sábado, 30 de diciembre de 2006

Las matemáticas como fracaso pedagógico

Hoy 30-12-2006, a las 10:35, llamé al teléfono 0900.2020 (Servicio de Información General de Uruguay), me atendió Marina y le pregunté «cuál es la probabilidad de sacar el 5 de Oro» (1). Como no tenía la respuesta en el momento, me dijo que llamara en 30 minutos al teléfono 628.4818 refiriendo el código de «Respuesta postergada» Nº 228095.

Cuando realicé la segunda llamada, me atendió Daniel y me informó que existe UNA POSIBILIDAD DE SACAR EL 5 DE ORO EN 1:086.008.

Con ese dato, seguí pensando y deduje: como hay dos sorteos por semana y en el supuesto de que un apostador pensara que jugando siempre a los mismos números algún día obtendría el premio mayor, debería hacer esta tarea durante 543.004 semanas, o sea durante 10.442 años (a razón de 52 semanas por año).

Hoy comencé a realizar mi perseverante búsqueda de la suerte y gasté los primeros $ 22.- jugándole al 01 – 14 – 17 – 33 y 42.

Mi tío solterón (y pesimista al extremo), enterado de este emprendimiento, tomó su celular con cara de sádico, realizó algunas cuentas y me dijo:

— Si tu combinación de números sale recién al final de las 1:086.008 jugadas, te habrás gastado $ 23.892.176.-, pero mirá que un viejo de 10.442 años, por más que saque un 5 de Oro, no está para nada eh!

¡Con gente así, este país nunca saldrá adelante!

(1)(Para quienes no lo conocen, el 5 de Oro consiste en seleccionar 5 números del 1 al 44. El premio mayor sólo se logra si salen sorteados esos cinco números. También existen algunas otras posibilidades de obtener premios significativamente menores).

viernes, 29 de diciembre de 2006

Mentime que me gusta


El hombre, un dios cuando sueña
Y apenas un mendigo cuando piensa.

Friedrich Hölderlin

Tengo muchos motivos para defender la mentira.

El otro día leía algo dicho por Jorge Luis Borges donde él, —en un reportaje— recordaba: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa, y no sabía, al despertar, si era un hombre que había soñado ser una mariposa o si era una mariposa que ahora soñaba ser un hombre”.

Cuando estudiaba periodismo en Barcelona, recuerdo que el profesor más querido por lo alumnos y más odiado por el rector, siempre nos decía: «Nunca permitan que la verdad les vaya a estropear una buena historia».

Años estuve repitiendo uno de esos sueños de los cuales da lástima despertarse: yo era capaz de volar, de levitar, de dar saltos pudiendo decidir cuándo y dónde caer. Esos momentos de mi existencia siguen siendo verdaderos hitos de placer y felicidad.

La mentira tiene muy mala fama porque todo lo placentero también la tiene. Los humanos aún no hemos encontrado la forma de convivir sin excluir el goce. Parece que para convivir hay que padecer. Como dijo Néstor Kirschner hace poco: «Nosotros (refiriéndose a su gobierno) hacemos una sola cosa bien: el mal».

¿Cuántos de ustedes no guardan rencor hacia quien les anunció la verdad sobre Papá Noel y los Reyes Magos? ¿No surgirá de esta experiencia insoportable todo intento de matar al mensajero? Muchas veces me oigo decir: «Yo no soy vengativo, pero tengo memoria», con lo cual me quedo tranquilo porque deploraría ser coherente en este tipo de cosas.

Cuando Oscar Wilde decía: "Si uno dice la verdad, tarde o temprano será descubierto", estaba usando su cerebro como un sofisticado alambique, porque efectivamente, hay que ser muy ruin, mezquino y cobarde como para decir una verdad sin tener móviles inconfesables y vergonzosos.

Cuando el oncólogo le dice a su paciente que « ¡Esto lo curamos de raíz!» está haciendo una obra mucho más humanitaria que Serpaj, porque él sabe que está convirtiendo una verdad relativa en absoluta... para ayudar a su paciente.

Y no quiero perderme en matices semánticos del tipo: «Blanca nieve y los siete enanitos» es una ficción, mientras que «Irak posee armas de destrucción masiva» es una mentira, porque a la postre todo es lo mismo. La realidad existe pero está fuera de nuestro alcance. Lo más que podemos registrar es nuestra realidad psíquica que reacciona ante estímulos que no podemos conocer. Es como si detrás de un espejo pasaran mil cosas pero nosotros vemos nuestra imagen y lo que nos rodea. Esa realidad psíquica opera según el principio de placer y se parece más a un sueño que a una percepción.

Pero acá entra el inevitable temor a la muerte y su contrapeso infaltable: la estrategia para evitarla, con lo cual fabricamos grandes mentiras o ficciones o como ustedes quieran llamarlo, para suponer que podemos gobernar nuestra existencia, ... como si una hoja que vuela alocada en un torbellino pensara que está haciendo acrobacia aérea. ¡Digan la verdad! ¡Qué espectáculo fascinante es ver cómo un niño pequeño imagina estar manejando el ómnibus... junto a su mamá que va pensando qué preparará de cena cuando llegue...!

Hay que ser patológicamente vanidoso para defender la verdad. Primero porque implica suponer que se es tan inteligente como para descubrirla; segundo, porque procura hacer creer que es tan resistente como para tolerarla; tercero porque desestima las consecuencias de ser brutalmente sincero, esto es, quedarse sólo como un perro, repudiado por esa mayoría de congéneres que asume humildemente que sólo se puede vivir con una buena dosis de autoengaño («el gobernante tal es bueno y los demás son malos», «el médico me curará», «Dios existe y está conmigo», etc.).

Más allá de lo que molestan... (porque se sienten dueños de la verdad), los ecologistas tienen una cierta lógica. Para poder establecer un buen equilibrio ecológico, tenemos que copiar a la naturaleza: si los sueños están ahí para conservar la salud de quien los sueña, no estaría mal decirle al ser amado lo que él quiere escuchar, más que envenenarlo con verdades tóxicas... aunque la esté pidiendo por masoquista o despistado.

De hecho el marketing es lo que hace: Averigua qué quiere el cliente, luego se lo da, automáticamente éste abre la manito, suelta lo billetes, que caen en el bolsillo del que estudió marketing con lo cual el circuito recomienza.

¿Alguna vez se preguntaron por qué el rumor llega antes y es más creíble? Las verdades siempre llegan tarde, por lo tanto son indeseables o ineficientes. Fíjense un ejemplo tomado al azar: hace quinientos años casi lo matan a Copérnico por decir que la tierra gira al rededor del sol y no éste alrededor de la tierra. ¿Qué sucede cinco siglos después? «A ver niños, repitan conmigo: El Sol SALE por el este y SE PONE por el oeste. ¿Entendieron, no?».

La ficción toma dimensiones planetarias cuando hablamos del fenómeno religioso. Fíjense que... ¡Ah! ¡Me están llamando para cenar! ¿Después seguimos?

●●●

reflex1@adinet.com.uy

lunes, 18 de diciembre de 2006

Cortar por lo sano

Hoy el clima no me ayuda con la tarea. Desde muy temprano ha estado caluroso y especialmente húmedo. Tirar del rodado por las calles empedradas de Jacinto Vera me hace vibrar toda la osamenta.

Veremos que nos depara la suerte en el próximo contenedor porque hasta ahora parece que se me adelantaron los Miguez que son como la langosta. ¡Todo les sirve!

Por suerte este está mejor provisto de elementos utilizables. De ese paraguas se pueden rescatar la tela, el mango, el eje central y algunas varillas. Se ve que al dueño lo agarró la lluvia con viento que tuvimos hace un par de horas. En aquella bolsa de polietileno blanco parece que hay unos trozos de pizza; uno de ellos está mordido. Por el diámetro de la dentellada lo dejó algún niño pequeño que desaprobó su sabor. ¡No está mal! En este barrio siempre usan demasiado ajo, pero es bueno para el aparato circulatorio y hasta hay un laboratorio que lo vende en comprimidos.

Este par de romanitas rosadas está casi nuevo. Parece que eran de una señora con sobrepeso porque la suela está intacta pero el espesor se muestra comprimido como si tuviera mucho uso. ¡Confirmado, los Míguez no pasaron por acá!

En otros barrios le ponen carteles a los trozos de vidrio para que uno no se vaya a lastimar, pero acá omiten esos detalles. ¡Cuántos platos antiguos rotos! Quizá algún viejo aparador finalmente fue carcomido por las polillas. No, debe de haber sido un trinchante porque si hubiera sido un aparador tendrían que estar por acá una cantidad de copas y la jarra de clericó.

Voy a tener que meterme adentro porque allá veo una cajita envuelta en papel de regalo y no es la primera vez que una persona enamorada tiene un gesto destructivo por despecho, sin tener en cuenta el valor extrínseco de lo que desecha.

¡Caramba, que pesadito que es en proporción a su volumen! Debe contener algodón mojado por las lágrimas de una mujer enamorada. ¡Qué loco que soy! Hoy me levanté con la vena romántica a flor de piel. A ver que tenemos acá: ¡Oh cielos! ¡El anular completo de una mujer joven! ¿Se le habrá atorado la alianza?

(Este relato se basa en lo que “soñó despierta” una paciente que se sintió desairada porque “su primer hombre de épocas liceales”, ahora recibido de médico, no la saludó al cruzarse con ella en la panadería del barrio. Por supuesto que me autorizó a realizar esta publicación.)

●●●

reflex1@adinet.com.uy

sábado, 16 de diciembre de 2006

Antes y después de las pasas de uva

— Sabés que hoy estuve hablando con Jorge Gutiérrez, el funcionario del Banco.

— ¿Quién es que no me acuerdo?

— Aquél que me consultó porque descubrió que el hijo tenía un novio y no podía ...

— ¿... el que se puso a discutir a los gritos con la mujer dentro del consultorio?— Ese mismo.

— Ah, sí, ya me acuerdo: el padre del trolo.

— Bueno, si, ta, ese mismo. Me dijo que el sábado pasado se reunió con dos compañeros más porque el informe que hice para la consultora se filtró y están con una bronca impresionante contra mí.

— ¿Y que tiene ese informe para que se calienten tanto? Pasame la sal.

— La Smith & Sons me pidió una descripción de la cultura institucional con miras a diseñar el modelo de implantación de la reestructura que empieza en un par de meses.

— ¿Y qué tiene de raro la cultura para que haya problema?

— ¿Hay más Coca en la heladera?

— Pará que te la alcanzo yo que estoy más cerca.

— Son empleados públicos inamovibles y del sistema financiero, o sea que piensan como bebotes consentidos de una familia rica.

