jueves, 18 de marzo de 2010

El ensañamiento justiciero

En varios artículos (1) digo que el libre albedrío es una construcción social (una creencia oficial, una ideología, una doctrina) para poder imponer normas de convivencia que parezcan justas, razonables, exigibles.

Alguna vez nos pusimos de acuerdo en que teníamos que aceptar esta creencia para poder convivir.

Desde otro punto de vista, creemos que somos libres de hacer lo que deseemos aunque después no podamos hacerlo porque las normas de convivencia nos lo prohíben.

En otras palabras, cuando llegamos al mundo —sin que alguien nos haya consultado sino porque nuestros padres nos gestaron—, recibimos el siguiente mensaje de bienvenida: «Puedes hacer lo que tu quieras excepto que esté expresamente prohibido».

En suma, inventamos la creencia en el libre albedrío para justificar que encontremos culpables de ciertas acciones que nos perjudican (crímen, robo, violación) y sentirnos autorizados a influir sobre los culpables con ciertos procedimientos (privación de libertad, reeducación, castigos corporales, multas, pérdida de privilegios).

Lo que en realidad sucede es que algunos ciudadanos poseen ciertas características que estimulan al resto para reprimirlos, perjudicarlos, mortificarlos.

Cuando realizamos estas acciones sobre esos ciudadanos, sentimos una especie de alivio, de tranquilidad y hasta de satisfacción: «¡cómo me alegra que hayan encontrado al responsable y que le hayan privado de la libertad por 15 años!»

Este placer provoca un espíritu festivo porque el malestar colectivo se atenúa, cada ciudadano recupera el bienestar del que carecía mientras el culpable se escudaba en el anonimato para no recibir el castigo merecido.

Claro que los ciudadanos —por carecer del libre albedrío— no somos culpables de ser vengativos.


(1) ¿Qué libertad?; Soy libre de hacer lo que deba; Lexotán con papas fritas; Cállate que estoy hablando; Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta; El enfermo acusado.

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9 comentarios:

Sandra39 dijo...

Siempre los humanos tenemos que estar autoengañándonos para poder convivir con nosotros mismos.
No podemos aceptar que somos egoístas, injustos, arbitrarios, vengativos, posesivos, celosos.

Filisbino dijo...

Muchas veces se dice: aquí no se trata de culpables, lo que digo es que fulano es el RESPONSABLE.
Me parece que a los efectos es lo mismo, porque será el responsable quien será castigado de uno u otro modo.
Es posible que con lo de la responsabilidad a lo que se aluda es que el responsable deberá hacer algo para resarcir al quien dañó, sin que eso implique un juicio de valor hacia su persona.

Silvia dijo...

Hay montones de cosas que no hago aunque estén permitidas porque le temo a la opinión de los demás.

Rogelio dijo...

Existe la venganza porque no podemos permanecer indiferentes ante los que nos agreden; porque defendemos nuestra dignidad.

Elbio dijo...

Los delincuentes que están sueltos son una amenaza para todos.

Laura dijo...

Cuando una persona daña a otra; no tenemos derecho al menos a intentar rehabilitarla para convivir en paz.

Daniela dijo...

La justicia no existe en la realidad; es una representación mental de un ideal que nunca hemos experimentado.

López dijo...

Empezamos mal desde el principio: nadie elige libremente si desea nacer.

Lucas dijo...

La ley existe para posibilitar la convivencia y no para impartir justicia. La ignorancia de la ley no sirve como justificativo para infringirla.