miércoles, 30 de abril de 2008

«Cuidas más a tu coche que a mí»

En la literatura psicoanalítica se ha mencionado «la envidia del pene» que estaría significando el deseo que tendría las mujeres de poseer ese partecita tan significativa pero sin dejar de ser mujeres. No se trata de homosexualidad sino de acceder a los beneficios que tenemos los hombres y que las mujeres también desearían tener.

Esto puede ser porque desde hace siglos hay más hombres poderosos que mujeres poderosas, y este sólo hecho ya sería suficiente como para que ellas nos envidien. Supongo que existen otros privilegios más que agravan las molestias de ellas sobre el «reparto» poco igualitario de beneficios.

Me parece interesante pensar también que existe otro sentimiento tan importante como «la envidia del pene» y que sería «los celos del pene».

Los hombres tenemos un cuidado especial con esta parte de nuestro cuerpo. Tiene utilidades maravillosas pero además simboliza muchas cosas. Ellas desearían que nosotros las amáramos tanto o más que a nuestro pene y por eso ellas celan de él.

Claro que cuando entran en conflicto nuestra racionalidad y nuestro inconciente, rápidamente nos ponemos de parte de la racionalidad pero la verdad es que lo que nos gobierna en última instancia es el inconciente. La consecuencia práctica de esta aseveración es que ellas jamás reconocerían que tienen celos de una parte del cuerpo del hombre porque sonaría muy disparatado. Ni siquiera se lo reconocerían a sí mismas. Pero que es así ... ¡ni lo duden!

Y recuerden que yo se los dije primero. :-)

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martes, 29 de abril de 2008

“Chancleto” —dijo la cigüeña (1)

Días pasados traía a colación el relato de alguien que estaba amargada porque al persignarse la fórmula mencionaba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo pero no a María, por lo cual sentía la discriminación del género femenino en pleno.

Esto está por cambiar y no precisamente por los movimientos feministas sino por la ciencia.

El acto sexual para procrear está entrando lentamente en desuso y vamos derecho a que el macho de la especie ocupe un lugar secundario porque unos pocos padrillos seleccionados científicamente, serán los proveedores del espermatozoide que fecundará a los nuevos ejemplares de la especie.

La vieja práctica artesanal de fornicar con la mujer sin interponer ninguna barrera al líquido seminal pasará a convertirse en una práctica obsoleta, fuera de moda, anticuada, vetusta, arcaica.

Ellas entonces pasarán a ser el género principal y hasta será posible repetir la hazaña de María de concebir un hijo sin perder su virginidad.

En muchas culturas, inclusive actuales, se desprecia tanto el nacimiento de una niña que se ha llegado a su negación y muerte. Me parece que con estos adelantos de la ciencia el nacimiento de un varón pasará a ser la mala noticia y no faltará quien patrocine su abandono y muerte como pasó con las mujeres cuando las circunstancias eran muy diferentes.

(1) Nota: En el Río de la Plata se dice en lenguaje coloquial y con tono despectivo “chancleta” a la hija mujer recién nacida. Chancleta es un calzado con el talón aplastado y que sólo es presentable para un uso dentro de casa.
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lunes, 28 de abril de 2008

Lo mordió una víbora placebo

El efecto placebo es el que se produce en alguien que ingiere una sustancia que sabe que le aliviará un síntoma y se beneficia con el alivio aunque en realidad le fue suministrada una sustancia inerte. Igual obtuvo el beneficio porque esperaba que le sucediera con mucha fe.

Son conocidas las pruebas de laboratorio en las que dos grupos de voluntarios, uno experimental y otro de control son medicados, el primero con la sustancia cuyos resultados se quieren conocer y el segundo con un producto aparentemente igual pero que es comprobadamente inactivo, con lo que se sacan algunas conclusiones sobre si existen efecto terapéutico o solamente efecto placebo.

«La fe mueve montañas» también se dice desde tiempos inmemoriales y el efecto placebo tiene que ver con la fe y por lo tanto con la sugestión.

Estos fenómenos suelen observarse en un contexto favorable, en el cual se espera que una sustancia produzca una mejoría, pero lo interesante es que también existe el efecto adverso.

Si tenemos fe en que ciertos alimentos nos harán mal, que los rayos ultra violeta nos provocarán daños irreversibles, que dormir en ciertas posturas compromete la higiene de columna, que la delincuencia se encuentra en una escalada sin control, que se avecinan inundaciones por el recalentamiento global, es muy probable que estas amenazas también nos produzcan un efecto placebo, pero en contra.

En suma: El efecto placebo puede funcionar como una sustancia curativa o como con un veneno.

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domingo, 27 de abril de 2008

La orquídea se despereza

Más que un adolescente, parezco una señorita hablando siempre de lo difícil que es para mí congeniar con mi madre. Las chicas es normal que tengan en su mamá una referencia para diseñar su personalidad y una enciclopedia interactiva para esas dudas atroces, como por ejemplo qué hacer con fulanito «que me vuelve loca pero creo que no me gusta».

Desde que nos quedamos ella y yo solos, ella comenzó a endurecer su carácter. A escondidas miro una y otra vez las fotos de ella cuando se disfrazaba de bailarina flamenca y se la veía desplegando una energía que ahora sólo utilizaba para exaltar con arrebatos de vehemencia el lado oscuro de la vida.

Cuando estaba en la escuela y durante un buen tiempo posterior a que mi padre se fuera de casa, ella veía los errores de mis deberes y me decía: «Esto podría quedarte mejor de esta otra manera», «me parece —no estoy segura— que esto que pusiste acá está explicado de otra manera en el libro de texto. Veámoslo juntos», «no sé por qué pero te apostaría a que esta fórmula es diferente». Mis errores y omisiones no eran dramáticos: sólo eran errores u omisiones.

Pero a los meses de aquel fatídico abandono, dejó de comprarse ropa y sin tener una necesidad económica, usaba una y otra vez los viejos atuendos, que no le quedaban mal, pero que realzaban su apocamiento, su chatura, su ingreso en la mediocridad, su agrisamiento (si es que existe este derivado de la palabra «gris»).

Lo único que parecía escaparse a este pequeño derrumbe era el estricto cumplimiento con su trabajo. Postergaba prácticamente cualquier cosa con tal de llegar en hora y no le conocí motivo que le impusiera alguna inasistencia.

Como el inesperado flash de un paparazzi, un día se puso muy nerviosa cuando captó el origen de una llamada entrante en su celular. Discretamente se fue para su dormitorio y con gran parsimonia fue cerrando la puerta hasta que hizo trac.