— ¿Y vos pusiste eso en el informe?

— ¡Qué rico te quedó el pastel de papa! ¿Le pusiste pasas de uva? Todavía no encontré ninguna. No, hice un detalle pormenorizado de las creencias, las costumbres, los supuestos derechos y obligaciones con los que se manejan.

— ¡Comé más despacio que te va a hacer mal! ¿Pero qué pusiste que los preocupa tanto?

— Mirá son sesenta y ocho páginas con letra chica. Por ejemplo, cuando un jefe da una orden desagradable, es común que el funcionario se enferme y que el médico le conceda una generosa licencia; el sistema de ascensos es por antigüedad, o sea que cualquiera puede llegar a gerente excepto que se muera antes de jubilarse; es normal que los clientes hagan regalos pero a nadie se le ocurre pensar que eso es un soborno o una coima, y así una pila de cosas más.

— ¿Y la reestructura para qué es?

— Para que tengas una idea, cuando Estados Unidos empezó la guerra de Vietnam, Smith & Sons se encargó de todos los aspectos logísticos porque suscribió un contrato con el Pentágono. Como te imaginarás, son unos muchachos macanudos. ¡Encontré dos pasas de uva! Te quedó riquísimo ¿ya te lo dije? Al presidente se le antojó que las empresas públicas tienen que ser rentables y los números del Banco hace años que no cierran.

— ¿Entonces que pasa con la loreada que te trajo el padre del puto?

— ¡Yo que sé! Capaz que no pasa nada o capaz que se me recomplica, porque el contrato renovable que firmé con Smith & Sons por un año es para asesorar en el tema recursos humanos. Mi tarea implica tratar directamente con algunos funcionarios. Si se me ponen en contra, estoy frito.

— Está por empezar Verdad consecuencia. ¿Lo vas a mirar conmigo?

— Mirá, la verdad que como no sé que consecuencia puede tener esa bronca de los bancarios, no estoy en Fabián Vena para romperme la cabeza con argumentos tan complicados. Voy a llamar al azteca que dirige el Proyecto-Banco para ver si logra tranquilizarme …o ponerme más nervioso.

(El la abraza, ella se acurruca)

— Por lo menos lo estás tomando con buen humor ...

— Desde que usás alcaloides Monte Cúdine desvío las balas con una paleta de ping-pong. Además esas dos pasas de uva, me cambiaron la vida. Andá no más que en un rato me sumo a la teleplatea. (La besa)

●●●

reflex1@adinet.com.uy

viernes, 15 de diciembre de 2006

Un detalle pendiente

Soy fruto de la violencia, el agradecimiento y el frío de Nueva Jersey. Hace 31 años, el bestia de mi padre, seguramente agarró a mi madre chicana por el pelo, en un gélido enero, quizá con alguna ventana sin vidrio, y le fecundó un varoncito que hoy anda rodando por el mundo, maldiciendo aquella fertilidad que tantos envidian.

Ella se tuvo que casar perseguida por migración y luego le pagó el favor al gringo durante años, con una sumisión perruna.

Gordo inmundo, bebía, gritaba, transpiraba, hedía, tiranizaba y cultivaba primorosamente mi odio hacia la especie.

El abuelo mejicano también lo odiaba. Lamentaba no haber llegado a tiempo para rescatar a su hija y saboteaba en todo lo posible el poder de este subnormal archipoderoso.

Para mi octavo cumpleaños me regaló un equipo de audio de altísimo volumen y bajísima fidelidad. Luego entendí que era un castigo indirecto al yerno. Cuando lo usaba, los golpes en la puerta empataban los decibeles de los mega parlantes y eso lo ponía aún más furioso y frustrado.

Con mi madre casi no hablábamos pero igualmente nos entendíamos. Compartíamos un dolor que las palabras ya no calmaban. Una noche de verano, luego de vaciar la quinta botella de cerveza, lo mirábamos comer un pollo usando las manos, que junto con la cara, estaban totalmente brillantes por la grasa. El ruido a moledora se interrumpió y sus ojos empezaron a desorbitarse. Del color púrpura habitual pasó al bordó y con ella empezamos a comprender que se había atorado con un hueso. Nos volvimos a mirar y secretamente pensamos que nuestros ruegos habían sido escuchados. María Auxiliadora nos estaba auxiliando y para ayudarla, no lo auxiliaríamos.

No importa mucho cómo llegué a trabajar como fornicador de hombres maduros en el Parque Batlle, porque lo que quiero recordar es que un día me contrató un veterano que se parecía mucho a aquel elefante marino del cual nos liberamos. Como la mayoría, me pidió que lo penetrara lentamente, esperando la dilatación de su ano, pero un impulso salvaje me ordenó un envión que le provocó un alarido desgarrado.

Quizá para mí fue el audio que le faltó a aquella escena de triunfo milagroso.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

sábado, 9 de diciembre de 2006

Morosidad terráquea

Hace un tiempo yo les contaba que recalo a diario en un boliche (Bar mixto El Crujido – Carreras Nacionales esquina Emilio Zola) único en su especie por su gente, porque ahí se reúnen parroquianos y un gato dormilón, todos ellos con elevadísimos logros filosóficos y bajísimos perfiles. Por ejemplo, a ninguno de ahí se le ocurre hablar de sí mismo en tercera persona del plural. Esa locura no tendría cabida. Cuando alguien dice «nosotros», seguro que se refiere a él y a alguien más, pero jamás a él solo.

En realidad debo rectificarme porque hacía semanas que no iba y justo ayer no aguanté más la abstinencia ... de filosofía, de gente brillante, de esa exquisita locuacidad de pocas palabras, de largos silencios llenos de contenido y meditación. Hay veces que sólo se escucha el ronroneo del gato (si la heladera está apagada, claro).

Estábamos en plena meditación independiente cuando el Gordo Calvo largó:

— Vieron que a la morosidad no la para ni Cristo, ¿no?

Paulatinamente la gente empezó la operación retorno, muy lentamente, mirándolo fijo al Gordo como si fuera un faro que orienta al navegante. El quiosquero disimuló el estupor sirviéndose un poco más de cerveza tibia; Gladys modificó el cruce de piernas; Cacho Gómez se miró la punta de los zapatos como si nunca hubieran estado ahí; el bolichero aprovechó para secar un poco más el mármol del mostrador, con una rejilla que le salió muy buena porque lleva años de uso.

— Hasta el Pepe Mujica no sabe para dónde agarrar —continuó Calvo (Pepe Mujica es un carismático operador político en Uruguay-2006).

La hermana más chica de Gladys, que se electriza por participar y demostrarle a todo el mundo que la inteligencia es de familia, dijo:

— Y, desde que el mundo es mundo, nadie quiere devolver lo que recibió prestado...

A Estercita le volvió el alma al cuerpo porque cuando Gladys no se encrespa con sus intervenciones, es porque las ratifica.

— ¡Y si! —dije yo como forma de expresar cuánto me gustan las ganas que tiene la gurisa de superarse.

— La cosa tiene raíces muy profundas pero sencillas a la vez —arrancó Gladys, restregándose ambas manos entre las rodillas como si tuviera frío. —Yo estaba calculando que un individuo a los 15 años ya está pronto para reproducirse, o sea que si tiene un hijo, en otros 15 años ya puede ser abuelo. Entonces, alguien con 30 años ya hizo todo lo que tenía que hacer. Como el cuerpo de uno está compuesto por materiales que son del planeta, a esa edad se nos vencería el vale y habría que pagarlo, para lo cual primero hay que morirse. Por culpa de la morosidad, así estamos ¡llenos de viejos!


●●●

reflex1@adinet.com.uy

lunes, 4 de diciembre de 2006

Mío dijo el gato...

— Perdón, ¿usted no se da cuenta de que está dentro de mi casa?

— ¿Quién le dijo a usted que este terreno es suyo? Yo no veo ningún cartel que diga que esto le pertenece.

— Me parece que no sabe con quién se está metiendo. Mire que por motivos más insignificantes muchos como usted han salido lastimados y alguno también ha muerto.

— Parece que el señor pretende amenazarme. ¡Mire cómo tiemblo! ¿No se vio la pinta? ¿A quién puede impresionar?

— Creo que si continúa con esa actitud, no pasará mucho tiempo antes de que se arrepienta. Trate de no entrar en un camino sin retorno porque yo no ando con chiquitas. ¡Salga de mi terreno ahora!

— ¡No salgo nada! Y hasta le digo más mire, me parece que me estoy enojando con su prepotencia y que en cualquier momento el que va a tener que irse es usted. ¿Entiende lo que le digo?

— Yo vivo acá desde hace muchísimo tiempo y con mi compañera criamos a todos nuestros hijos y nadie, mire lo que le digo, nadie medianamente educado puede desconocer que este lugar es mío y sólo mío. Esta vegetación me pertenece, esta sombra es mía y de mi familia, nosotros criamos a nuestros hijos bajo la protección de este follaje y nadie tiene el derecho a poner en duda que somos los únicos dueños. Nadie más que nosotros puede vivir acá.

— Usted puede decir lo que quiera y el hecho de que hasta ahora haya vivido en este lugar no le asegura para nada que alguien tan fuerte como yo, no venga como vengo ahora y lo saque a patadas a usted y a toda su parentela.

— Esto ya está adquiriendo un tono totalmente desproporcionado y queda absolutamente claro para cualquier que lo juzgue, que usted es el único agresor, que yo estaba acá muy tranquilo cuando a usted se le ocurrió meterse en el lugar donde yo hace mucho tiempo que soy dueño.

— Mire señor bla-bla-blá, ya que parece tan erudito sabrá que los machos, cuando no se ponen de acuerdo, tienen una única manera de resolver sus diferencias. Con esto le estoy diciendo claramente que se ponga en guardia porque no soy de atacar a traición. ¡Defiéndase!

— ¿Así que usted me desafía a pelear y no está dispuesto a atender mis razones? Está bien: ¡Estoy en guardia! ¡Atáqueme cuando quiera y luego no me pida clemencia porque conmigo no se juega! ¡Atáqueme!

………

Dos enamorados caminan por el parque besándose, extasiados el uno con el otro, sin saber que aplastaron a dos insectos que se disponían a morir por sus creencias…

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Lápiz japonés

— Che, Ramírez, ¿vos atendiste la reclamación del ponja?

— Sí ¿por?

— Lo tengo en el teléfono re-calentito porque todavía no le hicimos el cambio de la merca jodida. A parte de mandarlo a cagar, ¿qué otra cosa le digo?

— ¡Uh, me la morfé! No sé. Metele cualquier paco y que se vaya a la puta que lo parió. De parte de un servidor.

