Cuando la ciencia falla
deberíamos reconocer que nuestros cinco sentidos son categóricamente
insuficientes para entenderlo y solucionarlo todo.
En otro artículo (1) les comentaba que no podemos descartar la
existencia de una gran cantidad de estímulos sensoriales a los que no accedemos
porque solo contamos con cinco sensores especializados (los cinco sentidos).
En ese texto imaginé una serie numérica, (1.234 estímulos
sensoriales), solo para alertar al lector de que se trataba de una cifra
hipotética, pero ahora agrego que esa cifra tan grande no necesariamente tiene
que ser irreal.
Cuando estamos en contacto muy estrecho con la realidad
porque nos enteramos de los errores que ocurren en los sistemas (informáticos,
de transporte, de salud, administrativos, de construcciones viales y edilicias,
de inconducta ciudadana y muchos otros), aprendemos que nuestra lógica es
insuficiente porque para evitar que las fallas en los sistemas de cualquier
tipo vuelvan a ocurrir, tenemos que tomar precauciones excesivas, con muchos
efectos secundarios adversos (burocracia, exceso de controles, bloqueo de
procedimientos, sobrecostos, enlentecimiento).
Muchas personas influyentes por su carisma o tradicional
buen criterio, insisten en aplicar métodos científicos, racionales, lógicos,
pero tendríamos que dudar de esta forma de pensar sin dejar de reconocer que
parece transgresor dejar a un costado prejuicios tan afincados como el de la
infalibilidad de la ciencia.
Cuando estos ilustres ciudadanos bajan su frente, denotan un
abatimiento indisimulable, reconocen que a pesar de sus cálculos siempre hay
excepciones que nos estallan en la cara, aparecen los científicos de segundo
nivel, esos que no califican para ser respetables pero que en último caso se
los escucha.
Estos suelen ser algo místicos, esotéricos, sombríos y se
ufanan de poder demostrar un caso más de «la maldad de las cosas inanimadas».
En suma:
Nuestros cinco sentidos son categóricamente insuficientes para entenderlo y
solucionarlo todo.
(Este es el Artículo Nº 1.886)
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