La medicina pre-paga podría predisponernos a
enfermarnos para no sentir que despilfarramos el dinero que pagamos por ella.
Probablemente exista una
diferencia importante, aunque invisible, entre vivir en una vivienda propia y
vivir en una vivienda alquilada.
Es muy visible la cantidad de
dinero que se gasta todos los meses pagando la renta, pero la diferencia
invisible refiere al estado de ánimo, a la filosofía familiar, a la actitud de
los hijos frente a la vida.
Probablemente los humanos
somos gente con instinto territorial, es decir: tratamos de apropiarnos de una
parte del planeta para tener nuestra familia, criar a nuestros hijos,
envejecer.
Ese espacio de uso exclusivo
nos aporta un dato de la realidad que seguramente nos influye y crea una
diferencia con la situación opuesta, esto es, la transitoriedad en el uso de
ese lugar.
Psicológicamente no es lo
mismo vivir en un lugar ajeno que vivir en un lugar propio. En el primero
nuestra permanencia depende de una voluntad extraña y en el segundo tenemos la
potestad de quedarnos o irnos con cierta libertad.
El esfuerzo económico que
hacemos todos los meses para pagar la estadía por los treinta días siguientes
nos obliga a tratar de aprovechar ese derecho en todo lo posible. Si no lo
hiciéramos sentiríamos que estamos despilfarrando el dinero que tanto nos
cuesta ganar. A veces tenemos la sensación de que no existen formas legales de
disfrutar una vivienda alquilada.
En la mayoría de los países
hispanoparlantes existen seguros de salud que compramos para obtener la
tranquilidad de que seremos correctamente atendidos en caso de enfermarnos.
El precio de estos servicios
también es elevado, pero para no sentir que estamos despilfarrando el dinero
como si fuera un alquiler, inconscientemente podríamos tratar de enfermarnos.
En suma: los servicios de salud pre-pagos
podrían enfermarnos.
(Este es el Artículo Nº 1.946)
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