— Señor Takana, el encargado de expedición me informa que hubo un inconveniente con el camión que atiende su zona y que esta tarde sin falta le estamos haciendo el cambio que usted nos solicitó. El vendedor me dice que le pida mil disculpas por las molestias. ... Bueno, si, muy amable de su parte... sí, quédese tranquilo que no volverá a suceder; tuvimos mala suerte. Cómo no... se lo voy a trasmitir. Un placer señor Takana y siempre a las órdenes, eh. Buenos días. Ramírez, dice el ponja que te vaya a la concha de tu helmana. ¿Vos andás medio ido no? ¿Te pasa algo?

— No te imaginás el bolonqui que tengo en mi casa. La yegua de mi mujer se levantó en armas y me está haciendo la guerra en varios frentes. ¿Podés creer?

— ¡Qué cagada! ¡Justo contigo que sos un santo varón! ¿Ahora que reclama esa reventada?

— Vos sabés que un poco de razón debe tener porque hasta mi vieja está de parte de ella. Yo me opongo a que salga a trabajar y a que se junte con unas imbéciles que tiene por amigas, que lo único que hacen es calentarle la cabeza y cada vez que se hablan, me hace la vida imposible.

— ¿Y por qué no querés que labure? El sueldo que tenemos acá es de ministro pero igual, no sé, la plata nunca sobra. Algo que pueda arrimar para parar la olla nunca viene mal.

— No me animo a decirle el motivo, pero a vos que sos mi amigo te lo puedo decir. ¡La gallega está buenísima! ¡Es un polvo caminando! Tengo miedo que me soplen la dama. ¡No sabés lo que es esa mina cuando se calienta! ¡Me vuelve loco, Juan! Si algún día me deja por otro, te juro que me mato.

— Si, la verdá que entre la gallega y la buzarda de un pelado como vos, ¡vas muerto! ¿Y en que anda la cosa?

— ¡Me tiene contra las cuerdas! Fijate que empezó una huelga de hambre. ¡Si: no pongas esa cara! Hace tres días que sólo toma agua, y la madre la hace revisar por un médico de la familia. Dice que si no cedo, se deja morir. ¿Te das cuenta Juan? Tengo miedo que me deje por otro (comienza a sonar el teléfono) y resulta que capaz que se me muere la hija de puta.

— Pero sos un jilguero Ramírez. Está haciendo régimen porque se viene el verano. Esta mina te tomó los puntos y vos entraste como un caballo.

— No. Ahora el equivocado sos vos. Yo la conozco. Esto no es joda. ¡Se me muere la gallega!

— ¡Para mi que vos estás medio loco! ¿Qué querés que te diga? ¿Por qué no arreglás una salida negociada? Ponele: que se consiga un laburo que a vos no te ponga nervioso, buscale la vuelta para que a las amigas las vea lo menos posible y vos bajá un poco la panza de mierda esa que tenés. ¡Hola! A sí señor Takana, ya está saliendo lo suyo. ... ¿Cómo? ¡Qué raro! Bueno, está bien, está bien. Muy bien. Bueno, ¡cómo no! Buenas tardes. Vo, Ramírez, el ponja dice que hace dos días que recibió lo que estaba reclamando, pero que de todos modos es una vergüenza que yo le haya mentido. ¡Arreglá el fato ese que tenés con la anorésica de tu mujer que hasta yo estoy quedando como un pelotudo!

●●●

reflex1@adinet.com.uy

viernes, 1 de diciembre de 2006

Jesucristo son los padres

Avanzan a campo traviesa sobre la interminable pradera que allá a lo lejos deja ver la blanquísima capilla de los infinitos milagros. Van vestidos como hace ochocientos años, con el mismo hábito marrón y un lazo de algodón torneado con tres o cinco nudos. Las sandalias obligan al caminante a que nunca deje de andar porque se congelarían sus pies en tan fría mañana. Como un coro disciplinado, todos piensan en Dios, en su infinita grandeza y misericordia.

Quienes los observamos desde la cabaña, comentamos que ese ideal representa el secreto deseo de retornar a la edad maravillosa en que la madre también poseía esa infinita grandeza y misericordia. Todos lo resolvemos de alguna manera. Ellos utilizan una religión y nosotros utilizamos el psicoanálisis, el que para muchos no deja de ser también un credo, una doctrina o un dogma.

Estos sacerdotes nos aventajan en que poseen una gran esperanza que les alegra la existencia, mientras que nosotros tenemos que conformarnos con vivir en una miseria inmejorable. Ellos no le temen a la muerte porque les espera una vida aún mejor y nosotros luchamos contra la certeza de ese fin absoluto y radical, creyendo esporádicamente que podemos controlar el horror.

A la larga procesión de franciscanos llega corriendo un rezagado. Codea al último y le pregunta agitado:

— Vo valor, ¿pa dónde pisa esta vagancia?

El sacerdote sale sobresaltado de su concentración y lo mira como si este personaje fuera el mismísimo demonio.

— ¿Cómo dices hermano?

— ¿De qué va esta mucha de marrones, man?

— ¿Quién eres tú que jamás te vi? ¿Cómo tienes ese hábito?

— No, no tengo hábito, pero un rulo que venía contigo me regaló esta bata porque le comí el cantor entre los yuyos y lo dejé pila pila. ¿Sale alguna lágrima encanutada ahí, pelo?

— ¡Pero de qué hablas hijo mío! ¿Me estás diciendo acaso que el hermano Rubén te obsequió su atuendo a cambio de un servicio sexual que tú le brindaste y que mucho lo alegró?

— Si ta, todo joya, pero ¿pa dónde pisan tantos capuchas? ¿Hay joda grosa?

— (El fraile murmura) ¡No puedo creer que Rubén haya logrado ceder a sus impulsos ante este plancha de tan bellas facciones!

— ¡No! ¡Pará amistá! ¡Mirá que si no me doy un latazo ya, te dejo sin jolgorio, eh!

— ¡Uah! I feel good.[i]

i) Primera línea del tema homónimo interpretado por James Brown.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Barcinoterapia

Bien podría haber trabajado en un circo de esos que recorren el país y que sacan gente de donde no hay porque, hasta su instalación, nadie pensó que pudieran juntarse ochenta o noventa personas para llenar la pequeña carpa. Pero el circo es magia, es ilusión, es fantasías, es sueño, y mi padre tenía todas las condiciones para ejercer ese oficio: encargarse de hacer la propaganda con alto-parlante, pedir permiso en la comisaría, convencer al bolichero de que le preste el baldío porque aumentarán las ventas y el prestigio del establecimiento, cobrar las entradas, acomodar los espectadores sobre los confortables tablones y luego realizar un espectáculo que deje con la boca abierta a toda la paisanada, y que, milagro aún mayor, inmovilice a los desorbitados gurises.

Pero en la realidad ese no fue su oficio, ... aunque insisto, podría haber sido. Condiciones no le faltaban. Como agente viajero (que sí fue), sus regresos a Montevideo eran un acontecimiento para nosotros. Con nosotros me refiero a mi hermano y a mí, porque, vaya uno a saber por qué, las cosas con mi madre eran bastante diferentes. Ella se ponía nerviosa, de mal humor, y en sus encuentros hacían algo rarísimo: ¡se gritaban en voz baja!

Han pasado muchos años desde aquella niñez y aún no he logrado discernir si sus relatos eran o no realidad. Juro que no he podido. Bueno, en realidad me encontré con alguno de sus innumerables amigos y reconozco que no me he animado a procurar algún tipo de constatación. Tengo miedo de que por ahí, en el acierto o en el error, puedan pasarme algún dato que borronee la imagen que conservo de él.

Parte de su magia se basaba en el factor sorpresa. Tampoco sé si se tomaba mucho tiempo en pergeñar sus ocurrencias o surgían naturalmente de su talento. Recuerdo una vez cómo logró revertir en segundos un profundo decaimiento que padecía yo por culpa del sarampión. Su medicina consistió simplemente en agacharse para saludarme y dejar caer sobre mi pecho, como por accidente, un librito lleno de historietas. ¡Santo remedio! dijo mi abuela, que no salía de su asombro.

Pero lo que me acompañará toda la vida fue algo impresionante. Mi historia estaba muy complicada por la enuresis nocturna. Pasaba el tiempo y cada vez me sentía más desgraciado, culpable, digno de ser expulsado de mi casa con toda razón. Mis padres también estaban preocupados pero sobretodo por mi desesperación. Un día llegó mi padre de la feria con dos o tres chismosas llenas de comestibles y me dice con esa carita de zorro tan particular: «En esta bolsa hay una sorpresa para el que se anime a meter la mano». Luego de pensarlo unos segundos, metí la mano en la bolsa y la retiré horrorizado. Había tocado una cosa peluda que se movía despacito. Él se hizo el que no vio nada y me animé a un segundo intento. Saqué de la bolsa un precioso gatito barcino que se convirtió en uno de mis amigos más fieles porque, sin protestar, nos dejó culparlo de las mojaduras nocturnas que rápidamente se fueron distanciando hasta desaparecer.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Prematuridad senil

Está perdido en esta ciudad donde millones viven abrazados por la soledad. Hace años que recorre sus veredas llenas de cuerpos apretujados y ansiosos. Muchos gesticulan ¿hacia un acompañante que los ignora?, ¿hacia un amigo que perdieron cuadras o años atrás?, ¿para sus adentros?, ¿cantan?, ¿deliran?

Con los pies desnudos y los ojos llenos de arena, convive con el aire de la peor manera. En alguna de sus aspiraciones asmáticas también se le coló el desaliento. Alguna vez supo cuál fue el paso anterior, pero hace tiempo que ignora qué hace acá.

Su boca está tan seca como su esperanza y su saliva es tan blanca y espumosa como la de un animal rabioso. Cuando la traga es una bola de fuego.

El corazón late al ritmo del torrente que corre como un huracán metálico. Cuando el sinuoso ambular lo acerca al pavimento, el débil cuerpo se estremece por el ruido del torbellino. Sin embargo su cabeza está llena de silencio. No hay un antes ni un después. El presente es el dolor que trota por los huesos, sin detenerse, sin ceder.

Pronto el camino infinito que se mueve bajo sus pies parece detenerse sin explicaciones. Un recuerdo imprudente irrumpe en su amnesia. Los ecos mudos parecen disiparse desde la distancia.

El indómito destino que lo trajo hasta aquí parece haberse acobardado por un miedo tan familiar como desconocido. El corazón ya no late al ritmo del tráfico sino que rebota incitado por el terror que lo mira a los ojos.

Se resiste a continuar pero sus pies se arrastran traicionándolo.

