lunes, 31 de octubre de 2011

La sublimación por miedo

Los personajes más admirados, famosos y triunfantes, son personas con un cierto talento pero, sobre todo, un fuerte temor a no recibir el amor que todos necesitamos.

«Sublime» es un adjetivo, un modificador del sustantivo, un calificativo caracterizado por significar algo excelente, insuperable, maravilloso.

Estaremos de acuerdo en que cuando algo o alguien se merece el rótulo de «sublime», está dependiendo de una opinión totalmente subjetiva de quien o quienes la pronuncien.

En nuestra cultura vergonzosa, amante del dolor, los suplicios y los mártires, cazadora de quienes disfrutan de la vida, tienen dinero o parecen felices, suele decirse genéricamente que las pasiones personales o colectivas son sublimaciones del deseo sexual.

Dicho de otro modo, subjetivamente tendemos a pensar que un gran cantante, un admirable deportista o un Premio Nobel de química, son personas que han sublimado sus deseos sexuales, derivándolos hacia las actividades que no son condenadas por nuestra moral contraria al disfrute.

Cuando usamos el refrán «las apariencias engañan» estamos refiriéndonos a este retorcimiento de nuestras pasiones básicas hasta convertirlas en otras que reciban la aprobación colectiva.

Y la satisfacción de las expectativas colectivas es obligatoria porque la sanción social para quienes la frustran es muy difícil de soportar.

Bajo una apariencia de libertad en los hechos condenamos a personas de otras razas, idiomas, vestimenta, creencias, opciones.

Y la amenaza mágica que profieren nuestros vecinos parece infantil: «no te quiero más», lo mismo que suelen decirnos los niños cuando se enojan por haber sido molestados por nuestras normas (comer en hora, bañarse, abandonar el parque de diversiones).

En suma: los sublimes personajes que nos llenan de admiración y de envidia, suelen ser personas dotadas de un talento especial pero sobre todo, son individuos que abandonan sus placeres instintivos por temor a perder lo que todos necesitamos: amor, aprobación, compañía.

Artículos vinculados:

Los insultos sexuales alivian frustraciones

Lo bueno y lo malo de la agresividad

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domingo, 30 de octubre de 2011

La medallita

«...cuando sale la señora de su lujoso edificio, el portero le brinda una ceremoniosa reverencia, a la que ella responde con un leve movimiento de cabeza que parece copiado de la sobria solemnidad japonesa.

Sube a una suntuosa limusina de vidrios polarizados que la esperaba y parte.

Minutos después llega a la confitería que visita diariamente acompañada de un elegante caballero, notoriamente menor que ella y toman la mesa que tiene reservada desde hace años.

Sin esperar su pedido llega el camarero con un servicio de té completo.

Una vez servidos, el camarero se retira tres pasos sin darles la espalda y la pareja se dedica a merendar.

Las miradas son intensas, la conversación en voz baja despierta algunas sonrisas en ella y gestos de picardía en él.

El atento camarero retira el servicio y los amantes quedan mirándose, hablando y acariciándose las manos. Seguramente la conversación es de un fuerte erotismo porque él intercala algunos gestos de agresividad, atrevimiento, combate, avasallamiento, dominio, al compás de apretones de manos con diferentes presiones.

Quizá hayan acordado algo porque él la invita a retirarse de la confitería y así lo hacen. Los empleados saludan con exagerada adulonería, de esa que suele provocar una generosa propina.

Suben a la limusina pero al llegar a destino baja ella sola. Ingresa al edificio acompañada por similares manifestaciones del portero, entra al apartamento, cierra la puerta tras de sí y todas las ventanas.

Se quita la ropa, acaricia la medallita de oro que lleva en el cuello y ahí aparece el mismo joven de la confitería, quien comienza a desvestirse, ... »

— Puaj, que historia tan estúpida —, dice Verónica, tirando al suelo nuevamente este trozo de libro que le había traído el viento.

Suspira, mira el reloj de la iglesia, pone un gesto de fastidio. Algo no está saliendo bien.

Cuando estaba por irse, lo ve llegar. Es un hombre alto que por su aspecto podría tratarse de un bancario recién salido de una maratón.

Antes de acercarse, Verónica supo del antisudoral vencido y de un par de medias que convendría tirarlas.

— Disculpame, che, se me complicó —, y le golpeó la mejilla con un beso transpirado que ella pudo soportar acariciándose la medallita de oro.

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sábado, 29 de octubre de 2011

La frustración como objetivo sexual

Aunque suena paradójico, algunos gozan del placer sexual satisfaciéndolo mientras otros lo gozan frustrándolo después de haberlo estimulado eficazmente.

A pesar de mi indisimulada aversión a los libros y a cualquier otra forma de pensamiento estático, estancado, definitivo y concluyente, hago una excepción con el diccionario, que si bien padece esos vicios de «fijedad», se corresponde bastante bien con el uso del idioma que hacemos para comunicarnos.

En este caso quiero dejarles un comentario sobre el verbo «joder», el que, según la Real Academia Española (*) tiene los siguientes significados:

joder.
(Del lat. futuĕre).
1. intr. malson. Practicar el coito. U. t. c. tr.
2. tr. Molestar, fastidiar. U. t. c. intr. y c. prnl.
3. tr. Destrozar, arruinar, echar a perder. U. t. c. prnl.
joder.
1. interj. U. para expresar enfado, irritación, asombro, etc.

Una expresión campera rioplatense, dice: «Joder es muy lindo, pero mucho más lindo es dejarse de joder [no seguir molestando]».

Si tomamos en cuenta que «joder» significa «fornicar», nos encontramos con que la acción fundamental para cumplir la única misión (1) de cualquier ser vivo (conservar la especie), está asociada lingüísticamente a una molestia.

Las incomparables sensaciones voluptuosas con las que la naturaleza nos paga (2) nuestra tarea de conservar la especie se enfrentan (contradicen) a esta evocación de una molestia.

Aparece aquí una característica humana (quizá no compartida por ningún otro ser viviente), según la cual nuestro menú deseante incluye una atracción y un rechazo por la misma acción (fornicar).

Corresponde entonces tener en cuenta estas evidencias para no olvidar que los humanos gozamos con el placer y con la frustración del placer.

No deberíamos sorprendernos que una actitud seductora, en la que cualquier desprevenido podría suponer que tiene por objetivo gozar sexualmente, en realidad tiene por objetivo gozar frustrando ese desenlace.


(*) Diccionario

(1) La única misión

(2) El orgasmo salarial

El grato oficio de fornicar

Las fantasías sexuales y el dinero

Menos orgasmos y menos salario

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viernes, 28 de octubre de 2011

Comprender equivale a legislar

Comprender el egoísmo y la prohibición del incesto nos libera la energía que gastamos en reprimirlos.

Si analizamos brevemente las únicas misiones (1) que tiene todo ser vivo, podemos establecer un orden:

1ª – La primera misión es conservarse a sí mismo, con el inalcanzable objetivo de ser inmortales;

2º - La segunda y última misión es conservar la especie, la cual sí es inmortal (2).

No olvidar que este es el orden de prioridades en nuestra existencia nos permite saber en todo momento que el egoísmo es natural, imprescindible, infaltable.

Expresado en forma más coloquial, un ser humano abstracto, representante imaginario de todos nosotros, podría decir: «Primero estoy yo y después están los demás».

Por razones de convivencia esta fórmula no puede ser expresada libremente así como por razones económicas (3), tampoco podemos satisfacer el deseo de hacer el amor con personas de la familia (prohibición del incesto).

Estos hechos nos causan un conflicto interno que nos quita fuerza, energía, productividad.

Efectivamente, nos debilita pensar, sentir y desear algo y simultáneamente tener que reprimirlo.

