sábado, 28 de febrero de 2009

Vivir con los padres o no

En 1917 la Revolución Rusa impuso en URSS un sistema comunista.

Una de las características principales de este sistema de organización es la importancia que tiene el Estado. La mayoría de las decisiones se toman entre un grupo de personas que accedieron a esos cargos para llevar adelante una cierta política.

La humanidad pudo observar entonces dos modelos: El modelo liberal y el modelo centralizado.

El liberal parte de la base de que lo mejor para los ciudadanos es que el Estado sea lo más pequeño posible y que la mayoría de las decisiones se tomen entre los ciudadanos. Las normas que rigen a todos son las mínimas.

El centralizado parte de la base de que lo mejor para los ciudadanos es que el Estado sea lo más grande posible y que la mayoría de las decisiones se tomen entre ese grupo de gobernantes que llegó al poder por alguna decisión que también tomó el propio Gobierno.

A pesar de que el modelo comunista perdió a su principal representante (URSS), continúan siendo aceptados los criterios centralizadores por muchos ciudadanos de todas partes del mundo.

Esta extensa introducción sólo pretende comparar el modelo centralista (comunista) con una familia donde los padres ejercen el poder y se encargan de todo lo que necesitan los hijos. El modelo liberal se compara con lo que hacen los hijos cuando se van de sus hogares a vivir solos o a fundar una nueva familia.

Ambas formas de organización social tienen defectos y virtudes. Las predilecciones de cada uno de nosotros nos llevan a preferir el modelo paternal (comunismo) o el modelo no paternal (liberalismo).

●●●

viernes, 27 de febrero de 2009

Lo bueno de lo malo

Nuestro pensamiento funciona muy bien con las ideas opuestas: bueno-malo, lindo-feo, rico-desagradable, etc. Esto ya es posible en las primeras etapas del desarrollo mental.

Cuando las ideas que recibimos del entorno tiene este formato, son bienvenidas, es fácil dejarlas entrar y las alojamos confiados de que es algo beneficioso. Los comics para pequeños ofrecen historias en las que hay buenos y malos, fuertes y débiles, justos e injustos, etc.

Es fácil creer que existen personas buenas y que existen personas malas. Es fácil aprender que es mejor hacerse amigo de las buenas y peor hacerse amigo de las malas. Nos podemos convertir en verdaderos soldados que combatan día y noche a las personas malas y que no paremos de ayudar a las buenas.

Con estas herramientas tan rudimentarias, podemos tener una vida pacífica aunque no podemos entender muchas cosas que suceden y que son muy complicadas para un pensamiento del tipo bueno-malo.

El deseo del ser humano no repara en bueno y en malo. Tanto puede apetecer una obra de caridad como una orgía de sexo desenfrenado.

El pensamiento simplificado en bueno y malo, se aferra con uñas y dientes a esas drásticas calificaciones y no puede entender de matices.

El pensamiento infantil (bueno/malo) no reconoce matices y sobre todo rechaza (por ser demasiado angustiantes) los estímulos caóticos del deseo. Por el contrario, se apega apasionadamente a las normas, las formalidades, las leyes, la autoridad, lo previsible, el orden.

Cuando en un adulto continúa funcionando el pensamiento infantil, queda subdesarrollado y su vida es probablemente pacífica, intrascendente, aburrida.

●●●

jueves, 26 de febrero de 2009

Mi muñeca preferida

Alguna vez he comentado que no siempre me hacen feliz las conclusiones a las que llego combinando datos confiables y usando un razonamiento que pretende ser objetivo.

Cuando miraba las imágenes de unas muñecas inflables muy realista que alguien las comprará para imaginarse que eso es una mujer que pueda satisfacerlo sexualmente, vinieron a mi mente tres ideas preocupantes:

1) Las prendas femeninas abotonadas se abrochan al revés que la de los hombres porque a ellas las vestían (empleadas, cortesanas, esclavas) mientras que los hombres siempre pudimos hacer esa tarea por nosotros mismos.

2) En muchos países, la mujer casada tiene derecho a incorporar en su firma la terminación «de Fulano». Por ejemplo, Clara Gómez de Cardozo. Esta terminación suscrita por la señora está indicando que ella pertenece a Cardozo.

En otras culturas es aún más drástica la norma. Ella deja de llamarse Clara Gómez y pasa a llamarse Clara Cardozo.

3) Los países donde está prohibido el aborto, si bien se alega que es una ley en defensa de la vida del nuevo ser, también es cierto que la señora no es dueña de todo su cuerpo, ni de su vocación de madre, ni del tiempo que tendrá que dedicarle al niño cuando nazca. Estos importantes elementos de la mujer, están administrados por los legisladores y por la sociedad toda: No por ella.

Con estos tres elementos, yo me pregunto si la mujer es una persona o no. Está claro que en los aspectos corporales puede decirse que es un ser humano, pero en estos otros aspectos que refieren a cómo es tratada por la sociedad, bien podríamos decirse que es una cosa.

●●●

miércoles, 25 de febrero de 2009

La revelación fatal

Tengo 28 años, hace dos que estoy casado con Mariana y nuestra pequeña hija tiene 5 meses de edad.

Las cosas no andan bien con ella y cuando no puedo conciliar el sueño porque siento que mi corazón late muy acelerado, recuerdo lo que pensaba cuando tenía 7 u 8 años y me quedaba todo el día solo porque mi madre se iba durante muchas horas a trabajar.