Cada jadeo parece el último, el horizonte se inclina, los edificios giran, tambalean sus piernas, no siente el golpe contra las baldosas. El cielo color plomo se abre para dejar pasar un destello azul. Enseguida se cierra. También sus párpados.

La pestilente humedad de su cuarto le asegura que algo no sucedió aún. Suspira decepcionado y se seca la frente con una mano llena de sudor que huele a sangre. Intenta cambiar de posición pero no puede. Le faltan fuerzas o alguna parte del cuerpo. Quiere pensar, quiere orinar, quiere beber, no quiere vivir.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Lo paterno

Mientras esperamos que oscurezca un poco más, les voy a contar la historia que le escuché a Rogelio, por lejos el mejor amigo de mi padre, cuando yo era un gurí como ustedes y me acompañó en mi primera visita al prostíbulo del pueblo, como nosotros iremos en un ratito. ... Sí, yo también estaba nervioso.

...pero, les cuento, los hechos habrían ocurrido en Montevideo, allá por 1955.

Benito Gurméndez era un rico hacendado que estaba incursionando en la política nacional usando el ruidoso sendero de la agresión verbal. Aburrido de que sus negocios agropecuarios pasaran por un interminable período de auge, se había quedado sin desafíos y buscaba en el protagonismo mediático una descarga a tanta energía acumulada.

………

Dante Loyarte estaba convencido de que algún día sería famoso como poeta, aunque ya había logrado hasta la adhesión de su madre al coro de hermanas y primas que no se cansaban de decirle en la cara: «¡sos un bueno para nada!», «¡un inútil!», «¡un vago!», «¡un clavo remachado!».

No sabían estas mujeres que Loyarte interpretaba estas diatribas como el antecedente infaltable en todo éxito fulgurante.

………

Benito Gurméndez se manejaba con una bibliografía básica: Maquiavelo y Goebbels. Apelar a la paranoia y la credulidad de las masas era la receta elegida por él. Había encontrado dos o tres teorías conspirativas que referían a los gobernantes de turno, y con ellas había logrado que todo el periodismo —radial y escrito— lo prefiriera porque sus apariciones públicas siempre eran noticia.

………

Caminaba Loyarte por 18 de Julio cuando al ingresar a la Plaza Independencia vio sorprendido que una cantidad de hombres se le abalanzan con gesto voraz. El pánico lo inmovilizó pero en segundos comprendió que a su lado estaba otro transeúnte, —un señor de escasa estatura y de aire distinguido—, que se aprestaba a recibir a esa jauría de reporteros con gesto complacido. El alma le volvió al cuerpo y comenzó a divertirse con este espectáculo insólito para su existencia bohemia y solitaria.

El asedio se volvió excesivo y el pequeño señor empezó a dar señales de que le faltaba el aire. Normal en Loyarte, atinó a sacarse el sobrero y comenzó a abanicarlo, por lo que Benito Gurméndez lo miró con un gesto de infinita gratitud bajo una lluvia de flashes.

………

Otra diversión de Gurméndez eran sus conversaciones con un publicista norteamericano que tenía viviendo —a todo confort y con dedicación total— en el Victoria Plaza, desde que había decidido convertir este país en una réplica —en pequeño— de ese otro país que tantos uruguayos conocían y admiraban por las películas de Hollywood.

Las notas gráficas que habían poblado las páginas de todos los diarios tenían a un Gurméndez señorial junto a un típico nativo, conformando una única imagen de estética insuperable.

Cuando el experto norteamericano le hizo ver a Gurméndez que aquella mirada de gratitud al divertido Loyarte, había sido subtitulada por los medios de prensa, como «El encanto de un gran señor por este maravilloso representante del pueblo uruguayo», le describió y diagnosticó en términos semióticos: «Todas las fotos son publicitariamente fantásticas porque ya están anunciando cómo aquella utopía de fusionar dos culturas y clases sociales muy diferentes, no solamente es posible sino que también son tan idílicas como para mover inconteniblemente a legiones de seguidores fanatizados por este mesías que, por fin, se había decidido a llevar a la plena felicidad a su pueblo preferido».

Nuevamente la valoración del publicista resultaba convincente para Gurméndez quien, como hombre de acción, se puso en campaña para ubicar «sí o sí» a esa imprescindible otra mitad de la imagen vendedora.

………

Serían las diez y pico de la mañana cuando la hermana mayor llamó al dormitorio de Loyarte. Él se despertó extrañado, porque ya había logrado que toda la familia renunciara a modificar sus hábitos de descanso ... y de alimentación y de vestimenta y de trabajo. «Qué», gritó desafinado. «Unos señores te buscan», dijo ella con voz de mala noticia.

Aún no sabía Loyarte, que su vida cambiaría para siempre.

Pero bueh! ya oscureció lo suficiente y nos conviene ser de los primeros para que las chiquilinas estén bien descansadas.¡Las maravillas que van a conocer! ¡Humm, siento como que le estoy pagando a Rogelio la gauchada que me hizo!

●●●

reflex1@adinet.com.uy

¿Qué es el deseo?

Como me lo temía, el miércoles pasado no pude pegar un ojo preocupado por saber qué es realmente del deseo.

A las dos de la mañana me fui para el boliche donde recalo a diario (Bar mixto El Crujido – Carreras Nacionales esquina Emilio Zola), y con los que quedaban a esa hora, propuse el tema.

Como me conocen, me dejaron hacer el acta.

El asunto es así: El ser humano padece una prematuridad que se parece mucho a un retardo mental y que en cualquier otra especie sería calificado de teratológico.

Lo perfecto sería tener un instinto completo como tiene todo el mundo (animal).

La desesperación por no haber nacido sabiendo y tener que aprender todo desde cero, con una dependencia casi total que dura años (2, 10, 29, 56, etc. según los casos), provoca un desarrollo compensatorio (“La naturaleza aprieta pero no ahorca”) de algunas destrezas: inteligencia, envidia, celos, amor/odio, motricidad fina, psiquis, bipedismo.

Tengo que agregar aparte la otra destreza, a pedido de su autora, la Gladys. Ella dijo:

— A ver ustedes que saben tanto, ¿saben por qué los animales no hablan? (silencio expectante) — ¡Fácil! Porque no lo necesitan. (silencio admirativo).

Esta iluminación de la Gladys destrabó la neurona del Cacho Gómez, quien agregó resuelto:

—‘Ta clavado: El deseo es la diferencia que hay entre el instinto y la taradez humana. (silencio sublime).

El Gordo Calvo (que justamente es pelado ... lo que son las cosas!) redondeó:

— ¡‘Tonces los neuróticos reniegan de satisfacer el deseo porque no asumen que envidian a los animales!

— Clarito dijo Camejo —agregó el del kiosco que generalmente no entiende nada.

Yo me quedé con la sensación de que habíamos avanzado bastante en un tema tan escarpado. Además, me pude dormir un rato (ahí mismo, claro).

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Al compás del swing

El — (Con voz de dormido) Hooolaa …
Ella — (Rezongando dulcemente) ¿Todavía estabas durmiendo? ¡Mirá que son las diez y media de la madrugada!
El — (Malhumorado) ¿Por qué me rompés las pelotas?
Ella — (Sin alterarse) ¿Por qué me hablás así?
El — (De mala gana) No sé, con las mujeres y los trolos me pongo grosero. Además justo estaba soñando que Peñarol ganaba la Copa América.
Ella — (Novelera) Viste que al final se supo por qué se va Ence de Uruguay ...
El — (Curioso) ¿Por qué se va?
Ella — (Muy divertida) Porque Peñarol se compró todos los troncos.
El — (Haciéndose el enojado) ¡Ves que sos una mierda?
Ella — (Maternal y alegre) ¡Arriba ese ánimo botijita que te tengo buenas noticias!
El — (Curioso) ¿Cuáles son?
Ella — (En tono de complicidad) Miguel te dio el O.K.
El — (Alarmado) ¡Pará! ¡Pará! ¡Pará! ¿Cómo que me dio el O.K. si no me conoce?
Ella — (Misteriosa) Ayer te observó cuando salías del laburo.
El — (Muy seguro de sí) ¡Si nunca me vio la cara! ¿Cómo supo quién era yo?
Ella — (Con picardía) Porque eras el único con mochila de colores verde y amarillo que se ve a dos cuadras...
El — (Furioso, casi gritando) ¡Sos una manipuladora de porquería! ¿Para eso me insististe tanto en prestármela?
Ella — (Con suficiencia) Ah, yo tengo un amigo que siempre me dice que «el fin justifica los medios» ...
El — (Desconsolado) ¡No podés ser tan basura! ¿Y que edad tiene ese Miguel?
Ella — (Concisa) Veinte redonditos ... Él es todo redondito; recién importado del Subterráneo Magallanes ...
El — (Reivindicativo) ¡Ah, no, ni en pedo! ¡Al lado mío es un guacho! ¡No me sirve!
Ella — (Condescendiente) Al lado mío también, pero es súper divertido. ¡Es un tipazo!
El — (Menos reivindicativo) No, No. ¡Me voy a sentir como un subnormal! ¿Por qué no la invitamos a Noelia Campo también ... a ver si te la bancás?
Ella — («Canchera») Pero si usted el único defecto que tiene es Peñarol. ¡Quédese tranquilo! ¡Hágale caso a mamá, que sabe de esto! ¡Animate bombonazo que la vida es corta y en cualquier momento nos vemos entubados, pero en un CTI!
El — (Dubitativo) La diferencia de edad es una grues, una grosería.
Ella — (Exultante) ¡Bingo! Descubrimos por qué solés decirle groserías a las mujeres y a los trolos.
El — (Con tono de locutor deportivo) Bueno, ahora tenemos los comentario de Raquel Capurro ...
Ella — (En tono académico) El lapsus de “grues” por “grosería” significa, sin posibilidad de error, y conociéndote como paciente de años, que, al igual que todos los de tu especie, sueñan con tener un pene bien grueso para que las mujeres sientan un poco de dolor al ser penetradas. Los que se amargan por no tener ese trabuco, entonces dicen grueserías imaginando que le provocan un poco de dolor en el oído a la hembra (en tono concluyente) ... y con esto ya te estoy diciendo que con el pendejo la vamos a pasar re-bomba. ¿Arreglo para mañana a las diez?
El — (Claudicante) Bueno, ta.

●●●
reflex1@adinet.com.uy

Volver [1]

Yo soy de raza blanca, pero no soy blanco-blanco. Tengo el cuerpo de un color rosado pálido y la cara es casi roja. Cuando me ruborizo, se torna bordeau.

Mi vida es una novela ... o yo fabrico novelas con boludeces, pero fijate lo que me pasó ... y todavía me pasa.

Cuando tenía veintidós años, era el rey de la noche: auto, ropa, billetera y desenfado alcohólico.