Estuvo distraída el resto de la tarde y por alguna señal misteriosa me sentí obligado a no interrumpir su silencio. En los días subsiguientes todo empezó a cambiar en ella como si una orquídea acabara de despertarse. También cambió la hora de regreso del trabajo, el vestuario, el calzado, el perfume, su actitud ante mis errores y omisiones.

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sábado, 26 de abril de 2008

Ejecución en suspenso por tiempo indeterminado

«Todo tiempo pasado fue mejor» es una frase muy trillada y que todo el mundo la evalúa como verdadera. Sin embargo es falsa.

La frase correcta debería ser «Todo tiempo pasado NOS PARECE que fue mejor», pero en realidad fue igual o peor que ahora.

Algo que enturbia mucho el presente es que uno está sintiendo las molestias del existir ahora pero cuando esas molestias quedan atrás porque aparecen nuevas molestias, rápidamente nos olvidamos de ellas como cuando nos despertamos y recordamos un sueño con total nitidez pero a los diez minutos ya quedan apenas unas hilachas sueltas.

Por ejemplo la carestía de la vida es más dolorosa cuando estamos yendo a hacer las compras (hoy) que el recuerdo de cómo gastábamos dinero hace diez años. En esta comparación de sensaciones subjetivas concluimos que antes vivir era más barato.

El evento más significativo y menos conciente es que sólo podemos morir hoy mientras que antes estamos seguros de que seguimos vivos.

Resumiendo: Si hoy comparo una circunstancia en la que no estaba amenazado de muerte y otra en la que si lo estoy, no cabe ninguna duda de que ésta es la peor. Por lo tanto se confirma que «todo tiempo pasado fue mejor», y también se confirma que esta es una comparación subjetiva errónea, porque en aquel momento ideal también estuvimos amenazados de muerte pero como hoy vemos que eso no sucedió, entonces suponemos que no tuvimos esa angustia existencial amargándonos la vida.

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viernes, 25 de abril de 2008

Te quiero menos que a mí

Pregunta: ¿Puede el mejor amigo desear que uno se quede ciego?
Respuesta: Depende.

Explicación: Por esas cosas tan curiosas que tiene la profesión de analista llegué a conocer una historia que si no es verdadera, por lo menos es psicoanalíticamente creíble.

Un señor de unos 40 años está en análisis hace más de 2 años y todo funciona normalmente.

En cierto momento me contó que su mejor amigo tiene los valores de azúcar en sangre por encima de lo normal pero que había decidido no consultar al diabetólogo sino realizar un automonitoreo con un medidor de glucemia.

Esta decisión del amigo le produjo una fuerte reacción angustiosa que procesó en el diván describiendo minuciosamente a todos los riesgos que se expone el pre-diabético cuando no se somete al control estricto del especialista.

Naturalmente que los picos angustiosos tenían que ver con la ceguera y la progresiva amputación de extremidades que —según mi analizante— sufriría su mejor amigo.

Otros contenidos ideicos del analizante me permitieron sugerirle hasta qué punto para él no era más tranquilizador que el amigo quedara efectivamente ciego ya que así lograría confirmar una creencia que parecía vital para el equilibrio emocional de mi paciente: — ¿Si su amigo quedara ciego a consecuencia de la diabetes, usted sentiría pena y conformidad al mismo tiempo?, le pregunté en cierto momento que resultó oportuno.

Esta interpelación lo tomó por sorpresa pero tuvo que convenir que el gran afecto que siente por su amigo es menos intenso que su necesidad de ver ratificadas sus creencias.

El motivo de este artículo no es contarles sobre la patología de un analizante sino más bien informarlos sobre un aspecto normal que él posee pero que vulgarmente se consideraría como enfermizo. Una gran cantidad de personas se manejan con esta escala de valores inconciente aunque concientemente están seguros de que piensan todo lo contrario.

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jueves, 24 de abril de 2008

Más aburrido que bailar el himno

Cuando una persona se aburre es porque en ese momento está pensando que es inmortal.

Desde este enfoque, el aburrimiento es un sentimiento que tiene un trasfondo que seduce al instinto de conservación.

Aunque la apariencia es negativa, no es sencillo lograr que alguien deje de aburrirse mientras el instinto de conservación está nutriéndose de ese componente tan positivo. La persona NO PUEDE DEJAR DE ABURRIRSE mientras el instinto de conservación está “mamando” la sensación de inmortalidad.

El aburrimiento se produce por una falta de estímulos atractivos. Si bien es cierto que pueden no existir suficientes estímulos, también es necesario tener en cuenta que el sujeto —presionado por el instinto de conservación— rechaza activamente los estímulos que pudieran existir para conservar las circunstancias favorables a la creencia en la inmortalidad.

El ánimo deprimido que generalmente acompaña al aburrimiento suele valorarse como una circunstancia totalmente penosa porque su faceta visible lo es. Observado desde esta otra perspectiva podría decirse que el sujeto paga con ese pesar el beneficio de la creencia satisfactoria por excelencia... ¿pero es lógico suponer que el sujeto paga un costo por aburrirse?

No. No es lógico suponer que el sujeto voluntariamente pueda pagar algo. Lo que se nos presenta como un costo en realidad es una actitud —convincente hasta para el propio sujeto— que logra el aislamiento narcisista, el encapsulamiento, la “uterinización” gozosa. Algo semejante a la unidad armónica que conforma la madre con su bebé lactando. El deprimido reedita esa situación. Para lograr la imprescindible puesta en escena es preciso una actitud replegada, de rechazo al mundo exterior en cuanto pretenda pedirle responsabilidad adulta. El malhumor del aburrido puede explicarse porque se da cuenta que no es aquel niño lactante por el que siente nostalgia.

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miércoles, 23 de abril de 2008

Responsabilidad intramuscular

Habéis oído la sentencia que dice «La ignorancia de la ley no exime su cumplimiento», lo cual también podría expresarse diciendo: Si cometes un delito, no te salvarás de la sanción por más que alegues no saber que estabas haciendo algo prohibido.

Esta ley es universal. Toda nación la tiene consignada en sus códigos y así podemos dormir más tranquilos porque sería muy fácil transgredir alegando ignorancia.

Sin embargo la contraria no funciona igual. Si un abogado comete ciertos delitos, se convierten en especialmente agravados por el amplio conocimiento de la ley que posee. Entonces, si bien nadie puede alegar ignorancia, quien más conocimientos posee más responsable es.

Y ahora viene la esperada explicación de por qué hago este rodeo.

Algunas personas andan por la vida contándole a todo el mundo los padecimientos que lo aquejan y los riesgos vitales que corren debido a tal o cual enfermedad y no lo hacen por el simple deseo de compartir, no lo hacen de puro extrovertidos, lo hacen para que los destinatarios de esas alertas rojas se conviertan en personas especialmente responsables de los accidentes o daños que podrían padecer estos personajes tan informativos.

