Recuerdo que cuando mi hijo estuvo pensando en irse a vivir con su novia, se lo notaba entusiasmado pero triste a la vez.
Con mi esposa pensamos en el clásico «corte del cordón umbilical». El pasaje de adolescente a adulto responsable, da trabajo, no es fácil. Son muchas las cosas que se ganan pero las que duelen son las que se pierden: su dormitorio, su estatus de pequeño príncipe con asistente de lujo (su mamá), muchos recuerdos en cada cosa de su casa paterna-materna.
Lo que sucedió es que de buenas a primeras comenzó a volverse malhumorado, propiciaba conflictos a partir de trivialidades, golpeaba las puertas, dejaba de hablarnos.
En una reunión de rutina con mi esposa (en la cama y antes de dormirnos), encontramos una posible solución.
Al día siguiente, ante la primer «cara de perro malo», junté coraje, lo abracé y le dije algo así como: «Jorgito, es difícil irse de la casa, pero no recurras a un enojo inventado que termine con una ruptura de nuestro vínculo.»
Por supuesto que se apartó de mi, enojado una vez más, pero felizmente pudo cambiar su postura, abandonó su estrategia de que fuera una situación enojosa la que resolviera su resistencia a dejar nuestro hogar y esta vez, ¡acertamos! (pocas veces sucede).
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13 comentarios:
Tengo un subalterno que cada vez que me ve yendo para su escritorio a entregarle expedientes, finje estar enojado y hablando solo. Al principio me disuadía, pero ahora le agarré la onda.
Qué se entiende x salud mental. En mi familia tengo anécdotas como para escribir un libro sobre los desatinos que tienen personajes normales. No dejan de asombrarme.
ah, cómo necesitaríamos un psicólogo en mi casa... Está todo mal, enredado, interminable. Hay una malentendido tras otro, un enojo tras otro, gritos, llantos, desesperaciones. Parece que hubiera caido una bomba de desorganización mental (que aún no se inventó, pero no debe faltar mucho).
¡Qué frecuente es trasladar la manifestación del enojo hacia otros ámbitos o hacia otras personas! Lo difícil es darse cuenta. Mientras no sabés por donde viene la mano, empieza a sucederse una cadena de malentendidos que enrieda aún más la cosa.
Es bueno tener en cuenta, como ud plantea, que no todo tiene que ver con uno (pero es enojoso dejar de sentirse el centro del mundo)
Todo al mismo tiempo no se puede. Uno quisiera irse a vivir con la novia y al mismo tiempo quedarse con los padres, estudiar abogacía y al mismo tiempo medicina, comer chocolate y adelgazar, vivir de vacaciones y ganar mucho dinero, estudiar y no perder el sentido común.
¿Vio que muchos hijos cuando se van de la casa exigen que se les mantenga el cuarto tal cual lo dejaron? Entiendo la nostalgia, pero en casa el lugar no sobra.
Aunque quizás la cosa vaya más allá, capáz que es una forma de hacer como si las cosas no hubieran cambiado.
Así como algunos quieren eternizarse en la casa de sus padres, otros no ven el momento de rajar lo más lejos posible, aunque tengan que pasar penurias e incomodidades. Así pasó con nuestra hija. Me pregunto si fuimos tan malos padres. Mi esposo dice que el problema es que la controlamos y sobreprotegimos demasiado.
El factor económico es fundamental en estos casos. En los países subdesarrollados hacer una vida autónoma y adulta cuesta mucho dinero. Quizás la bronca de los muchachos pase también por el hecho de que son conscientes de la lucha que les espera.
Salvando las distancias, a mis alumnos les pasa algo parecido. Muchos de ellos llegan a la escuela ya predispuestos a llamar la atención para que se los castigue. En algunos casos he encontrado que esos chicos tienen dificultades de aprendizaje (y no necesariamente por falta de capacidad)y la concurrencia a la escuela se vuelve muy frustrante. Por un lado se sienten disminuídos, les baja la autoestima, y por otro lado sienten culpa al no poder satisfacer las espectativas de sus padres y su maestra. Toda esta situación genera mucha bronca que se manifiesta en agresividad o depresión.
En las reuniones de rutina con mi esposa es más fácil que generemos problemas. Envidio a esas parejas que se reúnen para encontrar soluciones.
Otra cosa que me ponía malhumorado era que mi novia quería mantenerse virgen hasta que nos mudáramos a vivir juntos. Si me decía que esperáramos a casarnos, me iba a convertir en el ser más promiscuo de la Tierra, y esa no es mi idea.
Yo sé que a Jorgito también lo tenía mal ( sin quitarle importancia a lo que dice mi esposo) que no le prestábamos el auto. ¡Qué le íbamos a hacer, con lo imprudente que es este muchacho!
Toda la familia se equivoca porque la única que conoce de verdad a Jorgito soy yo. Él está mal porque se va a tener que terminar casando con esa mina que es más aburrida que calesita de caballitos. Nosotros nos llevamos bárbaro desde chicos y siempre que estamos juntos nos divertimos (por no mencionar otras cosas). Lo que pasa es que Jorge es un tipo que no sabe decir "no" y esta loca lo tiene entrampado.
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