sábado, 11 de mayo de 2013

Nuestra campaña publicitaria para ganar amigos



 
Decimos ser tolerantes con los errores ajenos porque pretendemos ganar muchos amigos indulgentes con los defectos nuestros que preferimos conservar.

Para ser felices hay que ganar dinero, dicen algunos y desde la vereda de enfrente otros se oponen porque opinan que para ganar dinero primero hay que ser felices.

Casi todo el mundo adhiere a la primera opción pues estamos casi seguros de que el dinero hace la felicidad, sin perjuicio de lo cual es moda casi universal repetir como un loro que «el dinero no hace la felicidad».

¿Por qué necesitamos exhibir una filosofía anti-materialista, espiritual, romántica?

Una explicación posible dice que en nuestra permanente campaña publicitaria para ganar amigos, es más seductor pregonar que no valoramos al otro por lo que tiene sino por lo que es; nos parece más noble afirmar que hacemos hincapié en los valores abstractos, intangibles, difícilmente demostrables, y que despreciamos aquellos dones que pudieran ser objeto de inventario.

A su vez predicamos nuestra predilección por los valores intangibles porque deseamos demostrar que no haremos ningún inventario para elegir a quienes amar. De esa forma, les aseguramos a todos a quienes deseamos conquistar como amigos que para nosotros todo el mundo es igual, que no acostumbramos discriminar, que para nosotros cualquier ser humano es valioso.

De una manera más disimulada, queremos hacerles saber a los demás que preferiríamos que nos quisieran incondicionalmente, aún cuando consideren que no somos tan valiosos como ellos pretenderían. La tolerancia que procuramos exhibir es en realidad un pedido de indulgencia para que no sean tan exigentes con nosotros, que toleren nuestros errores, nuestros defectos, e inclusive, si fuera posible, que también resistan nuestras maldades, mezquindad, deseos de venganza, resentimientos, ideas fijas, fobias, manías, locuras, agresividad, indiferencia afectiva, actitudes traidoras, paranoia, impuntualidad, inestabilidad emocional.

Pretendemos ser queridos tal como somos.

(Este es el Artículo Nº 1.894)

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