Me sentía tan mal porque me aburría y me costaba entender que ella no prefiriera estar conmigo. Finalmente entendí por qué me pasaba todo eso. Recuerdo que un domingo por la tarde ella pacientemente me explicó que lo que ganaba papá no alcanzaba y que para que a mi no me faltara nada, ella tenía que tener un sueldo.

Entonces comprendí que yo era el culpable de lo que me pasaba: mi bienestar generaba gastos que ellos tenían que cubrir para lo cual tenían que ausentarse casi todo el día.

A pesar de que estas explicaciones fueron satisfactorias para mí, ahora Mariana me explica enojada que todo aquello era una mentira y que a ella le está pasando lo mismo que a mi madre.

Me dijo llorando que las mujeres no tienen por qué ser felices con la maternidad. Que seguramente a mi madre le pasaba lo mismo que a ella: quieren a su profesión y esta vida encerrada, con un niño que sólo pide y pide que lo atiendan a los gritos, no es la mejor, pero que la sociedad parece confabulada para insistir en que sí lo tiene que ser y que una mujer debe estar contenta con este destino.

Mariana es una mujer que tiene las ideas muy claras y creo en su buen criterio, pero entonces el que ahora está mal soy yo: Mi madre se iba porque tenerme a mí no fue un motivo de felicidad suficiente y ahora Mariana también quiere volver a su empleo y no porque necesitemos el dinero sino porque ella lo prefiere.

●●●

martes, 24 de febrero de 2009

Mi cárcel es más pequeña que la tuya

Las leyes están para evitar que nuestra convivencia sea un caos. Ciertos actos están prohibidos y sancionados precisamente para evitar que ocurran y nuestra vida en sociedad pueda ser más tranquila.

En los hechos las cosas no son tan así. La policía y la justicia, si bien tienen el cometido de encontrar a los transgresores, demostrar su culpabilidad, determinar las medidas correctivas y luego llevarlas a la práctica, tiene éxitos muy escasos. La mayoría de los delitos nunca se aclaran.

Si esto es así, ¿por qué entonces nuestra convivencia no es un caos?

Una respuesta posible es que cada uno de nosotros lleva dentro de sí una especie de policía y juez que nunca deja de enterarse, aclarar y condenar nuestros delitos y más aún, se entera, aclara y condena hasta nuestras intenciones no llevadas a la práctica.

Ya he mencionado en el artículo titulado Banqueros solidarios que el código moral es mucho más eficiente que las leyes del sistema jurídico, y es más eficiente porque lo tenemos dentro, instalado ahí por la educación que recibimos desde muy pequeños.

Por lo tanto, las personas funcionamos como si estuviéramos encerrados en dos cárceles, una dentro de la otra. La más grande es la que más acciones nos permite ejecutar y la más pequeña (adentro de la primera) es la que menos acciones nos permite ejecutar.

De lo dicho anteriormente podemos deducir que la cárcel que en los hechos nos concede más «libertades» es la que nos impone la sociedad mediante el sistema jurídico y la más restrictiva, la que menos «libertades» nos concede es la que tenemos dentro de nosotros.

Este tema da para seguirlo en otro momento.

●●●

lunes, 23 de febrero de 2009

«Arrésteme sargento»

El marketing enseña que para mejorar la aceptación del público es preciso parecer mejores que los competidores. Esto incluye obligatoriamente mostrarnos como diferentes al resto.

Se repite una y otra vez que las personas huimos de las responsabilidades. Es normal que si sucede algo desagradable, todos nos apresuremos a decir «yo no tengo nada que ver», «no sé, no vi, no estaba».

En una sociedad donde la mayoría somos así, entonces la forma de llamar la atención consiste en hacer lo contrario, es decir, actuar como si fuéramos culpables.

Como toda conducta artificial, impostada, teatralizada, se vuelve poco creíble.

Algunos de los motivos que pueden existir detrás de estas actitudes tan extravagantes, son:

1) Marketing: Con tal de ser diferentes y llamar la atención, se puede caer en una costosa auto-incriminación;

2) Quien dice ser culpable está señalando su protagonismo en algo. Prefiere ser culpable a no ser protagonista. El afán de protagonismo lo vemos en todos los niños que saltan detrás de un entrevistado por la televisión.

3) Además del afán de protagonismo, suele ser una forma de publicidad el amplificar la noticia de que hay mucha gente enojada con él/ella porque sus «agresivas y temerarias actitudes molestan a mucha gente ». En este caso lo que nuestro personaje publicita es su valentía para atacar los intereses de gente peligrosa.

Insisto machaconamente: Lo que somos capaces de hacer con tal de sentirnos amados, escapa a toda lógica.

●●●

domingo, 22 de febrero de 2009

Proyecto de personaje

Tengo que pensar en un personaje que se instale en el corazón del lector desde la primer carilla. Si fuera desde el primer párrafo, mucho mejor.

Tiene que ser una mujer jóven con una cintura muy llamativa porque para mí que esta característica enamora tanto a hombres a como mujeres.

Debe ser alegre pero no guaranga. Esta particularidad es esencial porque en realidad esa chica me representa a mí aunque soy varón.

El motivo parece estar en que mis padres esperaban una niña y de alguna manera me lo hicieron saber a lo largo de nuestra complicada convivencia.

Mejor dicho, estoy seguro que si fuera por mi padre me hubieran abortado, porque él sólo quería leer novelas y tocar la guitarra.

Prefería letras en las que algún peón de campo era salvajemente explotado por un patrón despótico, sin aclarar jamás por qué le pagaba tan poco. Desde muy pequeño yo llegué a pensar que quizá ese peón tan castigado, en realidad era un vago que debía estarle agradecido de que le dieran un empleo que no sabía cuidar.