Así como un abogado es más responsable ante la ley por todo lo que sabe, el destinatario de estas informaciones también se convierte, sin advertirlo en el momento de recibir minuciosas descripciones, en alguien más obligado a la asistencia y eventualmente, a participar en los cuidados preventivos que tanto riesgo conocido pudieran merecer.

Exagerando un poquito, -sólo para ser más claro- esa comunicación es como una especie de inyección que transforma en esclavo al que la recibe mientras que el informante-inyectador se convierte en su amo.

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martes, 22 de abril de 2008

La eterna historia de Rómulo y Remo

Estoy absolutamente indignada y alguien me va a tener que explicar que es lo que está pasando conmigo.

Tengo una amiga que ya está en segundo de facultad de psicología que me contó lo que había leído en un autor francés muy revolucionario.

Este filósofo parece que denunciaba al cristianismo porque en el momento de persignarse, se decía «En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Amén» sin hacer la más mínima mención a María.

Vengo repitiendo esas palabras desde que tengo uso de razón sin darme cuenta que me estoy excluyendo de la raza humana como una verdadera tonta.

¿Qué es lo que pasa con nosotras? Parece que formamos parte de una confabulación en contra nuestra que no puedo dar cabida en mi cerebro.

¿Cómo puede ser que la mitad de la población mundial sea ignorada de esta forma? ¿Realmente nos merecemos esta exclusión? ¿Estamos íntimamente de acuerdo con que nos discriminen?

Dentro de lo poco que sé, no me siento representada por ningún movimiento feminista porque me parece que son unas bobas que lo único que pretenden es conquistar las obligaciones de los hombres a cambios de uno o dos derechos que para nosotras simbolizan la igualación: el derecho al voto —que ya se consiguió— y una mayor semejanza en las remuneraciones cuando las tareas son iguales a la de los hombres —que está por conseguirse—.

Si los que dicen representar a Dios nos excluyen de una forma tan manifiesta y hasta nosotras lo andamos repitiendo cuando nos persignamos, ¿cómo hago para no deprimirme? ¿qué valores tomarán de mí los hijos que tenga y que inevitablemente estarán criándose con un no-ser-humano?

Nota: Cuenta una leyenda que Rómulo y Remo eran dos gemelos que tuvieron que ser abandonados por su madre y que fueron amamantados por una loba. Más tarde se convertirían en los fundadores de Roma.
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lunes, 21 de abril de 2008

Disciplina impopular

Es preciso ser disciplinados. Tenemos que hacer el esfuerzo de tener una línea de conducta y no apartarnos de ellas. Esta es la actitud más conveniente a cualquier edad, con cualquier sexo, en cualquier circunstancia.

La pregunta es: ¿disciplinados con qué mandato, reglamentos, leyes, criterios?

Responder esta pregunta es esencial. Tanto como cuando se va por un camino y aparece una bifurcación. Un ramal va para un destino y el otro ramal va para otro lugar totalmente distinto. ¿Cuál elegimos? Las consecuencias son diametralmente diferentes.

La mayoría de las personas somos disciplinados, en lo que variamos es en cuál es el código al que adherimos.

Simplificando mucho podría decirse que existen dos conjuntos de normas bien definidos: Uno es el compuesto por los criterios sociales de nuestra cultura y el otro es el compuesto por lo que nos indica nuestro deseo.

La cultura se orienta básicamente por modas mientras que la naturaleza (expresada por nuestro deseo) depende de nuestra respuesta adaptativa a las condiciones del entorno detectadas por sensores desarrollados en nuestra especie a lo largo de millones de años.

El 98% de las personas están condicionadas para ser disciplinadas con los mandatos de la moda, de los usos y costumbres, del «qué dirán», por los mandatos sociales. Esto está bien porque necesitamos ser aceptados, amados y nos ganamos la aprobación siendo obedientes (disciplinados).

Este artículo pretende dejar la sugerencia de que nuestra jefa principal es la naturaleza que se expresa a través de nuestro instinto de conservación y de nuestro deseo. Por lo tanto, una buena idea sería: No pelearse con quienes nos rodean —para que siempre nos amen— pero ser muy disciplinados con lo que nos indica el instinto de conservación, el deseo, el cuerpo.

Ya sé lo que está pensando y estamos de acuerdo: es inevitable ser algo hipócrita.

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domingo, 20 de abril de 2008

El ballet de Satán

«Los hombres pasan pero sus regalos quedan» era el lema que rubricaba la brillante personalidad de Dorilda, una amiga de mi abuela que provocaba comentarios durante cinco días antes de su llegada y otros cinco posteriores a su partida hacia otro afortunado que la recibiera en su casa.

Llegaba cargada de obsequios, vestidos brillantes que sonaban fru-fru cuando caminaba con su regordeta elegancia.

Después de los senos de mi madre, los de Dorilda ocupaban un prestigioso segundo lugar en mi afiebrada imaginación para conciliar el sueño, muchas veces interrumpidos por eyaculaciones urinarias que ponían de pésimo humor a mi niñera.

¿Cómo hacía Dorilda para que yo me sintiera el ser más importante de la tierra dirigiéndome apenas unas pocas frases de compromiso? Sólo un alquimista de alto rango podría descubrir el secreto de su embrujo.

Adoraba a mi abuela y ambas se quedaban conversando hasta muy tarde durante esa única noche que pernoctaba con nosotros.

Yo no paraba de observarla: quería descubrir la fórmula para lograr una seducción-express.

Cuando ella llegaba, mi abuelo desaparecía de los lugares que solía frecuentar. Casualmente nunca se cruzaban con Dorilda. Quizá era pura coincidencia, pero mis fantasías más sórdidas hacían que mi autoerotismo adelantara la respuesta orgásmica con sólo imaginar alguna escena carnal entre ellos dos.

Algún día todo esto se terminó. Fueron falleciendo aquellos personajes de mi niñez y un manto de olvido fue cayendo en cámara lenta.

Mi predilección por las biografía trajo a mis manos «La historia oficial de Dorilda Bermúdez» escrita por una experta en este género literario. Si hubiera sacado la lotería no me habría alegrado tanto. Las casi cuatrocientas hojas pasaron por mis ojos en una noche con su madrugada.

La maravillosa seductora terminó sus últimos años en una cárcel porque aquel don maravilloso había sido utilizado durante toda su extensa vida para estafar, extorsionar, administrar burdeles, desafiar a la justicia y mandar a la ruina mental, física y económica a muchos hombres.

