sábado, 31 de enero de 2009

Iluminación parcial

Como dijo alguien en un comentario del 29/01/09, en algunos casos no es tan sencillo diferenciar un deseo de una necesidad.

Un caso bastante próximo lo encontramos en la reproducción. ¿Deseamos o necesitamos reproducirnos?

Si lo que sentimos lo comparamos con el hambre, es claro que las aspiraciones reproductivas no son tan acuciantes, pero si tomamos distancia de nosotros mismos, podríamos asegurar que «tendría que ser una necesidad» porque si dejáramos de hacerlo, desaparece nuestra especie.

Les comento que en el artículo titulado Necesitaría desearte, señalaba que la frustración de la necesidad puede incluir riesgo de vida pero en la frustración del deseo no se corre el mismo riesgo.

En suma: En un intento de echar luz sobre esa zona difusa en la que uno no sabe cuando es deseo y cuando necesidad, podemos deducir lo que corresponde, pensando en las consecuencias de la frustración (como es el caso de la NECESIDAD de reproducirnos porque de lo contrario nuestra especie corre riesgo de vida).

También ya podemos deducir que vincularse a alguien del otro género es una necesidad porque es la forma natural de reproducirnos.

Y agrego para terminar: si no existe el proyecto de tener hijos, esta necesidad deja de existir y el anhelo de vivir con alguien es más bien un deseo, que por ser tal, deja de existir en el mismo momento en que se satisface.

Como entender esto no es una necesidad sino un deseo (suyo y mío), entonces no podemos llegar a una conclusión definitiva porque así es el deseo: siempre queda parcialmente insatisfecho.

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viernes, 30 de enero de 2009

Necesito una Coca

Siempre se dijo que algunos vendedores de drogas prohibidas se acercan a los niños y adolescentes para ofrecerles golosinas que contienen esas sustancias y así crear en ellos la adicción irreversible que los convierte en consumidores-clientes.

Esto es probable que suceda, no tengo pruebas ni cuál es la magnitud del hecho, pero hay otro fenómeno parecido y que consiste en construir hábitos en la población para que después continúen comprando cierto producto que en realidad no es tan necesario.

En este caso ya podemos dar nombres porque son comprobados: Coca-Cola, Pepsi-Cola, Pilsen (cerveza), Johnny Walker (whisky), Aqua (agua mineral), etc.

Además de bebidas, podría agregar marcas de computadoras, hamburguesas, coches, teléfonos móviles, y muchos objetos más SIN LOS CUALES ES POSIBLE VIVIR!!!

Por razones profesionales (y vocacionales) soy testigo de muchos problemas de pareja y me queda la sensación de que, además de juntarnos para poder gestar y criar a los hijos, el resto de la convivencia tiene un alto componente de costumbre.

También es cierto que muchos malestares surgen porque las personas tenemos hábitos que comenzaron como una necesidad real (concebir y criar a los hijos, por ejemplo), luego esta necesidad desapareció pero se continúa con el hábito (la convivencia) que ahora se vuelve más costoso porque perdió el motivo que le dio origen.

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jueves, 29 de enero de 2009

Necesitaría desearte

Trataré de aclarar entre nosotros qué entendemos por «necesitar» y por «desear».

Necesitar es la sensación de una carencia reiterada que debe cancelarse porque de ello depende nuestra existencia. Siempre tenemos necesidad de comer, de descansar, etc.

Desear es un impulso anímico de poseer algo o a alguien, sin compromiso vital (o sea que si no se consigue seguimos viviendo) y cambiante (a veces deseamos una cosa y otras veces otras diferente). A veces deseamos viajar, otras degustar un cierto sabor, otras estar con alguien, otras practicar algún deporte.

En ambos casos, algo nos falta. En un caso es algo concreto y en el segundo caso es algo más inespecífico.

La necesidad desaparece totalmente con la saciedad (ya comimos, ya descansamos).

El deseo disminuye con su satisfacción pero no desaparece totalmente, siempre queda un pequeño deseo incompleto o cambia nuestro deseo mientras estábamos satisfaciendo uno anterior (estoy con fulana pero desearía revisar los correos).

Estas precisiones apuntan a proponer que la vida en pareja pone en juego una necesidad, una conveniencia práctica, de todos los días (aunque no compromete nuestra supervivencia) y no es un deseo como se pregona románticamente, porque la permanencia de la compañía es siempre la misma y si alguna vez hubo deseo, éste quedó cancelado por la presencia constante de lo que se deseaba, ya que, por definición, sólo podemos desear lo que no tenemos y no podemos desear lo que tenemos.

