miércoles, 15 de mayo de 2013

Por ahora endiosamos lo temible



 
Los mamíferos respetamos lo temible.

Para acceder a lo que necesitamos (aire, agua, luz), los seres vivos desarrollamos características con las que podemos conservar la existencia.

— Los vegetales orientan sus pantallas solares (hojas y flores) hacia la mayor fuente de luz;

— Los peces poseen branquias que extraen el oxígeno del agua;

— Los humanos nos inventamos historias para no tomar conciencia de cuán vulnerables somos.

Este último ejemplo parece especialmente apartado de la categoría que incluye a los dos primeros, pero lo hice a propósito para resaltar la importancia que tiene para nosotros imaginarnos que la vida es menos complicada de lo que realmente es.

Me llama especialmente la atención cómo el miedo nos convence más que los mejores argumentos.

Dicho de otro modo: bajo amenaza casi todos pensamos como nos indica que debemos pensar alguien que podría hacernos daño si lo contradijéramos.

Esta condición humana (o mamífera), da como resultado que las personas físicamente más fuertes tienen la posibilidad de obligarnos a pensar como ellos quieren.

Lo preocupante de este fenómeno es que muchas veces la fuerza física aparece para compensar una carencia en la fuerza intelectual.

Parece cierto que los que no tienen inteligencia para convencer con argumentos desarrollan compensatoriamente el poder de imponer sus ideas por medio de la fuerza bruta (violencia, coacción, amenazas).

De modo similar podemos decir que las personas físicamente menos fuertes desarrollan compensatoriamente la habilidad para imponer sus ideas por medio de la persuasión, la inteligencia, el diálogo.

Con estos pocos elementos podemos decir que, por ahora y hasta que algo importante cambie, nuestra especie está gobernada por brutos, tontos y violentos  que silencian a los débiles inteligentes.

Algo importante cambiará cuando el repudio mayoritario a la brutalidad abra el espacio que están necesitando los débiles pero inteligentes.

Por ahora endiosamos lo temible.

(Este es el Artículo Nº 1.898)

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