aparece un vacío tan escandaloso cuando no se produce?

La palabra «gracia» tiene varios significados pero en general todos están en torno al concepto «regalo desinteresado», «favor sin merecimiento» o «concesión gratuita».

En esencia una «gracia» es una concesión, es algo que se da.

Entonces, en nuestros usos y costumbres existe una fórmula para que las deudas se paguen y queden canceladas.

Alguien le da al niño un caramelo y la madre le sugiere que agradezca. El niño, mecánicamente, mientras procede a quitar el papelito para llevárselo a la boca, musita algo parecido a «grssssh».

La vecina nos avisa que un neumático de nuestro coche está sin aire y rápidamente le decimos «¡Muchas gracias!»

El presidente de la república, luego de superada alguna situación preocupante, le agradece a Dios y a todo el mundo por el esfuerzo, la comprensión, la hidalguía, la conciencia ciudadana, etc., etc..

Como decía, la gracia es un «regalo desinteresado», un «favor sin merecimiento» o una «concesión gratuita», que se pronuncia con la intención de quitar de la mente de nuestro ocasional benefactor (quien nos regaló el caramelo, la vecina informativa, el pueblo colaborador) la pretensión de recibir de nosotros algo más que esas pocas palabras.

Dar las gracias equivale a decirle a nuestro benefactor: «Olvídese de que le debo algo por el favor que me hizo».

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Tiranía pediátrica

El sistema de seleccionar a nuestros gobernantes por voto secreto es muy simpático, parece muy bueno —sobre todo porque tenemos el prejuicio de suponer que cualquier sistema que pueda denominarse democrático es bueno—. Pero no: simplemente es el menos malo de los conocidos hasta ahora.

Obtener de cada votante ese acto de depositar en la urna su decisión irrevocable, es algo muy estresante para los políticos que se postulan. Aunque no lo podamos creer, los políticos son personas que padecen fuertes ataques de incertidumbre.

Opino que la organización del Estado cuyas máximas autoridades son elegidas por los ciudadanos, es tiránica.

El criterio de selección no es transparente porque nunca se sabe que determinó la decisión del votante. Un tirano despótico al menos toma las decisiones dando la cara, pero el pueblo es anónimo, irresponsable, caprichoso, desconocedor de las consecuencias de su decisión porque 99 de cada 100 votantes no sabe fundamentar su opción.

La masa de votantes, promediando sus inteligencias, su responsabilidad cívica, el manejo que hace de la información que recibe, quizá tenga el nivel intelectual y emocional de un niño de 10 años.

Por lo tanto, quienes tienen vocación política, formación y experiencia en tareas de gobierno, capacidad y responsabilidad para detentar tan altas investiduras, son virtualmente elegidos por un niño de 10 años.

Cabe agregar que, como todo puede ser peor y como no conocemos un sistema mejor, es preferible que «el niño pueblo» pueda elegir a que se lo prive de ese derecho.

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martes, 16 de septiembre de 2008

El pene es de quien lo inflame

En mi práctica psicoanalítica he tenido varios casos de incompetencia varonil, disfunción eréctil o impotencial sexual ... como ustedes prefieran llamarlo.

Nunca me consultaron directamente por eso, sino que los motivos de llegada a mi consultorio fueron más indirectos: tristeza, insomnio, gastritis, etc.

Estas experiencias de vida masculina —tan perturbadas, empobrecidas y a veces caóticas—, han tenido una posible explicación que hoy me animo a compartir con ustedes porque sé que no pongo en riesgo la privacidad de ninguno de ellos.

Los hombres estamos responsabilizados de cuidar nuestro cuerpo para que funcione. No tenemos permitido dejarnos expuestos a la pérdida de nuestra salud. Las mujeres tienen los mismos deberes, pero ahora estoy escribiendo sobre los varones.

El pene responde a un estímulo femenino sin el cual no hay erección posible. Si el inconciente de ella no desea ser penetrada por el pene de ese macho, no emitirá las señales que provoquen en él la reacción psicofísica que permita la copulación.