No llegaron a vestirme como nena porque la patología de mi padre era más bien neurótica y tenía bien claro que eso podría traerme muchos conflictos psicológicos.

En realidad, a ella le hubiera molestado ser la madre de un puto porque entre sus amigas eso era mal visto. De hecho, una de ellas hizo casar a la fuerza a su hijo mayor, que terminó yéndose al extranjero dejando acá a su ex-esposa.

A pesar de estos deseos suyos de que yo fuera mujer y las complicaciones que me habrán causados sus intentos de negar su verdadero deseo, yo soy un varón heterosexual, pero sobre todo porque ella era una mujer muy sensual y era casi imposible no enamorarse y desearla con locura.

●●●

sábado, 21 de febrero de 2009

Un cuerpo holgado

Agregaré otra idea sobre el tema del tal criticado sobrepeso corporal que refería anteayer en el artículo titulado Los mimados por la Ley de Gravedad en el que sugería que como nuestro precario cerebro mezcla fácilmente los conceptos asociables, entonces el vocablo «grave» terminaba provocando la creencia en que la obesidad es algo molesto, enfermizo e inferiorizante.

Por su parte el vocablo «holgado» también tiene tres significados que pueden reforzar las connotaciones del vocablo «grave» respecto al concepto obesidad.

Efectivamente, en la definición de nuestro amigo el Diccionario aparecen tres ideas muy sugestivas. “Holgado” significa:

1) Que es más grande de lo necesario;
2) Que no está trabajando, que está desocupado;
3) Que no tiene problemas económicos.

(Nota: verán que transcribí conceptos sinónimos para ser más claro en mi propuesta)

Por lo tanto:

1) Con la definición de ser «más grande de lo necesario» nos unimos a la creencia popular que esos cuerpos tan voluminosos son «incorrectos» (entre otras cosas porque no están a la moda);

2) Si este cuerpo «holgado» además no trabaja, no solamente que tiene una posición envidiable sino además está haciendo cosas para mantenerse gordo (existe la creencia de que el ejercicio adelgaza); y finalmente,

3) Quienes tienen un cuerpo «holgado» (más voluminoso de lo que tienen para contener), están disfrutando de una tranquilidad económica que, para muchas personas genera antipatía (los pobres son más «populares» que los «ricos»).

Resumiendo: La persona que tiene un cuerpo más voluminoso que el resto, sugiere que tiene algo innecesario (¿inútil?), que no trabaja pero igual está bien económicamente. Más resumido aún: El obeso genera una cierta envidia aunque el sentimiento conciente hace hincapié en aspectos vinculados a la salud.

●●●

viernes, 20 de febrero de 2009

No hay peor sordo que el que no quiere ver

Los seres humanos somos una especie con luces y sombras. Si pudiéramos asignarle un valor a nuestras «luces» y a nuestras «sombras», podríamos llegar a un empate con los demás seres vivos.

Parecería ser que en la naturaleza todo está compensado de alguna manera. La cadena alimentaria (cómo nos comemos entre las distintas especies del reino vegetal y animal), mantiene un equilibrio entre los ejemplares para que el gran «fenómeno vida» sea permanente.

Los seres humanos tenemos en contra que somos muy vulnerables pero tenemos a favor que contamos con una gran capacidad de adaptación, en muchos casos modificando ingeniosamente el lugar donde nos toca vivir.

Para poder aplicar ese ingenio del que disponemos, tenemos que poder registrar acertadamente cuáles son las circunstancias que tendríamos que cambiar para poder vivir satisfactoriamente.

Sin embargo, otro recurso con el que contamos es poder anular la percepción de aquello que nos desagrada. Por ejemplo, si nuestro empleador es una mala persona, podemos ignorar el malestar que nos causa en lugar de intentar cambiar al empleador o de empleo (buscando trabajo en otro sitio).

Aunque es bueno que nos ayudemos mutuamente para tratar de cambiar ingeniosamente el lugar donde nos toca vivir, también es bueno ayudarnos a discernir entre qué estamos negando sin darnos cuenta y qué estamos tolerando conscientemente, ya sea porque no tenemos más remedio o porque el costo de soportar la inconveniencia es menor al de modificarla.

Por ejemplo, sería bueno contar con un sindicato que mejore las condiciones laborales de alguien que esté siendo maltratado por un empleador inescrupuloso pero también es una buena cosa alentar a quien claudica fácilmente ante las adversidades y niega la realidad para no tener que tomarse el trabajo de luchar por lo que le corresponde.

Cabe mencionar un detalle: «alentar» no significa agredirlo para que «reaccione». «Alentar» no es agravar el problema sino aumentar la energía de quien tiene que solucionarlo.

●●●

jueves, 19 de febrero de 2009

Los mimados por la Ley de Gravedad

De hecho, si consultáis el Diccionario de la Real Academia (recomendable libro si los hay) veréis que el vocablo «grave» también significa: pesado, grande, enfermo delicado, molesto; y termino comentando que en el pentagrama musical, el sonido grave se representa abajo y el agudo arriba.

En la mente humana los conceptos se pegotean, se mezclan, se confunden.

No descarte que la imaginación colectiva hoy suponga con un alto grado de convicción, que estar pesado y grande (léase con sobrepeso), sea algo grave, que está siendo o puede llegar a ser un enfermo delicado. A continuación, también podemos sentir que el gordo es alguien molesto.

Por otra parte, todas las culturas que saben leer música en un pentagrama, aceptan que los sonidos agudos están arriba y los graves abajo. También es universal el suponer que lo que está arriba es más valioso que lo que está abajo.

