Mi médico de cabecera es el Dr. Arnaldo Pirez Godoy y mi libro de cabecera es El arte de la guerra de Sun Tzu.
Como diez años a esta parte he tenido más problemas con la sociedad que con mi cuerpo, consulto más al libro que al médico.
La vecina que más simpática me cae está embarazada y dentro de poco tendrá su primera hija. A veces habla conmigo porque yo también le resulto agradable y además está ansiosa sobre este fenómeno milenario que sigue despertando fantasías mágicas.
Ya asumí que no tengo ideas sino que, por el contrario, ellas me tienen a mí. No puedo controlarlas, pero como ellas también me caen simpáticas y nos llevamos bien (ahora me refiero a las ideas que me habitan), las escribo con la intención de que no se alejen demasiado y me dejen sólo.
Vinculando El arte de la guerra con la bebita que está agendada para ingresar al mundo dentro de un par de meses, asocié que a veces uno no asume el rol de terrícola plenamente sino que conserva algunas características de feto.
En el primer párrafo Sun Tzu dice: «… No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne [se refiere a la guerra] es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es más querido [se refiere a la vida]; y ello no debe ocurrir entre nosotros.»
Claro que en tiempos de paz, guerra se refiere a conflictos, competencia, interacción, oposición de intereses, egoísmo, agresividad, éxito o fracaso.
Según entiendo, el período de paz se da por terminado el día del nacimiento. La vida intrauterina es la única paz que podemos conocer. Cuando nacemos estalla la guerra, que por supuesto es de baja intensidad, no es tan cruenta como la guerra en la que se intenta terminar con el otro. Pero lo que sí queda claro es que NO HAY PAZ. Cuando alguien pretende vivir en paz lo que está procurando es volver a la vida intrauterina o sea que lo único que logra es vivir siempre frustrado.
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21 comentarios:
Hace 32 años que tengo problemas con la soc. Bajaré el libro y lo leeré.
¡Qué negativo!
También yo pienso que todo es una lucha y no por eso me siento negativo como dice Dulcia. Para no reconocerlo hay que estar haciéndose el distraido.
La calle es un campo de batalla donde todos tratamos de conseguir las mejores posiciones, las vías más rápidas, estacionar bien cerca de donde vamos, obviar las normas, aplicar la ley del más fuerte y arriesgado. Todos contra todos. ¡A morir!
No sé si quiero volver a la vida intrauterina pero ya hace años que añoro cada vez más mi niñez.
No puedo dejar de pensar. A veces quiero obtener un reposo pleno y las preocupaciones parece que se pelearan por ponerse en la primera fila de mi pensamiento.
A mi médico de cabecera la tengo harta porque es una doctora preciosa que la consulto porque quisiera que pasara algo con ella y no porque esté enfermo. Bueno, en realidad esto es una forma de enfermedad que ella me podría curar muy fácilmente. Si no me corresponde podría denunciarla por omisión de asistencia.
Mi ex conserva algunas características de feto pero por la cara que tiene.
Desde que practico karate dejé de tener los enfrentamientos que tenía cuando los demás podían golpearme como quisieran. Es lo que dicen: Dios da pan al que no tiene dientes.
Muchas personas piensan que es posible vivir en paz. Quiz�s no hayan demasiadas diferencias entre los que piensan as� y los que creen que la paz no es posible. Cuando discutimos acerca de los grandes problemas del ser humano, nos topamos siempre con la enorme variedad de significados que adquiere una palabra. Otras veces sucede que el vocabulario nos resulta corto para expresarnos.
He tenido mala suerte. Durante mi vida intrauterina dicen que sufrí, que no crecía y mi madre tuvo que hacer reposo. Decididamente no creo en la paz.
Nací un 31/12, por eso creo que mi baja tolerancia a la polución sonora arranca de ahí.
No tengo ni médico, ni libro de cabecera. Para compensar me acompañan varias mujeres a mis pies.
Prefiero tener problemas con la sociedad y no con el cuerpo. Por ratos puedo estar solo y evadirme de la sociedad, pero el cuerpo no me lo puedo sacar.
Todas las ideas que encuentro por ahí son oscuras. Me gustaría encontrarme con ideas más prometedoras.
Las ideas se está comportando conmigo de una manera muy poco protocolar. Aparecen y desaparecen cuando quieren. Son fuertes por un rato y cuando las reencuentro se han vuelto débiles. No me permiten construir nada. Son idas díscolas.
Cuando ando entreverado y bajoneado no soporto a la gente que anda a mil por hora, con la sonrisa pegada a la cara y diciendo a cada rato:"qué tarde preciosa"
Vivir poco tiempo no me asusta. Eso que dice el libro de la guerra, que lo más importante es reflexionar para mantener la vida, no me va. Mis pensamientos se dirigen a congraciarme todo lo posible con ella pero no deseo alargarla. Es darle más oportunidades para que siga peleada conmigo.
El Paraíso es una eterna vida intrauterina pero afuera de la panza.
¡Nos tiene atrapadas en la tinta y no deja de leernos!
El período de paz se da por terminado el día que termina el período.
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