A pesar de este prontuario, nuevamente me maravillé al constatar que aquella mujer también había podido darle un significado tan literal a su lema: «Los hombres pasan pero sus regalos quedan».

sábado, 19 de abril de 2008

Cuando Bill Gates me mandó a la mierda en bote

Imagínense que Bill Gates saca una extensión de su tarjeta de crédito y le dice que debe recorrer toda América Latina en bote. Sólo en bote. Usted deberá evaluar que por más dinero que usted tenga, nunca podrá acceder a lugares donde sólo se puede llegar caminando o en helicóptero.

Algo parecido sucede con la psiquis: Si usted está restringido a entenderla sólo con el razonamiento, habrá cosas que no podrá entender jamás por más voluntad que tenga, así como no podrá llegar a la cima del Aconcagua en bote, por más dinero que gaste.

Una de las restricciones más infames es la búsqueda de coherencia. La psiquis NO ES COHERENTE. Es completamente normal que usted ame y odie a la misma persona y que eso no sea patológico. Ni siquiera es preocupante. Hoy se puede ser capitalista rabioso y mañana volverse comunista a ultranza. ¿Por qué no?

A partir de que usted admite que no debe esperar coherencia de la psiquis, las cosas empiezan a simplificarse. Es como si Bill Gates le dijera: «Bueno, está bien, puede usar bote y trineo». Ahora la cosa está mejor, se podrán conocer territorios que en bote habrían sido imposibles. De todos modos no se podrán conocer ciudades, ni campos alejados de un curso de agua.

El razonamiento es un vehículo muy limitado para entender la psiquis y además, para peor, es una funcionalidad que tiene un prestigio enorme. Muchas personas están seguras de que todo argumento que no sea razonable carece de credibilidad. Y así estamos: conocemos más del cosmos que de nuestra mente.

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viernes, 18 de abril de 2008

Mi bebé me protege

Cuando una mujer queda embarazada incorpora a su vida una responsabilidad muy grande que es la de cuidar a esa nueva vida, haciendo lo único razonable que puede hacer: ¡Cuidarse a sí misma!

Tratará de no tener disgustos, de llevar una vida tranquila, evitará todo tipo de excesos. Si tiene alguna afección tendrá que consultar a un médico y guiarse más estrictamente que nunca por sus indicaciones porque ahora son dos vidas las que están en juego, una de las cuales es particularmente vulnerable.

¿Estamos de acuerdo? NO. No estamos de acuerdo.

Es probable (y usted piénselo y después hablamos) que justamente si una mujer queda embarazada es porque está naturalmente en condiciones de salud adecuadas para estarlo ya que la naturaleza, con millones de años de evolución, se equivoca mucho menos que un ser humano que estudió durante 15 años y que lleva otros 15 años de experiencia. Treinta años contra millones de años no se pueden ni comparar.

Las propias condiciones de gestación permiten pensar que la mujer no tiene que tener cuidados especiales porque haciendo vida normal todo proseguirá normalmente. O sea que la mujer embarazada no tiene que cuidarse más que como se cuidaba antes de estarlo. Tampoco tiene que comer por dos como se deduce matemáticamente porque el embarazo forma parte de la persona y si aumenta diez quilos de peso no significa que tiene que comer diez quilos más de alimentos en el transcurso de nueve lunas.

A tal punto es natural y normal la situación que me animaría a decir (exagerando apenas), que cuando una mujer está embarazada es ella la que está protegida por su bebé.

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jueves, 17 de abril de 2008

Infantofagia

Lo que les voy a informar, como casi siempre, es un descubrimiento reciente hecho por mí, con todo el rigor científico que me caracteriza y que ustedes podrán confirmar seguidamente.

Cabe puntualizar que el esclarecimiento obtenido está fuera del conocimiento de prácticamente todos los psicopedíatras y lo obtuve de casualidad, como nos pasa a quienes no paramos de buscar ideas sobre qué es el deseo humano.

Ahí va: Habrán observado reiteradas veces que los niños huyen con indisimulado rechazo de las señoras que procuran seducirlos apelando nada menos que a besarlos.

Estos pequeños que, debido a la preocupante prematuridad de nuestra especie, tienen hiperdesarrollado el instinto de conservación, detectan que en esas manifestaciones de amor se oculta un peligro. ¡Nada más cierto! Los niños no se equivocan.

Las señoras que embelesadas por un niño se abalanzan sobre él para tomarlo en sus brazos, acariciarlo y hacerle todos los mimos imaginables, no están desplegando una metáfora cuando dicen: «¡Ay que divino/a, me lo/a comería!».

Los niños se quejan de que en esos besuqueos reciben un tsunami de saliva que se les genera a las señoras porque efectivamente se lo quieren comer. La humedad de sus besos obedece precisamente a que se les hace agua la boca pero, repito, ¡¡en sentido literal!!

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miércoles, 16 de abril de 2008

¿Por qué no complicarla un poco?

En la fantasía, cuando un varón penetra a otro varón piensa que él es más viril que el homosexual pasivo. Éste ocupa el lugar de mujer. Esto pasa en la fantasía de ambos pero también hay una mayoría de personas heterosexuales que lo piensa así.

Puede ser que sea tan acertada esta categorización como también lo sea la que hacen la mayoría de las teorías psicológicas según las cuales ambos son homosexuales. Pero los teóricos de la psicología son unos pocos y tienen un peso relativo.

El hecho es que los varones que tienen relaciones sexuales con otros varones, ficcionan una posición masculina o una femenina, pudiendo estos ser roles rotativos o fijos si la relación se conserva en el tiempo.

Pero cuando el hombre y la mujer insisten en tener sexo anal puede estar presente también esta fantasía en el sentido de que los participantes desean remarcar sus respectivos géneros biológicos. El hombre que presiona a su compañera para que ésta acceda a tener sexo anal, puede estar procurando reafirmar su posición masculina en un plano tanto hetero como homosexual. Y cuando es la mujer la que patrocina esta práctica, también quiere homosexualizar al varón que ella sienta que forma parte de su personalidad (me refiero a la parte masculina de ella).

Si hilamos un poco más fino, cuando ambos consiente en practicar sexo anal, de algún modo están poniendo en juego sus respectivas aspiraciones homosexuales. Pero esto ya es ir demasiado lejos porque es preferible practicar este estilo todas las veces que la pareja lo desee, sin pensar demasiado porque «el que piensa pierde».

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martes, 15 de abril de 2008

¡Con esos japoneses no pasa nada!

Cuando los niños y jóvenes tienen que estudiar matemáticas, como no les gusta solicitan la eliminación de esa asignatura asegurando que nunca en sus vidas necesitarán hacer algún cálculo.

Cuando los niños y jóvenes tienen que hacer gimnasia, como no les gusta solicitan la eliminación de esa asignatura asegurando que siempre llegarán temprano a todos lados y que por tanto nunca necesitarán estar entrenados para correr.

