Organizar una fiesta puede ser algo complicado si las cosas salen mal.
¿Imagina una guerra entre dos pueblos simplemente porque alguien se sintió desairado porque no lo invitaron?
No tengo datos de que haya ocurrido realmente, pero como la realidad es más rica que la fantasía, debo asumir que si el hecho está en la mitología entonces puede ocurrir.
Así cuenta la leyenda. Una diosa se enojó porque no la invitaron a un casamiento. Presa de la ira, se le ocurrió concurrir igual a la fiesta pero para vengarse.
Llevó una manzana de oro y tirándola sobre una mesa, comunicó que era un obsequio para la más bella de las presentes.
Este es el origen de la famosa «manzana de la discordia».
Simplifico el relato diciendo que el dios de mayor jerarquía (Zeus) resolvió la disputa (que estaba arruinando la alegría de la fiesta), ordenando que alguien ajeno dictaminara quién era la diosa más bellas de las tres que se disputaban la manzana.
El juez elegido dictaminó que la más bella era la Diosa del Amor (Afrodita), quien en compensación, hizo que se enamorara de la esposa (Helena) del rey de Esparta (Menelao).
Paris (el juez elegido) la raptó, se la llevó a Troya y así empezó la guerra entre espartanos y troyanos... simplemente porque una diosa no fue invitada a un casamiento.
Se han escrito miles de libros sobre esta historia pero sólo quiero resaltar la falta de proporción entre la ofensa de la que no invitaron y una guerra.
Tampoco hay proporción entre un concurso de belleza y una guerra.
Así funcionamos los seres humanos: algo aparentemente insignificante puede despertarnos un deseo enorme, incontenible, frenético... tanto de hacer como de no hacer algo.
No es cierto que las causas de nuestros problemas importantes sean igualmente importantes.
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11 comentarios:
Lo más difícil es descubrir las pequeñas causas.
Ah no! No estoy de acuerdo. A problemas grandes, causas grandes.
Por ej:¿Cuál es la causa de que la mitad de los vecinos no se saluden en el condominio? Es porque se decidió por un voto de diferencia que el portero no pasaría por debajo de la puerta las facturas.
Las guerras nunca tienen sentido.
Los celos son la pequeña causa de un montón de grandes problemas.
Para darles emoción a los concursos de belleza, siempre habría que hacer algo ruidoso, no sé... raptar a alguna de las concursantes, por ej. Yo para eso me ofrezco.
¿El amor surge ante la belleza? o ¿la belleza surge ante el amor?
Me gustaría saber qué tiene más raiting, si un concurso de belleza o imágenes de una guerra por el televisor.
Antes de invitar a una fiesta hay que recordar en forma prolija, cuáles de los invitados están peleados entre sí.
Si hubiese dicho que la manzana era para la más bondadosa de las presentes, no se habría armado tanto lío.
Es una gran falencia que cuando uno está preso de la ira disponga de tanta movilidad.
Para ser honesta, un familiar al que no veo nunca, olvidó invitarme a su casamiento y yo corté por completo la relación.
Me siento una diosa!
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