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miércoles, 28 de enero de 2009

Las comparaciones son amorosas

Aunque Barak Obama sea una gran persona, mejora su popularidad gobernar después de alguien que llegó al final del mandato con una imagen pública en escombros (George Bush).

Esto sucede con la presidencia del país más poderoso del planeta, pero también sucede en nuestro lugar de trabajo, en nuestro centro de estudios y en cualquier lugar donde existan otras personas.

Aunque pregonemos que «las comparaciones son odiosas», son INEVITABLES.

Desde principios del siglo XX, gracias a los aportes de Albert Einstein, pudimos pensar que todo es relativo (excepto la velocidad de la luz, según parece y no sé bien todavía por qué). Algo es oscuro porque se lo compara con algo claro, algo es veloz porque se lo compara con algo lento, alguien es simpático porque se lo compara con alguien antipático.

Nuestra ubicación social entonces no depende de nosotros solamente sino que depende también de quienes nos rodean. El prestigio de Obama no depende sólo de él sino que también está beneficiado por el desprestigio de Bush.

Por lo tanto, cada vez que somos evaluados (inclusive por nosotros mismos), estarán participando otras personas que, sin estar vinculadas directamente con nosotros, estarán marcando un punto de referencia que influirá en cómo seremos calificados.

Otros ejemplos no estarían de más: la fuerza arrolladora (artística y empresarial) de Madonna hace muy difícil el ascenso de otras cantantes. Si ella no estuviera, habría más cantantes conocidas; cada vez que se concede un nuevo Premio Nobel, todos los no-ganadores parecen menos valiosos. Resumiendo: «En el país de los ciegos, el tuerto es rey».

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martes, 27 de enero de 2009

«Si pero no y lo quiero ahora»

Si observamos detenidamente la ingeniería y arquitectura del cuerpo humano, podemos emocionarnos hasta las lágrimas. ¡Es fantástico, maravilloso, genial!

Bueno, en realidad, es al revés: nuestro criterio estético tiene como modelo a la naturaleza y el cuerpo humano forma parte de ese modelo. Por lo tanto, nada puede ser más perfecto que el modelo mismo.

Concluido este divague un poco filosófico (aunque felizmente breve), voy al punto. El esqueleto muscular está hecho para empujar o atraer (una puerta, por ejemplo) pero no está hecho para realizar ambas funciones simultáneamente: O empujamos o atraemos; si empujamos y atraemos, estamos en problemas!

Sin embargo es lo que hacemos muy a menudo porque la psiquis tiene alguna línea directa con nuestro cuerpo sin pasar por la conciencia.

Por ejemplo, en el artículo titulado «Al que no quiere sopa ¡dos platos!» menciono el tema de la bisexualidad que tenemos todos.

Otra manifestación diferente a la que menciono en ese artículo es esta que compromete nuestra musculatura. Sin darnos cuenta «empujamos y atraemos» como una forma de darle trámite a la bisexualidad. Queremos penetrar y ser penetrados, queremos ser activos y pasivos, queremos actuar como machos y como hembras simultáneamente.

El pobre cuerpo, cuando recibe estas órdenes contradictorias, intenta cumplirlas pero lo único que logra es generar dolores de espalda, calambres, cansancio inexplicado y otras fuentes de ingresos para los medicamentos relajantes, los masajistas y los psicólogos.

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lunes, 26 de enero de 2009

«Ahora no me violen»

La psiquis parece un inmenso laberinto, con callejones sin salida, puertas falsas, señales contradictorias, semáforos con los colores cambiados. A veces parece el recorrido de un «tren fantasma», con apariciones que asustan, aullidos, asesinos seriales que se nos vienen encima con un sierra de mano a trozarnos, telarañas. Si no asustara tanto, hasta sería divertida (la psiquis).

En tanta confusión, desde la conciencia se reciben datos que para interpretarlos hace falta tiempo y algunas nociones de psicología.

Es probable que el único objetivo de cualquier ser vivo sea conservarse vivo (instinto de conservación) y reproducirse (instinto sexual). En la psiquis del ser humano esto lleva a que tengamos miedo a cualquier pérdida porque nos recuerda la muerte y que muchas actividades se asocien con la sexualidad.

De esto último se deduce que cada vez que pensamos en que algo entra dentro de otra cosa, conciente o inconcientemente asociemos con la penetración sexual.