Sin embargo este conflicto puede ser menos costoso, puede causarnos menos gasto inútil en reprimirnos, si logramos entenderlo en su lógica.

Dicho de otro modo: cuando alguien comprende la conveniencia de las leyes, puede cumplirlas sin contrariedad porque esa comprensión hace que el ciudadano que debe obedecer también se sienta legislador.

Comprender las dificultades de la existencia nos genera el sentimiento de aprobación, de concordancia, de asentimiento, pues todos cumplimos mejor las normas en cuya implementación podríamos haber participado.

En suma: aunque siempre sentiremos alguna molestia causada por las normas que nos restringen la libertad, nuestra calidad de vida mejora sensiblemente cuando las comprendemos, cuando entendemos que constituyen la mejor solución, cuando podrían haber sido legisladas e impuestas con nuestra aprobación, si hubiéramos tenido esas responsabilidades de gobierno.

(1) La única misión

(2) El espíritu en realidad es la sexualidad

(3) Las mujeres pacificadoras

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jueves, 27 de octubre de 2011

La maternidad frustrada

Es probable que el mal carácter femenino sea causado generalmente cuando no pueden expresar su instinto maternal libremente.

Para que una mentira sea próspera debe contener algo de verdad y, de modo semejante, para que un insulto cumpla su innoble propósito de ofender, también debe contener algo de verdad.

En otras palabras, la verdad es un ingrediente necesario para que las mentiras y los insultos resulten eficazmente creíbles.

Alcanza con que la verdad participe en una pequeña dosis pues, como les he comentado otras veces (1), nuestro cerebro produce «metonimias», esto es, que se desorienta rápidamente creyendo

— que una parte es igual al todo («tiene muchas cabezas de ganado» para significar, «tiene muchos vacunos»), o suponiendo

— que la causa es igual al efecto («ganarse el pan» para significar «ganarse el dinero suficiente para alimentarse»); o confundiendo

— que el contenido es igual al continente («tomar una copa de vino» para significar «tomar el vino contenido en una copa»), y así por el estilo.

Algunas veces anteriores he reflexionado sobre el insulto (2), pero desde un punto de vista diferente al que comentaré ahora.

Al menos en los pueblos rioplatenses, es enojoso que alguien le diga a una mujer que está «mal cogida».

La circunstancia propicia para que aparezca este diagnóstico silvestre se corresponde con un estallido de mal carácter de la ofendida.

En principio parece que se trata simplemente de una sobrevaloración del varón, de su pene capaz de dulcificar cualquier frustración femenina, como si ese órgano fuera una varita mágica que da serenidad a cualquier mujer indignada.

Algo de cierto hay en esto pero indirectamente.

Si aceptamos que las mujeres desean instintivamente ser madres (3) siempre y cuando tengan la ayuda y los recursos suficientes, es verosímil que una mujer frustrada (irritable) se calmaría si pudiera tramitar su instinto maternal libremente.

(1) Las noticias de nuestra infancia – 3
«Hoy comienzan mis éxitos»
La felicidad tiene que ser breve
(2) El insulto provoca autoagresión
(3) Blog con artículos sobre nuestra Única misión de conservar la especie.

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miércoles, 26 de octubre de 2011

Imposición o diálogo de magias o religiones

La magias (blanca o negra) y las religiones, son recursos que tenemos los humanos, de cualquier nivel cultural, para resolver dificultades resistentes a los procedimientos racionales.

Personas cultas e inteligentes hacemos cosas que parecen raras.

Cuando las dificultades normales de existir parecen superar nuestra tolerancia a la frustración, acudimos a ciertas prácticas para torcer el curso de los acontecimientos adversos.

La magia consiste en contratar la colaboración de forzudos cuyos poderes lograrán imponer nuestra voluntad para que la realidad deje de molestarnos.

La idea es que estos profesionales actúan como guardianes, es decir, protectores que mediante el uso de la fuerza mental, mejoran una cosecha, curan una enfermedad o vuelven a enamorar a un cónyuge fugado para que retorne con su familia y se deje de hacer tonterías por ahí.

La magia es blanca cuando los objetivos son beneficiosos para la persona que habrán de influir o es negra cuando los objetivos son perjudiciales.

En general, tanto profesionales como clientes, consideran que siempre están haciendo el bien, pues la magia negra, en todo caso, castiga a quien hizo un daño (según el usuario). Por lo tanto, cuando la magia negra tiene por objetivo matar, enfermar, volver impotente, hace algo similar a lo que hace nuestro sistema judicial cuando impone que un culpable vaya a la cárcel, perdiendo la libertad, la familia, el trabajo.

Las religiones hacen lo mismo pero de forma mucho más delicada.

El usuario de una religión está afiliado a ella por largo tiempo, es como si fuera el socio de un servicio de salud pre-paga y su accionar no es violento como la magia sino que trata de persuadir con distintos ritos al Dios a quien rinde culto, para que lo ayude.

En suma: los magos exigen, imponen, actúan directamente y los religiosos solicitan, persuaden, prometen, sobornan.

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martes, 25 de octubre de 2011

¡Cuidado, estalló la paz!

Las personas que dependen de conservar las necesidades y los deseos, combaten activamente toda solución o satisfacción, en defensa propia.

Mariana es una mujer noble, educada, trabajadora y desconforme. Casi nunca está contenta y lo primero que ve es «el medio vaso vacío».

José es un hombre tranquilo, resistente, acostumbrado a trabajar, complacer, proveer y quiere a Mariana.

El gran desvelo de José es lograr que ella exprese algún grado de conformidad duradero.

Cuando la oye quejarse, protestar, criticar, automáticamente acuden a la mente de José una cantidad de argumentos de por qué lo que ella dice «no es incorrecto, pero tampoco es para tanto».

Él se especializa en relativizar las trágicas ineficiencias del ser humano, de la sociedad y de la naturaleza, que ella señala, denuncia, critica y parece que siempre está pronta a romper todo para rehacerlo bien de una vez por todas.

En más de doce años, el único resultado de su empeño ha sido lograr que ella duplicara la apuesta. Cualquier intento de calmarla, de edulcorar sus opiniones corrosivas, sólo ha logrado exacerbarla más y más, hasta que él decide salir a caminar, aunque sea de noche y esté lloviendo.

Les he comentado (1) que las personas podemos funcionar según dos criterios:

— Tratar de saciar las necesidades y deseos; o
— Trabajar para que nunca nos falten ni las necesidades ni los deseos.

Esta última opción es tan opuesta al sentido común, que sus partidarios ni están enterados de que viven disgustados porque esa es su forma de mantenerse activos, vivaces, sanos.

Para estas personas, toda solución es un problema y toda saciedad es una amenaza.

Si hace doce años que conviven en este modelo, lo recomendable sería que José continúe tratando de calmarla inútilmente sin abandonar sus paseos catárticos (tranquilizadores, refrescantes, descompresores).

(1) La escasez como fuente de vida

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lunes, 24 de octubre de 2011

La burbuja de amor

El amor es un sentimiento que nos permite formar una especie de burbuja con nuestros seres queridos.

Son conocidas algunas expresiones tales como: «Vive en un mundo paralelo», «Está despegado de la realidad», «Vive en una burbuja».

Para situaciones más coyunturales, también podemos decir que alguien está «enfrascado» en un asunto (circunstancialmente concentrado en algo, sin prestarle atención al resto de su entorno).

En todos los casos estamos refiriéndonos a un estado de aislamiento, de desvinculación, de repliegue sobre sí mismo (autismo).

Todo es relativo: si nos ponemos a pensar, el planeta que nos contiene es una burbuja que se pasea por el universo. Estamos encerrados en la atmósfera y de ella no salimos (salvo ocasionalmente algún astronauta, con miedo, con riesgo y a un costo elevadísimo para quienes nos quedamos).