Un sábado de joda muy salada, portaba yo un pedo celeste cuando se me ocurre entrar al Sudamérica, que a esa hora, explotaba. La Sonora Borinquen aflojaba el revoque, reventaba los vidrios, y la turba enloquecida.

Fue entonces cuando me agarré el segundo pedo consecutivo, pero esta vez con una negra divina que bailaba como los dioses. ¿Viste como baila Shakira? ¡Mejor que Shakira!

El desenfado alcohólico me permitió ignorar que habrían ochocientos tipos calientes con esa negra y voy y me pongo a bailar suelto con ella pero al ratito ya la tenía agarrada de la cintura con mis dos brazos y bailábamos la salsa al mango como si fuera un bolero de Armando Manzanero.

Te la hago corta. La terminé llevando a la casa en Piedras Blancas y se ve que la negra condensó en mí todo el franeleo que había recibido de los otros tipos y no sabés el polvo que nos echamos contra los trasparentes del jardín de la casa.

¡Ta! Rutina conocida, me fui para mi casa y cuando mi vieja me llamó cerca de las cuatro de la tarde, no recordaba ni de mi fecha de nacimiento.

Como al mes y medio: teléfono.

— Una voz femenina te requiere en el aparato telefónico —gritó mi madre con tono de secretaria irónica, y después murmuró: — ¡Qué raro!

¿Sabés quién era? La negra.

Bueno ahí, que pin, que pan, las introducciones de rigor y me zampa:

— Estoy embarazada de vos.

¡Ay mamita querida! ¡Qué jabón! ¿Y ahora para dónde agarro? ¿Me hago el sota? ¿Le pago un aborto? ¿Digo o no digo en mi casa?

Resumiendo: no sé de donde saqué fuerzas y muerto de vergüenza ... (o de miedo, no sé, lo de muerto estoy seguro), encaré a mi viejo.

¡Qué crack el loco! Vos sabés que casi no le tuve que explicar nada. Me hizo una entrevista psicoanalítica breve y me dijo con criterio conductista:

—Ayudá a esa muchacha en lo que precise y sentite orgulloso de ser fértil y responsable... así yo puedo seguir estando orgulloso de vos.

¡Ni el Dalai Lama te habla así!

Salí de ahí que me comía el problemón en dos panes y cuando llegué a la casa de la negra, parecía el barrio Palermo el día de las llamadas. Ella me vio venir y me alcanzó corriendo. Lagrimeaba pero sonreía. Nos abrazamos y besamos como dos hermanos que se reencuentran en el aeropuerto y me dijo:

— La cosa está que arde, pero quedate tranquilo que yo te defiendo.

Así fue nomás porque cuando ya estaba llegando a los trasparentes de la fecundación, salió del borbollón un negro furioso y se me vino a lo bifes. Vos sabés que ella pegó un salto como una pantera, se puso en el medio y le dio un rodillazo en los huevos que ni los Ángeles de Charlie. No sólo lo dobló en cuatro al negro comerrosados sino que también disuadió a otros caníbales más chicos y garroneros que estaban esperando aprovecharse del árbol caído.

El hecho es que terminó naciendo Romualdo Hernán Puig Gómez.

¿Querés creer que es cien por ciento negro? Sí, por supuesto, a ella no le hizo mucha gracia pero permitió la prueba de ADN. Es hijo mío; no tengas duda. Yo me lo imaginaba café con leche frutillado, pero no, es negro azulado como la madre.

El Dalai Lama de mi viejo me hizo dos favores más (con respecto a esto ... en total me hizo millones): Bancó a mi vieja, que no te podés imaginar cómo rompió las pelotas con el hijo negro de su único hijo varón rosado, y le consiguió un puesto en la Intendencia a la negra.

Cuando yo después me casé con Rosario, arreglamos que ella continuaba ayudando a sus padres así como yo continuaba ayudando a la negra y a Romualdo.

¡No sabés las horas de análisis que utilicé para tramitar en mi cerebro la historia esta con la negra del Sudamérica! Un día, se ve que lo tenía repodrido al analista y el loco va y me pregunta:

— ¿Cuál era el apodo de tu mamá?

Vos sabés que fue como si me cayera un meteorito en la cabeza. Empecé a reírme de los nervios y balbuceando le dije:

— «La Negra» ... Así que en mi inconciente, Romualdo es mi hijo y mi hermano!

— Exactamente. ¿La dejamos por acá?

………

1
El título refiere a la película de Almodovar «Volver».

●●●

reflex1@adinet.com.uy











[1] El título remite a la película de Almodovar «Volver»

Negocios con el exterior

I

Roberto y Beatriz se conocieron en el liceo y primero fueron íntimamente indiferentes aunque externamente amables porque ella bailaba muy bien y él (a veces) usaba el auto del padre. Él no estaba interesado en ella porque era gordita y pecosa y ella no estaba interesada en él porque era arrogante.

Pero en la reunión que hicieron para festejar los dieciocho de él, hubo un extraño click. Algo así como si hasta ese día hubieran estado ocultándose lo que al otro más le gustaba. Ella, no solamente bailaba muy bien sino que al sonreír se le marcaban unos increíbles pocitos cerca de la boca. Él tenía un sentido del humor que a ella la hacía reír, con lo cual se le formaban los hoyitos ... y así sucesivamente.

Lo demás sucedió sólo. Se enamoraron, estuvieron ennoviados un tiempo, se casaron muy ilusionados, y fueron los papás de Martín y Amparo. Los cuatro parecían sacados de una comedia cinematográfica. Un verdadero modelo que todos tomaban como ejemplo para sus hijos solteros.

II

El matrimonio Forné-Olascoaga estuvo así hasta que Martín y Amparo cumplieron los cuatro y tres años, hasta que los domingos empezaron a resultar aburridores, hasta que también lo fueron los sábados y hasta que las vacaciones eran temibles.

Algo se había roto. Los hoyitos y los chistes perdieron su eficacia. La gordita que bailaba bien ahora era la gorda y el humorista sólo funcionaba con escocés sin hielo.

Un extraño a la familia hubiera notado que en ciertos momentos todos se miraban en forma interrogativa. Como si la natural incertidumbre hacia el futuro, ahí funcionara en un presente continuo.

III

Cuando organizaron una fiestita para los allegados con motivo del próximo ingreso de Martín a la escuela (nadie festejaba este tipo de acontecimientos, pero, así lo hicieron), Roberto y Beatriz tuvieron la secreta esperanza de que surgiera algún tema referido a las dificultades matrimoniales, ya que a la reunión fueron invitados los amigos adultos, casados con hijos pequeños, pero sobre todo por considerarlos exitosos en la vida matrimonial.

Maldijeron la mala suerte. Uno de los que estaba invitado cayó preso por estafa y éste fue el único tema que se trató durante las dos o tres horas que duró la reunión. Por suerte, los niños se organizaron enseguida y jugaron destructivamente aprovechando que ningún adulto había tomado el rol de vigilante.

Cuando se fueron los últimos, retornaron las miradas interrogativas, ahora en un hogar absolutamente devastado por la plaga infantil.

IV

Sin tocar absolutamente nada, se fueron a la cama e iniciaron la tarea de mirar el techo en silencio.

— ¿Tenés otra? —arrancó ella.

— ¿Te gusta mucho el profesor de Pilates?

— ¿Qué nos está pasando, Roberto?

— Habrán surgido nuevas necesidades que el mercado interno no pudo satisfacer.

— Es cierto que Iván es muy amable conmigo y que me alegra la vida. ¿En qué consisten tus importaciones?

— Nos gustamos con Susana Sasías. Lo descubrimos hace poco y también ella me alegra la vida.

— Susana Sasías. La más chica del farmacéutico. ¿Qué tiene ella que yo no tenga?

— Tu pregunta es muy trillada, pero igual te la respondo porque yo me pregunto lo mismo respecto a Iván. Susana Sasías hizo un postgrado erótico porque logró fugarse del proxenetismo mafioso de Milán. Te aseguro que es un grado cinco en sexualidad. Ahora decime algo de Iván.

— Iván es un hueco, infantil, que sólo piensa en su cuerpo y en cómo lograr admiración. Es bastante tonto —comparándolo contigo, claro— pero no me pidas más detalles, así conservamos la moderación.

Mientras caía sobre ellos un pesadísimo manto de mutismo, sus cabezas hacían miles de puntos aeróbicos a pesar de la más completa inmovilidad corporal. Finalmente Roberto dijo:

— Susana piensa algo que viene al caso. Según ella la monogamia es contra natura porque nadie tiene todo lo que el otro desea. En nuestro caso, yo me enamoré de tu forma de bailar y de tus hoyitos y vos de mi sentido del humor. Todos los otros deseos creímos poder extraerlos de esos pocos rasgos fascinantes, pero la historia se encargó de demostrarnos que la ilusión tiene patas cortas.

Beatriz cargó aire como para un gran parlamento, pero apenas comentó:

— Esa imbécil tiene razón.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

¡Marchen tres mujeres! Salen con fritas

Mi mamá: ¡Siempre pendiente del «qué dirán» ... la madre y la hermana mayor!

Este fue el Comité de Bienvenida que me tocó en suerte cuando caí a este planeta seco, frío, ruidoso, lleno de carencias.

¡Qué mujeres insufribles y besuconas! Todo el mundo se llena la boca diciendo que «madre hay una sola». No es mi caso.

Yo fui criado por un triunvirato pollerudo, contradictorio, malavenido, con una biblioteca por cabeza sobre cómo criar a un niño tan precioso y «lleno de gracia y maldades que nosotras sabremos corregir» ... para que se convierta en «un hombre de bien».

Desde acá abajo les veo los agujeros nasales y otras cosas alrededor. La misma escena que después fui viendo con creciente alivio a medida que se fueron muriendo y desde el pie del féretro, no podía de dejar de mirar esas fosas nasales que me mantuvieron enterrado durante años y años.

¡Cómo me rompieron las pelotas estas tipas tan llenas de amor! ¡Cuántos regalos que tuve que agradecer, usar y hacer como que disfrutaba!

El triunvirato se había repartido las tareas: Mi mamá se encargaba de mis enfermedades, así que como nací muy sanito, tuve poco contacto con ella, lo cual creo que la frustró bastante porque amaba todo lo enfermo. Sus temas de conversación eran sobre curaciones, mejorías, intervenciones, salas de espera, dieta, y otras maravillas de ese hedonismo tan personal con el que se manejaba.

Mi tía Élida se encargaba de convertirme en un soldado al servicio de cuanto ideal represor anduviera en la vuelta: catolicismo, medicina preventiva, higiene, ortografía, moral cívica, disciplina, ejercicios físicos, vidas ejemplares de pelotudos célebres en general.