Cuando los niños y jóvenes tienen que estudiar un idioma extranjero, como no les gusta solicitan la eliminación de esa asignatura asegurando que nunca viajarán a ese país.

Podríamos seguir agregando ejemplos pero tres es un número lindo (que además trae suerte).

No diré que con las matemáticas lo que se intenta es desarrollar una capacidad cerebral que de lo contrario quedaría atrofiada y vaya si todos necesitamos usar el cerebro para poder vivir. Tampoco diré que la gimnasia procura favorecer el desarrollo normal del cuerpo porque de lo contrario muchas funcionalidades tendrían una disponibilidad por debajo de lo normal.

Lo que sí voy a decir es que otro idioma equivale a otra cultura a la cual se accede sin viajar. Aproximarse un poquito a esa otra forma de expresarse permite tener una mínima noción de que existen otras personas que igual se entienden, se casan, se ennovian, tienen hijos, cuidan a sus enfermos, disfrutan de la vida, saben apoyarse, se pelean, se reconcilian, saben contar chistes para que los demás se rían con ganas ... todo eso y mucho más sin usar una palabra del idioma castellano.

Reconocer que esto sucede permite abandonar por momentos la convicción que todos tenemos de que lo nuestro es lo único que existe. Que nuestra forma de actuar, de pensar, de vivir, es la única posible. Algunos de esos estudiantes —no todos— terminan entendiéndolo y cuando crecen se convierten en adultos tolerantes, que pueden aceptar que hay gente diferente tan valiosa y eficiente como ellos. Otros se morirán de viejos sin haber podido entender que los demás son diferentes a él.

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lunes, 14 de abril de 2008

Disfunción eréctil auditiva

Los que dedicamos mucho tiempo y amor al psicoanálisis terminamos pensando con una cierta lógica, que no es exactamente la matemática pero que se le parece bastante. En realidad Lacan hizo exitosos esfuerzos por tratar de enriquecer el psicoanálisis con la matemática.

La psiquis piensa metafóricamente. Lo que razona de una cierta manera luego puede trasladarlo a otro ámbito totalmente distinto pero sin cambiar la estructura básica del pensamiento.

Le explico y se va a entender mejor.

Un respetable señor empieza a tener disfunción eréctil y muy probablemente suponga que la esposa ya no lo estimula. La hipótesis de que puede ser él quien padezca algún problema orgánico o psíquico la dejará para el final. Algunos señores jamás podrían aceptarla.

Es cierto que la rutina disminuye la libido. Es cierto que una mujer puede tener un fuerte desinterés erótico. Es cierto que una mujer puede convertirse en frígida y todas estas situaciones dificultarán sin duda las erecciones de su partenaire, pero el caso que quiero poner como ejemplo es precisamente cuando ninguna de estas causas existe objetivamente y al respetable señor se le mete en la cabeza que él no tiene ningún problema sino que es exclusiva responsabilidad de la esposa.

Ahora describo cómo este fenómeno del plano sexual puede trasladarse a otro plano. Un señor empieza a padecer disminución auditiva y la señora se lo hace notar primero y lo regaña después. El señor dirá que es ella la que habla cada vez más bajito y que no tiene en cuenta los ruidos ambientales cuando enmascaran su voz y se vuelve imposible escucharla. Es cierto que una mujer puede disminuir su caudal de voz. Es cierto que una mujer puede no darse cuenta que cuando pasa un avión por sobre el techo de la casa tiene que hablar más fuerte o callarse porque nadie la oiría. Es cierto que a una mujer le puede cambiar la anatomía del aparato fonador y dejar de pronunciar tan bien como antes cada palabra, pero el caso que quiero poner como ejemplo es precisamente cuando ninguna de estas causas existe objetivamente y al respetable señor se le mete en la cabeza que él no tiene ningún problema sino que es exclusiva responsabilidad de la esposa.

Claro que lo que digo para un hombre también vale para una mujer. Ambos géneros utilizamos por igual la negación de ciertas ideas molestas.

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domingo, 13 de abril de 2008

Cómo ser Brad Pitt

Cuando tenía algo más de veinte años, fui seducido irreversiblemente por una mujercita que era (o me parecía a mí) la personas más hermosa del planeta.

Desde que aprendí —mediante la observación minuciosa de miles de películas— cómo debía ser un galán ante quien cayeran rendidas todas las bellezas del planeta, forjé una personalidad que parecía hecha de acero inoxidable: estudioso, trabajador, de ideas claras y firmes, incapaz de caer en algún exceso salvo que fuera como héroe, inconmovible, profesional y otras funcionalidades por el estilo.

Así me conocían todos mis allegados y la generosidad juvenil me permitió ser aceptado por ellos aunque nunca en el rol de «el más popular».

Enamorado perdidamente de la mujer más hermosa del planeta, tuve la oportunidad y el coraje (ligeramente alcoholizado) de invitarla a bailar en una reunión familiar.

Contra todos mis pronósticos, aquella personalidad casi perfecta que yo había modelado se estrelló como una copa contra la negativa de ella a bailar conmigo.

Pocos minutos después de aquel increíble fracaso, me fui para mi casa, llorando desconsoladamente en la soledad de la noche y me encerré en el dormitorio a lamer las heridas de una autoestima desflecada.

Dos días después ella me llamó, no lo podía creer, dijo de vernos. Mirándome como un ángel me dijo que después de ver la cara de ser humano que había puesto cuando mi personalidad de acero inoxidable se pulverizó por su negativa a bailar conmigo, se dio cuenta de que quería dejar de ser mi amiga para intentar ser algo más.

En lo más importante de mi vida (el amor de una diosa) gané cuando quedó en evidencia que soy vulnerable. Por esto no creo en el «sentido común».

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sábado, 12 de abril de 2008

A mí me parece que usted es culpable

Es lindo vivir en una país donde exista la libertad de expresión porque nos divertimos más. Podemos jugar a que somos gobernantes, directores técnicos de cualquier deporte, críticos literarios, catadores de cerveza, lo que sea.

Después de estudiar para abogado a puro sudor, me hicieron ver que mis mejores destrezas están precisamente en sudar y por eso me dedico a hacer mudanzas y paso todo el día cambiando cosas de lugar.

Sin embargo, no está todo perdido. Sigo leyendo temas de abogacía y los compañeros de trabajo ya saben que cuando existe algún fallo importante, a las hora del almuerzo no puede haber otro tema que una disertación mía sobre cuáles fueron las fallas de la Justicia. En qué acertaron no me interesa para nada porque para eso están: para hacer bien su trabajo.

