jueves, 1 de noviembre de 2012

Nuestros anhelos de convencer a todos



   
Quienes fundamentamos nuestros gustos personales (opiniones) nunca podremos modificar la forma de sentir de quienes nos escuchan, pero lo desearíamos.

En un futuro quizá no tan lejano, la gente comentará: «Hace unas décadas, era normal que se dedicara mucho tiempo a fundamentar con argumentos racionales los gustos personales».

No sería extraño que también se diga: «Los medios de comunicación de aquella época facturaban mucho dinero por concepto de publicidad en audiciones donde algunos participantes polemizaban, a veces con gran pasión, sobre por qué motivos lógicos pensaban lo que pensaban».

Por supuesto que no es mi fuerte adivinar el futuro pero yo no escapo a esta inútil tarea de fundamentar (1) por qué estoy a favor de la despenalización del aborto aprobada por el parlamento uruguayo en octubre de 2012.

Ninguno de mis argumentos es tan válido como para cambiar la forma de sentir de otros. Tampoco son válidos los argumentos que pueda decir cualquier otro ser humano. La opinión sobre este y otros temas es algo muy personal que, en todo caso está en sintonía con todo el cuerpo y no con algún tipo de lógica particularmente más valioso que las demás.

Lo que en todo caso podemos hacer es exponer algunos argumentos para exhibir, mostrar, hacer conocer, cómo funciona nuestra cabeza, para que los demás puedan decir: «José es muy inteligente», «María es muy humanitaria», «Pedro es un religioso devoto», «Magdalena piensa como la mayoría».

Sin embargo, la exposición pública de los argumentos que fundamentan nuestra forma de pensar, no tiene como motivo principal darnos a conocer sino crear un orden universal; lo que pretendemos es legislar; aspiramos a que toda la especie caiga de rodillas ante nuestra lógica incuestionable, aplastadoramente convincente, poseedora de una fuerza tan invencible que al escucharla nuestros interlocutores queden de boca abierta, admirándonos subyugados.

           
(Este es el Artículo Nº 1.735)

15 comentarios:

Javier dijo...

Sí, nos resulta imposible no intentar convencer a otros. Salvo cuando nos damos cuenta que eso nos juega en contra. A veces fundamentar sólo sirve para que te contra-argumenten y la cosa se vuelva un diálogo de sordos.

Sandra39 dijo...

La oratoria es un arte muy disfrutable, pero cuando tiene como finalidad convencer se transforma en un instrumento de dominación

Andrea dijo...

La seducción que ejerce el que habla para las tribunas es embriagadora. A mi me gusta el período pre-electoral porque disfruto observando técnicas, gestos, lenguaje corporal, lapsus... es muy divertido.

Jacinto dijo...

Andrea debe ser de las pocas que disfruta del período pre-electoral. A mí me enerva. Siento que me tratan como a un idiota.

Alicia dijo...

Aprender a debatir en la escucha y el respeto es muy importante para la vida cotidiana.

Marisa dijo...

Sucede que la lógica de una pieza oratoria o de un debate, queda en segundo plano. Lo que está por delante es el ángel, la seducción.

Guille dijo...

¿Qué le pazó al zeñor eze de la foto? ¿Qué tiene en la oreja izquierda?

Esteban dijo...

Le dedicamos demasiado tiempo a fundamentar porque todavía no caímos en la cuenta de que somos más sentimiento que razón.

Nazareth Inglese dijo...

Los debates políticos son un show.
El dinero que se invierte en ellos reditúa.
Los espectadores nos entretenemos, pero después votamos lo que queremos.

Leticia dijo...

Pienso que algunas personas son muy sugestionables y sensibles a la opinión ajena. Que existen formadores de opinión, existen.

Elena dijo...

De acuerdo con Fernando; los gustos personales no se fundamentan con razones. Podrán tener causas, pero esas causas escapan a las lógicas de la razón.

Nora dijo...

¨LA OPINIÓN ESTÁ EN SINTONÍA CON TODO EL CUERPO¨
Escribiré esta frase en piedra.

Iris dijo...

Damos a conocer nuestra forma de pensar con la intención de crear un orden universal; al menos universal para nosotros mismos. Por eso cuando nos tiran abajo la estantería nos agarra el berrinche.

Norton dijo...

Muchas veces le aplicamos la lógica humana al resto de las especies.

Analía dijo...

Cuando doy a conocer mis argumentos nunca sé qué dirán de mí; si humanitaria o si idiota.