Mi abuelita, ¡qué amorosa! tenía a su cargo mi alimentación, que ahora que no está me animo a tipificar como «ensañamiento alimenticio». También me exigía regularidad intestinal … con o sin enema. Según mi analista esta vieja me violaba a la sordina y ni se sabe los líos que hoy tengo en la cabeza con la homofobia.

Vos querés saber algo de mi padre: somos dos.

………

Enriquecimiento fontanarrósico: […] Mi padre murió. Y mi madre fue incapaz de continuar en la vida sin su pareja, murió también, posiblemente de tristeza 24 años después. Ella, sin duda, no soportó la muerte de su compañero, de la misma forma en que mi padre no la soportaba a ella. (Fragmento del cuento «Vidas ejemplares»).

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Poder es querer

El revólver de la abuela puedo usarlo para sacar corriendo a la barra de las viviendas cuando quieren usar mi cuadra para llegar al campito de los circos.

Cuando Julio sepa lo que conseguí, se va a poner otra vez de mi lado. Desde que lo invité a boxear y me ganó, dejé de ser su mejor amigo y empezó a verduguearme.

Con este revólver maravilloso podré hacer lo mismo que hacen los cowboys que lee mi papá en las novelas. Él siempre me cuenta cómo los más cracks pueden pegarle un tiro entre las cejas a los malos ¡sin desenfundar! Yo creo que sé como se hace porque estuve practicando delante del espejo del ropero ¡y me sale igualito!.

Además me parece que Albita también se va a enamorar de mí cuando vea que tengo este revólver todo cromado. Seguro que se va a venir conmigo y que lo va a dejar a Enrique, por más bizcochos que él le compre con la plata que le roba al padre cuando viene a comer al mediodía.

Capaz que el que manda en la cuadra puedo ser yo, porque Julio es más alto pero no tiene revólver. Si yo pudiera ser el jefe de la barra, entonces Albita seguro que se arregla conmigo y hasta capaz que me invita a tomar la leche en la casa sin que la madre sepa que es mi mujer.

Después también Ruben me va a prestar la bici que hoy sólo le está prestando a Julio porque es el jefe, pero si yo paso a ser el que manda más, seguro que me la presta a mí.

Cuando me la preste voy a poder hacer la palomita parado en el asiento. ¡Qué bueno estaría que justo saliera Albita y me viera! ¡Quedaría re-metida conmigo! Yo sé bien cómo se hace porque aprendí de un equilibrista buenísimo que vino con un circo y cuando lo practiqué delante del espejo arriba del taburete, ¡me salió igualito!

Como Albita lo va a dejar a Enrique para arreglarse conmigo y él ya no le va a comprar más bizcochos, le voy a decir que con la plata que le roba al padre tiene que comprarme los fulminantes.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

La ñata contra el muro

Sólo te exijo al detalle
motivos para vivir.
Angustias con que morir
me las encuentro en la calle.

Manuel Mejía Vallejo
(Poeta colombiano)

.........

Cuando vuelva mi mamá de Montevideo, me voy a lucir al Club Social el pantalón, la camisa y los zapatos que le pedí.

Pero claro, siempre me están repitiendo que no tienen plata, que yo pido demasiado, que no tengo que pensar que puedo llevar el tren de vida que tienen otros, que tienen estancia y que son ricos desde hace mucho.

Yo no les pido casi nada porque la lista de cosas que necesito es mucho más larga y sin embargo sólo les pedí que me compraran esa ropa porque la que tengo está muy fea y todos me la conocen.

Nunca les digo todos los discos que tengo que comprar, uso el champú de ellos que es cualquier cosa, mi papá me presta ese perfume de viejo que usa él, a los cigarros los tengo que estirar y casi que no puedo convidar como hacen Miguel y Sergio.

Si ya sé! ellos tienen campo y hasta van al liceo en ciclomotor y yo vivo pinchando la bicicleta a cada rato de gastadas que tiene las cubiertas.

También es cierto que ellos no se compran nada. Bueno, en realidad mi papá sí se compra unas cuantas pilchas (como le dice él), pero nos asegura que sólo gasta la plata extra que logra jugando al gofo en el boliche, porque parece que vienen unos giles con plata que son una uva.

¡Por qué no habré nacido en Estados Unidos! Todos andan en auto y cuando prenden un cigarrillo, igual lo apagan en la segunda pitada ...

La hija del comisario también se la gasta toda. Mi madre me dice que el padre está metido en cuanto chanchullo hay en el pueblo, pero lo cierto es que Martita tiene casi todos los discos que yo solo tengo en una listita de papel.

Además Clarita sé que espera que yo le haga regalos porque se junta con las otras y se comentan los regalos que reciben de sus novios y ella, pobre, a veces miente pero tampoco puede mentir mucho porque las amigas son desconfiadas y le piden que les muestre.

Yo no sé, mi madre parece que no entiende nada, porque yo le digo que necesito plata para mis gastos y no le puedo estar diciendo en qué tengo que gastar porque creo que se burlaría de mí. Mi padre tampoco colabora mucho, porque si es cierto que gana tanto y cuanto con los giles del gofo, podría habilitarme un poco más. Ya le metí el verso de que tengo que ir al quilombo y el loco nada. Si le llego a decir que es para hacerle un regalo a Clarita, seguro que se me caga de risa.

Todo esto es una porquería. La verdad que no sé que estoy haciendo acá. ¿Algún día se terminará esta vida de mierda? Me siento como un gusano. Hoy no tengo ni para comprar un cigarro suelto.

Si algún día tengo hijos, no los voy a tratar como me tratan a mí. Siempre me dicen que no debería quejarme, que tengo casa, comida caliente, una cama limpia, unos padres que me quieren. ¡Ay, qué afortunado me siento con toda esa basura! Estos se deben pensar que yo soy tarado.

¿Cómo será suicidarse?

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Desde el diván

Estuve releyendo el artículo que refiere al término catexis en el Diccionario de Laplanche y Pontalis, en cuyo copete dice:

« Concepto económico, la catexis hace que cierta energía psíquica se halla unida a una representación o grupo de representaciones, una parte del cuerpo, un objeto, etc.»

y no logro tener control sobre una metáfora que se me impone, —bastante difundida, dicho sea de paso— y es aquella en la que se compara a la sociedad con un cuerpo humano. Como si el cuerpo humano y el cuerpo social tuvieran semejanzas suficientes como para extrapolar las cualidades y funcionalidades de uno al otro.

En esta línea, cuando decimos que una cierta energía psíquica se halla unida ... a una parte del cuerpo, un objeto, etc. pienso que en el cuerpo social también sucede lo mismo, solo que al realizar el ajuste correspondiente, la afirmación nos lleva a decir que una cierta riqueza se halla unida ... a algunos ciudadanos, etc.

Esta sería una visión psicoanalítica de las pronunciadas diferencias en la distribución de la riqueza que tanto irritan a un grupo significativo de personas.

Los órganos o individuos receptores de un plus de catexis-riqueza, tienen mayor responsabilidad en el goce del individuo o de la sociedad. Fijate que una parte del balance de las personas físicas o jurídicas se denomina Estado de Responsabilidad. Ahí se detallan todos los bienes de los cuales el titular no sólo es dueño sino también responsable.

La contracara de la riqueza es entonces una mayor responsabilidad en el bienestar social en forma de aporte tributario, generación de riqueza por su capacidad empresarial y de asumir riesgos con su patrimonio, generación de fuentes de trabajo, gerenciamiento de instituciones necesarias para la satisfacción de necesidades colectivas.

La persona que recibe una parte mayor de la riqueza colectiva, cumpliría entonces una función tan importante para la sociedad como la de aquellos órganos que para el individuo tienen una significación especial, tales como los órganos de la reproducción, zonas erógenas, cerebro, sentidos, etc.

Si bien el sentido común y el cristianismo afirman que «Pasará más fácil un camello por el ojo de una aguja que un rico por la puerta del cielo», también es posible sostener que aquellos ciudadanos sobrecatectizados, tienen a su cargo la difícil función de conservar ese estado de cosas: riqueza y responsabilidad, el resto del cuerpo social puede permitirse una actitud prescindente, subordinada, menos responsable,... como parecen tenerla aquellas partes del cuerpo menos catectizadas por el aparato psíquico de cada individuo.

Te preguntarás a dónde conduce todo este rodeo. Es lógico. Pues bien, antes de que yo mismo me olvide, me apresuro a decirlo.

Según esta lectura de la realidad, es posible decir que todo ciudadano que ha logrado enriquecerse, tiene una confirmación de cuán útil es para el bienestar de la sociedad... así como podríamos decir algo similar de los tejidos mejor vascularizados de una anatomía, o de las partes del cuerpo más catectizadas.

La riqueza —dentro de una organización social de tipo capitalista, no debemos olvidar este dato— es una certificación de acierto en la vocación de servicio, o del valioso esfuerzo que es capaz de hacer, o de cuán necesaria es su gestión, su participación, su existencia.

De esta interpretación se deduce la contraria: la pobreza es un certificado de prescindibilidad.

Y ahora lleguemos de una vez a la meta de estas disquisiciones: ¿qué lugar ocupamos los psicoanalistas en nuestra sociedad?

Los resultados económicos dan la respuesta por sí solos.

—¿… y?

— Nada, que hace seis años que vengo y nunca una manito de pintura a estas paredes, ningún cambio del decorado, este diván tienen los resortes vencidos, ...

— Ah, era eso. ¿Dejamos por acá?

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Aborto a bordo

Querido papá:

Espero que al recibo de la presente te encuentres bien. Yo la voy llevando y no me puedo quejar. Las cosas acá son diferentes a lo que yo estaba acostumbrado, pero como siempre me lo dijiste «Si otros pueden, ¿por qué no vas a poder vos?».

Las dificultades de adaptación me desvelan y paso muchas horas tirado en la cama mirando el techo y tratando de entender por qué todo se me hace tan difícil. Inevitablemente busco causas, culpables, responsabilidades, errores.

Siempre tuve una vida muy cómoda cuando vivía con ustedes y vos te hacías cargo de todo lo que mamá y yo necesitábamos. Nunca me faltó nada. Hasta me pasaste el auto cuando te compraste uno nuevo y te calentaste porque el concesionario te lo tomaba por muy poco dinero. Mi popularidad entre mis amigos subió mucho con ese auto porque era mejor que el de sus propias familias. Creo que a Margarita la conquisté gracias a él ... a vos debería decir en realidad.