Lo importante de este asunto es que a todos nos conviene más que se practique la ciencia de la legalidad y que se abandone el deporte de hacer justicia. Cuando se aplica la legalidad, los jueces sentencian aplicando objetivamente las leyes. Cuando los jueces hace justicia es porque opinan sobre si lo que hizo un demandado está bien o está mal dejándose llevar dentro de lo posible por las presiones que puedan recibir de la colectividad o de ciertos grupos de poder.

No dejo de reconocer que cuando en un país los jueces hacen justicia, la vida es mucho más divertida excepto para quien tenga la mala suerte de ser ajusticiado.

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viernes, 11 de abril de 2008

¡Pórtate bien!

Tener conducta está vinculado al verbo «conducir». Tener una buena conducta es equivalente a decir que la persona se maneja bien y en términos aún más concretos: No choca a otros, evita ser chocado, no embiste a los más vulnerables. Sin apartarnos de la duplicidad de estos significados, también podríamos sugerir que alguien que tiene una «conducta adecuada» es alguien que «maneja» bien sus vínculos, las interacciones con el medio físico y social.

Cuando aún estamos en la etapa en la cual se nos tiene que orientar sobre cómo hacer mejor las cosas, nuestros adultos nos recomiendan: «pórtate bien».

Vuelvo a la forma de pensar anterior y razono: «portarse» significa «llevarse», «acarrearse», «transportarse». Nosotros nos llevamos a nosotros mismos: esto es «portarse».

Estas pequeñas reflexiones procuran sugerir (llevarnos a) que el lenguaje sugiere que existe un fenómeno de conducción (conducta) por el cual nosotros nos llevamos a nosotros mismos (portarse). Los adultos nos aconsejan que cuidemos nuestra “forma de manejar” para evitar accidentes que nos causen daños a nosotros o a terceros.

Algunas personas manejan (un automóvil o su vida) bien porque tienen ese talento. La mayoría tenemos que hacer un aprendizaje y manejar prestándole atención a lo que estamos haciendo. Prestándole atención a esta tarea tan simple, diminuimos nuestra siniestralidad en beneficio de todos.

Tengo la tentación de decir que el psicoanálisis es una academia de conducción, pero mejor no lo digo.

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jueves, 10 de abril de 2008

No me hagas re-negar

El deseo es un fuerza incontenible que abandonada a su furor silvestre, es como una marea descontrolada que arrasa lo que encuentre a su paso. Es como un alud, un huracán, un tsunami, un terremoto.

Cuando somos niños el deseo se manifiesta con ese descontrol y estas personitas precisan desesperadamente que les pongan límites porque las primeras víctimas de ese descontrol son ellos mismos. Me lo imagino como un río caudaloso que se viera beneficiado con los diques y encauzamientos de los que fuera objeto.

Cuando (sobre todo) las madres dicen «Pepito me hace renegar mucho», lo que puede estar diciendo en realidad es que el niño está exigiéndole una actitud severa para encauzar el torrente de vida que trae por naturaleza y que, al no contar con los diques adecuados, terminará en un lamentable desborde.

Lo que la madre dice que está haciendo es «negando más de una vez» o con renovado énfasis, porque recuerde que dice «re-negar». Supongo que una de las posibilidades es que (re)niega la existencia de este fenómeno tan normal como es el desborde de energía de un niño.

Como le da trabajo ponerle límites, como desearía que fuera un adulto responsable sólo que más chiquito, como tiene miedo de que el descontrol de su hijo pueda terminar mal y la sociedad la sancione por incompetente o irresponsable, como ella misma no sabe bien cómo se hace para contener este caudal de movimientos y acciones de características sísmicas, entonces no tiene más remedio de re-negar al estilo del que dice: «No puede ser: esto no me está pasando a mí».

Por renegar se entiende amonestar al niño con arengas, frases largas, gritos destemplados, que ayudan poco y nada a resolver la acción del pequeño. La forma de contenerlo es proveerlo de un lugar adecuado para su estado (que es pasajero), de suficientes entretenimientos donde pueda consumir la energía (física e intelectual), aceptar la normalidad de su conducta para no sobreexcitarlo con desautorizaciones, rezongos y palmadas incomprensibles para él (aunque sí agradecerá aquellas que pueda comprender).

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miércoles, 9 de abril de 2008

Abuelo, te juego una carrera

Imagínense que ustedes se compran un auto grande, con un buen motor, una carrocería amplia, cómoda, una caja trasera suficientemente amplia como para mudar los muebles de su casa cada vez que cambie de domicilio. Estoy hablando de un vehículo muy funcional. Lo más importante es que para ustedes ese carro es imprescindible porque lo necesitan para trabajar. Sin él no podrían subsistir.

Ahora que ya les di pautas para que ustedes se imaginen cómo es su medio de transporte y les informé que ustedes lo usan para trabajar, les modifico los términos para que me acepten transitoriamente una comparación importante: ese vehículo es el inconciente.

En él están los aspectos principales de su psiquis: instintos, impulsos, deseos, vocaciones, anhelos, temores, respuestas automáticas. Todo lo que nuestra especie ha ido aprendiendo a lo largo de millones de años de evolución. Gracias a ese inconciente lleno de maravillosos mecanismos, de sofisticado y perfeccionado instrumental, usted comienza la vida en condiciones de tener una existencia humanamente feliz.

Pero qué sucede a medida que va viviendo. La capacidad que tiene esa gran herramienta-vehículo le permite guardar en él algunos objetos que le molestan, que se le atraviesan en la vida y que de no guardarlos ahí, estarían estorbándole permanentemente.

Claro que aquel vehículo perfecto cuando no tenía una carga muy pesada en su espacio libre, andaba muy bien, aceleraba rápidamente, frenaba con eficiencia, tomaba las curvas sin inclinaciones preocupantes. Desde que tiene que arrastrar ese peso extra, el desempeño ha bajado mucho al punto que en cierto momento usted empieza a sentirse mal, no puede trabajar y no puede hacer muchas otras cosas porque su vehículo-inconciente está sobrecargado de objetos que usted no sabe que alguna vez puso ahí.

Desprender y desalojar esos objetos pesados (recuerdos penosos, traumas, preconceptos, rencores, miedos, asociaciones de ideas absurdas, mitos, y otros materiales inconcientes, o sea que no se sabe que están ahí) lleva su tiempo pero sólo el psicoanálisis puede lograrlo.

Ser joven depende de su edad, pero funcionar como un viejo depende de cuanta cantidad de trastos inútiles guarde en su inconciente. Por eso es que hay viejos que parecen jóvenes y jóvenes que parecen viejos.

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martes, 8 de abril de 2008

«Madre hay una sola»

El animal humano se vincula muy fuertemente con su madre biológica y bastante bien pero no tanto con su madre adoptiva. En ambos casos la suerte influye para que el vínculo sea bueno, regular o malo.