A lo largo de la historia y en diversos sectores de la actividad, el respeto al superior incluye no hablarle si no es con su autorización. El superior siempre está autorizado a hablarle al subalterno pero éste, para responderle tiene que pedirle permiso.

El sonido penetra dentro del aparato auditivo y conciente o inconcientemente se asocia con un acto sexual.

Seguramente usted conocerá gente que se irrita desproporcionadamente cuando uno le habla y hay que esperar el momento oportuno para hacerlo sin que reaccione mal.

Estas personas no saben porqué les pasa eso y la que acabo de comentar es una causa posible: inconcientemente se sienten violados.

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domingo, 25 de enero de 2009

Mar y Ana

La situación me desorienta un poco pero los ojos de Mariana diluyen cualquier tipo de insatisfacción.

Hace meses que compartimos barrio, apartamento, dormitorio y cama. Hablamos durante horas y casi no nos hacemos preguntas.

Esta es una de las claves. Sólo queremos entender bien lo que el otro pudo no haber contado con claridad, pero nada de “averiguar para dominar”.

No niego que hay muchas cosas que quisiera saber de ella.

Por qué una mujer tan atractiva es tan modesta? Qué la lleva a estudiar si conseguir lo que necesita le cuesta tan poco? Dónde va cuando no nos vemos por hasta tres días?

Temo que algún día no vuelva y si tuviera suerte, quizá me avise por medio de un mensaje de texto lleno de abreviaturas.

Cada vez que viene siento lo mismo que sentimos todos cuando hubo un clima horrible y amanece un sol radiante.

Nos abrazamos interminablemente y seguramente comenzará yendo hacia la heladera. Mientras la extraño durante sus largas ausencias, tengo tiempo de sobra para comprar lo que satisface sus preferencias.

Luego de agotar el tema que ella bautizó como «asunto de números», me entrega la mitad de lo gastado y luego amor, mucho amor.

La convivencia con ella parece una película guionada por algún escritor que plantea situaciones simples pero plenas de sutiles complejidades. Con ella mi vida se ha vuelto rara, increíble, hasta podría dudar si me está pasando a mi.

Pero claro, yo vengo de costumbres muy tradicionales. Tengo que hacer un gran esfuerzo por no mostrar los celos. Ella quizá sepa que yo me siento inseguro, pero no parece preocuparle. Sólo me acaricia con esa mirada...

Me mortifico imaginando otros hombres mejor adaptados a esta forma de vida.

Quiero que esto cambie, que ella se quede todo el tiempo conmigo, que me cuente más de su vida, de su familia, de su trabajo, sobre su embarazo. Quién es el padre? Ella lo sabrá?

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sábado, 24 de enero de 2009

Al que no quiere sopa: ¡dos platos!

Es ya un dato conocido por todos que los seres humanos tenemos ambos sexos pero que casi todos funcionamos expresando el que se adecua a nuestro cuerpo y dejamos el otro en suspenso, olvidado, reprimido, como si no existiera.

De hecho, todos somos bisexuales por naturaleza pero a veces chocamos contra el «deber ser» que nos impone la cultura, la civilización, la moral.

El problema surge cuando el sexo que dejamos en suspenso se manifiesta de alguna manera preocupante. Es como un fantasma que nos asusta.

Nuestra vida transcurre serenamente mientras que nuestros deseos sexuales están en armonía con nuestro sexo anatómico y por tanto con el «deber ser» de nuestra sociedad.

Cuando un hombre o una mujer tienen fuertes tentaciones homosexuales pero no se anima a reconocerlo, no puede admitirlo, no es capaz de aceptarlo en lo más profundo de su psiquis, ahí tenemos problemas.

Lo que sucede muy a menudo es la promiscuidad sexual: La persona, para engañarse mejor, para ignorar más eficientemente sus deseos homosexuales, ingresa en una práctica abusiva de la sexualidad heterosexual. El hombre se vuelve un incansable seductor y la mujer no para de intimar con diferentes varones.

Esto suele descubrirse después que la persona cambia estos hábitos a partir de que pudo aceptar su naturaleza bisexual como algo normal, a partir de que deja de preocuparse tanto y a partir de que entiende que no hace falta tomarse el trabajo de compensar la homosexualidad latente reforzando exageradamente la práctica heterosexual.

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viernes, 23 de enero de 2009

«Yo miento» es una verdad

Existen dos tipos de lectores: activos y pasivos.

Los activos son aquellos que leen con actitud crítica y pasivos son todos los demás.

