Los padres varones no se llevan bien con sus hijos
varones y estos tampoco quieren mucho a sus padres varones.
He comentado varias veces que
mujeres y varones podríamos ser estudiados antropológicamente como dos especies
separadas y así obtendríamos mayor comprensión de uno y otro sexo.
Por ahora, uno y otro solo
están unidos por el «aislamiento reproductivo» (1), es decir que
solo un espermatozoide de varón humano puede gestar el óvulo humano. Aparte de
ese rasgo todo lo demás son semejanzas muy llamativas, pero semejanzas al fin,
nunca identidades.
Agrego otro motivo de diferenciación últimamente poco mencionado: el
padre varón siente desapego por su hijo varón y a veces, solo a veces, un deseo
sexual por la hija.
El deseo sexual por la hija ocurre si casualmente la hija podría aceptar
a su papá como padre de sus hijos. Las mujeres en general son muy selectivas y
son muy pocos los varones que cada una de ellas elegirían como padres de sus
hijos. En caso de que uno de esos escasos varones fuera el padre entonces
tendríamos una conflictiva edípica de la hija con el padre.
En suma: los padres varones no se llevan bien
con sus hijos varones, estos tampoco quieren mucho a sus padres varones y por
lo tanto ambos desean la muerte del otro con tanto sentimiento de culpa que no
lo saben y al leer esto, no lo aceptarían.
La madre sí quiere a sus hijos,
pero no por una devoción sobrenatural, mística, maravillosa, sino porque fueron
parte de su propio cuerpo al que sí aman. Por lo tanto el amor de las madres es
casi infalible porque los hijos son una prolongación del cuerpo de la mamá, o
sea que tampoco los ama por lo que son sino por lo que significan para ella.
(Este es el Artículo Nº 1.907)
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