Algunas personas, ante una prohibición, reaccionan al revés
pues se sienten estimuladas a realizar esos actos que se prohíben.
Como les he comentado más de
una vez entendemos nuestra forma de ser si renunciamos a las limitaciones que
nos impone la coherencia.
Ser coherente es un propósito
que nos limita pensar con libertad. Por eso quedo autorizado a decir que el
apego a la coherencia es una forma de auto encarcelamiento.
Aprovechando este permiso para
no ser coherentes, digamos que la manera más segura de terminar encarcelados en
una cierta cárcel es estar cumpliendo una condena en otra cárcel.
Quizá tenga sus ventajas poder
elegir la cárcel porque no todas son igualmente desagradables. Algunas parecen
más confortables.
Por estos motivos alguien
inteligentemente puede preferir auto recluirse en la cárcel de una obsesión a
terminar en la cárcel principal de su país.
Cada uno sabe de sus deseos,
fantasías, intenciones, maquinaciones, sueños diurnos, morbosidades, perversiones,
ilegalidades, estafas, fraudes, delitos atroces que cometería alguien que
tenemos dentro y que puede llevarnos a la cárcel verdadera, la peor, la de
encierro total y permanente, un infierno, el peor de los castigos imaginables.
Es cuestión de suerte. Algunas personas nacen
con una fuerte proclividad a desear justamente aquello que su colectivo tiene
expresamente prohibido.
Más aún, algunas personas nacen con una fuerte
reacción adversa ante las prohibiciones en tanto éstas los obligan a cometer el
ilícito, en vez de disuadirlas como a la mayoría. Para algunas personas las
prohibiciones son excitantes, estimulantes, diabólicas, tentadoras. Para estas
personas una prohibición se convierte en obligación de realizar lo que no se
debe.
Para esas personas que reaccionan de una
manera tan diferente a como lo hace el resto, es bueno enchalecares en una buena obsesión, en ideas fijas que los aparten
de las ideas malamente tentadoras.
(Este es el Artículo Nº 1.940)
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