La actitud crítica significa algo así como preguntarse ¿cuál es la idea que quiere transmitir el escritor?, ¿es correcto lo que dice?, ¿será verdad?, y luego, si el tema le interesa, procede a verificar los datos con otras fuentes y si no le interesa, directamente lo borra de su mente.

La actitud no-crítica es algo así como pensar: ¡Qué maravilloso lo que estoy aprendiendo!, ¡nunca lo hubiera pensado!, ¡esto cambiará mi vida! y luego incorpora la información a su stock de sabiduría para comentarla o aplicarla cuando llegue la ocasión.

Pues bien, querido o querida lector@: En Internet está casi prohibido creer ingenuamente lo que en ella circula.

Lo más que usted podrá hacer es tomar esa idea que está leyendo y, si le interesa el tema, tratar de verificarla de alguna manera más confiable. La mejor de todas consiste en investigar personalmente, le sigue en orden, preguntarle a alguien muy confiable, con mucho prestigio, que se perjudicaría seriamente si diera una sola respuesta equivocada, en tercer lugar se pueden consultar libros de editoriales prestigiosas (que si publicaran un libro con información errónea, se verían seriamente perjudicados).

En general, el material que circula en la web es bueno para pensar en él, pero como fuente de información es de muy baja calidad.

En este blog pasa lo mismo: hago afirmaciones todo el tiempo pero nadie debe suponer que yo poseo la verdad … fundamentalmente porque nadie la posee.

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jueves, 22 de enero de 2009

¿Te amo igual que a mi o eres yo?

Una mayoría abrumadora de personas sólo se aman a sí mismos pero tienen su narcisismo disimulado detrás del amor al prójimo.

Sienten amor por su cónyuge, por sus hijos, sus parientes, sus amigos, sus conocidos, sus pertenencias, su país, etc.

Esta mayoría de personas (remarco que no dije «todas»), sólo siente amor por aquello que sienten como formando parte de sí.

Por todo lo que no sean su cónyuge, sus hijos, etc., sienten indiferencia, lo ignoran.

Esta particularidad se llama narcisismo porque en la mitología griega existe un personaje que se ahogó en un lago cuando quiso apoderarse de su propia imagen reflejada.

Suele pensarse que no son narcisistas aquellos que son capaces de amar a alguien que no sean ellos mismos, pero no podemos desconocer que cuando alguien supone que, por ejemplo un amigo es suyo, que le pertenece como si fuera su brazo o su corazón, entonces el amor que siente por este amigo existe porque lo imagina como formando parte de su propio cuerpo.

Este comentario sirve para entender por qué tanta gente tiene dificultades para vincularse y va de fracaso en fracaso, de desilusión en desilusión, reiteradamente se siente frustrada porque «la gente es desagradecida», «la sociedad ya no es la que era», «hay mucho desamor», etc.

Estas personas que se quejan del desamor ajeno quizá no se den cuenta que nunca dejaron de amarse sólo a sí mismas.

Por otra parte, esto no está ni bien ni mal. Es simplemente una característica más (el narcisismo indirecto) y su consecuencia («¡siento que no me quieren!»).

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miércoles, 21 de enero de 2009

Levantamiento de frustraciones

La vida siempre estuvo expuesta a peligros.

Desde que el mundo es mundo, corremos el riesgo de que alguien nos ataque, nos robe, nos pegue, nos ofenda.

Aunque son circunstancias muy desagradables, debemos asumir que forman parte de la normalidad. No reconocerlo equivale a privarse de muchas experiencias necesarias o divertidas: Salir a trabajar, a divertirse, a pasear, a llevar a nuestros hijos al colegio o simplemente sentarnos en la puerta para ver cómo van y vienen los otros iguales a nosotros.

Esta mínima fortaleza para enfrentar los peligros milenarios de vivir en sociedad, podría hacerse extensiva a otra fortaleza igualmente necesaria.

Más que fortalecer nuestros músculos levantando objetos pesados, o más que exigirnos mucha resistencia física corriendo quilómetros, es muy pero muy bueno aumentar nuestra resistencia a la frustración.

Para qué sirve? Nada menos que para tomar más riesgos, para ser más aventureros, para poder vincularnos con más gente, para poder hacer propuestas audaces, para enriquecernos con el contacto afectivo y físico con personas nuevas, diferentes cada día.

Todo esto no se hace porque somos débiles ante las frustraciones. Inclusive las personas mejor desarrolladas físicamente pueden ser penosamente vulnerables a un “no”, y para evitarlo, no se vinculan: tienen hermosos cuerpos para disfrutarlos solamente con el espejo.

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