Por lo tanto la especie entera vive en una burbuja.

Lo que en realidad puede ser motivo de interés es cuando pocas personas (o una sola), viven desvinculadas del resto. Como somos animales gregarios, aquellos ejemplares que no se integran, tienen dificultades y eventualmente pueden causarnos problemas al resto (con actitudes antisociales, desconsideradas, psicóticas).

Entre la mega-burbuja que formamos como planeta encerrado en la atmósfera y el autismo individual, existe un punto intermedio en el que está la mayoría.

Les he comentado otras veces (1) que hasta cierta edad (aproximadamente los 18 meses), los humanos creemos que el universo es un todo indivisible, creemos estar fusionados, que con mamá, papá, el hermano y todo lo que nos rodea, formamos una unidad indivisible.

El punto intermedio al que aludí refiere a que la mayoría generamos una burbuja de amor (aunque suene cursi), en la que nos encerramos con nuestros seres queridos, con quienes nos identificamos, somos solidarios, negociamos, nos fecundamos y, aunque a veces nos peleamos, nos aislamos del resto.

(1) El acoso del deseo
Las ventajas de la confusión

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domingo, 23 de octubre de 2011

La obsesión por los asaltos

Clarisa quiso ser religiosa pero finalmente los padres la disuadieron pensando en un destino mejor para ella.

Aunque no les faltaban recursos para disponer de buenas cuidadoras y chofer para cuando envejecieran, una hija tiene la ventaja de ser más confiable que cualquier extraño.

Bueno, esto no es exactamente así, pero lo que importa aquí no es la verdad sino lo que estos adultos mayores consideraban como cierto, pues a la postre eran ellos quienes querían cambiar la decisión de la muchacha.

Los otros hijos formaron sus familias y cada poco tiempo se reunían aunque sin contar con la presencia de «la tía soltera», pues a todos les había dicho que no le gustaban las reuniones cuyo principal objetivo fuera mover permanentemente la boca para masticar, beber o hablar.

La salud la acompañaba con moderación: casi nunca se enfermaba como para guardar cama pero siempre tenía algún padecimiento del que no hablaba.

Quienes la conocían sabían qué órgano le llamaba la atención porque ahí apoyaba su mano blanca, de piel casi transparente, delgada y muy cálida para quienes tuvimos la suerte de ser acariciados por ella.

Un día no tuvo ganas de levantarse. Pidió que le llevaran un té con tostadas y luego estuvo en su dormitorio tocándose el bajo vientre derecho.

Al segundo día la situación se convirtió en alarmante. El médico notaba signos de intoxicación, virosis, apendicitis, anemia o, por supuesto, cáncer.

Fue internada, monitoreada, el agravamiento se aceleró, el diagnóstico continuó incierto y el nerviosismo creció hasta detenerse contra un paro cardíaco terminal.

Aparecieron de todos lados personas que la querían y que sufrieron su muerte, incluido un hombre que sigue enamorado de ella.

Un mes después la policía habló con los padres para decirles que quizá lo de Clarisa fue un homicidio y solicitaron realizar una autopsia.

En una de las cajas del supermercado al que ella concurría, un psicopático inventor había instalado un dispositivo anti asaltos en el box ocupado por su novia. El artefacto dispararía a la altura del vientre del asaltante una pequeñísima partícula metálica envenenada.

Alguna maniobra involuntaria de la cajera hizo que ese proyectil penetrara en el cuerpo de Clarisa.

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sábado, 22 de octubre de 2011

Correcciones a nuestras percepciones

Reconocer que la naturaleza no es humana nos permite asumir que nuestra enfermedad y muerte son en realidad buenas noticias.

Las poesías y las fábulas son los únicos ámbitos donde podemos decir que los animales hablan, que los pájaros son arquitectos o que el sol está enamorado de la luna, sin que un psiquíatra sienta la inconfundible fragancia de la psicosis.

En otros artículos (1) he comentado que no podemos evitar la humanización de todo lo que observamos. Dicho de otro modo, no solamente en las poesías y en las fábulas atribuimos rasgos de nuestra especie a objetos y seres que no lo son.

Este defecto raramente está compensado racionalmente.

Cuando un deportista de «tiro al blanco» realiza su práctica, tiene en cuenta la distancia del objeto, la temperatura, la cantidad de luz, el viento, la humedad, el peso del proyectil que lanzará, la parábola (curva hacia abajo) que tendrá la trayectoria. El acierto (puntería) dependerá de cuán precisas sean estas correcciones a lo que su ojo ve.

Nuestra cabeza también necesita hacer correcciones a lo que piensa, razona, interpreta. Por ejemplo, debe compensar esa natural tendencia a suponer que el cosmos, es, piensa y actúa como un ser humano.

Si podemos realizar buenas correcciones a estos defectos de razonamiento, aumentará la «puntería» (acierto) de nuestra percepciones, pensamientos, conclusiones.

Esta tarea de «deshumanizar lo no humano» está severamente dificultada porque nuestra forma de hablar (idioma, lenguaje) está diseñada según ese modelo mental.

Con todas estas consideraciones, les comento que «la naturaleza se alegra de nuestra muerte», porque de esa forma se renuevan los ejemplares de una de sus tantas especies (la humana).

Se «alegra» tanto como nos alegramos los humanos cuando convertimos en chatarra las viejas máquinas para instalar otras nuevas, más modernas, eficientes, actualizadas según los nuevos requerimientos.

(1) La naturaleza es una monarquía absolutista

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viernes, 21 de octubre de 2011

Mal de muchos, tranquilidad de equivocados

Aunque es difícil saberlo, aceptarlo y reconocerlo, la desgracia ajena nos provoca tranquilidad (alegría) cuando usamos un razonamiento de «suma cero» equivocadamente.

En varias ocasiones (1) he comentado sobre los fenómenos de «suma cero», originalmente estudiado en la «teoría de juegos» y que básicamente conceptualiza los equilibrios que ocurren en aquellas situaciones en las que «cuando uno gana es porque otro pierde».

Cuando el criterio de «suma cero» funciona automáticamente en nuestro discernimiento, quedamos en condiciones de actuar de formas notoriamente equivocadas.

Sólo para refrescar la idea, uno de los casos que ya mencioné refiere a la monogamia: No es cierto que si queremos a una persona con todo nuestro amor, sólo la querremos un 50% si queremos a dos y así sucesivamente.

La idea de la que aún no les hice comentarios refiere a otro asunto.

Puede ocurrir que, utilizando este criterio de «suma cero» de forma equivocada y por tanto peligrosa, se nos ocurra pensar que la desgracia ajena nos deja a salvo, como si el infortunio fuera un mal limitado, que si ataca a unos no alcanza para perjudicar a otros.

Este disparate, esperable en personas inteligentes como usted y como yo, funciona presionado por el «principio del placer», por el deseo.

Es indudable que deseamos lo mejor para nosotros, pero pocas veces se oyen comentarios sobre esta vocación por el mal ajeno en defensa propia.

Anestesiado nuestro sentido común por este error, podemos convertirnos en grandes consumidores de la crónica roja para enterarnos de cuántas personas fueron asaltadas, heridas, violadas, incendiadas, para luego sentir la tranquilidad de que las desgracias ya se agotaron con los infortunados semejantes que tuvieron mala suerte.

Si decimos o pensamos «a mí no me va a pasar», es porque estamos aplicando un criterio de «suma cero» cuando no corresponde.

(1) Los ricos son campeones

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jueves, 20 de octubre de 2011

La educación aumenta las exigencias

Lo que cada uno paga para educar a las nuevas generaciones tiene la intención de poder reprimirlas con mayor eficacia.

Existe una frase que parece razonable aunque no sé si lo es tanto.

Ella dice «La ignorancia de la ley no impide su aplicación».

