sábado, 20 de marzo de 2010

La ciencia paranoica

Cuando el filósofo griego Heráclito (535 a.C. – 484 a.C.) dijo «Nunca bajarás dos veces al mismo río» no fue para nada conciso (concreto, explícito, claro).

1º) Podría ser una profecía destinada a un interlocutor determinado.

2º) Quizá quiso decir que (por alguna razón que no menciona) podrás bajar una o tres pero no dos (veces).

3º) Con más sutileza podría haber aludido a que todos los ríos cambian tanto, que nunca es el mismo.

4º) Y si nos ponemos un poco paranoicos podemos darnos por aludidos y suponer que los que realmente cambiamos somos los que podemos bajar a un río.

De la primera a la cuarta interpretación, hay un progresivo aumento de desconfianza, de alejamiento del significado más explícito y obvio.

No es raro que los filósofos —y pensadores en general—, opten por las dos últimas interpretaciones y desestimen las dos primeras.

Me animo a decir que los filósofos y pensadores son personas más desconfiadas que el resto.

La paranoia es la enfermedad de la desconfianza. Como toda enfermedad mental, se reconoce por la exacerbación de una característica normal.

No sería lógico decir que la desconfianza es sana, normal, razonable.

Sin embargo los hechos demuestras que la duda, la incredulidad y la desconfianza preceden a los descubrimientos que van mejorando la calidad de vida de nuestra especie.

En otras palabras, es positiva la actitud mental de quien no se conforma con las verdades conocidas, sino que no para de preguntar (y preguntarse) por ejemplo:

— ¿Existe Dios realmente?

— ¿Tendremos que exterminar los virus o será mejor prepararnos para convivir pacíficamente con ellos?

— ¿Es obligatorio que los hijos amen a sus padres?

En suma: detrás de cada avance en nuestra calidad de vida siempre hay alguien desconfiado y desconforme.

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14 comentarios:

Marcos dijo...

La interpretación de lo que dice un filósofo se hace en el contexto de su obra y del momento en que le tocó vivir. No podemos interpretar frases aisladas; eso es lo que se hace cuando se quiere tergiversar el pensamiento del otro.
Heráclito defendía la teoría del cambio peromanente, mientras que Parménides aseguraba que la realidad permanecía incambiada.

Anónimo dijo...

Los peces y casi todos los pobladores del río cambian de lugar a cada instante, o sólo están de paso. Eso que puede parecer insignificante, cambia al río. Estamos habituados a observar sólo los cambios más evidentes, como el caudal, la presencia determinadas algas, los sedimentos que arrastran sus aguas, cuando ya estamos en condiciones de tener en cuenta muchos otros factores.

Adela dijo...

No sé en qué va. Hay generaciones que son más críticas que otras. Eso tiene que ver con cuestionar la realidad.

Gloria dijo...

Cómo se le ocurre cuestionar el amor que los hijos deben tenerle a sus padres!

Rubén dijo...

Parece que Gloria no quiere aceptar el desamor de buena cantidad de los hijos hacia sus progenitores. Que te quieran o no, poco tiene que ver con lo que tú hagas.

Evangelina dijo...

Preguntarse si Dios existe no es más que una muestra de la soberbia del hombre.

Lidia dijo...

La desconfianza nos protege, y cuando se vuelve excesiva nos arruina la vida.

Rulo dijo...

Yo puedo afirmar que bajé una y tres veces al río Sta. Lucía. La segunda vez no la cuento porque estaba en pedo.

Sandra39 dijo...

Los filósofos no se conforman interpretando la realidad de la forma que ya nos viene dada desde que nacemos. Ellos buscan otros puntos de vista, desconfían de la verdad, con curiosos y apasionados (al menos en lo que a actividad intelectual se refiere)

Lola dijo...

Los pensadores son unos aburridos. Se la pasan pensando cosas raras pero van a un video club a sacar una película y se la pasan media hora dudando.

Carmen Agunis dijo...

Es insólito que alguien tan preparado como usted, aún siga preguntándose si existe Dios.

Yamila dijo...

A mi me critican por lo mismo que usted dice que está bien.

Tendrían que leer este artículo.

Gregory dijo...

No sé si te percatastes, pero estás defendiendo buscarle la 5ta pata al gato.

Lewis dijo...

Le faltó decir que la mayoría de los filósofos y pensadores son personas insociables, solitarios, probablemente solteros y sin hijos.

No está de más dejar claro esto, verdad?