jueves, 4 de marzo de 2010

La generación acorralada por el miedo

En el artículo publicado ayer con el título P.A. (Perversos Anónimos), les comentaba que los neuróticos no somos otra cosas que perversos reprimidos.

El proceso educativo (disciplinador, reformador, neurotizante) más conflictivo se realiza durante la adolescencia, pero ya desde el nacimiento ejercemos presión sobre los niños para que no toquen excrementos con sus manos, para que no se desnuden en público, para que no vuelvan a sus casas con juguetes ajenos.

Por supuesto que el proceso es penoso para ambas partes: los niños no quieren ser reprendidos, no soportan hacer deberes domiciliarios, odian las penitencias y, tanto padres como maestros y vecinos, se ven forzados a tener mucha paciencia.

Es tan difícil dejar de ser perverso para convertirse en neurótico (según comentaba en el artículo mencionado) que cada tanto los adultos más reivindicativos se enojan (con retraso) y tratan de cambiarlo todo.

Las revoluciones son algo de eso.

Por supuesto que ningún revolucionario dirá que su lucha es por volver a ser un niño perverso (como lo fuimos todos). Alegará motivos más edificanates, serios, aceptables.

Algo de esto ocurrió en mayo de 1968 (Francia) cuando un grupo de perversos reprimidos quiso romper los códigos para ser como cuando eran pequeños.

La consigna fue «prohibido prohibir».

En otras palabras, abolir la educación, permitir que cada uno haga lo que desee.

Los que vivieron aquella época con edades entre 15 y 30 años, son los que hoy tienen entre 55 y 70 años.

Esta gran cantidad de personas se educó temiendo la represión de sus padres y temiendo reprimir a sus hijos (porque estaba «prohibido prohibir»).

En suma: los adultos actuales (que hoy tienen entre 30 y 45 años), hijos de la generación revolucionaria de 1968, lo que mejor conocen es el miedo de sus padres.

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10 comentarios:

Lautaro dijo...

Los revolucionarios plantean una forma de organización distinta, no la falta de organización!!

"..." dijo...

Mis padres siempre le tuvieron miedo al "qué dirán", por eso buscaron "mantener las apariencias"

Luisa dijo...

Quienes crecimos bajo una dictadura, aprendimos que la represión era una mala palabra y se nos fue la mano. Nos negamos a nosotros mismos que estamos reprimiéndonos constantemente para adaptarnos a la realidad,y que nuestros hijos necesitan aprender a reprimirse.

Fermín dijo...

La educación es inabolible. Todos tendríamos que ser autistas para soslayarla.

Agustina dijo...

Sin embargo la generación que ud menciona no es demasiado reprimida sexualmente.

Melissa dijo...

Gracias a mi nene estoy por poner una juguetería second hand.

Filisbino dijo...

A los adultos no nos gusta traernos trabajo a casa, pero aceptamos que los niños traigan deberes.
Las maestras y profesores se llevan tarea para corregir en su casa para mitigar la culpa.

Elbio dijo...

Los perros/mascota son todos neuróticos.

Rulo dijo...

Hoy por hoy, para escandalizar a alguien como el Sr. de la foto, sólo sirve dedicarse al choreo.

Manuel dijo...

El miedo de mi viejo se llama celotipia.