Si la policía atrapa al ladrón cuando está saliendo de una casa cargando un televisor, irá a la cárcel por «tentativa de hurto» y el abogado defensor no podrá alegar ante el juez que el acusado desconocía que está prohibido robar.

Esto parece muy lógico y a nadie se le ocurriría sensatamente discutir la justicia de este criterio.

Las sociedades nos protegemos mejor de nuestras propias dificultades de convivencia si no consideramos como atenuante la ignorancia de la ley.

Quizá arbitraria y dictatorialmente nos hemos puesto de acuerdo en no perdonar la ignorancia para este tipo de asuntos.

Por nuestra parte, las mismas sociedades procuramos que la información sea accesible, tratamos de que existan bibliotecas públicas de acceso gratuito, intentamos contar con un sistema educativo que facilite al máximo el conocimiento de la ciudadanía.

Desde este punto de vista, cuando pagamos los impuestos, estamos colaborando financieramente con la educación de los ciudadanos.

¿Lo hacemos porque somos muy generosos o porque somos muy egoístas?

Lo hacemos porque queremos tener (¿comprar?) la libertad de perseguir y castigar a quienes no cumplan las leyes.

Razonamos así: «Nosotros te ofrecemos la información sobre qué está prohibido y qué está permitido. En este contexto tu desinformación pasa a ser de tu exclusiva responsabilidad y quedamos autorizados para aplicarte el máximo peso de la ley».

En suma: Lo que pagamos entre todos para educar a los ciudadanos, no es para beneficiarlos sino para que nadie pueda salvarse de los mecanismos represores que deseamos aplicarle a cualquier ciudadano que nos moleste demasiado.

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miércoles, 19 de octubre de 2011

Los ecologistas y su adicción al poder

Las adicciones distorsionan la convivencia normal, inclusive cuando dicha adicción es el ejercicio del poder a manos de ecologistas y ambientalistas.

El poder produce sensaciones tan maravillosas como esas drogas cuyos proveedores son delincuentes.

Cabe aclarar que no siempre que algo produce sensaciones maravillosas está contra la ley. A veces el placer muy intenso está moralmente permitido. Por el momento no recuerdo ningún caso pero ya recordaré alguno.

Ese poder que empata en sus efectos con los alcaloides de la felicidad, suele ejercerse coartando el placer ajeno.

Efectivamente, todos tenemos ejemplos en los que los poderosos prohíben, dificultan, restringen, el placer ajeno, a la vez que desenfrenan sus propias pasiones sin reparar en esa imaginara raya amarilla en el piso que indica dónde empiezan los derechos ajenos.

Los ecologistas son personas que disfrutan enormemente ese poder afrodisíaco que consiguen tratando de quitarle libertad de elección a los demás,

Los ecologistas nos prohíben cazar o pescar animales de cualquier tipo, también prohíben ciertas prácticas industriales, la tala de bosques y otras acciones propias de nuestra especie.

Estas sensaciones de poder seguramente les producen gran goce y adicción, al punto que no pueden dejar de procurárselas.

Los seres humanos somos depredadores, abusadores del poder, egoístas y necesitamos un sistema judicial y otro de reclusión (separación del colectivo, contención, reeducador), para que nuestros actos vandálicos se cometan a razón de uno por persona y no más.

Estas normas y condenas son fundamentalmente disuasivas pues podemos verificar que son pocos quienes delinquen, aunque quienes sí lo hacen llaman mucho la atención.

La mayoría somos «buenos ciudadanos» pero existen grupos que no se conforman con eso y quieren ser «buenísimos ciudadanos», para lo cual se ponen agresivamente defensores del ecosistema, de la salud, de cualquier causa que admita defensores fundamentalistas adictos al poder.

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martes, 18 de octubre de 2011

La medicina y los celos

Cuando las prácticas médicas desconocen la singularidad de sus pacientes, favorecen indirectamente que más personas sean celosas.

En otro artículo (1) les comento que los humanos somos biológicamente celosos (como también lo son otros animales) y que tenemos algunos otros motivos para serlo, por ejemplo, la necesidad de obtener por cualquier medio alguna constatación de que tenemos una identidad, esto es, que estamos diferenciados del resto de los humanos, no solamente por nuestro nombre y por el documento de identificación civil, sino también porque somos amados en forma exclusiva por alguien (cónyuge, novio, amante, concubino).

Básicamente la idea propuesta en el mencionado artículo se resume a que somos celosos por inseguridad identificatoria.

El hecho de que María sólo quiera a José, permite a José darse cuenta que es efectivamente José.

Este gran favor que María le hace a José, tiene su contrapartida pues seguramente María necesite que José la ame en forma exclusiva, ya que si no lo hiciera, entonces María no estaría segura de que es María.

Conviene recordar que este planteo está artificiosamente simplificado pues en la vida real estos sentimientos, fidelidades, intenciones, identificaciones, necesidades, causas y efectos, no se presentan de manera tan clara. Se presentan en forma brusca, furiosa, con gritos, llantos, enojos y reconciliaciones (en el mejor de los casos).

Por lo tanto, si aceptamos que los celos tienen como una de sus causas el debilitamiento del sentimiento de identificación del celoso, paso al núcleo de este artículo.

La medicina es una ciencia y una práctica esencial en la vida individual y colectiva y mejora su eficacia ignorando las singularidades.

Aunque los médicos pregonen que no atienden enfermedades sino enfermos, lo que efectivamente hacen es quitarles la identidad a sus pacientes para tratarlos según estadísticas masivas.

En suma: La medicina favorece que más gente sea celosa.

(1) Celos por escasa sensación de identidad

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lunes, 17 de octubre de 2011

Sobre los pros y contras de nuestras opciones

Racionalmente estamos de acuerdo en que es necesario conocer y tener en cuenta los pros y los contras de cada una de nuestras decisiones u opciones, pero no siempre actuamos con esa racionalidad.

Que los objetos, las personas o las situaciones tengan aspectos positivos, no impide que también tengan otros negativos.

La visión parcial de un objeto, persona o situación no es otra cosa que una tarea hecha a medias, incompleta, eventualmente también irresponsable.

Es una condición valorada universalmente la sinceridad afectiva, la honestidad en los vínculos, la franqueza.

Comparto con ustedes algunos ejemplos cotidianos y populares:

— Si como chocolate ignorando que somos animales que tenemos una alimentación variada (omnívoros), quizá no tengamos apetito para otros alimentos que completan nuestra necesidad de nutrientes (lácteos, vegetales, pescado, carnes rojas, pastas);

— Si nos endeudamos porque así le damos satisfacción inmediata a nuestra necesidad ignorando que esa anticipación nos cuesta dinero que encarece el bien o servicio, quizá estemos generando una pérdida de dinero que en última instancia es una pérdida de horas trabajadas;

— Si gracias a la herencia que hemos recibido de los antepasados, logramos la compañía de una persona hermosa, simpática, divertida, quizá no tengamos en cuenta que esa persona no necesariamente nos ama (dando satisfacción a la necesidad humana que tenemos todos), sino que ama nuestra fortuna;

— Si hemos logrado casarnos con alguien que nos dará obligatoriamente compañía, asistencia, protección y prestigio dentro de la sociedad a la que pertenecemos, quizá no tengamos en cuenta que lo que nos une es fundamentalmente un contrato civil, que no depende de los sentimientos que circulen dentro de la pareja sino que lo que haga, no haga, cumpla o incumpla, no necesariamente lo hace porque nos ama (dando satisfacción a la necesidad humana que tenemos todos), sino que actúa por obligación legal.

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domingo, 16 de octubre de 2011

La psiquis en pie de guerra

Raulito estaba acostumbrado a ver a su mamá llorando con las telenovelas (culebrones) pero las lágrimas de su padre le resultaron un espectáculo demasiado conmovedor.