En suma: Es probable que el sobrepeso y la obesidad constituyan factores de riesgo en la salud de las personas (dije: «es probable»), pero la importancia de este hecho juro que está dramatizada o exagerada por estas asociaciones ilógicas pero muy populares.

●●●

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿A qué hora te crucifican?

A pesar de que muchos dicen que «lo perfecto es enemigo de lo bueno», todos buscamos la perfección hasta donde nos dan las fuerzas.

El criterio de «perfecto» se basa en la comparación con algún modelo ideal. Por ejemplo, un cuerpo perfecto tiene la cara de una persona, el tronco de otra, las piernas de otra.

En lo que a amor se refiere, estaremos de acuerdo que en el mundo occidental, Jesús de Nazaret es un modelo favorito para millones de personas.

Según cuenta la historia que nos presenta ese modelo de amor, Jesús murió de una forma muy dolorosa para que todos los demás seres humanos obtuviéramos un beneficio muy apreciado: el perdón de nuestros pecados (redención), lo cual equivale a una vida eterna en un lugar paradisíaco.

Este modelo es el ideal, el perfecto y —a pesar de saber que «lo perfecto es enemigo de lo bueno»— todos procuramos que nuestros semejantes actuales se sacrifiquen cristianamente por nosotros.

No es tan descabellada tamaña expectativa porque indirectamente estamos sugiriendo que ese otro (empleado, cónyuge, hijo, padre) al que le pedimos que se sacrifique por nosotros, es lo suficientemente bueno y maravilloso como para emular al que fuera hijo de Dios.

●●●

martes, 17 de febrero de 2009

Trueque de amores

Les propongo una idea que puede ser total o parcialmente correcta.

Este artículo tratará de aportar un fundamento a lo que decía en ¿Cuánto me cobras? y Amor incondicional y gratuito.

En ellos mencionaba que todos deseamos ser amados incondicionalmente mientras que en los hechos nos aman por lo que tenemos para darle a quien nos ama (amor interesado).

Cuando la madre da a luz a su hijo, siente que sigue siendo parte de ella. De hecho, el pequeño necesita recibir muchos cuidados de ella. En algún momento el niño está lo suficientemente desarrollado como para empezar a tener sentimientos y es entonces que se origina el amor.

En este inicio, el amor es el sentimiento que nos inspira nuestra madre por todo lo que nos provee. A su vez, ella continúa haciendo todo lo que hacía por el niño porque aún lo siente como parte de su cuerpo.

El niño ama a su madre por lo que esta tiene (lo que le provee: alimento, abrigo, caricias) y la madre ama al hijo por lo que es (una parte suya, como si fuera un brazo, una pierna).

Por lo tanto no son amores correspondidos. El niño ama a la madre por lo que ella tiene (por eso es interesado) y la madre ama al hijo por lo que es (por eso es incondicional ya que lo ama como a sí misma ).

Por estos motivos, llegamos a nuestra edad adulta y amamos a otra persona extraña con amor interesado y a nuestros hijos con amor incondicional, aunque imaginamos y desearíamos amar y ser amados siempre en forma incondicional (como sólo mamá pudo amarnos).

●●●

lunes, 16 de febrero de 2009

«Si te gusta la sopa, ¡sólo un plato!»

La relación que hay entre el placer y la cantidad de estímulo que lo provoca no se ajusta a una lógica matemática.

Me explico mejor. Si usted tiene mucha hambre y siente placer al comer un plato de comida, no sentirá el doble de placer si come dos platos de comida.

Esto que parece tan elemental en este caso, se complica en otros casos. Por ejemplo, es posible que algunos empleados y empleadores crean que un aumento de salario puede generar un aumento de la productividad, es decir, si los salarios se aumentan, cada trabajador producirá más. Esto en la práctica sucede en rarísimas ocasiones.

Pero aún es más difícil de entender cuando dos personas pasan maravillosos momentos juntos y suponen que la felicidad será completa si viven juntos en forma permanente.

En este último caso, no solamente es más difícil de entender porque casi todos tenemos el impulso a vivir junto a nuestro ser amado sino porque —para mayor confusión— algunas parejas efectivamente viven felices conviviendo el resto de sus vidas.

●●●

domingo, 15 de febrero de 2009

La historia que usted escribió

La cámara toma un plano intermedio con una niña que corre detrás de un tren que se aleja aumentando su velocidad. La niña sigue corriendo cada vez más retrasada, hasta que finalmente deja de correr y se queda mirándolo. La cámara sigue en el mismo lugar.

En la escena siguiente se nos muestra a una joven mujer, de piel tostada, con un fino pañuelo de seda que cubre su cabellera y se anuda en la barbilla. Un primerísimo plano muestra una lágrima incipiente en un rostro imperturbable, con la mirada fija en algún punto ubicado en el paisaje exterior.

En la escena siguiente, vemos y oímos a un señor que discute acaloradamente en un idioma que podría ser árabe por la abundancia de sonidos con «j», gesticula furioso y dibuja sobre un cuaderno flechas repasadas varias veces, habiendo en un caso, rasgado el papel por la presión de su trazo.

Esa niña, de unos 10 años, vive en esa comarca por donde pasa el tren una vez por día y no puede suspender su juego de seguirlo cuidando de pisar siempre sobre los durmientes. Hace mucho tiempo que tiene esta práctica y la abuela está cansada de decirle que deje de hacerlo porque puede accidentarse.

Esa joven mujer tomó este tren en una estación lejana y se dirige a una gran ciudad porque concursará para ingresar en una escuela de baile muy famosa y exigente. Alguna mota de polvo irritó su conjuntiva ocular y eso le produjo la mencionada lágrima.