El bebito llora cada vez que a su cunita se acerca alguien con cara y olor diferentes a los de su madre (la cara y el olor del padre son aceptados más rápidamente que la cara y el olor de los demás).

Esta dependencia instintiva aumenta las posibilidades de que el bebito se mantenga cerca de la persona que mejor puede cuidarlo. La vulnerabilidad de la cría humana está compensada por estas conductas de hijos y madres.

Ahora me pregunto ¿habrá alguna relación entre este vínculo tan excluyente de otros semejantes con la insoportable ola de celos que padece un cónyuge cuando el otro diversifica sus atenciones a personas ajenas a la pareja?

¿Podríamos pensar que esa incontenible furia celotípica no es más que la reedición de aquel instinto que una vez nos salvó la vida? ¿No existirá alguna relación esencial entre la monogamia y la fidelidad a partir del proverbio que dice «Madre hay una sola» (que se convertiría en «Cónyuge tiene que haber uno solo»)?

En el caso de que ésto fuera así, el cónyuge (bebito) reclama que el partenaire (madre) sólo se dedique a él pero el bebito no tiene porqué dedicarse a la madre. La exigencia tiene un sólo sentido porque para el bebito no era peligroso que él hiciera lo que se le antojara, lo que era imprescindible era que la madre (el cónyuge) sólo tuviera atenciones para nadie más que para con él.

Podríamos decir entonces que algunos celos exagerados pueden tener su origen en que se confunde al cónyuge con la madre y además se conserva el instinto por el cual siendo bebitos sólo nos dejábamos atender por nuestra madre.

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lunes, 7 de abril de 2008

¿Quién mató a nuestro amor?


Pesquisemos cómo sucedieron los hechos.

1) Su mamá le hizo saber que lo amaba y usted, a partir de ahí, le dio a la palabra “amor” un significado específico, claro, personal, incuestionable.

2) Su mamá le hizo saber que ella se sacrificaba mucho para que usted estuviera bien, para que no le faltara nada. Ella se privó de muchas cosas para que usted fuera feliz. A partir de ahí usted asoció que el significado específico de la palabra “amor” incluía que el otro debe sacrificarse por el ser amado. Es más, sin sacrificio del amante el amor no es amor.

3) Usted llega a grande con un capital verbal bien prolijo, lleno de palabras y su correspondiente significado. Conoce lo que significan esas palabras según el diccionario pero sobre todo según lo que usted entiende que significan. NO TIENE NINGUNA DUDA, por lo menos en palabras tan importantes como «amor».

4) Se enamora perdidamente de una mujer maravillosa, que casualmente es dueña de una fábrica de automóviles de lujo. Al cumplir el año de noviazgo usted le envía a ella un hermoso ramo de doce rosas rojas: una por cada mes de pasión. Este ramo de flores usted lo paga usando su tarjeta de crédito y en dos cuotas sin recargo. El regalo de ella consiste en un automóvil de los que ella fabrica, pero edición especial.

5) Usted, cuando logra salir de su asombro, se siente mal. ¡Pero muy mal! Lo primero que piensa es que esa relación no puede durar porque las diferencias socio-económicas con su novia son insalvables. Nota con mucha tristeza como esta revelación lleva a su apasionado amor por ella a temperaturas varios grados bajo cero.

6) Se perderá de disfrutar del amor de su vida porque en vez de evaluar que usted tiene un concepto de amor asociado al sacrificio de quien lo ame (y supone con razón que a ella no le costó ningún sacrificio mandarle uno de los autos que fabrica), está pensando que las diferencias socio-económicas son insalvables.

Este es un motivo más de por qué el psicoanálisis nos puede enriquecer, pero no solamente en dinero sino para no perder las oportunidades que nos ofrece la vida y que dejamos pasar porque nuestros criterios dejaron de evolucionar cuando teníamos dos o tres años de edad.

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domingo, 6 de abril de 2008

La esposa que hubiera cambiado la historia

Si Cristóbal Colón hubiera sido casado, le habría planteado a su esposa su proyecto y ella le hubiera respondido:

— ¿Y por qué tienes que ir tú? ¡No vas a ver a tu mamá y vas a ir a ver a las Indias! ¿Y por qué no mandan a otro?

¡Todo lo ves redondo! ¿Estás loco o eres idiota?

¡No conoces ni a mi familia y vas a descubrir el nuevo mundo! ¿Qué escondes? ¡Ni siquiera sabes a donde vas!

¿Y sólo van a viajar hombres? ¿Quién te lo va a creer? ¿Y porqué no puedo ir yo si tú eres el jefe? ¿Sólo hombres? ¡Serán una fiesta de maricones!

¡Desgraciado, ya no sabes que inventar para estar fuera de casa? ¡Si cruzas esa puerta cambio la cerradura! ¡Sinvergüenza!

¿Y quién es esa tal María? ¿Qué Pinta? ¡Y la muy hija de puta se hace la Santa! ¿Y dices que es una Niña? ¡Todo lo tenías planeado maldito! Vas a encontrarte con indias putas. ¡A mí me vas a engañar!

¡Habla desgraciado! ¿Qué la Reina va a vender sus joyas para que viajes? ¿Me crees idiota o qué? ¡Qué tienes con esa vieja! ¡No permitiré que vayas a ningún lado! No va a pasar nada si el mundo sigue plano. ¡Acuéstate ya inútil! ¡No me hables!

(Este parlamento de una imaginaria esposa de Cristóbal Colón no lo escribí yo, lo recibí en un mail y no sabemos quién es su autor, ¿pero está bueno, verdad? Además, la expresión del retrato, ¿no parece que acabara de recibir una amonestación matrimonial?)

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sábado, 5 de abril de 2008

¿Qué hago con Susanita?

No le puedo decir a Susanita que deseo ser su amigo por lo siguiente:

1) Temo que ella me rechace. Por ejemplo yo le diría: «Susanita, me gustás mucho y quiero saber más de vos, quiero que hablemos, que nos veamos más a menudo» ¿y si ella me mira con desprecio y me dice algo así como «Cómo se te ocurre imaginar que yo puedo llegar a ser tu amiga»?. ¡Me muero! No soporto ni imaginarlo.

2) Para mis adentros reconozco que las cosas que quiero de Susanita son perjudiciales para ella porque son enloquecidamente favorables para mí. No puedo pensar que algo que me beneficie tanto, pero tanto, no sea inevitablemente perjudicial para quien me concede ese beneficio.