Fue con-movedor porque sintió que la tierra no era tan firme, que los faros no siempre iluminan, que Dios a veces duerme la siesta.

La situación que provocó esta escena ocurrió un lunes de mañana cuando llegaron al comedor y vieron que no estaba el televisor.

Nadie sintió nada, el perro siguió durmiendo, ningún vecino percibió algo sospechoso.

No sé si el máximo dolor estaba provocado por el valor económico que tendrían que seguir pagando durante dos años más sin disfrutarlo ni poder comprar otro, por la invasión impiadosa al santuario hogareño, por lo que podría haber pasado si alguien se despierta y el delincuente lo ataca.

Raulito se había dormido cuando terminó la película que había sacado del Video-Club, titulada El punguista (Pickpocket – Francia, 1959).

No pudo prestarle mucha atención a la trama del film porque a poco de empezar volvió a su cabeza todo lo que había sentido en el liceo cuando tuvo que leer Crimen y castigo, del autor ruso Fedor Dostoievski (1821-1881).

Este afiebrado escritor lo había perturbado profundamente y el personaje principal de la novela (Rodión Raskólnikov), le había hecho reconsiderar lo que él sentía, imaginaba y le habían hecho creer los maestros, curas y progenitores.

Raskólnikov tiene una ética personal, como es el caso del Agente 007 creado por Ian Fleming para su personaje James Bond, pero a diferencia de este, el ruso es un personaje solitario, intelectual, que vive en una buhardilla y que hace de un razonamiento ciertamente inmoral su justificación vital para conseguir sus objetivos por encima de la ética común.

Estos recuerdos y acontecimientos determinaron que sus emociones se combinaran para forjar una decisión que lo llevaría a recuperar el televisor y a indemnizar cada lágrima paterna a precio de diamantes.

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sábado, 15 de octubre de 2011

Celos por escasa sensación de identidad

Todo vínculo con otro es exclusivo porque todos somos diferentes. «Si yo soy único, todo vínculo integrado por mí, también lo será».

Una abrumadora mayoría de personas padecen de celos, es decir, exigen que el otro los ame exclusivamente a ellos y no amen a ninguna otra persona.

Esta pretensión es muy ambiciosa y fuente inagotable de conflictos, riñas, lágrimas.

El tema me interesa tanto que este no es ni el primero ni el último artículo dedicado al asunto (1).

Es probable (aunque no seguro) que existan formas de pensar el vínculo que disminuyan estos padecimientos, siempre y cuando quieran ser evitados, porque en el ser humano no podemos descartar la posibilidad de que alguien quiera padecer celos, sufrir la soledad o preferir una pobre calidad de vida.

El comentario de hoy está dirigido a quienes desearían no padecer (tan fuertemente al menos) celos por su ser amados.

La idea consiste en entender que este mortificante sentimiento se produce cuando nuestra psiquis depende de esa relación exclusiva para recién entonces tener la sensación de que existe y posee una identidad única, es decir, que posee nombre, personalidad, número de documento, aspecto físico, reconocidos por la sociedad.

En estas configuraciones mentales es el amor exclusivo del cónyuge lo único que aporta esa certeza. El amante celoso teme la infidelidad porque su identidad depende del amor exclusivo del otro.

Cuando alguien accede a entender que todo vínculo es exclusivo porque todos somos seres singulares, entonces sentirá que el vínculo que tiene con su ser amado es exclusivo simplemente porque está integrado por él mismo (el celoso).

Y al revés, mientras no reconozca que es único, que posee valores propios que lo hacen diferente al resto de los humanos, seguirá dependiendo de que su pareja le aporte esa identidad que le está faltando.

(1) Placeres y frustraciones en equipo
El amor fuerte como el aire
Amor sin barreras

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viernes, 14 de octubre de 2011

Duele perder a quien nos necesita

El duelo ante la muerte de un ser querido se agrava cuando el ausente era muy demandante, necesitaba ayuda y nos provocaba deseos y necesidades.

Algunos lectores me reclaman porque no menciono la fuente de mis opiniones y genero cierto desencanto cuando respondo que no existe tal fuente porque procuro no ser redundante:

— Si ya lo dijo alguien, pará qué voy a repetirlo;
— Los buscadores de la web son tan eficaces que es posible encontrar qué se dijo sobre cualquier tema;
— La mención a los dichos de otros autores es tarea de un recopilador, que los hay muy buenos y que suelo consultar.

Procuro decir cosas que otros no hayan dicho para que los lectores hagan su propia evaluación-digestión (coman, mastiquen y digieran con su propio aparato digestivo-cerebro).

Las ideas que nos llegan con fama de verdades prestigiosas equivalen a comida digerida, que como fácilmente deducimos, son caca.

Quizá lo peor para cualquier ser humano sea la muerte de un hijo (1). Tan terrible es que la situación en la que quedan los padres con un hijo muerto no tiene vocablo que la defina.

Lo llamativo de la situación está en lo que todos podemos comprender de una pérdida afectiva equivalente a otras muertes, pero la excepcionalidad del caso puede deberse a

— que nuestro hijo es biológicamente parte nuestra, lo cual sería suficiente para que su fallecimiento pueda ser sentido como una muerte propia; y además a

— que él hijo fallecido deja de ser una causa importante de deseos y necesidades.

Un hijo nos preocupa y nos ocupa. Estamos pendientes de ayudarlo, atender sus pedidos, impedir que tenga motivos para hacernos reclamos.

Esta fuente de solicitudes es para nosotros una usina de deseos que nos dan vida. Por eso, la muerte de quien nos necesita provoca un duelo demasiado penoso.

(1) Esta «cosa» me provoca «cosa»

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jueves, 13 de octubre de 2011

Educar es imposible y aprender es inevitable

Sería ideal una educación sin coacción, pero en los hechos es imposible.

Los niños normales viven en su mundo pero pueden salir de él. Cuando no pueden salir de él padecen autismo.

Cuando están en su mundo, acomodan las interpretaciones de la realidad a los conocimientos que poseen, a la capacidad mental propia de su edad y al placer.

Ellos no ven las cosas exactamente como son sino como les gustaría que fueran:

— Los padres son omnipotentes, maravillosos y lo saben todo;

— Vieron cómo se aplican los inyectables y sabrían hacerlo si les prestaran una jeringa;

— El perro está de acuerdo con él sólo que no es de hacer comentarios.

Los adultos los vemos, creemos entenderlos recordando nuestra propia niñez y tratamos de que sus fantasías, ilusiones y creencias, sentidas y vividas como la pura realidad, no se conviertan en peligrosas para ellos y caigan por una escalera, se corten con un cuchillo o queden electrocutados al meter los dedos en un tomacorriente.

Con los adultos ocurre algo similar sólo que no podemos vernos como nosotros vemos a los niños. La introspección, la reflexión o la autocrítica son intentos de poco alcance para saber cómo somos.

Quienes nos dedicamos toda la vida a entendernos, tampoco lo logramos, aunque quizá poseamos algunas ideas más de las que poseen otros que dedican su energía a otros asuntos.

Una ilusión similar a la de los niños nos ocurre con el libre albedrío. Así como ellos creen ser médicos, bomberos o capaces de volar, nosotros nos sentimos capaces de saber, educar, gobernar, dirigir, decidir.

Sin embargo, estamos determinados por la naturaleza (genética, clima, sociedad, anatomía).

Este determinismo hace que educar (modificar la conducta de otra persona) sea imposible sin cierto grado de coacción y que aprender sea inevitable cuando la curiosidad nos coacciona.

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miércoles, 12 de octubre de 2011

La sexualidad de las discusiones

Una discusión con el propósito de llegar a un acuerdo, es productiva (heterosexual) y si la intensión no es ponerse de acuerdo, es improductiva (homosexual).

