sábado, 20 de julio de 2013

Una traición involuntaria

 
Un gremialista nunca debería trabajar para los empleadores, sean estos públicos o privados

Los sindicalistas son, en su mayoría, votantes de partidos de izquierda. Es lo natural. El socialismo y el comunismo son ideologías de izquierda que defienden a la clase trabajadora.

Es tan importante la afinidad entre las ideologías de izquierda y las clases más desfavorecidas que, sin apelar a la paranoia o a la desconfianza radical, podríamos decir que si algún día se terminaran las injusticias sociales, esas ideologías perderían su razón de existir.

Por lo tanto tenemos que ser conscientes que los sindicalistas, socialistas y comunistas, en tanto desean conservar su razón de existir por simple instinto de conservación, tienen una actitud ambivalente pues no pueden erradicar la pobreza sin exponerse a perder su razón de existir.

En otras palabras: quienes defienden a los pobres no quieren que estos dejen de ser pobres.

Por otro lado, como los pobres son mayoría y si por algún motivo estos deciden llevar a sus dirigentes gremiales de izquierda a los cargos de conducción nacional (presidencia, parlamentarios, directores de empresas pública), deben saber que dejarán de ser tan aliados de los trabajadores como eran cuando se enfrentaban con toda energía a los gobernantes de derecha.

¿Qué significa la expresión “no hay mejor cuña que la del mismo palo”?

Cuando una persona cambia de rol, de bando, de situación, se lleva consigo las mejores estrategias para combatir a su antiguo grupo de pertenencia.

Por ejemplo, cuando un jugador de basquetbol cambia de equipo sabe mejor que nadie como competir contra su anterior equipo. Esto hace que un defensor pueda convertirse en el peor atacante.

Si todo esto fuera cierto podríamos concluir que un gremialista nunca debería trabajar para los empleadores, sean estos públicos o privados, porque sería tan destructivo como un traidor.

(Este es el Artículo Nº 1.964)


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