lunes, 8 de julio de 2013

El placer de ser manipulado



 
Es tan placentero que «nos muevan el piso», que podemos buscar inconscientemente enamorarnos o hacernos manipular, sea como sea.

Si bien los prestigiosos empleados de la Real Academia Española han incluido en su Diccionario la expresión latinoamericana «serruchar el piso» (1), definiéndola como «Trabajar secretamente en contra del prestigio o posición de alguien», aún no han tenido tiempo de atender la expresión «mover el piso».

En un atractivo videoclip de Jamiroquai, en el que interpreta el tema musical Virtual insanity (2), observamos una escenografía en la que el piso se mueve, integrando sus deslizamientos a la coreografía del intérprete.

Usamos esta expresión cuando tenemos emociones notoriamente fuera de nuestro control y, por ejemplo, nos sentimos irresistiblemente atraídos por otra persona.

Como puede verse en el mencionado videoclip, el cantante se desplaza sin caminar pues es el piso el que lo acerca o lo aleja de la cámara que lo filma.

Quienes alguna vez se sintieron enamorados saben de qué hablo.

Ella o él parecen dominar nuestra voluntad. Nos aleja o nos atrae a su antojo. Nos sentimos de su propiedad. Realmente sentimos que es el piso que nos sustenta el que se mueve según las decisiones del ser amado.

Estas deliciosas sensaciones son aún más placenteras porque la pérdida de control equivale a una pérdida de responsabilidad.

Si observamos la vida de un niño cuando aún no camina y tiene tan poco peso que los adultos lo mueven para un lado y para otro como si fuera un objeto, podemos imaginarnos en ese estado de liviandad y de dependencia de lo que otros decidan.

Todo se vuelve liviano cuando otro se apodera de nuestra voluntad y de nuestra responsabilidad.

Es tan placentero que podemos buscar inconscientemente enamorarnos sea como sea, o por lo menos que otro nos manipule…sea como sea.

   
(Este es el Artículo Nº 1.952)

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