Les comentaba en otro artículo (1) que la coherencia de un comportamiento está dada porque las actitudes son metafóricas.

Por ejemplo, si se dice «el átomo es un sistema solar en miniatura», estamos expresando una metáfora que nos permite comprender (hacernos una idea, imaginar) cómo funcionan los neutrones orbitando alrededor del núcleo, pero no estamos diciendo que el átomo contiene planetas.

De manera similar toda nuestra conducta responde a esas metáforas y cuando las detectamos podemos decir que ese comportamiento es coherente.

Pongo un ejemplo que además es el motivo de este artículo.

Habitualmente insisto con la idea de que nuestra única misión (2) es conservarnos como individuos y como especie (reproducirnos).

La fecundación depende de que un óvulo se encuentre con un espermatozoide.

Si se encuentran dos óvulos o dos espermatozoides, nada ocurrirá.

Podemos pensar (ingresando en lo metafórico) que las ideas, opiniones, creencias, ideologías, son comparables a células germinales como lo son los óvulos o los espermatozoides.

Cuando dos personas confrontan ideas (uno piensa A y el otro piensa B), la situación puede verse como una metáfora de una relación sexual porque se enfrentan (discusión, intercambio, diálogo) dos ideas para lograr una tercera (conclusión, desenlace, resolución).

En estas circunstancias, en las que dos personas sostienen ideas diferentes, puede o no existir la intención de construir una tercera idea (reproducción).

Si quienes discuten desean mejorar sus respectivas propuestas (gestar una tercer idea mejor que las anteriores), negociarán «amorosamente», buscando coincidencias, acuerdos, soluciones.

Si quienes discuten desean que sea su propia idea la que prevalezca sobre la otra, no habrá fecundación. Metafóricamente será una discusión homosexual, pues existe el acto sexual (discusión), pero no la procreación (acuerdo).

(1) La violación metafórica

(2) Blog La única misión

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martes, 11 de octubre de 2011

Los delitos que alivian

Es posible pensar que esa muerte que a todos nos espera sea en realidad un castigo por algún delito que cometimos o estamos cometiendo sin darnos cuenta.

En otro artículo (1) hice el siguiente resumen de su texto: «La angustia propia del «fenómeno vida» puede ser interpretada como un sentimiento de culpa provocado por una falta imaginaria».

Lo curioso de ese artículo está en que el delito puede ser posterior al sentimiento de culpa, es decir, primero sentimos culpa y después cometemos la falta.

No descarto la hipótesis de que algunas personas cometan una falta que no pensaban cometer al sólo efecto de darle coherencia a ese sentimiento de culpa.

Como es demasiado descabellado, lo diré con un ejemplo: cuando siento esa culpa misteriosa, inexplicable, injustificada, (inconscientemente) cometo una injusticia, ofendo sin motivo, robo algo por primera y única vez, perjudico a alguien aparentemente «porque sí», tan sólo para darle una explicación a ese sentimiento doblemente incómodo, pues la culpa justificada molesta, pero la injustificada molesta mucho más.

En suma: delinquir puede ser un alivio para quienes sienten culpa injustificada.

Ahora les comento otro caso similar y que puede ser útil para entender que si nos sentimos culpables inexplicablemente, no tenemos por qué cometer una falta tan sólo para volverla coherente.

Todos tenemos presente que en algunas culturas, regiones y épocas, la pena máxima que se les ha aplicado a los delincuentes es la muerte (pena capital).

Como lo normal es que no podamos encontrar una buena explicación a la muerte que tarde o temprano nos ocurrirá y ante la incomodidad que nos provoca ignorar las causas de lo que nos angustia, entonces es probable que la creencia muy generalizada de que todos somos pecadores surja porque esa muerte biológica y natural es interpretada como un castigo.

(1) El remordimiento sin delito

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lunes, 10 de octubre de 2011

La imagen corporal

Tenemos varias ideas sobre nuestro cuerpo y muchas de ellas son inconscientes, es decir que nos determinan sin que lo sepamos.

Nuestro cuerpo es ese que nos traslada, que alimentamos, higienizamos, nos duele y nos complace.

Pero no es sólo ese. En psicología existe el concepto «imagen corporal» que alude a las representaciones imaginarias que tenemos de ese cuerpo biológico.

La «imagen corporal» se refiere, por ejemplo, a las diferentes valoraciones subjetivas que hacemos de su volumen, peso, color, salud, fortaleza, amigo, enemigo, que nos enorgullece, que nos avergüenza.

En otro artículo (1) les decía que si bien no somos inmortales, soñamos con serlo pero sólo somos portadores de la inmortalidad. Nuestros cuerpos, con su función reproductiva, son los portadores de esa tarea que nos ubica como un eslabón más que une la generación de nuestros padres con la generación de nuestros hijos.

Si esta interpretación fuera correcta, entonces aquellas personas que no puedan o no quieran reproducirse, estarán ubicándose por fuera de esa cadena biológica.

Además de estas ideas inspiradas en nuestro cuerpo (biológico, imaginario, portador de inmortalidad), hay algo más.

El inconsciente podría considerar que el cuerpo está compuesto también por las posesiones materiales del individuo.

Es bastante claro observar que muchas personas se embellecen con un vehículo vistoso, caro, potente. No sólo ellas se ven así sino que otros también los juzgan por el valor de sus vehículos.

También es bastante claro observar que muchas personas se embellecen con la vestimenta. Esta parece formar parte del cuerpo, inclusive cuando se trata de prendas que apenas cubren algunos centímetros cuadrados de la anatomía.

En este sentido, el inconsciente encuentra razonable que un cuerpo muerto abandone sus pertenencias que serán entregadas a los herederos: otros cuerpos in-corporarán (agregarán a su cuerpo), lo que el fallecido tuvo que abandonar.

(1) El espíritu en realidad es la sexualidad

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domingo, 9 de octubre de 2011

Líos de familia

Hasta que mis padres se divorciaron viví en una casa parecida a un escenario donde se actuaba un sainete para los mismos actores.

Mis personajes predilectos eran un hermano de mi madre, dado a la lectura obsesiva aunque él mismo confesaba que entendía muy poco, y un sobrino de ella quien, según el pseudo intelectual, poseía un breve listado de particularidades que aún recuerdo: vividor, libertino, vanidoso, cruel, necio, decadente y amanerado.

El diálogo entre ellos subía de tono cuando este primo se encocoraba y le pedía explicaciones.

Recuerdo un argumento que esgrimió mi tío para disuadir a su sobrino que lo quería demandar por injurias:

— Cuando el insulto hace honor a la realidad del insultado, más que ofensa es falta grave a la caridad con que debería ser tratado.

El «multiadjetivado» postergó su actitud litigante para cuando su oponente poseyera una locuacidad menos abrumadora.

Mi primo le debía dinero a todos los familiares menos a mí, por ser insolvente, y a mi tío porque el vínculo no permitía ese tipo de asistencia.

Sus discusiones me hacían mucha gracia porque me divierten los insultos y a veces tenía que reprimir una carcajada por temor a que ambos se unieran para atacarme.

El resto de los «actores» de esta comedia familiar aprobaban al sobrino vividor-libertino-etc., pero sin reprobar al tío.

Aunque se llevaban como perro y gato, las tías, cuñados y abuelos toleraban genéricamente a los dos contrincantes. Otros «personajes» recibían mayores dosis de desaprobación cada vez que cometían algún error.

El divorcio de mis padres sólo fue molesto porque me perdí esta diversión.

Después de irnos quise mantenerme en contacto con ellos pero era obvio que yo no marcaba presencia. Siempre tuve la sensación de que no me registraban. Para consolarme pensé que estaban muy ocupados y preocupados por muchos asuntos.