En esta hipótesis (que rechazarán todos los que necesiten creer que gobiernan sus propias existencias) deja fuera el tremendo complejo de culpa que afecta al varón cuando no puede responder a las requisitorias sexuales que ella le hace.

Una mujer puede desear tener sexo con un varón porque quiere seducirlo, porque está aburrida, porque cree que está enamorada de él y por mil motivos más. Pero esta actitud deliberada, si no está acompañada de una demanda similar de su instinto (inconciente), no logrará que ese hombre tenga una erección como para penetrarla.

Las infinitas perturbaciones que padecemos todos porque ese fenómeno no acontece, parten de un supuesto equivocado. El deseo sexual no es controlable. Más aún: ningún deseo lo es. Negar esta subordinación al deseo es un acto de soberbia, de ignorancia, de omnipotencia, que —como corresponde— nos sale carísimo.

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lunes, 15 de septiembre de 2008

Su contraseña es PiRuLo

Se llama hacker al experto informático que ha desarrollado la habilidad de vulnerar los sistemas de seguridad que protegen información confidencial o con valor económico.

Lo que habitualmente cuidamos con una contraseña secreta puede quedar al alcance de quien descubra cuál es ella. El método más usado es el clásico «ensayo y error», cierta intuición, tener práctica y sobre todo perseverancia.

Existen varias historias de violaciones famosas, sobre todo de bancos e instituciones militares. Algunas pueden ser verdaderas.

Lo que me interesa comentarles es que en la relaciones humanas pueden aplicarse algunas técnicas de hacker para encontrar esa fórmula mágica que nos resuelva algunos conflictos muy molestos (y hasta perjudiciales) en el trato con otras personas.

Con un poco de intuición, práctica y sobre todo mucha paciencia, puede encontrarse la frase adecuada para desbaratar situaciones que nos amargan la existencia.

Ejemplos:

1) A quien nos habló muy mal injustamente, podemos decirle: «Yo también te quiero».

2) A quien duda de nuestra honestidad, podemos preguntarle: «¿Tu hipótesis es autobiográfica?»

3) A quien no tiene voluntad de pagarnos, podemos preguntarle: «¿Quieres que te ayude a buscar tu dignidad extraviada?»

Repito: Las frases deben buscarse para cada caso particular ... como la contraseña del Pentágono o de un banco suizo.

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domingo, 14 de septiembre de 2008

Psiquiatría Windows

Un joven de 31 años tuvo mucha suerte pero más que nada tuvo una gran inteligencia para crear una fortuna enorme si tenemos en cuenta la pequeñez del país en el que hizo esa proeza. Hasta cierto punto se explica porque además de su destreza para los negocios financieros, tenía suficientes conocimientos de informática como para que su verdadero campo de operaciones fuera el planeta entero.

A esa edad no quiso seguir creando nueva riqueza sino que sólo se dedicó a la administración de la renta que le generaba. Para ello contrató una secretaria y se retiró a un apartamento lujoso que adquirió.

Se comunicó con un informático muy ingenioso y le encargó que le construyera la computadora más completa que pudiera imaginarse.

Cuando la recibió pudo confirmar que esa pequeña caja metálica de color plata era casi un robot cuyas acciones a telecomando eran las mismas que haría un empleado eficiente.

La personalidad del joven millonario empezó a cambiar y cada vez estaba más recluido en su lujoso apartamento. En cierto momento prefirió despedir a la secretaria porque con esta computadora ya no la necesitaba. Prefería no atender el teléfono y sólo miraba películas por televisión.

Cierta vez tuvo un corte de energía en plena tarde y cuando consultó a la supercomputadora, ésta le informó que se debían a que tenía varios meses de consumos de luz impagos. Quiso resolver el asunto telefónicamente y también éste carecía de línea. Minutos después llegaron unos operarios que se llevaron los muebles y adornos de la casa por orden judicial por incumplimiento en el pago de algunas deudas hipotecarias.

Su debilitada personalidad por tantos años de encierro no toleró este shock y salió corriendo de su apartamento hacia la orilla del mar, gritando «me robaron, me robaron, me quiero matar, me quiero matar».

