viernes, 22 de agosto de 2008

La valentía alcohólica

La relación con mi esposa actual comenzó porque le dije cosas que sobrio nunca habría podido pronunciar. Fue hace once años en la embajada francesa donde ella era funcionaria.

Ella padece una patología que la psiquiatría aún no ha catalogado pero que yo podría definir como «carencia profunda de prejuicios».

Es una psicóloga silvestre y muchas veces la consulto porque la naturaleza la ha dotado del don de la perspicacia. Ella sabe del ser humano por intuición y yo sé por transpiración.

Como no le gusta conducir automóviles, siempre me encargo de esa tarea y ella ha detectado que cuando tomo alcohol manejo mejor. Esto se explica porque mis miedos me vuelven torpe. A mí y a casi todo el mundo.

El problema con el alcohol es la dosis. Uno suele no ser muy preciso y a veces puede incurrir en exceso que nos conviertan en temerarios y hasta perdamos algún reflejo neuromuscular.

Después de una maniobra que no se convirtió en un desastre por pura casualidad, nos pusimos a meditar y llegamos a la conclusión de que contratar un seguro también podría disminuir mis miedos como para seguir siendo un buen chofer inclusive sin tomar alcohol.

No sólo que hace ya un tiempo que esta solución está dando resultado sino que me complace haber podido reemplazar un recurso químico —como es el alcohol— por otro más afín a la psicología y con menos efectos secundarios como es la pérdida de reflejos, temeridad, resaca, etc..

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19 comentarios:

Anónimo dijo...

Así que la falta de prejuicios es una patología? Está cómico.

Anónimo dijo...

Los tranquilizantes psicológicos son por lejos los más adecuados. El día que la psiquiatría se dedique a la filosofía van a curar gente pero se morirán de hambre porque la industria farmaceútica vive de nuestra drogo-dependencia.

Anónimo dijo...

No sé por qué pero me imaginé a su esposa como la modelo que está casada con el presidente de francia

Anónimo dijo...

Ya perdí el valor de un carro por todo lo que ya pagué por el seguro contra robo.

Anónimo dijo...

El alcohol me pone triste. Tengo que asociarlo con un antidepresivo.

Anónimo dijo...

¡Qué escándalo hace todo el mundo por la marihuana y resulta que los médicos no paran de abastecer a los consumidores de productos quizá más perjudiciales!

Anónimo dijo...

Algunas personas tendría que tener aprobado un curso de yoga para permitirles conducir, o tener hijos, o pilotar aviones.

Anónimo dijo...

La filosofía es perjudicial para la salud... de las farmacias. jajaja

Anónimo dijo...

Me gusta observar qué cosas hace la gente cuando cree que no la están mirando y concluyo que la cantidad de accidentes podría ser mucho mayor.

Anónimo dijo...

El conductor del relato logra un mayor desempeño disminuyendo el temor a través de la contratación de un seguro. Entonces lo que le sirvió fue encontrar una solución a un problema que amenazaba con surgir en cualquier momento (tener un accidente, llevarse puesto a alguien). Esa solución fue posible porque pudo detectar el problema a pesar de que en ese momento no estaba sucediendo.

Anónimo dijo...

Cuando soy espontánea digo cosas inexactas pero muy sentidas y sinceras.

Anónimo dijo...

El alcohol me hace perder el miedo al ridículo y me siento mucho más libre. Me resulta necesario para divertirme, soltarme. Tendría que encontrar un antídoto para ese miedo y así dejaría el alcohol.

Anónimo dijo...

Cuanto menos prejuicios tenés más inseguro estás pero más libre sos.

Anónimo dijo...

Estando sola puedo imaginarme exponiendo mis ideas con total claridad. El discurso fluye sólo, natural, hasta brillante. Basta que esté frente a un pequeño grupo de personas y pierdo inmediatamente esa fluidez, las palabras no acuden a mi mente, quedo en blanco. Esto me hace pensar que siento como amenazantes a mis interlocutores y que podría desarrollar más mis potencialidades y sentirme más cómoda si percibiera a mi prójimo con mayor indulgencia.

Anónimo dijo...

La botella de 750ml es demasiado para una persona que no es alcohólica. El vino suelto es la posibilidad del desbarranque. La damajuana es demasiado ostentosa como para llevarla de cayetano y al igual que el vino suelto, nos tienta con la abundancia de su contenido. ¡Popularicemos los 500ml! Busquemos que el envase nos ayude a ponernos límites.

Anónimo dijo...

El Paraíso es un lugar donde los seguros de vida no se cobran después de la muerte. No se cobran nunca.

Anónimo dijo...

Después de vivir el 60% de tu vida y comprobar la cantidad de maniobras desastrozas, rebuscadas y tontas que hiciste, tomás conciencia de que en realidad tu vida siempre estuvo pendiendo de un hilo. Lograr que ese saber no te inmovilice no es nada fácil.

Anónimo dijo...

Algún día dejaré los fármacos y me pasaré al psicoanálisis. El próximo lunes...o el otro, tal vez.

Anónimo dijo...

Temerarias son el grupo de personas que seducen a la parca.