Por cómo funciona nuestra
psiquis todo encuentro por primera vez es en realidad un reencuentro.
Aunque suene ilógico en los hechos funciona de esta forma y
al aceptar esta irrealidad nos
posibilitamos entender y explicar lo que todos conocemos como «amor (u odio) a
primera vista».
Algo que también nos ocurre y que contribuye para que nos
cueste aceptar esto de que cada primer encuentro es en realidad un reencuentro, es que en la mayoría de
tales eventos ocurre una «indiferencia a primera vista», es decir, ni amor ni
odio.
Intentaré fundamentar por qué
en psicoanálisis suele decirse esto del reencuentro por
primera vez.
Según se cree los humanos proyectamos en los demás ideas y
sentimientos que nos pertenecen, de tal forma que nos parece encontrarlos en
esa persona que acabamos de conocer.
Por ejemplo, si durante nuestra infancia recibimos una
intensa educación católica es probable que hayamos mirado muchas veces las
imágenes de Cristo que llegaron hasta nuestros días y que todos conocemos.
A partir de ahí, cada vez que nos encontremos por primera
vez con alguien cuyos ojos sean similares a las imágenes que conocemos de
Cristo, inevitablemente, inconscientemente, tendremos la sensación de que esa
persona nos evoca sentimientos similares a los que sentimos por Cristo.
Es probable que los ojos y la mirada de Marilyn Monroe se
parezcan a los ojos y a la mirada que algún pintor le asignó a la imagen que
los cristianos publicitaron de su líder.
En general y para quienes tienen una idea positiva de
Cristo, son buenas personas los
rubios, de ojos claros, de pelo largo y
cuerpo delgado..., rasgos estos que, no por casualidad, son moda
permanente.
(Este es el Artículo Nº 1.905)
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