Generó tanta conmoción entre los transeúntes que alguien llamó a un servicio de salud que lo contuvo y lo internó en un nosocomio psiquiátrico donde quedó en estudio para ser atendido y sanado.

La supercomputadora recompuso el verdadero saldo de las cuentas bancarias, se pudieron cobrar los diferentes acreedores así como también el sanatorio psiquiátrico encontró habilitada la tarjeta de crédito de la que se cobraría el tratamiento y todo quedó en espera de un pronto restablecimiento del joven quien seguramente (por lo menos así fue programada la supercomputadora) haría ciertos cambios en su vida que lo salvaran de una nueva descompensación psíquica.

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sábado, 13 de septiembre de 2008

Mi gusto es tu gusto

En el artículo titulado Esposos siameses menciono esa particularidad de los primeros meses de vida que nos mantiene un buen tiempo creyendo que formamos parte de todo lo que nos rodea, sin darnos cuenta de las individualidades, de las autonomías de cada uno, sin comprender que estamos irremediablemente solos aunque rodeados de gente ... que también está sola aunque rodeada de otra gente.

Aceptar esta soledad es difícil, no porque sea una idea complicada sino porque es muy doloroso para nuestra necesidad de amor, de compañía, de protección.

Una prueba de que no hemos entendido que somos individuos separados del resto aparece cuando alguien critica el gusto de otro, aportando argumentos para descalificarlo.

Por ejemplo, alguien dice: «La película Lo que el viento se llevó es maravillosa. ¡Es la mejor película jamás filmada!» y el interlocutor le contesta enojado: «¡Qué esperanza! Esa película es horrible, aburridora, no se soporta. La mejor película jamás filmada es Cabaret».

Ambas personas está sobrentendiendo que su gusto personal e individual es el gusto universal, el de todos. Cuando hacen esas afirmaciones están volviendo a la etapa en la cual sentían que eran una parte indiferenciada de toda la realidad, fusionados, como si fueran una gota de agua disuelta en el océano.

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viernes, 12 de septiembre de 2008

Sacrificios sedantes

En el artículo titulado Más rendimiento con menor esfuerzo les comento que la naturaleza se vale de provocarnos molestias para que, en nuestro intento de aliviarlas, hagamos algo por nuestra vida.

A pesar de que la naturaleza nos provee de las molestias necesarias (hambre, por ejemplo) para estimularnos, darnos energía, proponernos un camino (buscar alimento, por ejemplo), a los seres humanos no nos alcanza y deliberadamente nos buscamos más molestias (gratificar a mamá, por ejemplo) con la intención de conseguir más estímulos, recibir más energía y para autodeterminarnos un camino (tener un desempeño escolar que a ella la gratifique, por ejemplo).

Por lo tanto nuestro funcionamiento obtiene la energía de dos conjuntos de situaciones: una natural (hambre, etc.) y otra artificial (gratificar a mamá, etc.).

¿Y por qué duplicamos nuestra dificultad agregándonos molestias? Una respuesta posible es la siguiente: los estímulos naturales están fuera de nuestro control y eso nos angustia porque nos sentimos expuestos a la indiferencia de la naturaleza, que notoriamente no nos cuida tanto como lo hacemos nosotros mismos.

Sin embargo, las sacrificios buscados por nosotros mismos (gratificar a mamá, por ejemplo) nos dan la sensación de que sí pueden ser controlados por nosotros y por lo tanto, nos tranquiliza creer que estamos mejor cuidados.

Esta tranquilidad justifica una enormidad de complicaciones innecesarias que sobrecargan nuestra existencia ya que, sinceramente, no nos salvan de ninguna de las vicisitudes inherentes al estar vivos.

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jueves, 11 de septiembre de 2008

«Mamá, no te amo»

El prefijo pre- significa «antelación, prioridad» como en los verbos prefijar o preceder, pero también significa «superioridad ó grado máximo» como en la palabra prepotente.

Por lo tanto en la palabra prejuicio tenemos que entender que se trata de un juicio anticipado (como cuando se asegura que alguien es culpable de algo sin tener las pruebas concluyentes), pero también podríamos entender que se trata de un súper juicio (así como pre-potente podría ser un súper-potente).

