jueves, 2 de mayo de 2013

Las fantasías de omnipotencia derrotadas

 
La palabra «derrota» significa tanto ser vencidos como el sendero que formamos cuando abandonamos precipitadamente las fantasías de omnipotencia.

Pertenezco al grupo de personas que cuando oye o lee la palabra «derrota», en lo primero que piensa es en la acepción (2) del Diccionario de la Real Academia Española:

«Vencimiento por completo de tropas enemigas, seguido por lo común de fuga desordenada».

Por este motivo también pertenezco al grupo de personas que cuando oye o lee la palabra «derrota» y se entera de la acepción (1), se sorprende.

La primera acepción dice:

«Camino, vereda o senda de tierra».  

¿Por qué esta sorpresa?

1º) Por ignorancia. No sabía que «derrota» significa camino, vereda o senda de tierra.

2º) Porque mi intoxicación crónica con psicoanálisis me provoca la secreción mental de una asociación estéticamente tan hermosa que deseo presentarla en sociedad como si fuera mi hija menor.

Si en una misma palabra están presentes, (¿condensados, fusionados, combinados?), los significados «camino» y «fuga desordenada de un ejército vencido», tengo casi la obligación de pensar que esa fuga es tan reiterada que los huidizos combatientes ya han formado un sendero de tierra de tantas veces que han escapado de su tradicional vencedor.

Como este pensamiento es segregado por mi cerebro entonces estoy casi obligado a pensar que se refiere a mí mismo. Nada puedo pensar que no me concierna, me involucre, me comprometa.

Ese camino, (derrota), está delante de mí, comienza desde donde estoy y fue formado por la cantidad de veces que tuve que emigrar, huir, disparar, salir de donde estaba porque la realidad me obligó a reconocer que no soy omnipotente, que soy débil, que soy imperfecto, que es mucho lo que me falta, que estoy absolutamente incompleto.

Esa «derrota», (sendero), lo formamos quienes tuvimos que abandonar precipitadamente las fantasías de omnipotencia.


(Este es el Artículo Nº 1.885)


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