miércoles, 22 de mayo de 2013

Todo primer encuentro es un reencuentro


Para quienes tienen una idea positiva de Cristo son buenas personas los rubios, de ojos claros, con pelo largo y cuerpo delgado.

Por cómo funciona nuestra psiquis todo encuentro por primera vez es en realidad un reencuentro.

Aunque suene ilógico en los hechos funciona de esta forma y al aceptar esta irrealidad nos posibilitamos entender y explicar lo que todos conocemos como «amor (u odio) a primera vista».

Algo que también nos ocurre y que contribuye para que nos cueste aceptar esto de que cada primer encuentro es en realidad un reencuentro, es que en la mayoría de tales eventos ocurre una «indiferencia a primera vista», es decir, ni amor ni odio.

Intentaré fundamentar por qué en psicoanálisis suele decirse esto del reencuentro por primera vez.

Según se cree los humanos proyectamos en los demás ideas y sentimientos que nos pertenecen, de tal forma que nos parece encontrarlos en esa persona que acabamos de conocer.

Por ejemplo, si durante nuestra infancia recibimos una intensa educación católica es probable que hayamos mirado muchas veces las imágenes de Cristo que llegaron hasta nuestros días y que todos conocemos.

A partir de ahí, cada vez que nos encontremos por primera vez con alguien cuyos ojos sean similares a las imágenes que conocemos de Cristo, inevitablemente, inconscientemente, tendremos la sensación de que esa persona nos evoca sentimientos similares a los que sentimos por Cristo.

Es probable que los ojos y la mirada de Marilyn Monroe se parezcan a los ojos y a la mirada que algún pintor le asignó a la imagen que los cristianos publicitaron de su líder.

En general y para quienes tienen una idea positiva de Cristo, son buenas personas los rubios, de ojos claros, de pelo largo y  cuerpo delgado..., rasgos estos que, no por casualidad, son moda permanente.

(Este es el Artículo Nº 1.905)


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