Ahora que tengo treinta y pico, confirmo que en realidad no me tenían en cuenta pues me ha ocurrido otras veces no poder llamarle la atención a quienes me rodean. Quizá nací para espectador.

Por suerte ayer me encontré con mi tío intelectualoide y para mi sorpresa, se acordaba de mí.

Le pregunté cómo andaban los líos de familia y me contó algo que me dejó pensando.

Cuando le hice mención a su actitud tan dura para con mi primo, él se rió de costado como suele hacerlo Harrison Ford (imagen) y me contó que mi primo es adoptado y que no conoce a los padres.

Lo que yo consideré «actitud tan dura» se debe a que este tío es el único que no le falta el respecto a mi primo teniéndole lástima.

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sábado, 8 de octubre de 2011

Dios es [hacer el] amor

«Dios» es un vocablo que sustituye (eufemismo) al vocablo «amor» porque este está asociado a la reprimida sexualidad.

Supongo que los ateos estamos muy preocupados por Dios precisamente porque una mayoría de personas inteligentes creen en su existencia y, más aún, actúan tomándolo como un dato de la realidad.

En mi caso me preocuparía estar cometiendo un error o una omisión demasiado grande. Si bien todos podemos equivocarnos, hay errores más injustificados que otros.

No creer en lo que cree la mayoría es algo que llama la atención y digno de ser sometido a observación, meditación, análisis.

Quiero referirme a una expresión muy difundida (especialmente por una iglesia que lo incluye en su denominación): «Dios es amor».

Uno de los significados de esta frase nos permite suponer que el vocablo «Dios» es un eufemismo del vocablo «amor», así como «desvío de recursos» es un eufemismo de «evasión fiscal», o «persona grande» es un eufemismo de «anciano», o «infractor» es un eufemismo de «delincuente».

La Real Academia, define «eufemismo» como:

«Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».

¿Por qué la palabra «amor» necesita ser «suavizada» con un eufemismo como es Dios?

Según mis creencias (a esta altura casi religiosas), lo único importante (2) para cualquier ser vivo es sobrevivir y preservar la conservación de la especie.

En la nuestra, «hacer el amor» es fornicar, acción que, de no ser por la inseminación artificial, es imprescindible para conservar la especie.

Los humanos no queremos decir que «fornicamos», quizá para diferenciarnos del resto de los animales.

En suma: La palabra «amor» sugiere sexo, fornicar, coito, acciones que nos prometen esa inmortalidad (3) tan anhelada, como también la promete Dios.

Dios es amor, sexo, fecundación, embarazo, conservación de la especie, inmortalidad.

(1) Prohibido tocar

(2) Blog referido a Nuestra única misión

(3) El espíritu en realidad es la sexualidad

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viernes, 7 de octubre de 2011

Somos una amenaza que nos da miedo

El mundo no es un caos, ni es amenazante, ni vamos de mal en peor: es nuestra mente superpoblada de agresión la que lo imagina.

La siguiente afirmación condensa una idea aceptable: «El pecado está en la mente del pecador».

En otras palabras:

— si soy egoísta, imaginaré que todos los son y pasaré mi vida disfrazado de filántropo;
— si soy corrupto, veré corruptos por todos lados porque no quiero reconocer que mi ética es bastante imprecisa;
— si soy un perverso, supondré que todos realizan prácticas vergonzantes.

Este fenómeno tiene vinculación con otra frase breve y explicativa que dice: «Cuando Pedro habla de Juan, dice más de Pedro que de Juan».

¿Cuánta energía gastamos en tomar precauciones contra los perjuicios que nos causarán los delincuentes, los proveedores, los conductores irresponsables, nuestro cónyuge, las nueras y los yernos, los consuegros?

Si opinamos que el mundo es caótico, perverso, peligroso, lo que en realidad tenemos es nuestra cabeza cargada de malas intenciones hacia los demás, es decir, cargada de «pecados» que atribuimos a nuestros temibles semejantes.

Estos semejantes son amenazantes aunque en realidad son algo similar a un espejo. Ellos (los «peligrosos»), sin querer, sin hacer nada, reflejan nuestras maldades.

Una frase corta y también muy explicativa dice: «No se puede sacar de donde no hay».

Con ella podemos razonar diciendo: si a partir de indicios insuficientes, llego a la conclusión de que el esposo de mi hija está esperando que me muera para heredar, lo real e indiscutible es que yo deseo la muerte de algún familiar acaudalado.

Cuando la mayoría de nuestras opiniones sobre la realidad son particularmente negativas, en las que predominan personajes malignos, peligrosos, inmorales, podemos asegurar que nuestra mente está sobrecargada de agresividad, frustración, miedo, resentimiento, inseguridad, pesimismo.

En suma: la percepción subjetiva describe los contenidos psíquicos.

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jueves, 6 de octubre de 2011

La falsedad del proverbio

Quienes menos toleran ser criticados, seguramente se reservarán la opinión negativa que tengan de otros, aunque eso implique disolver el vínculo.

Imaginemos una entrevista laboral en la que el candidato le dice al selector de personal algo así como «A mí no me gusta trabajar, soy impuntual y los salarios miserables me ponen muy agresivo».

Podría decirse que:

— el postulante está hablando con sinceridad,
— que si el entrevistador es realista y honesto, piense: «Así somos todos. Pasaré por alto estos detalles», y
— que el postulante calcule: «Si me aceptan con estas características desde el principio, más adelante podré tomarme otras libertades».

Estaremos de acuerdo en que acá hay algo que no cierra aunque en principio parece coherente.

En otro artículo (1) aludía a la franqueza de la que nos beneficiaríamos para optimizar los vínculos en los planos afectivo y económico.

El énfasis del referido artículo está puesto en que son nuestras actitudes las principales bloqueadoras de la sinceridad ajena.

Observemos que en general tomamos como verdad incuestionable el proverbio que dice «No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a tí».

Esta receta de indiscutible prestigio es la promotora de infinitas equivocaciones y de algunos aciertos.

Como los beneficios son conocidos, intentaré comentar algunos perjuicios.

La sentencia popular está diciendo que, a partir de tomarnos como modelo de normalidad, corresponderá tratar a los demás como si fueran nuestros clones.

Si no me gusta que me corrijan, me enseñen, me discutan, deduzco que a los demás tampoco les gusta.

Por lo tanto, si mi compañero sexual tiene mal aliento, me regala ropa horrible o eyacula precozmente, jamás se lo diré, no por delicadeza, sino porque a mí me molestaría tanta sinceridad.

En suma: con la lógica del proverbio, ni él ni yo podremos comunicarnos francamente.

Artículos vinculados:

Revaloricemos la mentira
Detector de mentira

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miércoles, 5 de octubre de 2011

Placeres y frustraciones en equipo

Un nuevo juego japonés (Nintendo Wii) nos divierte con el placer de compartir intenciones armónicamente y nos frustra cuando surgen desentendimientos.

En 2006 la fábrica de juegos electrónicos Nintendo, puso a la venta el Wii (en español podemos pronunciar «güi»).

Se parece a PlayStation y funciona con uno o dos controles remotos similares a los que todos conocemos para maniobrar con el televisor, el equipo de audio o cualquier otro dispositivo con comando a distancia.

El juego permite que los actores que aparecen en un televisor conectado a la consola del juego, realicen ciertas acciones (jugar tenis, luchar entre sí, luchar contra otros) comandados por dos jugadores provistos de sendos controles remotos.

Existen otras actividades apasionantes que permiten disfrutar del placer que provoca hacer algo en común entre dos o más personas: fornicar, bailar, jugar fútbol, etc.

Otras veces he comentado que los humanos nacemos creyendo que somos el universo (1). Recién cuando se desarrolla un poco más nuestro sistema nervioso, accedemos a captar la existencia de individuos (mamá, papá, la mascota) independientes.