El supuesto árabe, es un turco que está muy enojado porque un cliente coterráneo suyo se niega a pagarle una mercadería que le compró hace tiempo, alegando que no poseía la calidad acordada, cosa que nuestro personaje niega categóricamente y está convencido de que está siendo objeto de una estafa.

Tengo que disculparme con usted porque quizá pensó en algún momento que estas tres personas en tres situaciones diferentes, tienen alguna vinculación.

Nos pasa a todos, nuestra cabeza tienen como una manía asociativa y arma relatos prácticamente de la nada. En este caso usted no acertó, pero ya le digo: nos pasa a todos.

●●●

sábado, 14 de febrero de 2009

Este virus es antipático

Hasta donde he podido averiguar, para ser un científico no hace falta una mente brillante sino una actitud diferente a la que tenemos la mayoría de los mortales.

Agrego que para obtener resultados como científico hay que dedicarle mucho esfuerzo y tiempo a una pequeña parte del saber humanamente posible.

Y ya que estoy hablando de esto termino diciendo que para ser exitoso además de lo anterior hay que tener la suerte de que lo que se descubra tenga alguna utilidad que beneficie a alguien y que además ese alguien se beneficie publicando quién fue el inventor en lugar de robarle el invento.

Pero vuelvo al principio: la actitud que diferencia a un científico del resto de nosotros es que ellos han logrado separar en sus mentes lo que les gusta de lo verdadero.

Efectivamente, una de las debilidades de nuestra forma de pensar consiste en confundir lo lindo con lo bueno, lo que nos gusta con lo correcto, lo que nos sirve con lo verdadero.

Por ejemplo, es probable que nosotros pensemos que los virus son malos, que habría que matarlos a todos, que son un error de la naturaleza. El científico probablemente piense lo mismo pero cuando entra a su laboratorio y se pone la túnica puede pensar que los virus no son ni buenos ni malos, que forman parte de un sistema armónico y equilibrado, que sería bueno que no nos perjudicaran y que habría que encontrar la forma de conservar el sistema tan armónico y equilibrado como está pero sin que los humanos nos veamos perjudicados por dichos virus.

Como ven, los científicos tratan de negociar con la naturaleza y los no científicos tratamos de eliminar lo que no nos gusta, cueste lo que cueste.

●●●

viernes, 13 de febrero de 2009

No recuerdo que me olvidé

La memoria es una función que sirve tanto para recordar como para olvidar.

Efectivamente, como la mayoría de las funciones mentales, está gobernada por el principio de placer (satisfacción, comodidad, conveniencia inmediata). Por este motivo es que recordamos aquellos que nos gustó o que nos conviene recordar y olvidamos lo feo o que nos conviene olvidar.

Si aceptáramos como verdadero que todos los seres humanos deseamos sexualmente a nuestros padres (complejo de Edipo) pero que la sociedad nos prohíbe terminantemente tener relaciones sexuales con ellos, es muy probable que esta desagradable frustración caiga bajo los efectos protectores de esa amnesia selectiva que es capaz de hacer nuestra memoria con lo que conviene olvidar.

En un reciente articulo titulado Amor incondicional y gratuito digo que todos desearíamos ser amados incondicionalmente, por lo que somos y no por lo que tenemos, como nos amaron nuestros padres.

Esta aspiración dificulta seriamente las posibilidades de encontrar a nuestro ser amado porque es demasiado elevada. Quizá no haya nadie en el planeta que pueda amarnos como lo hicieron nuestros padres.

Que nuestra memoria cumpla la simpática función de olvidar lo desagradable e inconveniente, no significa para nada que eso quede definitivamente borrado de nuestra mente. Solamente queda olvidado.

Conclusión: No recordamos que tuvimos deseos incestuosos pero seguimos teniéndolos y esto nos hace buscar con pretensiones de encontrarlo/a a una persona que nos ame tan incondicionalmente como aquellos primeros amantes (nuestros padres) a los que no pudimos acceder porque no nos dejaron.

Gran parte de las desilusiones amorosas provienen de buscar al Príncipe Azul, que ahora sabemos que nunca aparecerá porque fueron nuestros padres y lo tenemos olvidado.

●●●

jueves, 12 de febrero de 2009

La cacería del bondadoso

En el artículo de ayer titulado Delincuencia hogareña comentaba que cuando un pequeño llora porque necesita ayuda de los padres, puede sin embargo provocar en estos una segunda interpretación consistente en sentirse denunciados ante quienes pudieran criticarlos por una supuesta omisión de asistencia.

Veamos otros casos parecidos.

En su origen (etimología) la palabra «llanto» significó «autocastigarse»; el verbo «llorar» significó «lamentarse» y «despertar compasión»; «cry» en inglés significa llanto pero también el grito que puede emitir tanto un ser humano como un animal; «weep» en inglés también significa «llanto» pero en su origen era la imitación del sonido de un ave usado para darle caza (señuelo).

Y acá llegamos a un dato que puede ser curioso. En el artículo de ayer sugería que algunos padres —muy predispuestos a guiarse por la opinión ajena—, pueden interpretar el llanto de su hijo como una denuncia y ahora vemos que estos vocablos del párrafo anterior, de alguna manera incluyen una acción que pretende conmover al otro, involucrarlo en nuestro problema, presionarlo para que nos ayude e inclusive «darle caza».

