jueves, 27 de marzo de 2014

Realidades materiales y psicológicas


Es enorme la inhibición que padecemos por culpa de una realidad psicológica adversa.

En el video asociado a este artículo utilizo como ejemplo la tragedia que sufren los niños cuando nace un hermano que viene a invadirle el territorio que imaginaba propio y, peor aún, viene a compartir el amor de los padres y hermanos mayores.

Los humanos entendemos que el amor es algo tan indivisible como una roca. Imaginamos que si alguien tiene ese trozo de roca, nadie más puede tenerlo. Ocurre con un trozo de roca, con un juguete, con la cama, con la ropa, con el cónyuge: suponemos que si alguien le entrega su amor, único e imaginariamente indivisible, a una persona, ninguna otra puede recibir el mismo amor.

Claro que esta definición de lo que es el amor no permite explicar cómo es posible querer a varios hijos, a varios amigos, a los dos padres.

El hecho es que los humanos nos equivocamos: podemos querer a varias personas a la vez, sin que unos se vean perjudicados por los otros. Podemos amar a uno o a diez sin que eso disminuya la cantidad de amor que recibe el único o cualquiera de los diez.

Pero el núcleo del tema es otro.

Cuando imaginamos que nuestra vida sería terrible si naciera un hermano, padecemos todas las penurias que podamos imaginar. Por ejemplo, imaginamos 28 desgracias posibles (que nos invada el dormitorio, que nos robe los juguetes, que todos lo quieran más a él que a nosotros, que sea muy fuerte y nos castigue, que sea un asesino y nos mate, que sea diabólico y nos maldiga, y miles de otras amenazas más). Esa es la realidad psicológica: atormentadora porque contiene la cantidad de infortunios que la imaginación pueda crear.

Por el contrario, cuando nace un hermano tenemos una única realidad; nos salvamos de las otras 27 que hubiéramos imaginado sin este nacimiento.

Entonces, la realidad, por difícil que sea, es menos penosa que la expectativa angustiada, porque este sufrimiento incluye muchos más casos y hasta más graves que los acontecimientos que efectivamente ocurren.

(Este es el Artículo Nº 2.179)


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