sábado, 27 de marzo de 2010

La búsqueda del tesoro

— ¿Qué lo trae por acá?— pregunta el psicoanalista.

El paciente, que hace meses duda sobre si hace o no la consulta, le dice con una prometedora capacidad de síntesis: — La felicidad.

Esta limpieza y claridad en los diálogos sólo puede existir en la imaginación de alguien que escribe (yo) y alguien que lee (usted).

Las cosas siempre son mucho más confusas. Sobre todo están llenas de rodeos, de aclaraciones, de prólogos históricos que pueden comenzar en una edad muy temprana del consultante.

El psicoanalista ya conoce la respuesta y si por algo este paciente, después de hablarlo con amigos, de llegar hasta la puerta del consultorio y darse vuelta varias veces, si terminó consultándolo es porque sabe que el psicoanalista conoce cómo acceder a la felicidad.

Y acá aparece el desentendimiento: es cierto que el psicoanalista conoce la respuesta, pero el paciente cree que esa respuesta contiene la clave para ser feliz.

La respuesta del psicoanalista es que la felicidad no existe y que nos puede tomar años aceptar esta realidad. La convicción del paciente es que existe una receta infalible para ser feliz y que terminará conociéndola.

Los filósofos siempre han meditado sobre la confiabilidad de nuestra manera de percibir la realidad.

Algunos dicen que sabemos procesar correctamente lo que nuestros cinco sentidos nos informan y otros nos dicen que la realidad es algo que sólo imaginamos, aunque con mucho realismo.

La respuesta a esta duda sobre nuestra capacidad de entender la realidad no fue dada aún. Sólo existen dos grupos de personas que sostienen una u otra posición.

La inmensa mayoría piensa que la realidad es exactamente lo que nuestros cinco sentidos nos informan.

Pero la pregunta surge inevitable: ¿por qué nos cuesta tanto entender que la felicidad no existe?

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12 comentarios:

Aníbal dijo...

Por qué piensa que los pacientes somos todos unos estúpidos?

Felisberto dijo...

Decir que la felicidad no existe equivale a decir que no existe la cura, sino momentos en los que uno vive como curado.

Elbio dijo...

Los momentos de felicidad están en la búsqueda del tesoro, siempre y cuando se sepa que el tesoro siempre está enterrado un poco más allá.

Capitán Hook dijo...

El tesoro se encuentra con astucia y fortaleza de carácter.

Roberto dijo...

Yo diferencio los sueños de la realidad, porque mis sueños son muy locos y mi realidad...
Bueno, no sé, buscaré otro argumento.

López dijo...

Ya se gana mucho si el sentido común no te informa demasiado.

Sandra39 dijo...

Una vez me pasó que sentía todo confuso, que no podía tomarme de la realidad. Fue una sensación que me provocó mucho miedo y no podía apartarla de mí.

Esteban dijo...

Adoptar una filosofía de vida no es una receta para la felicidad pero ayuda bastante.

Pablo dijo...

Las únicas que saben procesar la realidad son las computadoras. Hasta las multi-procesadoras son un desastre.

Ramón dijo...

Nos cuesta entender que la felicidad no existe porque la vemos de tanto en tanto y suponemos que un día va a volver y se va a quedar en casa.
Pero la felicidad está muy emancipada.

Teo dijo...

En mi caso admito que la realidad es algo que imagino, aunque con muy poco realismo.

Adela dijo...

Ser feliz no es pasar la vida en un estado permanente de entusiasmo, energía, carga positiva. Normalmente consideramos que somos felices cuando no tenemos que cargar con una cruz demasiado pesada y podemos disfrutar de las cosas sencillas que disfruta la mayoría de la gente.