Estos fenómenos sociales siempre se produce con la participación de por lo menos dos actores: Uno pide ayuda y otro responde al pedido. Como siempre sucede en estas interacciones, todos los casos son diferentes y uno de los datos que más los diferencia es la justicia, razonabilidad y ponderación que se establezcan.

Dicho de otro modo: sabemos que existen pedidos de ayuda que son auténticos y que en todos los casos merecen ser atendidos por el elemental principio de que nuestras dos únicas misiones en la vida son conservarnos y reproducirnos, y también lamentamos tener que observar que nuestra disposición a colaborar con quien lo solicita puede ser objeto de un abuso y hasta de una depredación delictiva.

●●●

miércoles, 11 de febrero de 2009

Delincuencia hogareña

Como podrán constatar en el Diccionario de la Real Academia, el vocablo chantaje o extorsión significa: «Presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido.»

El llanto de un niño tiene de por sí algún componente que le altera los nervios a quienes los rodean y de eso se vale la naturaleza para que esa criatura tan vulnerable reciba la atención que necesita y pueda continuar su crecimiento.

La vida en sociedad y sus artificiales complicaciones hace que lo que parece ser un llamado de atención se convierta en una presión casi tiránica cuando quienes rodean al pequeño que llora temen ser criticados por impericia o insensibilidad afectiva.

Los padres muy dependientes de la opinión ajena (o que están rodeados de gente hipercrítica con la censura a flor de labios y que con mucha facilidad castiga cualquier actitud que ellos consideren inadecuada), ya no sentirán que ese llanto es una señal de incomodidad del pequeño sino que reaccionarán como si estuvieran siendo chantajeados por éste.

Cualitativamente la situación cambia radicalmente. Los padres que se sienten denunciados por el niño, casi con seguridad correrán a acallar sus gritos pero también harán germinar en su corazón la agresividad que nos inspira un extorsionista.

Todo esto transcurre sin ser comprendido pero el vínculo entre padres e hijos queda contaminado por el recelo y cierta aspiración de venganza.

En suma: Los padres muy preocupados por la opinión de los demás, pueden interpretar que el llanto de su hijo, más que una solicitud de ayuda es una denuncia (un chantaje) y acomodarán sus sentimientos hacia él en base a este malentendido tan negativo.

●●●

martes, 10 de febrero de 2009

Nada nuevo bajo el sol

En una reunión de tres parejas que disfruté este fin de semana, circularon los temas habituales de estas reuniones (hijos, dinero, salud, futuro, oportunidades, recetas, rumores, novedades, lo que se viene, espectáculos recomendables, varios).

En esta ocasión predominó el tema «relaciones de pareja» y luego de haber superado el inevitable período de pre-calentamiento en el que todo el mundo dice lo políticamente correcto, empezaron a salir contenidos más personales y sinceros.

Se los resumo para no aburrirlos: llegué a la conclusión de que la pareja en la que se producen menos conflictos es en la que hay un nivel de equivocaciones similar, y por el contrario, en las que hay más peleas es en la que uno es más «infalible» que el otro.

En realidad lo que parece favorecer la convivencia pacífica es que ambos se sepan tan falibles como para no sentirse con autoridad moral para criticar los defectos del otro. Es probable que la intolerancia surja de la miopía que padecemos frente a nuestras propias equivocaciones.

Mirándolo bien, estoy diciendo obviedades. Jesús habría dicho: «El que esté libre de culpas que tire la primera piedra» y es muy antiguo el refrán que dice: «Se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio».

●●●

lunes, 9 de febrero de 2009

«¿Me informan quién soy por favor?»

La verdad es probable que se encuentre atomizada y distribuida en la cabeza de todos los seres humanos, sin distinción de razas, regiones, países, credos, estudios o riqueza.

Como ella es tan prestigiosa, todos hacemos algún tipo de publicidad para hacerle creer a los demás —pero sobre todo para creerlo nosotros mismos— que poseemos una dosis de verdad superior al resto.

Tanta necesidad de poseerla quizá tenga su origen en que suponemos que aquellos que mejor vinculados están con ella, más probabilidades tienen de ser exitosos, lo que a su vez significa obtener mejores resultados, sufrir menos, gozar más. En suma: ser más felices.

Pero lo que realmente nos consume grandes cantidades de energía —aunque parezca mentira—, es la publicidad.

Parecería ser que «la verdad sobre nuestra verdad» depende de que la confirmación nos venga de afuera, que otros lo piensen, que otros lo digan.

Aunque la mayoría pensamos que podemos conformarnos con nuestra evaluación sobre lo que somos y sobre el grado de acierto en nuestra forma de vivir, este esfuerzo tan importante aplicado a convencer a los demás de nuestras creencias, postulados, hipótesis, «verdades», me hace pensar que dependemos mucho del «qué dirán», de la opinión ajena.

En esta línea, no sería ilógico decir «yo soy quien tu pienses que soy».

●●●

domingo, 8 de febrero de 2009

Lo que va quedando

¿Durante cuántos cientos de horas habré estado mirando aquella caja toráxica enorme, fuerte, musculosa, apenas cubierta por una camisa semi transparente?

Las manos de dedos cortos y uñas grandes, un anillo con su monograma y otro con una piedra clara.

La foto habría sido tomada alrededor de 1960 en un lugar que desconozco. Me la regaló mi abuela y la tomé como la herencia de un modelo de hombre al que yo quería incorporar mirándolo ambiciosamente.

¿Por qué tanta necesidad de parecerme a mi padre? Muy fácil después de saberlo: Porque con ese tórax y esas manos habría conquistado nada menos que a una mujer como mi madre.