Entonces, un prejuicio no solamente es una idea frágil, (porque surge de un análisis precario, con una evaluación de pruebas desprolija, tendenciosa y antojadiza), sino que además es una idea que tiene un peso excesivo en nuestro pensamiento. Podría decir que un prejuicio es una creencia no confirmada y prepotente.

Estos tres párrafos están acá como prólogo de una idea muy pequeña pero muy trascendente en nuestra calidad de vida.

Es un prejuicio pensar que los padres y los hijos deben amarse y llevarse bien. Cuando el hijo es pequeñito y muy dependiente, es probable que sea imposible no amarlo por la ternura que a todos nos inspira un niño, pero cuando éste comienza a desarrollar su personalidad, a desplegar su temperamento y a formar su carácter, entonces puede pasar casi cualquier cosa con el vínculo hacia los padres.

Cuando se tiene el prejuicio de que obligatoriamente hay que amar y llevarse bien con los hijos, se suscitan terribles conflictos que se evitarían si los involucrados carecieran del prejuicio y asumieran que, por ejemplo, es adecuado querer más a un amigo que a la mamá.

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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Rompecabezas con pérdida de conocimiento

Los juegos electrónicos de concentración y destreza están diseñados para que todos podamos participar. Incluyen un menú donde el usuario podrá determinar el nivel de dificultad en el que se siente apto para disfrutarlo. A medida que va mejorando la aptitud para sortear los desafíos que nos propone, podemos ir aumentando los niveles para conservar el interés por el juego.

Las mismas dificultades que se le presentan a un jugador que intenta ubicarse en un nivel superior a sus posibilidades tienen los jóvenes cuando se insertan en una sociedad que tiene sus ritmos y sus códigos.

No es fácil para ellos poder controlar los impulsos enérgicos de un organismo poderoso, ágil, infatigable, lleno de apetencias, como para no perder un juego tras otro.

Los antipáticos mensajes «Game over» («Fin de juego»), «Try again» («Intenta nuevamente»), «Insert coin» («Pon otra moneda»), son señales inequívocas de que estamos fuera del nivel adecuado para nuestras posibilidades actuales.

Claro que entre la vida real y el juego hay una diferencia abismal: La vida no cuenta con un menú donde podamos elegir el nivel para el que nos sentimos más aptos. Los jóvenes tienen que participar en el único nivel de dificultad que encuentran habilitado y ahí padecen fracasos que, si entendemos por qué se producen (inadecuación inevitable del juego con el jugador), podremos ser más tolerantes con su reiterados yerros.

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martes, 9 de septiembre de 2008

Más rendimiento con menos esfuerzo

En el artículo titulado Así es la biela propongo pensar en que la naturaleza se vale de provocarnos una molestia para que al intentar aliviarla, iniciemos un movimiento que es esencial para la conservación de la vida individual y de la especie. (Una molestia es el hambre y el movimiento desencadenado es buscar alimento).

El resto de las especies tienen todo solucionado con el instinto y por eso no tienen necesidad de pensar como los humanos.

No llegamos a darnos cuenta del esfuerzo que nos cuesta tener que sustituir al instinto. Es tan complejo y trabajoso sustituirlo que cometemos un error tras otro.

En un intento de disminuir tanto trabajo y tantos errores, aplicamos el criterio de repetir aquellas acciones que una vez dieron resultado. Y acá aparece la primer posibilidad de cometer errores.

Si repetimos destrezas adquiridas y útiles para una mejor calidad de vida (hablar, desplazarnos, uso de los cubiertos, normas de higiene y convivencia), diremos que hemos aprendido.

Si repetimos conductas adquiridas que sirvieron una vez pero que luego sólo nos causan una pérdida en la calidad de vida (llorar para que nos den comida, enfermarnos para que nos mimen, adular para que nos perdonen), diremos que repetimos una escena traumática.

Tanto el aprendizaje como la repetición de lo traumático están mezclados, son difíciles de diferenciar y los usamos indistintamente.

Una de las funciones del psicoanálisis es desmezclar estas conductas permitiéndonos así un mayor rendimiento con menor esfuerzo.

