La envidia clase A surge cuando un niño con hambre ve a otro que está comiendo; la envidia clase B surge cuando un niño sin hambre ve a otro comiendo e igual desearía estar en su lugar; la envidia clase C es cuando un adulto ve a otro más adinerado que él y desea verlo arruinado.
La envidia clase A es la reacción psíquica de cualquier necesidad. Es un sentimiento que estimula a quien lo tiene para procurarse lo que necesita para seguir viviendo.
La envidia clase B ya incluye algo ligeramente patológico porque quien la posee desearía ser otro, estar en otra situación, en otro cuerpo. Se identifica con otra persona porque supone que de esa forma estaría mejor. Algunos la llaman «envidia buena». El caso rotundamente patológico se percibe en los delirios en los que el psicótico desea ser Napoleón o Cristo.
La envidia clase C corresponde a quienes se sienten mal cuando ven a otro feliz, realizado, contento. Su anhelo no es poseer lo que el otro tiene sino más bien presenciar cómo el otro se queda sin nada, se pone triste, se enferma, se deteriora. Son amantes de la decadencia ajena gratuitamente, ya que para nada desearían apoderarse de sus riquezas o estados de ánimo.
Esta última favorece la pobreza patológica y se vincula especialmente con el proverbial ejemplo del «perro del hortelano, que no come él ni deja comer al amo».
No sería grave si estas personas sólo propiciaran su propia decadencia, pero justamente su deporte predilecto es desear la ruina generalizada y, con diferentes grados de acierto y eficacia, trabajan para lograr su curioso objetivo.
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15 comentarios:
Está buena la clasificación, pero voy a tener que leerla de nuevo porque me parece que tengo las tres y se supone que tendría que tener una sola no?
Me quedó en la memoria algo que leí: "los habitantes del caos". No puedo entender ni a las aves y animales carroñeros ni a los habitantes del caos. Debo ser yo que hay cosas que no me entran en la cabeza. Nunca fui un buen estudiante.
Mi hermana es envidiosa Tipo C y me gusta escribirlo acá. Me alivia.
Me divierto contrariando a la gente y por eso se me ocurre que la envidia es buena pero que los envidiosos no la quieren porque los pincha como una picana para que traten de igualar a los mejores. Como son unos vagos entonces se dedican a criticar el sentimiento que los haría trabajar.
Comentario cultural: En lunfardo "orto" es culo y en castizo "ano" es culo. Por lo tanto "hortelano" equivale a culo-culo, de donde, simplificando tenemos "El perro del culo-culo". Fin.
A mi me complica la llamada envidia buena, pero no había pensado que podría llegar a ser patológico querer acercarse un poco a quienes se admira
Lo psicótico es que crean realmente que son Jesucristo, no que deseen serlo.
El problema es que la envidia clasea A lleva directamente (no siempre) a la envidia clase C.
Creo que es muy común suponer que si estúviesemos en la situación de otro seríamos más felices. Lo que no nos damos cuenta es que para que eso suceda deberíamos estar también en su cuerpo y sus zapatos.
Entre la envidia clase C y el odio, no veo mucha diferencia.
De acuerdo a la definición de Vicente, el perro del hortelano sería casto.
quieren la ruina generalizada porque mal de muchos es consuelo.
¡Cómo que no sería grave si sólo desearan la propia decadencia! si una persona pone a funcionar el programa de "se autodestruirá en ..." no podemos permitirlo de ningún modo. Ejemplo claro de ello es lo bien que nos cuida el gobierno (es decir los ciudadanos más capaces), a ellos no se les escapa detalle: tratan de que fumemos lo menos posible, de que cuidemos nuestra preciosa vida usando casco y cinturón de seguridad. Algunos se sinceran y dicen que es para bajar el presupuesto de salud, pero la mayoría argumentan cualquier cosa.
Si el perro del hortelano es casto, la gente que padece envidia C son los curas de vocación.
Conozcos menos idiomas de los que desearía pero de todos el alemán es el único que tiene un vocablo (Schandenfreude) para designar con todas las letras a la alegría por el daño ajeno.
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