En una foto manualmente coloreada, ella lucía como una diosa del cine, con uniforme colegial, sonrisa amplia, serena, segura. Excepto la cara y las manos, todo lo demás estaba cubierto por la vestimenta. En mi fantasía yo tomaba los libros que ella abrazaba, los apoyaba sobre una silla, le quitaba el uniforme, la imaginaba rodeada por ese pecho y esas manos que podrían ser las mías.

Finalmente se produjo el encuentro con «el modelo de mi vida». En un lugar muy discreto, aquel monumento al hombre capaz de conquistar a la mujer de mis sueños, se notaba muy golpeado por la vida.

Aunque ya había pagado su deuda con la sociedad, alguien real o ficticio lo perseguía. Nos encontramos en un modesto bar próximo a los tugurios portuarios, y aquel tórax monumental se había ido, las manos eran delgadas y frágiles. Demoré unos minutos en convencerme de que ese era mi padre.

Lo que ahora recuerdo de este segundo modelo paterno es una intensa mezcla de aguardiente, loción de afeitar, pomada de zapatos y el olor de un varón derrochado.

●●●

sábado, 7 de febrero de 2009

«Comparadas conmigo, sois feas»

Es coherente decir que Miss Universo es la mujer más bella porque las otras son más feas... pero ¡qué antipática es esta forma de decirlo!

Mucho peor sería si esa “mujer más bella”, a partir de que la condecoran, rápidamente comenzara a mirar a las otras que la vienen a saludarla con un gesto de soberbia, arrogancia y hasta de asco.

¿Pueden imaginárselo? ¿Qué vergüenza verdad? Suspenderían el certamen por tiempo indeterminado.

Pero reconozcamos que detrás de todo este imaginario horror mediático se esconde una verdad. Aunque «las comparaciones son odiosas», las hacemos todo el tiempo, y más aún, ¡necesitamos hacerlas!

Cada vez que nos postulamos para ocupar una vacante, necesitamos pensar que todos los demás serán peores que nosotros. Si pensáramos que los demás son mejores que nosotros, ni compraríamos el periódico para ver quién ofrece trabajo.

La lucha interior entre el principio ético «debo ser modesto» y el principio de la realidad «me contratarán sólo si los demás son peores que yo», es muy desgastante y si la lucha de ambos principios es muy intensa, puede paralizarnos y dejarnos tirados en una cama tomando un antidepresivo cada 6 horas.

El discurso interior debería ser: «Quiero ser mejor que los demás aunque tenga que disimularlo».

●●●

viernes, 6 de febrero de 2009

¿Analizar es descuartizar?

Es casi universal la creencia de que las personas estamos compuestos por la suma de un cuerpo material y un espíritu inmaterial.

Ahora precisemos algunos términos:

La psiquis es el alma y el alma es considerada popularmente como la sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos.

Por otra parte pensemos: ¿Qué es analizar? Es la separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos.

Con estas ideas en nuestro pensamiento es muy probable que gran cantidad de personas intuyan, supongan, sientan, que la psiquis, el alma o el espíritu es algo que no se puede descomponer en sus partes, porque es algo inmaterial, completo, perfecto: de una pieza. Por lo tanto el psico-análisis, o no se puede realizar o es contraproducente.

Es frecuente que el horror que todos sentimos hacia la muerte, incluya alguna visión de cómo se descompone nuestro cuerpo por la acción de pequeños gusanitos que van transformando ese cuerpo tan cuidado y querido, en algo que va desapareciendo de a poco, de aspecto muy desagradable y pésimo olor.

Resumo: La psiquis, alma o espíritu es nuestra parte inmaterial y (probablemente) inmortal. Si el psicoanálisis intenta someterlos a una «separación de sus partes», es decir, si intenta «descomponerlos» (como le ocurrirá a nuestro cuerpo al morir), corremos el riesgo de quitarle esa (probable) inmortalidad.

●●●

jueves, 5 de febrero de 2009

La cenicienta y los psicofármacos

La ciencia avanza frenada por nuestro temor a la muerte.

Si observamos las diferentes especialidades de la medicina, observaremos que la reina es la cardiología y la cenicienta es la psiquiatría.

Las instituciones policiales que determinan que puede pensarse y qué no puede pensarse son las religiones. Pero no pensemos que éstas son caprichosas y tiránicas. Por el contrario, ellas responden fielmente al sentir de los creyentes, que somos nosotros mismos.

Los chinos descubrieron las manchas solares varios siglos antes que los occidentales simplemente porque no incluían en sus religiones el concepto de «inmutabilidad de los cielos».

El pecado de Nicolás Copérnico fue lo que nos permitió enterarnos de que giramos alrededor del sol y no éste alrededor nuestro. A partir de esa transgresión, la ciencia pudo pensar muchas cosas que antes estaban prohibidas.

Nosotros necesitamos creer en la inmortalidad porque no aceptamos la muerte definitiva, las religiones toman este imperativo que le imponemos y prohíben suponer que la psiquis es orgánica, las neurociencias avanzan con ese palo puesto en la rueda y por eso la psiquiatría es la cenicienta de la medicina.

●●●

miércoles, 4 de febrero de 2009

Las sutilezas de la ecología

Ya somos 6.000 millones de habitantes en el planeta y no sabemos aún cuál es su capacidad real.

Alguna vez mencioné en otro blog (ir) que en 1798 el economista inglés Thomas R. Malthus vaticinó en su libro Ensayo sobre el principio de la población que los recursos alimenticios crecen más despacio que la población, por lo que, según él, vamos directo a la pobreza extrema.

También he mencionado que las familias de las clases medias y altas son cada vez menos numerosas.