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lunes, 8 de septiembre de 2008

A Seguro se lo llevaron preso

«No es inteligente llorar sobre la leche derramada» se decía en una época en la que ese alimento había que hervirlo por razones sanitarias. El hervor de este líquido se caracteriza porque una vez alcanzado el punto de ebullición, se genera una espuma tan abundante que desborda casi cualquier recipiente que lo contenga.

Siempre que ocurren catástrofes inesperadas aparece un grupo de ciudadanos que critica al gobierno por no haber previsto que esto pudiera pasar. Cuando la vida retoma la normalidad, es probable que se cree una comisión que estudie los hechos y asesore al cuerpo legislativo sobre que se hará si vuelve a ocurrir.

Las leyes aparecen después de que algo ocurrió e inspiró al pueblo sobre la conveniencia de crear una norma. También se legisla copiando a otros países que ya sufrieron ese fenómeno que se procura evitar.

Cuando se instalan semáforos donde ya mataron a un peatón; cuando se crea un equipo especializado después de un trágico asalto con toma de rehenes; cuando se endurecen los controles después de un incendio donde se había omitido el cumplimiento de las normas vigentes, y en mil casos más, suele no ser procedente la crítica por falta de previsión ya que la capacidad anticipatoria del ser humano es limitadísima ... si la comparamos con la que creemos poseer.

Nuestro cerebro necesita inevitablemente que algo ocurra para que pueda estar en condiciones de tomar medidas precautorias razonables. Si así no se hiciera, deberían prohibirse todas aquellas acciones que la imaginación más paranoica e hipocondríaca pudiera imaginar, es decir, TODAS. Cualquier manifestación de vida es peligrosa porque estar vivo es la condición necesaria y suficiente para morir.

Vuelvo al principio para rectificar el refrán, el que quedaría redactado así: «No hay más remedio que llorar sobre la leche derramada».

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domingo, 7 de septiembre de 2008

Los bomberos con nafta

En los artículos anteriores titulados Agresividad por convicción y ¿Cuánto me cobran por pegarle al vecino? comento algunos puntos de vista porque me parecen aceptables y, sobre todo, porque no los he encontrado en lo que habitualmente se dice sobre el tema de la violencia.

Mi punto de vista es que la agresividad es una característica propia de cualquier animal y que está legitimada si se usa para conservar la vida.

Cuando pensamos que un ser humano hace un uso no legitimable, le aplicamos una sanción —como si fuera una multa—, con la que generalmente le quitamos derechos (a la libertad, a la circulación, etc.).

Este costo que la sociedad le impone a quien usa indebidamente su agresividad, puede tener dos consecuencias: 1) disuadir a quienes estuvieran tentados a ser violentos en vez de usar formas pacíficas de defenderse o, 2) por el contrario, aumentar la violencia de quienes perciben en la sanción social un agravante de su percepción amenaza.

Había dicho que la percepción de amenaza es algo muy personal y que está influido por las circunstancias. Agrego ahora que los encargados de fijar las sanciones (los legisladores), lo hacen según su personal y circunstancial forma de imaginar que se logrará disuadir la violencia.

Si bien es probable que la mayoría de los legisladores estén convencidos de que la norma será disuasiva (razón personal) y la mayoría de los votantes también opine lo mismo (razón circunstancial por estado de conmoción, sensación térmica), estamos nuevamente ante la posibilidad de un desacierto porque los destinatarios de la norma pueden sentirla agresiva, amenazante y provocar más actos perjudiciales.

Les aseguro que ninguna de las mayorías (de legisladores y ciudadanos) que aprobaron la norma tendrán la autocrítica suficiente para aceptar que su maravillosa solución es contraproducente. Por el contrario, crearán normas aún más severas, apagando el incendio con nafta.

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sábado, 6 de septiembre de 2008

¿Por qué esos cambios de humor?

Cuando tenemos más de un año, ya decimos algunas palabras, caminamos un poquito, y —dependiendo de nuestra evolución neuromuscular o de la ansiedad de nuestra mamá— quizá ella intente en algún momento dejarnos sobre un recipiente adecuado para que defequemos comenzando así el control de esfínteres, especialmente el anal porque es el que socialmente causa mayores inconvenientes.

