miércoles, 12 de marzo de 2014

Intolerancia a los zapatos


Intento explicar por qué, a los largo de los años, cambian bastante poco nuestro aspecto físico y nuestro aspecto ideológico.

Este artículo y video proponen pensar que las ideas, formas de pensar, filosofías de vida, creencias, preferencias, se integran armónicamente al resto del cuerpo.

Como formamos un todo completo, coherente, funcional, no tenemos piezas libremente intercambiables. Quizá de esto también se encarga nuestro sistema inmune cuando lo observamos atacando a los microorganismos que intentan colonizarnos o cuando rechaza el injerto de un tejido ajeno.

Obsérvese que este fantástico dispositivo (el sistema inmune) tiene la habilidad de discriminar entre tejidos extraños e incompatibles y células también extrañas pero que llegan al cuerpo de la mujer para embarazarla. Este ejército combate a los microorganismos patógenos, pero autoriza el ingreso de espermatozoides de un tamaño similar.

Por algún motivo perdemos la paciencia con quienes tienen creencias diferentes a las nuestras, pero ignoramos las diferencias anatómicas que nos distinguen. Podemos llevarnos bien con gente de otra raza, otra estatura, otra cultura, pero nos cuesta entendernos con gente que tiene otras ideas políticas, otras creencias religiosas, otra filosofía de vida.

Lo que intento proponer es que, como adelanté en otro artículo (1), no podemos pensar lo que queremos porque nuestra psiquis acepta o no acepta ciertas ideas. Nunca podremos aceptar una idea que no sea compatible con el resto de nuestras ideas, de nuestra anatomía y de nuestra fisiología, aunque la cultura occidental esté convencida de que las ideas están desvinculadas de lo anatómico.

Desde hace más de cinco siglos creemos en el dualismo cartesiano, es decir, que somos una especie de suma de dos elementos diferentes y separados: una parte física y otra parte pensante.

Esto explica por qué, a los largo de los años, cambian bastante poco nuestro aspecto físico y nuestro aspecto ideológico.


(Este es el Artículo Nº 2.165)


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