En inglés existe un vocablo que se utiliza también en castellano y que viene a cuento de lo que estoy comentando.

Esa palabra es petting y se aplica a cualquier práctica sexual que excluya el coito. Me refiero a conversación erótica, caricias, sexo oral, pero sin penetración.

Deriva de la palabra pet que significa tanto mascota como acariciar a la mascota.

Ustedes habrán visto lo mismo que yo: Desde hace unos cuantos años las mascotas son algo infaltable en la mayoría de las familias y esto puede estar explicado por la afinidad lingüística que existe entre las mascotas (pet) y el sexo no reproductivo (petting).

En otras palabras, tener una mascota podría ser una forma de proteger al planeta de una explosión demográfica que cumpla la profecía de Malthus.

●●●

martes, 3 de febrero de 2009

El amor platónico y la plata

Si existe algo llamado espíritu o alma no está comprobado. Lo que sí está confirmado es que muchas personas mentalmente sanas están seguras de su existencia a pesar de esta falta de pruebas.

Sólo se me ocurre la hipótesis de que esta contradicción está provocada porque TODOS tememos la muerte «definitiva».

Al sostener que poseemos un parte nuestra inmortal, aliviamos considerablemente la angustia existencial porque sólo tenemos que apoyar sobre ese aspecto todos nuestros tesoros más preciados, para que queden a salvo.

La intención de apoyar sobre nuestros imaginarios aspectos inmortales todo lo que sea más valioso, nos lleva a suponer que el vínculo con nuestros seres queridos es espiritual y, simultáneamente, tratamos de ignorar nuestro instinto gregario, nuestra necesidad de contar con la ayuda de nuestros semejantes para poder vivir, porque solos no podemos.

Una de las consecuencia de esta fantasía es la de suponer que los vínculos más prácticos, convenientes, necesario, imprescindibles son en realidad románticos, desinteresados, espirituales, platónicos.

Usted podrá decirme: «Y qué problema existe en que yo crea que el amor es desinteresado cuando en realidad es interesado». La conveniencia de ser realista siempre existe, pero en este caso tiene la ventaja de que esos vínculos de amor poseerán el invalorable aporte de la sinceridad, de la honestidad. No serán afectos apoyados en un dato falso (que son espirituales y desinteresados).

●●●

lunes, 2 de febrero de 2009

Deseo no desear

Hoy estoy publicando otro artículo titulado Conozca a su oponente, donde hago un breve comentario sobre lo que en psiquiatría se llama «trastorno narcisista de la personalidad».

Es casi una norma que las patologías psiquiátricas no sean otra cosa que una característica normal algo exagerada.

Por ejemplo, en este caso, el ser humano en general tiene la autoestima dañada y reacciona comportándose con arrogancia. Si usted entrevista por sorpresa a cualquier persona normal y le pregunta: ¿El ser humano es superior a cualquier animal?, 999 de cada 1.000 le responderán afirmativamente.

No hay duda que los seres humanos somos diferentes al resto de los animales, pero es igualmente cierto que los perros también son diferentes al resto de los animales.

Y como en los artículos pasados he venido comentando diversos asuntos sobre el deseo y la necesidad, digo ahora que el deseo es algo que tenemos solamente los humanos y que puede dañarnos la autoestima porque nos pone muy inseguros al no saber qué queremos realmente.

El fenómeno del deseo podrá darnos un poco de orgullo porque junto con la capacidad de hablar son dos rasgos que nos diferencian del resto de los animales, pero convengamos en que nos llena de confusión y angustia.

●●●

domingo, 1 de febrero de 2009

Sueños minuciosos

Por lo que he visto en la tele mi vida ha sido bastante normal aunque la gente que me rodea parece tenerme lástima.

El hecho es que mi madre me tuvo soltera (hay miles de novelas donde pasa eso), pero cuando yo tenía 6 año me enfermé de poliomielitis. Esta es una enfermedad que produce parálisis —en mi caso de las piernas— y también hay muchas historias de paralíticos en sillas de ruedas.

Se ve que ella no me pudo mantener y cuando yo tendría unos 9 años me recibieron en la casa de los padres de ella. Al poco tiempo dejé de verla y me contaron que se había ido a probar suerte en otro país.

Veía muchas películas en la que los chicos de mi edad iban a la escuela y hacían deberes pero a mi nunca me molestaron con esas cosas.

Lo que realmente me molestaba —debo reconocerlo— era que mi abuelo (bastante más joven que mi abuela), soñaba todas las noches y como parece normal, se acordaba de algunas partes y de otras no.

Pues cuando empezaba a contar esas narraciones sin pie ni cabeza que son los sueños, mi abuela, como para demostrarle que se interesaba por esos disparates, le preguntaba y le preguntaba miles de detalles y eso duraba hasta cerca de la una de la tarde que era cuando almorzábamos y todos dormíamos la siesta.

Felizmente, mi abuelo no soñaba en la siesta.

Un día murió mi abuela y se terminó el suplicio matutino.

Habrían pasado quizá 15 días cuando siento que mi abuelo grita y habla solo en una habitación donde ella tenía un santuario lleno de imágenes, estatuas, lirios, candelabros y olores increíbles (por la tele es lo único que no se consigue).

Ese ruido no me molestó porque justo yo estaba mirando una escena de combate donde no hablaba nadie y en eso sale mi abuelo de la habitación abrazando una bolsa enorme llena de euros arrugados.

Cuando logró calmarse me contó la increíble historia de que la abuela había descubierto que en sus sueños estaban los números de la lotería diaria y que ganaba millones con eso.

●●●