La monogamia hace que la mujer se humille fornicando sin ganas para que su compañero rehúse la convocatoria de otras mujeres.
Continúo un artículo (1)
referido a la irregularidad del deseo sexual.
Ahí les decía que la mujer
entra en celo cuando está ovulando, cosa que ocurre durante cinco días cada 28
días.
La Naturaleza ordena que la
mujer desee hacer el amor cuando podría quedar embarazada. Su lógica es que
ellas estimulen al varón que desean solo para que las fecunde.
Esta frecuencia no se repite
mecánicamente. A veces la mujer está ovulando pero no tiene ganas de fornicar.
Por lo tanto, cada 28 días el
varón podría verse enérgicamente convocado durante varios días por la misma
compañera que el resto del tiempo parece olvidada de la sexualidad.
Sin embargo, ellas pueden
excitarse fuera de esos momentos de fecundidad porque algo las estimula. En
esas ocasiones quizá se lubriquen y puedan hacer el amor con su compañero...
quien llega excitado por la convocatoria de otra mujer diferente de su
compañera habitual.
¿Cómo ocurre esta promiscuidad
que los moralistas condenan?
El varón no es de nadie...ni
la mujer tampoco. Sin embargo nuestra cultura nos impone el matrimonio
monogámico y logra que cada uno se sienta propietario del otro, al punto de no
permitirle que participe en relaciones sexuales extramatrimoniales.
Los celos exacerbados por esta
actitud monopólica condenable pero socialmente autorizada, pueden provocar
reacciones violentísimas. Las personas con menor tolerancia a la frustración e
intelectualmente tan poco desarrolladas como para zanjar los desentendimientos
dialogando, son homicidas potenciales.
Es para evitar que el varón
tenga coitos extramatrimoniales que las mujeres suelen distorsionar su deseo y
simular una excitación que les permita agotar el eventual apetito del varón,
para lo cual hacen lo que no tienen ganas de hacer, (fornicar), convirtiéndose
en prostitutas.
(Este es el Artículo Nº 1.897)
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