El sentido común nos alienta a combatir a los drogadictos y narcotraficantes, sin entender que también somos adictos a consumir drogas.
El sentido común sirve para
dar respuestas rápidas, pasar salir del
paso, pero nunca puede ser la solución definitiva para nada que
nos importe realmente.
Un lugar similar ocupan los refranes. Equivalen a la pinza
con destornillador que portan aquellos que se saben muy ingeniosos y que pueden
prescindir de herramientas más especializadas, inclusive para reparar un
transbordador espacial. (Recomiendo la serie de televisión llamada MacGyver,
que en algún lugar de la web podrá verse).
El sentido común tiene la creencia en que los seres humanos
somos máquinas y es por esto que la medicina es la reina de las reparaciones,
para lo cual siempre es bueno realizar tareas de mantenimiento, esto es, practicar exámenes preventivos, los que, en
la mayoría de los casos encontrarán algo que por ahora no hace síntoma pero que
si no lo atacamos a tiempo puede
convertirse en algo grave y sin solución, entonces que hago doctor, dice el
afligido previsor, y el doctor le dice, tome estos comprimidos cada seis horas
y venga a verme dentro de seis meses para ver si todo sigue bien, el paciente
radiante recuerda algo que le dijo su abuela y casi lo grita de entusiasmo, es preferible prevenir que curar, ¿verdad
doctor?; el paternal vendedor de medicamentos lo mira por encima de los
lentes y le dice, ojalá la gente fuera
tan inteligente y responsable como usted. Al final de la historia tenemos
un drogadicto que engrosa la numerosa lista de quienes toman medicamentos
también cuando están sanos. Los accionistas de los laboratorios farmacéuticos
sonríen felices.
El sentido común
nos alienta a combatir a los drogadictos y narcotraficantes, sin entender que
también somos adictos a consumir drogas.
(Este es el Artículo Nº 1.891)
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