jueves, 25 de julio de 2013

La hipocondría del buen ciudadano



 
La hipocondría es una enfermedad que nos vuelve dóciles, gobernables, conformistas. Nuestra cultura nos necesita angustiados, temerosos, inseguros, pasivos, obedientes.

Los nativos de esta cultura hipocondríaca (que padece miedo a las enfermedades, que está exageradamente preocupada por la salud), cuando leemos, por ejemplo, que «la ira aumenta el ritmo cardíaco y respiratorio, así como también la tensión arterial», seguramente se nos encienden las luces rojas de la imaginación y comenzamos a tenerle miedo a enojarnos, por todas las graves alteraciones orgánicas que produce.

Efectivamente, una cantidad significativa de personas, poseedoras de muchos o pocos conocimientos sobre su propia anatomía y fisiología, cree que un aumento del ritmo cardíaco o de la presión arterial son malos, nocivos, patológicos, preocupantes, al punto que quizá sean generadores de más aumento del ritmo cardíaco, ...

Felizmente la maravillosa cibernética natural que tenemos logra esas alteraciones como forma eficiente de adaptarnos al medio y a las circunstancias.

Lo realmente preocupante sería que, al salir disparados desde la quietud o la máxima velocidad para alcanzar un colectivo, nada de nuestro cuerpo se modificara para acompañar esa actividad.

Si ante un cambio, de la quietud al movimiento brusco, no tuviéramos una respuesta circulatoria y respiratoria, caeríamos muertos o no podríamos correr para alcanzar el bus.

Por lo tanto es una suerte que nos ocurran esos cambios y no un peligro o una desgracia.

La hipocondría es, en gran medida, una patología mental propiciada por quienes nos prefieren temerosos para que no tomemos riesgos; nos prefieren dependientes para que vivamos consultando a la mega-industria de la salud, como si nuestra sobrevivencia dependiera de ese asesoramiento oportuno; nos prefieren adictos a una infinidad de drogas que desde las primeras ingestas desorganizan la natural auto curación que tienen todos los seres vivos.

Nuestra cultura nos necesita angustiados, temerosos, inseguros, pasivos, obedientes.

(Este es el Artículo Nº 1.969)

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