domingo, 7 de marzo de 2010

La presa busca al cazador

Los domingos de tarde son fatales para un carterista.

Me quedan sólo cuatro cigarros y recién son las tres de la tarde. Pensar en vestirme para ir al quiosco me parece algo insoportable.

Esta pensión está en ruinas. Acá deben de haber vivido hasta personas que hoy le dan nombre a algunas calles.

¡Ja! Al edificio se le cae el revoque y la categoría de sus ocupantes.

La naturaleza me jugó una mala pasada. Estas manos son las responsables de que yo esté acá, entre la mugre, el olor a humedad, las paredes despintadas, la cama hundida.

No saben hacer otra cosa que tomar sigilosamente los billetes de los estúpidos.

Cuando en el liceo le saqué la libreta de calificaciones al profesor de física para arreglar todo lo que había escrito y devolvérsela, descubrí que ésta era mi fuente de recursos.

Mientras tuve una visión optimista de la vida pensé que triunfaría como ilusionista. Pero no, el embaucado fui yo. Nada de plateas ovacionando mi destreza sino más bien algún policía con mirada paranoica.

Me deprimen los domingos de tarde y sobre todo darme cuenta que vivo miserablemente robándole a gente despreciable.

No sé que es peor, si esta pocilga o tener que robarle a quienes prácticamente me hacen donaciones como a un mendigo.

La policía también me desanima. Son tipos lerdos, miopes, ingenuos, panzones, ávidos de algún soborno.

El único que a veces me sacaba de la rutina era aquel morochito de bigotes.

Ése era más hijo de puta que yo. Tenía malicia, mente criminal, un cazador de esos que dignifican a la presa que cazan.

Pero claro, como siempre pasa en este país, los mejores se van a lugares mejores.

Ah! Pero ¿por qué no me voy yo también a la ciudad donde él está trabajando? ¡Claro, es mi solución!

Voy a comprar cigarrillos.

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10 comentarios:

Matilde dijo...

Me gustó todo menos el final. Según mi opinión la idea (de ir a la ciudad donde está el policia que lo dignifica) surge de manera pueril.

Leonardo dijo...

Este hombre se arrepiente de ser carterista y luego encuentra un estímulo para seguir adelante, conservando el mismo "estilo de vida". Su problema no es ser ladrón, sino obtener respeto a través del miedo.

Yoel dijo...

Vivir en el delito puede ser un arte o un deporte extremo muy redituable. Se necesita inteligencia y un perfil psicopático.

Rulo dijo...

El profesor de física sería medio estúpido pero no tenía nada de paranoico.

el oriental dijo...

En mi país los mejores se quedan. Todo depende de lo que entienda por mejores.

Tania dijo...

Definitivamente el problema de la delincuencia no se soluciona con represión.

Filisbino dijo...

Tipos así no tienen escrúpulos. Le roban a los pobres. Se perdieron los códigos.

Osvaldo dijo...

Filisbino está expresando que todo tiempo pasado fue mejor, lo cual es erróneo. Esa falta de códigos y de escrúpulos existió siempre. Más interesante sería pensar por qué.

Marcos dijo...

Los amigos de lo ageno son atletas ágiles, son como gatos. La mayoría de los policías no están a su altura. Parece que es más estimulante la profesión de los primeros que la de estos últimos.

Nilda dijo...

No puedo creer lo que escribe la gente acá. Qué pasa, a nadie le robaron? Son de madera? No sienten repudio hacia quienes nos quitan el fruto de nuestro trabajo?