jueves, 20 de junio de 2013

El amor surge de la debilidad




Aprendemos a amar con nuestra madre y amamos a otras personas porque nunca dejamos de ser débiles y necesitados.

Según mi punto de vista amamos a quien necesitamos; el amor es ese sentimiento que sentimos hacia quien necesitamos: su origen es el amor hacia nuestra madre. Fue con ella que aprendimos a amar porque fue a ella a quien más necesitamos.

Con el tiempo y la influencia de la cultura, aprendemos que ser débil debe avergonzarnos.

Cuando tenemos entre cinco y diez años, la mayoría de los niños empiezan a ser presionados para que no sean tan dependientes de los adultos y, haciendo un gran esfuerzo, empiezan a colaborar con pequeñas tareas o por lo menos a no darles trabajo a los adultos..., que ya es una forma de colaboración.

La autorización para ser débiles se va perdiendo poco a poco hasta que ser débil se convierte en vergonzoso. Por eso comenzamos a disimular nuestra eterna debilidad imaginándonos muy poderosos, invencibles, llenos de coraje. Nos divierten las historias en las que alguien que se nos parece, (el héroe), hace grandes proezas, inclusive salvando a los adultos de los peores peligros.

Pero los adultos no quieren perder el amor de los hijos ni el amor de nadie porque lo cierto es que, a cualquier edad, todos necesitamos ser amados.

En otras palabras: desarrollamos el sentimiento de amor solo hacia quien necesitamos, especialmente a mamá. Esta forma de gratitud la complace y hasta desearía seguir recibiéndola, aún cuando dejemos de necesitarla porque ella misma nos enseñó a prescindir de ella.

La confusión entre el pasado y el presente, esa confusión que nos hace añorar lo que ya nunca volverá, nos lleva a seguir queriéndola mucho aunque no la necesitemos tanto.

Amamos a otras personas porque nunca dejamos de ser débiles y necesitados.

(Este es el Artículo Nº 1.934)

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