Los deseos o necesidades sexuales no son rutinarios. Tienen un ritmo claramente irregular como tantos otros deseos y necesidades humanos.
A ver lector, venga para acá
que su psicoanalista de confianza lo va a interrogar para después decirle si
está haciendo sus tareas domiciliarias como corresponde o se está equivocando.
1) ¿Cuántas veces tiene
relaciones sexuales con su cónyuge?;
2) ¿Ambos alcanzan el orgasmo
al mismo tiempo?;
3) ¿Decoran la habitación,
utilizan sahumerios eróticos, comen alimentación afrodisíaca, utilizan luces
color violeta de intensidad variable?
Ya se habrá dado cuenta que «su psicoanalista de
confianza está loco».
Lo más importante de este artículo se lo digo ahora: los deseos o
necesidades sexuales no responden a ninguna frecuencia preestablecida; la
coincidencia en el orgasmo es algo que puede ocurrir pero que no tiene ninguna
importancia y cuando tiene que hacer muchos preparativos para hacer el amor
está claro que realmente tienen muy pocas ganas.
Se lo digo de otro modo:
En una pareja existen deseos y necesidades que justifican
una rutina: comer, dormir, higienizar, mantener la temperatura ambiente, pero
la sexualidad no tiene nada que ver con deseos o necesidades rutinarios.
Los deseos o necesidades sexuales se parecen más a otras
ocurrencias, como son pintar la casa, ir al cine, visitar amigos, hacer un
crucero, retapizar un sofá, cambiar el vehículo, concurrir a las fiestas del
colegio de los hijos y tareas por el estilo.
¿Por qué esto es así?
Porque los deseos o necesidades sexuales ocurren cuando el
cuerpo de la mujer así lo manifiesta, no solo por la ovulación sino también por
el estado de ánimo propicio para fecundar más hijos.
Claro que esto último casi nunca se cumple porque la
planificación familiar cuenta con técnicas anticonceptivas que autorizan
responder al eventual pedido de la Naturaleza pero sin fecundar realmente.
(Este es el Artículo Nº 1.896)
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