Sin embargo, algo de aquel primer encuentro con la realidad extrauterina nos queda porque insistentemente tendemos a imaginar con gran placer que formamos parte de nuestro ser amado, nuestra iglesia, patria.

Tan es así que he llegado a pensar (2) que los celos, propios de algunos mamíferos, en el ser humano tienen una particularidad interesante.

Nos complace suponer que el cuerpo de nuestro ser amado (madre, cónyuge) nos pertenece en su totalidad, aunque —como en el juego Wii— el otro controla sus propios movimientos.

Los celos surgen cuando las jugadas de nuestro ser amado contrarían nuestro deseo, se descoordinan de nuestra intención, hace movimientos «como si no actuara con nuestro cerebro»: ser «infiel» a nuestro deseo, nos frustra, nos pone furiosos y protagonizamos una escena de celos.


(1) Somos el fiel reflejo de mamá

(2) Celos por temor a una amputación

Intercambio de órganos genitales

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martes, 4 de octubre de 2011

Amor + envidia = divorcio

Las mujeres quieren ser madres pero amar al padre de sus hijos es algo más difícil porque lo envidian (1).

Es razonable pensar que el poder es deseado por todos.

Cuando otros nos obedecen tenemos la sensación de que nuestra existencia está mejor asegurada y que las posibilidades de sufrir disminuyen a un nivel menos preocupante.

Quienes han llegado a tener poder afirman que eso no es cierto, que cuando lo tuvieron en realidad se sintieron más esclavos, responsables, vulnerables y abusados por los «débiles».

Pero eso es lo que ellos dicen. Por nuestra parte, quienes no tenemos poder estamos autorizados para imaginar, soñar y delirar con lo que queramos.

Por lo tanto, sea cierto o no, usted y yo podemos afirmar que tener poder es agradable y que no tenerlo es desagradable.

Los varones, con y sin poder, tenemos más poder que las mujeres simplemente porque nuestros cuerpos son más grandes y tenemos mejor desarrollado el esqueleto muscular.

Porque el sentido de la vista es el más importante, ocurre también que nuestros genitales (el pene y los testículos) son más visibles que los genitales femeninos (vulva, vagina, útero).

Por lo tanto es lógico imaginar que nuestra cabeza simbolizadora, tiene una asociación automática entre pene y poder.

De esta forma llegamos a la conclusión casi universal según la cual el pene es símbolo del deseable poder. Como el «falo» (2) es lo que simboliza al pene real, queda más armónico decir que todos deseamos «el falo», para decir que todos deseamos el poder (como dije al principio).

Como el pene es el portador del semen y las mujeres desean ser madres, tienen que amar lo que en realidad envidian (el poder-falo-pene).

En suma: ellas quieren ser fecundadas pero les resulta perturbador amar al padre de sus hijos, porque lo envidian.

(1) Blog La envidia 

(2) El psicoanálisis no tiene especial interés en el pene anatómico pero sí se interesa por el «falo» en tanto representa a las fantasías inconscientes que dinamizan la psiquis (complejo de Edipo, erotismo, sexualidad).

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lunes, 3 de octubre de 2011

Las soluciones para la delincuencia son primitivas

La represión violenta, el encierro y otras mortificaciones de los delincuentes, se inspiran en creencias primitivas, indígenas, religiosas, supersticiosas.

En otro artículo (1) digo textualmente:

«El negocio (se refiere al robo y venta de objetos robados) funciona desde que el mundo es mundo porque hay una asociación implícita entre ladrones y compradores de objetos robados, esto es, personas que compran objetos diez veces más baratos que su valor de mercado, sin preguntarse por qué esa diferencia y sin preocuparse por ser cómplices.»

Los delitos contra la propiedad excitan fuertemente nuestros sentimientos morales y esta agitación emocional es el peor estado intelectual para razonar serenamente.

No podemos pensar con ecuanimidad si estamos perturbados por diagnósticos firmes del tipo «los delincuentes deben ser castigados», «los culpables de la inseguridad ciudadana son...», «queremos erradicar definitivamente este tipo de hechos ...».

Desde mi punto de vista la delincuencia es un fenómeno tan natural como la lluvia, el viento, los terremotos.

Todos provocan grandes pérdidas y son parte del costo de estar vivos. Tenemos que protegernos de las inundaciones, de los sismos, de los derrumbes, de las acciones de otros humanos, de los virus, de los desarreglos orgánicos que ponen en riesgo nuestra calidad de vida.

Estos y una larga lista, son «costos de existencia», que deben ser evitados para que no ocurran o compensados si ya ocurrieron.

Los criterios morales, éticos y religiosos aportan una suerte de alivio imaginario, pues creemos que el fenómeno natural del robo se compensará ampliando la capacidad de las cárceles o suponiendo que los victimarios algún día serán juzgados por Dios.

En suma: nos aliviamos imaginando, soñando, ilusionándonos, como hacen quienes matan al mejor chivo (expiatorio) para aplacar la ira de un dios que los castiga con fenómenos naturales adversos.

Nuestra modernidad conserva ideas, creencias y soluciones primitivas.

(1) La compra-venta de objetos robados


Blog vinculado: Vivir duele

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domingo, 2 de octubre de 2011

Entre Adán y Eva

La situación del reverendo Adán Martínez era por demás comprometida porque él quería hacer las cosas bien, respetar las normas que descendían del Vaticano y de su Congragación, pero no podía esconder sus propias reflexiones.

Dios había puesto dentro de sí el amor. Claro que para sentir amor, sabía, profesaba y discutía con sus colegas, es imprescindible saber qué es el odio.

Y no solo saber qué es sino amarlo. Los demás curas no lograban entender «qué es esto de amar el odio».

No es que Adán disfrutara de las dificultades, pero hasta cierto punto se sentía gratamente estimulado por quienes lo criticaban.

En el fondo sentía un amor especial por quienes lo enfrentaban con argumentos que lo hicieran dudar. Sentía cierto placer físico cuando «padecía» algún titubeo que pusiera en riesgo sus creencias filosóficas.

Adán se llevaba muy bien con todos, sin excluir a los ateos, materialistas, agnósticos y rabiosos anticlericales.

Había encontrado una forma de pensar que le permitía disfrutar tanto de los devotos como de los opositores, sin olvidar que su mayor problema lo tenía con los indiferentes incondicionales, esos a quienes nada los perturba, que tienen el deseo anestesiado.

La última gran empresa que le conocí fue ejercer su misión en un campo nudista.

Este emprendimiento le aportó grandes beneficios porque antes de mudarse a su nueva casa, recibió tormentosas oposiciones tan cargadas de energía que lo excitaron confortablemente.

Sin embargo, su principal fuente de placer vino de sus propias dudas sobre una decisión aparentemente tan alocada.

Establecido en la nueva sede, estuvo dos días encerrado en su habitación, tratando de reorganizar psíquicamente su cuerpo sin ropas.

Se sintió ansioso por cómo reaccionarían los otros ocupantes del campo. No tenía antecedentes sobre cómo habrían vivido algo así otros curas.

Sin haber logrado una total disposición para dar el gran paso, por fin salió al encuentro de muchas miradas expectantes por su novedosa condición de célibe y profesionalmente apartado de la actividad sexual.

Las dudas sobre si conservar estos votos o abandonarlos, excedieron largamente la incertidumbre placentera para convertirse por momentos en una lucha desesperada contra los instintos.

El hecho es que a los dos años dio por exitosamente terminada la misión para dedicarse a cuidar ancianos abandonados.


Según las creencias de Adán, Doña Eva recibió la más grata satisfacción de su hijo, (a quien amó como a un esposo), porque antes de morir le había hecho prometer, (seguramente por celos), que nunca traicionaría los votos de castidad.
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