En el mes de marzo pasado, publiqué un artículo titulado «Busco raptor con experiencia» en el que mencionaba nuestra necesidad de ser mirados.
Es bien conocida la técnica de algunos niños de hacer travesuras para ser rezongados y hasta castigados. Pues bien, la parte de todo este cruento proceso que a ellos les interesa es la de ser mirados, tenidos en cuenta, reconocidos como existentes.
Cuando los niños o los adultos tenemos este tipo de conductas, no lo hacemos a propósito. Nos salen espontáneamente. La necesidad de ser mirados es tan instintiva como el hambre o el sueño.
También es bien conocido que «todos los excesos son malos». Si alguien no logra tener un momento de intimidad, sucede lo que le pasa a algunos artistas que terminan en la cárcel por agredir ferozmente a los fotógrafos y periodistas más invasivos.
La paranoia es un sentimiento que contrarresta los excesos del amor, precisamente para restablecer el equilibrio perdido. Si nuestro amante no nos pierde pisada, nos cela obsesivamente, está desconfiando de nuestra fidelidad, seguramente aparecerán momentos de irritación, rechazo, violencia y el necesario distanciamiento.
Este recorrido para acceder a esa intimidad necesaria es tan poco feliz como el que hacen los fotógrafos y periodistas que acosan en lugar de proteger al ídolo de sus lectores. Equivale a matar a la gallina de los huevos de oro.
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21 comentarios:
Acabo de rescatar un recuerdo de que a propósito me hice pegar delante de una amiga de mi madre, porque necesitaba que también hablaran de mi.
El divorcio me costó mucho dolor y dinero pero todavía no terminé de pagarlo porque quedé tan dolorida que no se cuántos años más de desconfianza tendré por delante más la soledad que significa.
Extraño mi dormitorio de soltera y hasta mi marido me prohibió que duerma con el oso.
Mis mejores vacaciones fueron sin mis hijos. Nos ahogan. Con mi marido somos más independientes aunque compinches.
La impertinencia de los paparazzi es lo que me obliga a tener un perfil tan bajo que nadie me conoce.
Mi primera esposa creía que el habla trasmite interés por el otro. Me tenía harto. La recuerdo y no me explico cómo pude casarme. ¡Qué poco confiable que soy!
Mi ternura es inmensa y desearía estar todo el día abrazando a mi gordito precioso.
La paranoia (o desconfianza) aparece porque uno se cree tan deseable que corre el riesgo de que otro se lo devore con un poco de mayonesa, como un hotdog. Los que nos creemos incomibles, somos confiados.
¡LOS MATE CON ESTA TEORIA! ¿eh?
El texto me hace acordar a lo que corean los escolares cuando un niño y una niña se pelean de manera sospechosa:"los que se pelean se quieren". Es una pena que de adultos continuemos usando esos métodos.
Lo que Ud. dice vale también para los que cada vez que ven una cámara se le tiran encima (a la cámara)
Tengo un problema irresoluble. Necesito una mirada de amor cada 3hs pero sé por experiencia que la convivencia no se lleva bien con el amor.
Por las dudas aclaro que la mirada a través de una pantalla no me sirve.
Odio los celos, me hacen sufrir más que la envidia, además son traicioneros porque cuando pensás que los tenés dominados te asaltan de repente. Al menos he logrado que no me cieguen.
Hace poco tomé conciencia de que mi manera de vestir tiene por objetivo atraer las miradas. Antes creía que era mi personalidad, pensaba que era audaz.
Los niños que buscan permanentemente ser el centro de la atención nos resultan insoportables pero a nosotros los adultos nos gustaría lo mismo. Hemos claudicado después de rompernos la cabeza mil veces.
Conozco parejas que funcionan con el sistema péndulo. Se aman con locura y se pelean como locos. Así más o menos la van llevando, pero gastan un montón de energía.
Los artistas que agreden a los fotógrafos quieren ser figuras públicas pero no demasiado. Que aprendan a bancarse.
Antes se usaba que los niños recitaran versos o cantasen canciones cuando iban a visitar familiares o amigos. Habría que reflotar esa costumbre, capaz que si les pedimos nosotros para mirarlos se quedan más tranquilos.
Durante las campañas políticas, candidato y votante viven un idilio perfecto.
Cuando mi novio no me mira le propongo jugar un serio.
Busco una mirada reconfortante pero encuentro miradas de desprecio.
Hay miradas tan bonitas que te dan ganas de llevártelas a tu casa.
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