3) Tengo cosas que para mí son muy valiosas (aunque no sé objetivamente si lo son de verdad). El hecho es que para mí son todo lo que tengo y deseo seguir teniéndolas. Como pienso que lo mismo que yo aprecio todos los demás también lo aprecian, temo que si a Susanita le «abro la puerta» de mi vida, ella se aproveche y me robe todo lo valioso que tengo. Por lo tanto prefiero seguir mirándola por la ventana.

4) Supongamos que yo consiguiera coraje de no sé dónde y que me animara a plantearle con total soltura (y hasta con desparpajo) cuánto deseo ser su amigo, ¿no estaré propiciando que ella también actúe con desparpajo hacia mí y se convierta en una abusadora imparable?

¡No sé que hacer con Susanita!

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viernes, 4 de abril de 2008

Los bomberos incendiarios

¡Qué problema tan grande es el consumo de drogas que altera el estado de ánimo e inclusive la conducta de las personas ... que no consumen!

¿Por qué alguien puede ingerir estas sustancias? Por ejemplo para:

- calmar algún dolor físico,
- paliar una angustia de causa conocida o desconocida,
- ponerle una especie de biombo a ciertas ideas o sentimientos que se meten en la cabeza como fantasmas diabólicos,
- olvidarse de cómo padece la soledad y de que no le han dado resultado otras formas de soportarla o resolverla,
- calmar la ansiedad que también puede ser con o sin causa conocida,
- alegrarse un poco, para entonarse, para darse algo de coraje y cambiar aunque sea transitoriamente la forma de vincularse con los demás,
- suspender por un rato el aburrimiento insoportable,
- alterar una rutina aplastante,
- tratar de dormir y soñar algo lindo, y finalmente, por qué no,
- “pegarle” con esa actitud de consumidor empedernido a los que gozan dándole consejos, amenazándolo, criticándolo desde posturas morales que nadie cumple a cabalidad, para demostrarle a estos evangelizadores que con la droga también se puede vencer el miedo que estos quieren infundirle.

Pretendo señalar que la intolerancia de los bondadosos suele apagar el incendio con nafta. Debajo de cada bondadoso fundamentalista hay un sádico autoritario que es el que convierte en imposibles de arreglar a las situaciones difíciles.

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jueves, 3 de abril de 2008

No hay mal que por mal no venga

En todos nuestros sistemas educativos ocurre que se nos habla maravillas de los héroes que lucharon por las ventajas que hoy disfrutamos. En todas las historias siempre hubo por lo menos un gran personaje de cualidades fantásticas: valiente, inteligente, capaz de tirar frases célebres como una ametralladora, de una generosidad ilimitada. Cuando salimos de la escuela donde recibimos ese adoctrinamiento, nos topamos con monumentos que continúan glorificando a esos personajes mitológicos pero de carne y hueso como nosotros.

Las calles llevan sus nombres, en las fiestas cantamos poemas en los que insistentemente continúa la idealización de esos conciudadanos tan dignos de nuestro más profundo amor, respeto y recordación.

¿Existe alguien que no desee ser amado, respetado y recordado? NOOO.

Por lo tanto, los planes de estudio diseñados por el Estado en el que vivimos nos inducen a pensar que para lograr eso que todos deseamos, tenemos que ser básicamente como los modelos ideales de quienes se nos habló abundantemente.

Como es muy poco probable que alguien alcance hoy en día esos estándares tan altos, seguramente entraremos en un conflicto interior que se manifestará en nuestra calidad de vida y en nuestro comportamiento como ciudadanos.

Al sentirnos tan poca cosa, seguramente generaremos algún grado de resentimiento, frustración, agresividad y otras particularidades que el mismo Estado que las generó luego se encarga de criticar y combatir.

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miércoles, 2 de abril de 2008

¡Van fritas carajo!

Dos personas que saben mucho sobre arte culinario intercambian ideas sobre las mejores opciones para preparar cierta comida. Una de ella entiende que lo mejor es la fritura en aceite bien caliente y la otra sostiene que lo mejor es la cocción en el horno rociando con abundante aceite.

Esta conversación, puede transcurrir con diferentes grados de temperatura anímica (¡qué coincidencia!). Pueden intercambiarse las diferentes opiniones de manera serena o, por el contrario pueden terminar gritándose o peleándose como dos caníbales que se disputan a una top model.

Cuáles pueden ser las causas que motivan una u otra actitud. La causa más frecuente es el grado de involucramiento que cada actor tenga con su método personal.

Efectivamente, los métodos, las creencias, las opiniones y muchas otras actitudes que las personas tenemos ante cosas que admiten más de una opción, pueden formar parte de la identidad o no.

Si (por ejemplo) el primer cocinero cree haber llegado a la conclusión de que esa comida sobre la que discuten debe cocinarse mediante una fritura y cualquier otra posibilidad es radicalmente errónea, porque él estudió bien el tema, sabe perfectamente lo que dice, probó todas las otras maneras posibles y sabe que debe freírse y no hervirse ni hacerse al horno ni al espiedo ni al vapor, es probable que se sienta descalificado personal, íntegra y globalmente, no sólo en ese tema puntual sino como persona en sí, como ser humano, como ciudadano, como profesional. La ofensa en estas condiciones no tiene límites.

Nuestras opiniones pueden formar parte de nuestro ropaje cultural o de nuestro cuerpo anatómico. Así como la modista que hace una prueba sobre el cuerpo de su cliente, puede llegar a pinchar a la persona pensando que está pinchando sólo la tela, a veces cuestionamos personas creyendo que estamos cuestionando ideas.

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martes, 1 de abril de 2008

Jóvenes etimológicamente enfermos

Es muy frecuente que uno tropiece con etimologías tramposas. La que más complica la existencia hasta donde he podido investigar es la palabra adolescente.

El sonido de esta palabra lleva a que mucha gente inteligente y culta, esté segura de que deriva del verbo adolecer y que por tanto todos los jóvenes en esa etapa están sufriendo y haciendo sufrir. Como si la juventud (etimológicamente) fuera una enfermedad.

Sin embargo ese vocablo está tomado del latín adulescens (o adolescens) que significa «hombre joven». Este vocablo del latín es el participio activo del verbo crecer (adolescere), es decir creciente.

Lo que sucede entonces es que a partir de una opinión generalizada (que los jóvenes deben estar enfermos por las cosas que hacen y piensan) se inventa una etimología para fundamentar el prejuicio.

En general podríamos decir que las etimologías no son muy útiles para entender algo que nos sucede porque siempre se remiten a ideas predominantes en épocas que, con todo el respeto que me merece lo antiguo y obsoleto, poco pueden iluminar las preocupaciones actuales. A esto se agrega la tendenciosidad de la que doy cuenta con nuestros preciosos adolescentes que, complicados y todo, se merecen lo mejor.

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