Hace unos días proponía en el artículo titulado Las mujeres aman a todos que el amor físico se desarrolla con las primeras atenciones que recibimos de nuestra madre, razón por la cual es lógico que todas las mujeres sean bisexuales (sin perjuicio de que algunas sean solamente homosexual).
Ese primer vínculo marca en nuestra psiquis lo que será nuestro modelo afectivo. Naturalmente que otras experiencias también irán haciendo modificaciones en el modelo, pero es probable que no pasen de ser pequeños retoques y no cambios sustanciales.
Si observamos cómo se nos presentó ese primer modelo afectivo, veremos que tiene aspectos positivos y negativos: nuestra mamá tanto nos gratifica como nos frustra.
En ambos casos ellas está respondiendo a su conveniencia: Si nos gratifica es porque la hemos complacido y si nos frustra es porque la hemos molestado.
Si estas percepciones fueran objetivas, quizá no llamarían tanto la atención, pero son altamente subjetivas: cuando nos gratifica somos inmensamente felices y cuando nos frustra sentimos un odio mortífero.
Con este modelo en nuestra mente, salimos al mundo juvenil y adulto a replicar inconscientemente aquel modelo y es así que, sin saber por qué, nuestra forma de vincularnos es tan particular.
Es frecuente que nos sorprenda cómo actuamos ante ciertas personas, ya sea por nuestra desmesurada pasión como por nuestra injustificada agresividad.
Una posible explicación de estas rarezas podríamos encontrarlas en cómo aprendimos a querer y a dejarnos querer. Esta búsqueda es difícil. Por eso un psicoanálisis puede tomar años. Para algunos vale la pena.
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20 comentarios:
Me excita mucho que mi esposa haga eso de la foto. Es inexplicable pero me enciende inmediatamente.
En mi hubieron más que retoques porque cuando era muy chica mi mamá prácticamente me dejó en manos de mi abuela porque ella trabajaba todo el día, así que supongo que mi cabeza amatoria se mueve con dos modelos.
Será x eso que estoy casada y tengo un amante esporádico.
Hasta mis 23 años fui catalogada universalmente como insoportable y caprichosa. Algo debe haber pasado porque ahora las cosas andan mucho mejor.
Qué cierto es eso de que uno cuando es niño ve todo con mayor intensidad. Mis recuerdos son desproporcionados cien x cien.
La desmesurada pasión le da color a la vida.
Muy interesante pensar en cómo aprendimos a querer y a dejarnos querer. Es un buen punto de partida.
Ayer, en no sé que lugar de EEUU, un hombre salió a matar a las 12 personas que tenía en una lista porque se habían portado mal con él ¡Gracias a Dios no hizo una lista minuciosa!
Si a la madre se le va la mano, tanto como gratificadora o como frustadora, la cosa se complica.
Las madres no gratificamos o frustramos de acuerdo a nuestra conveniencia, tratamos de educar.
Me doy cuenta que maltrato al portero del edificio. En realidad, lo he pensado y no tengo motivos. Tampoco se trata de alguien que me resulte particularmente antipático, la verdad que no sé.
Dudo que las mujeres amen a todos, lo que sí es cierto es que siempre somos las mujeres las encargadas de cuidar: a los hijos, a los abuelos, a cualquier persona familiar o allegada que se enferme.
Mi marido se frustra en la oficina y luego viene y me castiga a mí con su mal humor. Esto es muy común, ya sé, pero me tiene mal.
Las 7 de la mañana es una hora clave para el matrimonio que vive en el apartamento pegado al mío. A esa hora son dos las posibilidades: o ella grita porque lo putea, o grita porque llegó al orgasmo.
Abuela me contó que mi madre era en exceso complaciente conmigo, hasta que después de una conversación que tuvo con el pediatra, se dio vuelta como una media. Se puso firme y cumplía todo lo que prometía. Abuela dice que yo estuve insoportable pero que al final entendí.
De niña era diabólica con mi hermano menor. Lo inducía a que hiciese cosas que supuestamente gratificarían a mamá, aunque en realidad yo sabía que le molestarían. Creo que mi hermano se hacía el sonso para seguirme el juego, porque siempre la ligaba. Me parece que le gustaban las cosas que a mí se me ocurrían. Una vez le dije que para poner contenta a mamá lavara los platos (el tenía 3 años) Fue tal el desastre que hizo, que a mamá casi le da un ataque.
Yo le digo que mi padre no era un retoque al modelo afectivo de mi madre, era una revolución. Nunca conocí dos personas tan distintas y aún no comprendo cómo lograban llevarse bien.
Ante los "no" de mi madre, lo que me ponía peor era sentirme impotente, ver que ella podía hacer lo que quería pero yo no.
Mis padres eran muy exigentes y creo que aprendí que la exigencia es parte del amor.
En el trabajo me dicen que soy insoportable, aunque me quieren. Mi hijo dice que soy una vieja amargada y castradora (pero yo sé que me quiere)
las mujeres aman a Todos, pero Todos es del otro bando!
En la parte que dice "como aprendimos a dejarnos querer" yo leí "a dejarnos de querer". Todavía no superé el divorcio.
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