Como les he comentado en otros artículos, cuando somos tan pequeños poseemos una idea de las cosas bastante particular, que luego se va modificando, hasta que llegamos a la edad adulta, cuando también tenemos una idea de las cosas bastante particular pero como somos más grandotes la sociedad no tiene más remedio que tolerar nuestras posibles rarezas.

En aquel entonces pensamos que nuestra caca es algo muy valioso, es parte nuestra, la fabricamos con amor, la depositamos en ese recipiente porque hemos entendido que mamá se pondrá muy contenta y como la amamos tanto, queremos hacerle ese valioso regalo. ¡Ella se lo merece!

No se imaginan ustedes cómo al pequeño se le parte el corazón cuando ve que ella, en un acto por demás incomprensible, tira nuestro regalo en el W.C. y luego hace correr bastante agua para que no queden ni rastros. Cuando llegamos a tiempo, podemos inclusive despedirnos de los excrementos deseándoles mejor suerte haciéndole ¡Adioooos! con nuestra manito.

Pues bien, esta tragedia espeluznante es tan penosa que por suerte la sacamos de nuestra conciencia, pero como queda medio perdida en el inconciente, no se extrañen si en algún momento, cuando somos adultos, nos ponemos tristes y nos convencemos de que todos los que nos rodean son unos ingratos, desamorados, desagradecidos, egoístas y malos.

¡Y ahora me enojé con ustedes! No sigo escribiendo porque quizá no sepan valorar el regalo hermoso que les estoy haciendo... :-)

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viernes, 5 de septiembre de 2008

Así es la biela

Una biela es una barra que sirve para transformar el movimiento de vaivén en otro de rotación. La habrán visto en los trenes a vapor porque es una toma predilecta en algunos filmes cuando se quiere representar la partida del personaje para comenzar alguna aventura.

Las piernas funcionan como dos bielas cuando, haciendo un movimiento de vaivén (pujar hacia abajo y aflojar) sobre los pedales, logran que la rueda trasera de la bicicleta gire.

El movimiento que se produce gracias a la energía que se logra con un «tire y afloje» es el que también usa la naturaleza para que nos pongamos en movimiento y podamos conseguir lo necesario para seguir vivos (como individuos y como especie).

Por ejemplo: el hambre es un dolor que se alivia comiendo; el dolor en la panza se alivia defecando; el deseo sexual se alivia practicando sexo. Como ven: la naturaleza nos produce un dolor y nosotros buscamos el alivio: en este tire y afloje (dolor y alivio), hacemos todo lo que hacemos, tenemos energía, nos movemos, seguimos vivos y nos reproducimos.

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jueves, 4 de septiembre de 2008

¿Cuánto me cobran por pegarle al vecino?

La agresividad se manifiesta siempre en defensa propia, sólo que a veces, entre quienes evalúan —con su criterio— qué debe entenderse por «en defensa propia», surgen opiniones diversas e inclusive contrapuestas.

Si un hincha siente que el juez de un partido de fútbol toma una decisión que perjudica al equipo de sus amores, puede sentir sinceramente que lo están atacando con peligro de morir (de un infarto, por ejemplo).

El efecto de contagio que es propio de nuestra especie (si alguien grita ¡fuego! en un cine, es probable que mueran varias personas tratando de huir) inducirá a que otros se sumen a la furia y que esa decisión del juez se convierta en una chispa incendiaria.

En nuestra especie, todo lo que es percibido como amenaza, activa automáticamente mecanismos de defensa que se nutren de nuestra agresividad y se apoyan en todo lo que podamos usar como armas eficaces.

Como los peligros que nos amenazan también pueden provenir de otros seres humanos, creamos leyes que establecen algo muy parecido a las tarifas o aranceles que deberán pagar quienes agredan injustificadamente. El pago que deberá realizar el agresor injustificado suele ser en derechos: a la libertad, a la circulación, al voto, etc.

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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Agresividad por convicción

Todos los animales estamos dotados de agresividad para luchar por la vida y en nuestras anatomías alguna parte es la más adecuada para ser usada como arma: la cola en el alacrán, las patas traseras en los caballos, el aguijón en las abejas, la boca en una mayoría de las especies.

