miércoles, 16 de julio de 2008

La destrucción constructiva

Cuando a los varoncitos se les pregunta qué quieren ser cuando sean grandes, suelen responder que les gustaría ser «bomberos».

En general uno piensa que a ellos les gustan los camiones grandes, las escaleras altas, la sirena estruendosa, el fuego impresionante, la actividad combativa de los hombres, sus increibles vestimentas (especialmente el casco).

Todo esto puede ser cierto pero los antropólogos que han ido más atrás en la historia del ser humano también piensan que un deseo muy primario del varón es apagar el fuego con su orín.

Por su parte, aunque es un término médico, casi todos hemos oído hablar del metabolismo. Para recordarlo ahora les comento que es el conjunto de reacciones y procesos físico-químicos que ocurren en una célula para que haya vida y pueda crecer, reproducirse y funcionar según el lugar donde se encuentren (células hepáticas, cardíacas, cerebrales, etc.).

Estas reacciones y procesos físico-químicos queman las sustancias que reciben a través de la alimentación. Cada célula recibe oxígeno por ejemplo y lo consume. Si no lo consumiera, fallaría el metabolismo y se produciría la muerte de la célula.

La naturaleza genera la vida con esa destrucción incendiaria que instintivamente nos asusta y de ahí que el pequeño desee evitar la fase destructiva del fenómeno vida soñando con ser bombero.

Me consta que estas deducciones no son racionales pero recuerde usted que el razonamiento es la destreza menos indicada para entender la mente humana.

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12 comentarios:

Unknown dijo...

la historia del ser humano también piensan que un deseo muy primario del varón es apagar el fuego con su orín.

es fabuloso, es un placer maravilloso, lo probaré en cuanto llegue a casa con algunas cerillas y papel.

Anónimo dijo...

Para mi el deseo de orinar del varón también contiene el placer de imaginar una eyaculación enorme.

Anónimo dijo...

Con respecto al último párrafo, voy más lejos aún: para mí que el razonamiento es una especie de biombo que evita la mostración de los contenidos más ocultos del alma humana. Ser un gran razonador equivale a ser un gran reprimido, y si no, observen cómo se conducen los muy racionales (sobre todo en la cama ¿me entienden verdad?).

Anónimo dijo...

Soy una admiradora del pene pero tengo un poco de mala suerte con él. La naturaleza me dio un cuerpo muy exuberante y a pesar de que procuro tener un perfil lo más humilde y femenino posible, a varios les sucede que se ponen nerviosos y su precioso órgano se esconde.

Anónimo dijo...

Me parece que cuando uno es niño lo único que quiere es estar en el centro de todo, ser mirado y ad-mirado. A mi me gustó ser médico porque en mi familia se lo recibía con una especie de devoción. Mi mejor amigo quería ser cardenal porque en la casa fueron muy devotos.

Anónimo dijo...

Aún no llegó mi edad en la que pueda desarmar algo y volver armarlo usando todas las piezas que quité. Siempre me sobra algo y estoy seguro de que estaba de más.

Anónimo dijo...

Es probable que uno tenga una actitud ambivalente hacia el comer porque es obvio que esta sencilla actividad siempre siempre incluye la muerte de algún ser vivo. ¡Qué horrible! ¿no?

Anónimo dijo...

Por eso los ecologistas fanáticos sólo se alimentan con ralladura de pared y sólo beben jugo de ladrillo. jajaja

Anónimo dijo...

¿Por qué será que me fascino con los aviones, las grúas, los barcos, los trenes? Todo lo que sean grandes máquinas se vuelven loco. Sin embargo trabajo en una oficina y lo más cerca que tengo son los salva-pantalla con imágenes de esos temas.

Anónimo dijo...

Supongo que todo este tema del metabolismo y del incendio debe tener algo que ver con las famosas calorías que tanto miedo nos causan a las que tenemos tendencia a ganar kilos tomando agua.

Anónimo dijo...

Entonces todo esto se resume en que las cosas se cocinan en una olla que se calienta en el fuego. Pero ahora no sé porqué los primitivos tendrían ganas de apagar este fuego y menos aún con su orín. Me perdí.

Anónimo dijo...

El asunto sería que tenemos la sensación de que el fuego es vida pero que también éste consume, acaba, termina, agota y por lo tanto el fuego también llega un momento que si no se para la combustión, se produce la muerte. La llama cuanto más grande más vida hay pero antes se acaba la leña-vida. Es como vivir poco pero muy intensamente.