Las mujeres logran excitar sexualmente al varón elegido cuando lo admiran y lo desestimulan si las admirables son ellas.
En 1959 se publicó en español
un libro muy exitoso titulado El arte de
amar. Fue escrito por el sociólogo,
psicólogo,
filósofo
y marxista judío alemán Erich Fromm. Para muchos ese texto les marcó la existencia.
Aunque
en sus páginas algo podemos encontrar sería un gran libro otro que se llamara El arte de inspirar amor.
No
me refiero precisamente a las técnicas de seducción para conseguir un cónyuge,
sino algo más genérico sobre cómo lograr una buena inserción social.
En
otro artículo (1) les hice un comentario sobre una técnica sociológica aplicada
a la construcción y comercialización de complejos habitacionales, según la cual
es bueno dejar algunas «imperfecciones programadas» en la construcción para que
los nuevos habitantes hagan el reclamo correspondiente y se sientan
co-protagonistas en el terminado de sus propias viviendas.
Algunas
mujeres son capaces de generar erecciones mágicas y duraderas en sus compañeros
sexuales. Otras no.
Aquellas
mujeres son cada vez más escasas porque las ereccionadoras
son personas que admiran a su ocasional compañero, él se siente inflamado por
el orgullo y junto con la inflamación general, también ve inflamado su adorado
genital (el pene).
Estas
mujeres son cada vez más escasas porque avanzan en sus estudios, superan a los
varones que podrían ser padres de sus hijos y desaparece el motivo real de
admiración al varón. Este no tiene motivos para estar orgulloso de su pobreza
intelectual y junto con su desinflamación general, también ve desinflamado su
adorado genital.
En suma: La pareja humana ve debilitado
el vínculo sexual, excepto que la mujer tenga la suerte de interpretar la
pobreza del varón deseado como una «imperfección programada» y logre perfeccionarlo para convertirlo en
admirable para ella.
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