Es un prejuicio infame asegurar que con menos de dos dedos de frente alguien es tonto.
Danilo H. (es un seudónimo pero enseguida sabrá la razón), tenía una abundante cabellera renegrida que arrancaba a poca distancia de unas cejas igualmente espesas y próximas.
Cuando nació su hermano, él apenas contaba con 14 años y supongo que por su carácter, no pudo tolerar al intruso sin ajusticiarlo, acto que se autocensuró después de macabras meditaciones.
Al volver del hospital la madre ya no lo encontró en la casa y si salió a buscarlo por el barrio fue porque el recién nacido dormía apaciblemente y porque no quería defraudar a los vecinos que esperaban de ella una abnegación con el primogénito que jamás tuvo ni pensaba tener.
Esta señora ya había imaginado la disconformidad del muchacho, no solamente porque ella había sentido lo mismo hacia la madre cuando quedó embarazada de su hermano menor, sino también porque Danilo H. le enviaba torvas y fulminantes miradas al vientre.
Ignorábamos qué fue de su vida entre los 14 y los 26 años.
El hecho es que finalmente se supo que había muerto de un balazo en una trifulca ocurrida en uno de los barrios más conflictivos de la capital mexicana.
La policía —harta de los mismos problemas provocados por la misma gente—, ya no tenía interés en indagar quién había sido el asesino.
Pero esta vez las cosas eran un poco más complicadas para el Ministerio del Interior mexicano.
Efectivamente, el Vaticano pedía una urgente aclaración sobre cómo fue asesinado el Reverendo Danilo H. mientras cumplía su misión evangelizadora en un contexto social híper crítico.
Nota: En realidad, el país no fue México sino otro latinoamericano. Supongo que usted no conocía esta historia y eso le demuestra el cerrado hermetismo de las autoridades.
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10 comentarios:
Ja ja! Está buenísimo!
Si el mensaje (de la iglesia!) es que hay que matarlos apenas nacen, le digo que ud es un demente, un psicópata y un asesino. No le tiene respeto a nada y anda vanagloriándose con cada locura que se le ocurre.
Nadie entiende nada. Aquí lo que pasó es lo siguiente: el niño -que estaba en situación de calle- fue recogido por monjes que lo educaron y le brindaron techo y comida. Así fue que Danilo se convirtió al cristianismo y abrazó la misión evangelizadora en las tortuosas calles de una ciudad pobre y decadente. Algunos se la tenían jurada, y es así que muere en el cumplimiento de su sagrada labor.
En realidad la madre, víctima de los años oscuros que Danilo H atravesó en su infancia, lo encontró a los pocos días de haber desaparecido, robando una farmacia.
Lo vio de lejos pero lo reconoció enseguida por las zapatillas. Mentiría si dijese que lo pensó dos veces: giró sobre sus pies y volvió silbando bajito para el rancho.
Cuando Danilo murió, la señora ya había abandonado secretamente al hijo más pequeño y disfrutaba de unas merecidas vacaciones en Puerto Rico, junto a un alto representante del clero. Este Padre se había encariñado con Danilo y quiso conocer a la abnegada madre que había sido capaz de criar al muchacho en medio de los peligros y las privaciones, pero siempre manteniendo la pureza de su alma.
Cuando llegó la noticia de la muerte de Danilo, les destrozó el corazón; no era justo, un chico que se había rehabilitado y entregado al Señor!!
Los caminos de Dios son indescifrables...
De a poco aceptaron esta dura prueba; se levantaron penosamente de la cama, y decidieron tomar el primer avión disponible, para organizar el funeral como Dios manda.
Cuentan que Danilo H le había hecho el mal de ojo a su hermano nonato y que la vieja lo quiso abortar.
A mi hermano el pelo le crece desde las cejas y de ahí nomás se lo peina para atrás.
A los 14 años tener el primer hermano es demasiado fuerte. Te acostumbrás a ser EL hijo.
Pensé que los contextos sociales hiper críticos correspondían a los intelectuales.
Entre los 14 y los 26 años, Danilo conoció la Buena Nueva.
Entretanto su madre tiró la chancleta.
Me late que esto sucedió en Brasil, en alguna favela de Río de Janeiro.
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