Quizá por ser los más débiles de la escala zoológica, los humanos no solamente usamos varias partes de nuestro cuerpo para golpear o herir sino que poseemos inteligencia, que en este caso ha servido para la fabricación de armas.

También es una particularidad de nuestra especie el poseer instintos muy poco desarrollados por lo que, además de las necesidades propias de cualquier otro animal (hambre, frío, etc.), nos complementamos con deseos que podríamos definirlos como «necesidades psíquicas» (deseos de ser amados, deseos de fama, deseos de poder, etc.).

Todos los animales estamos dotados de agresividad para luchar por la vida y en nuestro caso, como no contamos con la programación infalible del instinto, interpretamos qué debemos entender por peligro con diferentes grados de acierto.

Como la definición de peligro que justifique el uso de la agresividad y las armas es bastante personal y casi siempre subjetiva, solemos quedar desconcertados cuando en algunos semejantes se desata una violencia que nos parece fuera de lugar, injustificada, condenable.

Puedo asegurar que los actos más desatinados ocurrieron cuando el violento se encontraba íntimamente convencido de que ésa era la única actitud que podía tener. Aún cuando más tarde se arrepienta.

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martes, 2 de septiembre de 2008

Mañana, hoy será ayer

Les contaré por qué me duele tanto la decadencia de Michael Jackson.

Hoy, a poco de cumplir sus 50 años (el 29 de agosto de 2008), no es ni la sombra de lo que fue desde que tenía apenas 4 años como un niño prodigio capaz de entretener a todos con su arte.

A los 12 años era conocido en todo el mundo como la figura central de los Jackson Five junto a cuatro de sus hermanos.

El compacto Thriller sigue siendo el disco más vendido en la historia de la música y el video-clip del tema homónimo marcó un antes y un después en la historia del pop.

En torno a su talento se invirtieron millones de dólares con resultados siempre positivos. Miles de personas ganaron buen dinero trabajando directa o indirectamente para él.

Las cosas empezaron a complicarse con varios desaciertos en la administración de su imagen y de su fortuna a tal punto que hoy está próximo a perderlo todo.

Esta historia me conmueve porque es un artista que siempre me gustó y fíjense que me sucede:

Como es alguien que me llamó mucho la atención y ha tenido una historia de triunfo y fracaso, se parece mucho a mí mismo porque alguna vez fui pequeño y me sentí un rey, luego la maduración me trajo los problemas normales que le suceden a cualquier adulto cuando asume responsabilidades y entra en la etapa en que deja de ser protagonista para dejarle ese lugar a las nuevas generaciones.

De hecho, esto nos pasa a todos siendo la nostalgia que todos sentimos en mayor o menor grado, el sentimiento que confirma aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”.

También es cierto que HOY será algún día una época que añoraremos y por eso vale la pena disfrutarlo intensamente.

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lunes, 1 de septiembre de 2008

¿Me engañaron?

Llevome la curiosidad al Diccionario de la Real Academia Española para leer qué entienden estos eruditos sobre el verbo GOZAR (ir), y cual no fue mi sorpresa cuando leo las acepciones que transcribo a continuación y que ustedes podrán corroborar si activan el hipervínculo:

2. tr. Tener gusto, complacencia y alegría de algo. U. t. c. prnl.
3. tr. Conocer carnalmente a una mujer.

De estas dos definiciones deduzco que lingüísticamente las mujeres no gozan de conocer carnalmente a un hombre.

No quisiera pensar que no nos gozan porque no están autorizadas oficialmente a hacerlo. Tampoco quisiera pensar que no nos gozan porque son frígidas.

Claro que la cosa se complica más si —con perversión de abogado buscapleitos— el idioma castellano nos está diciendo que las mujeres gozan sí, pero cuando conocen carnalmente a otra mujer, lo cual, no digo que esté mal la práctica del lesbianismo pero me resisto enérgicamente a pensar que las mujeres no gozan conociendo carnalmente a un hombre.

¿Me estuvieron engañando?

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