El otro día, hablando con una compañera de facultad, ella me decía que por mis argumentos sobre ecología filosófica, le vinieron ganas de soltar el zorzal que tienen en la casa pero que se arrepintió porque la madre le dijo que, por haberse criado en cautiverio, no llegaría a la noche sin que algún gato se lo comiera.

Las meditaciones de esta madrugada me llevaron a compararme con ese pobre zorzal, que canta como Gardel pero que probablemente sea su forma de gritar por una libertad que los humanos no queremos darle para hacerle un bien.

Sería muy ingrato de mi parte decir que fuiste demasiado bueno conmigo y que me convertiste en un inútil por no privarme de nada. Pero debo confesarte que tu bondad la estoy sintiendo como un error garrafal que, si algún día soy capaz de tener un hijo, trataría de no repetir.

Con el profesor de Arte Azteca nos llevamos muy bien y hablamos mucho. Cuando le contaba esta especie de ingratitud que tengo hacia vos y que tanto me mortifica, él me decía que a veces sucede que los padres, no es que sean tan buenos como parecen, sino que anulan a los hijos con su generosidad como forma de sacarse de encima a quienes algún día pueden disputarle su poder familiar.

Algo parecido creo que pasó con mamá, porque ella me ha insinuado que se siente atrapada en una especie de chantaje porque no deja de ser un triste satélite tuyo y no tiene ni argumentos ni voluntad para salir de esa condición. Nunca me lo dijo con esas palabras —y te pido que por favor no se lo preguntes—, pero ahora que estoy lejos de ustedes, comprendo mejor su tristeza, desgano y sobrepeso.

Siempre estuviste acostumbrado a mandar y a que te obedeciéramos. Tu generosidad funciona como una varita mágica que nos maneja a todos como si fuéramos marionetas.

Es insólito que me esté quejando de algo que tantos hijos desearían para sí, pero después de darle muchas vueltas al asunto, estoy bastante seguro que mis bajas notas en todas las asignaturas que me exigen creatividad, pueden estar motivadas porque «gracias a vos no necesito nada», lo cual, aunque parezca disparatado, equivale a funcionar como un cadáver.

Cambiando de tema, sabés que quizá te tenga que pedir una remesa especial porque Margarita tiene un atraso de tres semanas y ya acordamos que este tampoco lo queremos tener. Después te digo cuánto me tenés que mandar.

Un beso de tu mejor (y único) hijo.

Tola

●●●

reflex1@adinet.com.uy

«Vas a tener un varón»

Años estuve fascinado con un tío muy cómico, dicharachero, pícaro, que cuando sabíamos que iba a venir a Montevideo, era para la barra de primos que vivíamos con mi abuela, igual que si viniera un circo al baldío de la otra cuadra. ¡Genial el viejo! Era como una mezcla de Landriscina, Juceca, Paco Espínola.

Lo que más me enloquecía era su capacidad adivinatoria. Todos decían que cuando él miraba a una embarazada, la hacía poner de perfil y le decía: «Vas a tener un varón» ¡y no le erraba! Ahora que existen las ecografías me causa un poco de gracia y se refresca mi admiración cuando oigo que el diagnóstico, en algunos casos no es muy seguro, porque la posición del feto, y que si es nena y una cantidad de salvedades y advertencias.

Pero no, yo te quería decir otra cosa. Fijate que en nuestro gremio se estila usar textos o películas para tratar de fundamentar la teoría. Lacan, por ejemplo, estuvo años sacando conclusiones de El Banquete de Platón, de Hamlet y de La carta robada de Poe. Y por supuesto, la gilada venimos atrás y encontramos que estuvo notable, que ¡cómo se dio cuenta! y otras boludeces, pero, ahora que estamos en el Taller este vivencial psicológico o como se llame, cada vez dudo más de la utilidad que pueda tener que nos reunamos en AUDEPP a comentar una película para sacar conclusiones sobre la dinámica psicológica de tal o cual personaje o del escritor o del guionista o del director.

Para mí la cosa es así. El escritor ponele, es un angustiable; se le desordenan las ideas, digamos que padece un sentimiento de fragmentación onda Melanie Klein, y logra rearmar su cabecita escribiendo algo. Igualito que el nieto de Freud cuando jugaba con un carretel imaginando que controlaba las apariciones y desapariciones de su mamá diciendo for – da respectivamente.

Esto respecto al acto de escribir en sí. Ahora, ¿por qué escribe ese texto? Siguiendo con el ejemplo del nieto de Freud, porque en su imaginación, él cree que está persuadiendo a su madre para que se quede con él y lo mime, lo acompañe, lo consuele, lo abrace, lo acaricie. En la medida en que el escritor es más neurótico, desarrollará textos que constituyen metáforas donde el motivo original está más y más disfrazado. Tan disfrazado que no lo reconoce ni él.

Después venimos los lectores y ¿dónde nos enganchamos?: en que, por algún motivo de coincidencia, encontramos que esa metáfora del reencuentro del escritor con su madre, es para nosotros también una metáfora, pero andá a saber de que otra cosa placentera. O sea que el tipo escribe cosas que me terminan gustando pero sólo porque le emboca, pero no hay ninguna relación entre el mensaje a su madre y lo que yo pueda interpretar de los personajes que él utiliza. Lo único que yo podría hacer con ese texto es averiguar porqué me gusta a mí (lector), pero no tiene ningún sentido analizar la psiquis de los personajes que utilizó el escritor para desangustiarse. El único análisis posible no es la psiquis de Hamlet, sino porqué a mi me atrapa esa intriga. ¿Te das cuenta?

¡Ah! Ahora me doy cuenta por qué te arranqué contando lo de mi tío. Esta tarde le fui a llevar unos caramelos a la casa de salud donde vive hace años, y por supuesto que ahora está muy viejito. Entonces, le conté la admiración que sentía por su capacidad anticipatoria con las embarazadas. Con la lucidez que le va quedando, recobró su carita de pícaro y me dijo: —¿Sabés lo que pasa? Todos creemos lo que más nos gusta creer y con las embarazadas es muy fácil: vos le decís lo primero que se te ocurra, si embocás, creen que es posible adivinar, pero si no le acertás, te perdonan porque sólo le erraste por uno.

¡Esto está riquísimo! ¡Servite, no hagas cumplido! ¿Te tomás otro?

●●●

reflex1@adinet.com.uy

Cien-tí-fica-mente

— ¡Hola! ¡Hola! ¿Malena? Soy Beatriz.

— ¿Qué pasó Beatriz a esta hora? Acá son las doce de la noche.

— Disculpame, no me acostumbro a la diferencia horaria, pero necesito contarte que me estoy divorciando de Ruben.

— ¡No puede ser, si es un tipo fenómeno! ¿Qué les pasó?

— Lo de siempre: me engaña con una compañera de trabajo.

— Bea, ¿podemos hablar el sábado por el chat? Te juro que estoy muerta de cansada y no puedo atenderte como te merecés. ¿Puede ser?

— Sí, disculpame. Nos hablamos el sábado.

—¡Suerte Beatriz! Y realmente te juro que lo lamento muchísimo. Por vos y por él que me parecía flor de tipo.

— Un beso. Chau! Y disculpá la hora, eh!

—¡Vale! Un beso.

…………

—¡Hola! ¿Papá? Soy Beatriz, ¿podés hablar?

— Justo empezó el informativo, pero decime ¿qué necesitás?

— Empecé los trámites para divorciarme de Ruben.

— ¡Uuuh! ¡Qué macana! ... ¿Te puedo pasar con tu madre que me está haciendo una señas que no le entiendo nada?

— Sí, dame con ella.

—Bueno, te paso y lo lamento mucho. ¡Suerte!

— (Alarmada) ¿Qué pasa Nena?

— Empecé el divorcio, mamá.

— (Con voz quebrada) ¡Qué horrible! ¿Qué sucedió?

— Lo clásico. Excepto papá, todos los hombres son iguales. Lo pesqué saliendo con una compañera de trabajo y tuvo que confesarme todo.

— (Ahora con furia incipiente) Yo nunca te quise decir nada, pero ese muchacho no era para vos. Tiene toda la pinta de ser flor de zorro. ¡Hacés bien nena! ¡Ese sujeto no te merece!

— Bueno ma, quería que fueran los primeros en saberlo. Veremos cómo me arreglo. Te mando un beso.


— Ya sabés que siempre podés contar con nosotros para lo que sea. ¡Suerte nena! ¡Te queremos mucho!

— Gracias, mami. Mañana la seguimos. Te mando un beso grandote.

— Otro para vos. Chau.

………

— ¡Hola! ¿Ruben?

— ¿Y quién va a ser boluda? Me estás llamando al celular.

— Escuchame Ruben, ¡lo nuestro no da para más! Me quiero divorciar de vos.

— (Furioso y reivindicativo) Pero decime una cosa, ¿vos me viste cara de imbécil a mi? ¿Te crees que yo me divorciaría de una tipa que tenga tu cuerpo? ¿Tenés alguna idea de cuánto valen tus piernas, tus caderas, tu culo, tu cintura? Con la calentura que tengo contigo, yo y todos los del edificio y los de la cuadra y los de la manzana, sin distingo de edades o género, ¿pensás que yo te dejaría en banda para que te enganches con algún idiota, que se comporte como un cura pero que no valore lo genial que sos como mina? (Aún más agresivo) Y aunque a la postre no me importe, también te lo tengo que decir: con ese maridito modelo, te doy poco tiempo para que te conviertas en una gorda celulítica y chancletuda. Así que mi respuesta es: ¡No! ¡Ni loco! ¡Antes muerto! Ahí está, ves, te hago un ofrecimiento razonable e inteligente: ¿por qué no me pedís la viudez en lugar del divorcio? (En tono ligeramente más conciliador) ¿Por qué no te venís con todas las armas que tenés y tratás de matarme y que parezca un accidente? ¡Jugatelá chiquita! Subí ahora y liberate de mí con todo tu arsenal. Pero eso sí: venite preparada porque me voy a defender como gato entre la leña. Acá tenemos un ring de dos plazas, ideal para este tipo de homicidios.

………

Beatriz entra al dormitorio sin ropa y el cuerpo de Ruben reacciona antes que él. Aún más demoledor que el primero, el segundo golpe se produjo cuando el perfume irrigó su cerebro.

………

(El lector podrá recurrir a su álbum de imágenes visuales y acústicas para insertar aquí aquellas que mejor se adecuen al contexto sugerido)

………


Dieciséis años después, Ruben hacía un tiempo que había constatado empíricamente que «Beatriz es la mina» y ya no tenía necesidad de continuar tan concienzuda prospección. Por su parte Beatriz, se sintió habilitada para realizar sus propias investigaciones de campo, aunque para llegar a la conclusión de que «Ruben es un divino», le resultó suficiente el relevamiento de una casuística menos numerosa.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

El niño que superó al adulto

José María es un Ingeniero en Sistemas. Cursó esta carrera porque tiene fama de ser muy difícil, engorrosa y aburrida, pero sobre todo porque la madre siempre quiso tener por lo menos un hijo ingeniero aunque los demás fueran todos empleados públicos.

