martes, 23 de marzo de 2010

Palabra de honor

Las diversas corrientes religiosas occidentales pensaron que el lenguaje fue una obra de Dios.

De alguna manera Él nos castigó creando varios idiomas cuando a unos cuantos ambiciosos se les ocurrió construir un edificio para llegar al Cielo (me refiero a la Torre de Babel).

Con esas creencias, los pueblos se consideraron usuarios del lenguaje y la mentira tuvo el estatus de pecado.

Los mentirosos ofendían a Dios (por ser irresponsables usuarios del instrumento divino) y eso Lo predisponía para castigar al pueblo que albergara al pecador.

Este era el criterio prevaleciente hasta finales de la Edad Media (siglo 15). El Renacimiento (del siglo 15 en adelante) se caracterizó por otra forma de entender la relación con Dios, otra forma de valorar el lenguaje y otra forma de interpretar la mentira.

Si bien siguió considerándose un pecado (de hecho el 8vo. mandamiento dice: No dirás falso testimonio ni mentiras.), la nobleza y los caballeros de ese entonces encontraron en “la palabra de honor” un rasgo que los diferenciaba de las clases populares (plebe).

Por lo tanto, la sinceridad era un rasgo de distinción que atesoraron las clases privilegiadas, mientras que —por el contrario— no era una característica esperable del resto del pueblo.

Para decir la verdad es preciso ser valiente, tener principios morales muy elevados, ser disciplinado.

Las clases menos favorecidas (cultural y económicamente) carecían de esas virtudes y no tenían más remedio que mentir para poder sobrevivir.

En el Renacimiento surgió la creencia en que las clases superiores poseían naturalmente honor, sinceridad, autocontrol emocional y disciplina corporal.

El honor era un atributo que debía ser mostrado y defendido, inclusive arriesgando la vida, batiéndose a duelo en caso de ofensa (infamia o calumnia).

La modernidad le ha quitado dramatismo a la mentira.

Nota: ver también

Hay mentiras de patas largas
; Dudo si soy lo que creo ser; El nacimiento de las mentiras; Aspirina con Coca-Cola; Es una verdadera mentira.

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12 comentarios:

Oriente dijo...

Si no miento es sobre todo porque no quiero que me mientan; creo en la reciprocidad.

Marta dijo...

Algunas personas mienten hasta porque si. Lo que he visto es que esas personas no son queridas.

Evaristo dijo...

La mentira se justifica cuando de sobrevivir se trata.

Lucía dijo...

Cómo fuimos capaces de crear un dios tan cruel, un dios capaz de castigarnos por intentar llegar al cielo.

Evangelina dijo...

Dios, en su infinita sabiduría, nos enseñó que debemos combatir la sobervia. El Cielo es de Dios y es Él quien elige a quienes estarán a su lado.

José dijo...

Soy pueblo, pero no estamos en el Renacimiento y si miento me re-cagan.

Romay dijo...

En la modernidad aún seguían batiéndose a duelo por cuestiones de honor.
La pérdida de valores es posmodernista.

Luis16 dijo...

Por qué defiende la mentira?
Acaso ud es indigno de confianza?

Emiliano dijo...

Ahora la mentira invadió todas las clases sociales.
60 años atrás existía el concepto de "dar la palabra", aunque eso era cosa de caballeros; no sé qué lugar ocupaba la mujer en eso.

Margarita dijo...

El castigo de los idiomas sigue vigente. A veces parece que una hablara en chino y está del otro lado del mundo.

Isabel dijo...

Ahora puedes diferenciarte de las clases populares si tu casa y tu carro valen los suficientes euros como para que te fíen.

Beatriz del Puerto dijo...

Dicen que Cristo para nada tenía ojos celestes. Creo que lo pintaron así para que pensemos que era alguien confiable.