Cumple con casi todas las condiciones para ser un metrosexual prototípico, está bien informado, posee capacidad de mando, baila muy bien. Las mujeres lo miran y comentan ... no le interesa qué comentan porque sólo le preocuparía la indiferencia.

Con su novia es atento en público aunque un poquito violento y tiránico en la intimidad, ya que en su grupo de pertenencia se cultiva esta duplicidad. Ella lo maneja bastante bien porque sabe poner cara de «¡cómo te amo José María!» delante de la gente y cara de «¡cuánta lástima te tengo!» cuando él la molesta en la intimidad. El discurso gestual de María José es muy eficaz. En esto se parece a Meg Ryan.

Como hijo de padres divorciados es un gran negociador y sabe aprovecharse de las dificultades del otro. Desde su más tierna infancia comenzó a desarrollar el arte del chantaje emocional, pero su fuerte son el soborno y la extorsión. Si alguien me dijera que fue él quien provocó la separación de sus padres, no tendría argumentos para rebatirlo.

Desde el punto de vista laboral siempre mantuvo un bajo perfil ante sus pares aunque sabe ser muy seductor con sus clientes. Con María José suelen organizar reuniones con una o dos parejas más en su coqueto apartamento con vista al campo de golf, que en realidad pertenece a su padre —la mamá se encarga de pagar los gastos comunes—.

No es gracioso pero al contar ciertos chistes famosos los termina con una carcajada tan pegadiza como un bostezo.

También plagia algunas frases:

· La experiencia es un peine que te da la vida cuando ya estás pelado.
· Prefiero pedir disculpas antes que pedir permiso.
· La peor manera de perder el tiempo es llegar en hora.
· La guerra ha demostrado ser partera del progreso.
· Voy a vivir de mis viejos hasta que mis hijos puedan mantenerme.


Cuando yo era niño viví en un edificio de gente mayor. Todo quedó resuelto con José María, mi gran compañero imaginario. Ahora que soy adulto y vivo rodeado de gente, continúo necesitándolo, pero se ve que todo me cuesta más porque, aún así, no podría vivir sin mi compañera real.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

¡Oh, Dios!

¿Cómo alguien puede tener semejante nariz? Esta vieja podría fumar en pleno Katrina. Aparte la forma horrible que tiene. Le falta una verruga para ser la bruja del cuento. ¿Qué podrá tener en la cabeza esta mina?
¿Nadie le dirá que pintada así parece una ferretería? No, mejor un guacamayo de Animal Planet. ¡Si cae en manos de las dos urracas de «No te lo pongas», ¡Qué fiesta se hacen! El tipo que la espera todos los días a la salida en terrible goma parece normal. Debe haber estudiado esgrima para esquivarle la nariz cuando lo besa. ¡Y tuvieron tres hijos! ¿Con qué los alimentó? ¡Es una tabla! ¿Usará sutién o musculosa? El pinta debe pensar que está casado con un amigo. ¡Y el pelo! ¡Qué lo parió! La debe peinar un hornero. ¿O será un globo de cumpleaños? Capaz que el naso es el piripicho del globo ¿Cómo será esta vejerta recién levantada? Para mí que el marido la está cagando con otra. No puede ser que a un tipo que no ve que que esto es un bagayo le renueven la libreta de conducir. ¡No, no puede ser! Lo que tiene de bueno es que es coherente, porque ¡qué voz de mierda que tiene!

— ... y por eso equis es igual a cero. Entendieron, ¿No?

Igual a cero tenés el culo. ¡Tomatelás!

●●●


reflex1@adinet.com.uy

A ver y haber

Desde el ventanal del fondo tengo acceso a una paleta de colores impresionante, … impresionista, monetiana, renoiriana. Bueno, también es post-impresionista, ... vangoghiana, expresionante.

El megamuestrario es una pared en la que conviven una cantidad de plantas trepadoras con una variedad de colores y matices, combinados tan magistralmente como para que con amarillo, rojo oscuro y azul verdoso, en estado puro, se llegue a los complementarios verde, violeta y naranja.

Recién me doy cuenta de que el otoño también pinta con bordeau, marrón, chocolate, café, borra de vino. Desde la escuela que me quedé con que todo andaba alrededor del amarillo de las hojas caducas.

Entrecierro los ojos y puedo pensar que el tapizado vegetal de esa pared es como una murga sin audio. El viento se encarga de dirigir los armoniosos movimientos.

El cielo encapotado aporta un caudal luminoso tan genialmente difuminado como para que ningún experto iluminador tenga para hacer algún retoque.

Click

¡Te tengo!

●●●

reflex1@adinet.com.uy

La verdad de la milanesa

— ¡Hola! ¿Mamá?

— ¿Qué hacés a esta hora Nene?

— Escuchame, necesito que me des un dato de una garantía que está en el cajón del armario de la cocina donde guardamos todos los recibos.

— A bueno, esperá que voy a buscar los lentes.

— Mamá, los tenés colgados del cuello; apurate que te estoy hablando por el celular.

— Ay, tenés razón, los tengo acá. ¿Qué papel me dijiste? ¿Dónde me dijiste que busque?

— En el cajón izquierdo del armario de la cocina. El cajón izquierdo es el que está más cerca de la pileta de la mesada. ¿Lo abriste ya?

— Sí, ya lo abrí. ¿Qué papel me dijiste?

— Es un papel grande y verdecito. Es la garantía de la computadora que me entregaron hace cuatro días. Leeme el número rojo que tiene arriba de todo.

— Pará Nene, acá veo una factura de Antel, una factura de UTE ... ah, esta debe ser la celestita, ¿es de «La casa del consolador»?

— ¿Qué estás buscando mamá? Esa factura de «La casa del condensador» tiene como un mes y la que yo te pido tiene que estar arriba de todo porque la puse hace cuatro días. Es la garantía de la computadora, ¡no me digas que se perdió que me muero!

— No te pongas nervioso que en esta casa nunca se pierde nada. Recién estuve hablando con tu tía Maruja. Está cada vez más lela, pobre, fijate que ...

— Me contás esta noche. Encontrame la garantía ¡por favor!

— Che, pero que raro. ¿La habrás puesto acá? Acá nunca se pierde nada. ....
.... A ver, pará. Sí, creo que la encontré. ¿Verdecita, me dijiste? A sí, ya sé, ¿que querés que te lea a ver si puedo?

— ¿Dónde la encontraste, mamá?

— ¿Qué dato me pediste que te diera?

— Leeme el número rojo que está arriba de todo.

— Dice dos mil ochocientos quince. ¿Anotaste?

— Sí, pero ¿dónde estaba?

— Lo que pasa que tu hermana se olvidó de comprar el papel absorbente y vos sos el que más protesta cuando las milanesas me quedan enchumbadas. Pero quedate tranquilo que ya está todo solucionado.

— Ta, mamá, ta. Gracias. Te mando un beso. Chau.

— Chau, Nene. No vengas tarde... Me parece que se cortó.

●●●

reflex1@adinet.com.uy

A ver y haber

Desde el ventanal del fondo tengo acceso a una paleta de colores impresionante, … impresionista, monetiana, renoiriana. Bueno, también es post-impresionista, ... vangoghiana, expresionante.

El megamuestrario es una pared en la que conviven una cantidad de plantas trepadoras con una variedad de colores y matices, combinados tan magistralmente como para que con amarillo, rojo oscuro y azul verdoso, en estado puro, se llegue a los complementarios verde, violeta y naranja.

Recién me doy cuenta de que el otoño también pinta con bordeau, marrón, chocolate, café, borra de vino. Desde la escuela que me quedé con que todo andaba alrededor del amarillo de las hojas caducas.

Entrecierro los ojos y puedo pensar que el tapizado vegetal de esa pared es como una murga sin audio. El viento se encarga de dirigir los armoniosos movimientos.

El cielo encapotado aporta un caudal luminoso tan genialmente difuminado como para que ningún experto iluminador tenga para hacer algún retoque.

Click

¡Te tengo!

reflex1@adinet.com.uy

La verdad de la milanesa

— ¡Hola! ¿Mamá?

— ¿Qué hacés a esta hora Nene?

— Escuchame, necesito que me des un dato de una garantía que está en el cajón del armario de la cocina donde guardamos todos los recibos.

— A bueno, esperá que voy a buscar los lentes.

— Mamá, los tenés colgados del cuello; apurate que te estoy hablando por el celular.

— Ay, tenés razón, los tengo acá. ¿Qué papel me dijiste? ¿Dónde me dijiste que busque?

— En el cajón izquierdo del armario de la cocina. El cajón izquierdo es el que está más cerca de la pileta de la mesada. ¿Lo abriste ya?

— Sí, ya lo abrí. ¿Qué papel me dijiste?

— Es un papel grande y verdecito. Es la garantía de la computadora que me entregaron hace cuatro días. Leeme el número rojo que tiene arriba de todo.

— Pará Nene, acá veo una factura de Antel, una factura de UTE ... ah, esta debe ser la celestita, ¿es de «La casa del consolador»?

— ¿Qué estás buscando mamá? Esa factura de «La casa del condensador» tiene como un mes y la que yo te pido tiene que estar arriba de todo porque la puse hace cuatro días. Es la garantía de la computadora, ¡no me digas que se perdió que me muero!

— No te pongas nervioso que en esta casa nunca se pierde nada. Recién estuve hablando con tu tía Maruja. Está cada vez más lela, pobre, fijate que ...

— Me contás esta noche. Encontrame la garantía ¡por favor!

— Che, pero que raro. ¿La habrás puesto acá? Acá nunca se pierde nada. ....
.... A ver, pará. Sí, creo que la encontré. ¿Verdecita, me dijiste? A sí, ya sé, ¿que querés que te lea a ver si puedo?

— ¿Dónde la encontraste, mamá?

— ¿Qué dato me pediste que te diera?

— Leeme el número rojo que está arriba de todo.

— Dice dos mil ochocientos quince. ¿Anotaste?

— Sí, pero ¿dónde estaba?

— Lo que pasa que tu hermana se olvidó de comprar el papel absorbente y vos sos el que más protesta cuando las milanesas me quedan enchumbadas. Pero quedate tranquilo que ya está todo solucionado.

— Ta, mamá, ta. Gracias. Te mando un beso. Chau.

— Chau, Nene. No vengas tarde... Me parece que se cortó.

reflex1@adinet.com.uy